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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

15 de marzo de 2017

Calixto García. Biografía. 114



1898, Noviembre 10
La selección de la Comisión que viajaría a Washington
Antes de las votaciones para la selección de los integrantes de la Comisión que viajaría a Washington, Salvador Cisneros Betancourt planteó que no se considerara requisito para integrar la dicha Comisión ser asambleísta[1]. Esta posición fue denegada, lo que provocó que el ex marqués de Santa Lucía exigiera que se hiciera constar en acta su voto contra Calixto García por “considerarlo inconveniente a la salud de la República”[2].
Finalmente quedó constituida la Comisión a Washington, presidida por el General Calixto García[3] (26 votos a favor). La integraban, además, José Antonio González Lanuza, Manuel Sanguily, José Ramón Villalón y José Miguel Gómez[4].
1898, Noviembre 11
Parte la Comisión que viajará a Washington
Este día parte la Comisión desde Santa Cruz del Sur en el vapor “Antinógenes Menéndez”. Antes de marchar, dice Juan Gualberto Gómez que: “el general se redirige a la morada del general Masó. Y allí, en presencia de los numerosos concurrentes a aquella casa hospitalaria, se acerca el prócer con los brazos abiertos, que es como si llevara abierta las puertas del alma grande y generosa y le grita: “Venga un abrazo, Masó, dejemos en el olvido el pasado”. Masó lo abrazó y acto seguido le sirvió una copa que ambos generales chocaron, y a la vez Masó le deseó el más completo éxito de la misión que la República le había encomendado. Fue esa la última vez que ambos generales estuvieron juntos, pues el General García no regresó con vida a Cuba”.
Y sigue Juan Gualberto Gómez: “Por la costa sur de Cuba el general hace el viaje.
“El 12 está en Cienfuegos. El pueblo lo espera en el muelle y le rinde honores. Luego el general baja a tierra y visita a dos patriotas en sus casas: primero a la casa de Ana Fernández de Velasco y luego a la de José Frías y Cintra. El pueblo, aglomerado frente a las casas, sigue dándole vivas.
“Después sigue hasta Batabanó adonde le espera una multitud de admiradores, entre ellos civiles y subalternos. Y al llegar a La Habana, sabiendo que un público inmenso lo espera en la estación de trenes, y para evitar manifestaciones, desciende en Carlos III. Se aloja en el Hotel Inglaterra, donde lo está esperando con los brazos abiertos y los ojos llenos de lágrima, su madre bienamada, pues no ha podido ella contentar su impaciencia y esperar al hijo en la casa humilde donde vive.
“En el hotel las visitas a García son muchas. El general rehuye a los inoportunos, preparándose para ir a cumplir su misión al Norte. Sin embargo no puede evitar que un corresponsal de “Le Temps” lo entreviste… “Estoy penosamente afectado por la actitud de otros órganos de la prensa francesa, le dice el general, los que no se han mostrado como el suyo, imparciales y justos, tocante a la causa cubana. Los franceses han faltado a su gloriosa tradición. Yo los amo mucho y sufrí ante la idea de tener en contra a verdaderos amigos”[5].
Y luego: “¿Por qué la nación que tanto contribuyó a la independencia americana no nos ha tendido la mano para conseguir la nuestra?”.
1898, Noviembre 18
(Siguiendo la descripción de Juan Gualberto Gómez): Se advierte inusitada animación en la bahía habanera. Cuatro remolcadores, engalanados, se dirigen al vapor “Seguranca”, que está surto en el puerto. Los remolcadores van atestados de cubanos jubilosos, que testimonian su simpatía cordial a los representantes de la Asamblea.
Al general García le acompañan varios ayudantes, entre ellos su hijo Justo García Vélez, Carlos Martín Poey, Cosme de la Torriente… rodeado de ellos se le ve a la débil luz del crepúsculo vespertino, despidiéndose.
Y cuando el barco leva sus anclas y rompe la marcha, la alegría inunda a Calixto, pensando como piensa en su esposa doña Isabel Vélez y en sus hijos a quienes no ve desde hace cerca de tres años. Ellos, lo sabe, le esperan en los muelles de nueva York.










[1] Era su objetivo que pudieran formar parte de la Comisión otros que no estaban allí presentes, entre ellos: Máximo Gómez.
[2]Temía Cisneros que una vez terminada la contienda bélica, la forma de gobernar los campamentos militares trascendiera a la sociedad civil.
[3] La designación de Calixto fue vista por el historiador Emilio Roig como una rectificación a la determinación del Consejo de Gobierno a la destitución de su cargo. La historiadora Maricelis Torres considera que la elección de Calixto se debió al reconocimiento que tenía el general dentro de la cúpula militar de los Estados Unidos, lo que podía viabilizar las gestiones de la Comisión.
[4] La propuesta para presentar al gabinete norteamericano fue suscrita por Juan Gualberto Gómez y Emilio Núñez. La misma establecía la conveniencia de licenciar al Ejército Libertador y asimismo instruía a la comisión para que solicitara la ayuda económica al gobierno estadounidense con la garantía de la renta de Cuba. Además debía manifestar el apoyo de la Asamblea al gobierno norteamericano a los efectos de garantizar el rápido ordenamiento institucional que condujera, sin más preámbulos, a la constitución de la República.

[5] ¿Leía el general la prensa francesa en la manigua?


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