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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

7 de marzo de 2017

Calixto García. Biografía. 81


1896, Octubre 31
Destruido Guáimaro completamente, Calixto ordena a algunos contingentes de oriente que regresen a sus lugares de orígenes, mientras que él va al encuentro del Generalísimo Gómez.
1896, Noviembre 1
“Porque yo no asciendo a mi hijo”.
Gómez y Calixto se reúnen en el potrero El Plátano. La llegada de Calixto reviste caracteres de apoteosis: allí están formadas las tropas libertadoras que lo reciben prestando armas y a los acordes de música marcial. Máximo Gómez mandó a pedir a García la relación de oficiales propuestos para ascensos por méritos de guerra. Inmediatamente el general García eleva la propuesta. El Generalísimo advierte que entre los propuesto no aparece el nombre del capitán Carlos García Vélez y pregunta la causa. Rápido y oportuno responde el general García: “Porque yo no asciendo a mi hijo”.
1896, Noviembre 4,5 y 6
Se libran combates en “la Conchita”, “La Marina” y “Lugones”, acciones combinadas en que pelean Gómez y Calixto contra fuertes núcleos enemigos. En Lugones recibió dos balazos el caballo zaino de Calixto que estuvo a punto de perder la vida.
Se persigue al enemigo hasta Los Rápidos, donde pernocta la fuerza mambisa. Los hispanos, derrotados, dejan un extenso territorio en manos cubanas.
1896, Diciembre 6
“…que las expediciones vengan por Camaguey”
Desde La Ensenada, un lugar que está entre Cauto y Bayamo, el general Calixto aconseja al exterior que las expediciones vengan por Camaguey, “pues todo el interior de esa provincia está en poder de las tropas libertadoras”. Asimismo pide quinina, mucha quinina y vacuna contra la viruela, porque la fiebre está haciendo estragos a la tropa y aunque él mandó que se inoculara a varias terneras para obtener el virus, la simiente era mala y no prendió.
1896, Diciembre 18
“Aquí estamos peleando hace tres días con una columna que lleva el convoy a Bayamo”.
Carta del general: “Aquí estamos peleando hace tres días con una columna que lleva el convoy a Bayamo”. Dicha columna de cuatro mil hombres y cien carretas estaba bajo el mando del general Boch. El general tiene a todos sus hombres, incluyendo a su escolta y al Estado Mayor, apostados en lugares convenientes para emboscar al enemigo. Pero cada quien peleará según el plan meditado por el General.
De pronto se le acerca el jefe del Estado mayor Mario García Menocal y le informa que los ayudantes le pedían permiso para hacerle fuego a la columna. Eso enardeció al general que veía sus planes contrariados y en respuesta Calixto los maldice y les llama “guapos de salón”. “¿Quieren pelear los señoritos?, pues pelearemos”, y dirigiéndose a su corneta le dice “toque carga”. Con él delante, todo su Estado Mayor sale al campo de batalla y casi llegan al cuerpo a cuerpo, en un acto impropio de un jefe como García, siempre un estratega. Felizmente una cerca los contuvo, pero en verdad todos estuvieron en franco peligro de perder la vida[1].



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[1] Cóleras como ésta eran comunes en el General que de modo rápido y violento echaba por tierra toda resistencia. Así injuria al valiente Coronel Manuel Piedra tildándolo de aventurero, a la vez que con su machete en mano se lanza sobre él. Así apostrofa al general José Reyes por decirle aquel que cree sinceramente que una proyectada operación del General sobre Jiguaní es inconveniente, e incluso,  a la prensa le dice que el Presidente Masó es un cobarde. Pero estas soberbias tienen sus oasis de mansedumbre y dulzura, como la vez en que hallándose el general a punto de atacar una columna enemiga en Las Calabazas, cerca de Holguín, ordena que todos los que tuviesen sus caballos estropeados se quedaran en el campamento. Un oficial, a pesar de tener su caballo estropeado, se incorpora a la extrema retaguardia y marcha al combate y de pronto el general lo ve y lo manda a que se le presente: “¿Por qué no ha cumplido usted la orden de permanecer en el campamento?”. “General, contesta el soldado, como yo estoy fuerte y saludable no pude sustraerme al deseo de estar al lado de usted en los momentos en que se bate contra el enemigo de la Patria”. La fisonomía del general, casi al borde de la explosión, cambia cuando oye la respuesta y dirigiéndose a un ordenanza dice: “Tráigame mi caballo de repuesto”. Se lo traen y Calixto se lo muestra al oficial a la vez que le dice: “Ahí tiene usted mi caballo, pero mucho cuidado que no me lo maten, porque es mi preferido”.


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