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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

9 de enero de 2011

La Virgen de la Caridad, virgen mambisa, cubana


José Abreu Cardet
jabreu040751@argentina.com
Máximo Gómez afirmó que  para obtener la victoria en la guerra de 1868  eran necesarios: “... algunos elementos de guerra y un poco de constancia” (1) Se ha escrito en algunos textos como los mambises obtenían esos “elementos de guerra” pero de cómo fundamentaron ese “poco de constancia” se conoce mucho menos.  Es esta una pregunta que reclama una respuesta. Primero debemos hacer una breve reflexión sobre lo que significaban 10 años para un hombre de mediados del siglo XIX.
Nos hemos acostumbrado tanto a repetir la expresión “Guerra de los 10 años” que en cierta forma ha perdido su sentido de tiempo. Tampoco hemos intelectualizado lo que pudo significar  para  una persona, en especial para alguien de mediados del siglo XIX, donde la esperanza de vida no era tan prolongada. Podía ser perfectamente un quinto,  un cuarto y quizás hasta más   del total de la existencia  de cualquiera de aquellos hombres y mujeres.
 ¿ Cómo  resistieron tanto tiempo?. Hay una respuesta elemental: la intransigencia independentista. Era  la esencia de la “...vorágine de la guerra de los diez años.” (2) como la llamó Enrique Jose Varona.  Ese es el gran mecanismo mental que conformó una espiritualidad del sacrificio.
Desde esa sólida base debemos de iniciar la construcción de todo argumento para entender la resistencia. Pero es de pensar que en la mísera vida cotidiana de esta gente existían toda una serie de mecanismos, que sumados, harían más soportable cada día, cada noche de humedad y hambre,  de calores y mosquitos, de fugas y combates. Detalles que, quizás, hoy nos parezcan insignificantes pero que para ellos alejaron la soledad, la desesperación, la incertidumbre  por el futuro. Eso es lo  que  llamamos los  mecanismos de la resistencia. Es asunto difícil de determinar con ejemplos. Quizás cada mambí llevaba en su macuto (3) un cúmulo muy particular de motivos que explican su hazaña. De todas formas hay aspectos comunes sobre los que podríamos hacer algunas generalizaciones. Entramos en un campo inseguro para un historiador, más acostumbrado por el oficio a moverse entre datos muy concretos, criterios argumentados  con  buena letra en papel o evidencias de diverso origen; pero  siempre perceptibles a los ojos, al oído o  al tacto. Ahora comenzaremos  a andar en un mundo en extremo subjetivo. Siempre en asuntos humanos hay campos intangibles. Similares al efecto de esas aguas subterráneas que de humedad en humedad van avanzando hacia la superficie hasta que un día producto de la búsqueda humana o las circunstancias geológicas brotan para constituir un manantial en la montaña o el desierto. Los motivos de la gran resistencia del 68 tienen fuerzas ocultas que no son mágicas ni sobrenaturales. Fueron productos de las circunstancias o de las acciones de aquellos hombres y mujeres. Intentaremos encontrar ese mundo espiritual y material que consolidó el espíritu de la resistencia por 10 años. Quizás no tengamos todas las razones. Es posible que existieran otros motivos que consolidaron la gran y desesperada resistencia. El mundo religioso tuvo en el campo mambi un espacio que en ocasiones hemos olvidado. Si bien la iglesia católica como institución se unió a los integristas los cubanos eran propietarios de una fuerte religiosidad popular que los acompañaron a los campos de combate.
En el siguiente enlace puede oír varias hipótesis sobre el encuentro de la imagen de la Virgen de la Caridad
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Se sentía una especial devoción por la virgen de la Caridad del Cobre. En Holguín tal creencia tenia viejas raíces. El territorio holguinero estuvo vinculado al surgimiento del mito de la virgen. Según este fue en aguas de la bahía de Nipe que encontraron la imagen sobre una tabla que flotaba. Tres vecinos de esas riberas la rescataron e iniciaron la adoración a su figura. Era frecuente que familias holguineras emprendieran una peregrinación al santuario del Cobre donde se situó su imagen. La tradición oral guarda esos recuerdos de viajes en carretas o en cabalgaduras hasta aquel lejano lugar para cumplir una promesa hecha a la virgen o por devoción.  Al marchar a la guerra por la independencia se llevaron los cubanos a la manigua mambisa esa creencia que se convirtió en un elemento de la gran resistencia que se extendió por diez años.  Un mambí escribió en una carta a un amigo “… si la virgencita quiere, pronto tendremos  modo de darle su merecido…” (4) a los españoles.
La mejor forma de entender la creencia de los mambises en aquella imagen es una descripción que nos dejo el líder insurrecto Ignacio Mora en su diario personal:

El fanatismo del pueblo cubano raya en locura. La fiesta de la Caridad es un delirio para él. Sin tener que comer, pasa  dedicados estos días en buscar cera para hacer la fiesta al estilo mambí, esto es, encender muchas velas y suponer  que la imagen de la Virgen está presente. En todos los ranchos no se ve fuego para cocinar sino velas encendidas á la Virgen de la Caridad. (5)

La buena madre de Cristo  parecía estar atenta a los muchos sufrimientos de sus hijos antillanos. No los pudo rescatar de los pelotones de fusilamientos, de la acción implacable de las contraguerrillas pero por lo menos estos sufridos combatientes debieron de sentirse acompañados en sus momentos más trágicos  por la piadosa imagen. Quizás en cierta forma  conformaba  una  especie de abstracción  de la patria para esta gente de un sentido muy recto y simple de la imaginación. Cuba era representada como una mujer. (6) La virgen bien pudo devenir en la imaginación de aquellos héroes en símbolo de la patria y la independencia. 
En el siguiente enlace puede oír otras hipótesis sobre el encuentro de la imagen de la Virgen de la Caridad
Notas

1— Yoel Cordoví Nuñez. Máximo Gómez tras las huellas del Zanjón. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2005, p 92
2— Enrique José Varona a Ventura García Calderón.  En Letras, cultura en Cuba. Número 6,  Editorial Pueblo y Educación , La Habana, 1989,  p 3
3—El macuto mambi era un saco que llevaba cada insurrecto donde guardaba todo lo que consideraba que le podía ser útil.
4—Elda Cento Muñoz y Ricardo Muñoz Gutiérrez. Salvador Cisneros Betancourt: Entre la controversia y la fe Editorial Ciencias Sociales La Habana 2009  p. 150
5— Nydia Sarabia, Ana Betancourt, Editorial de Ciencias Sociales,  La Habana, 1970, p. 153      
6— La historiadora Olga Portuondo Zuñiga   en su libro sobre la Virgen de la Caridad del Cobre dedica un  capitulo a este papel subversivo de la virgen. En el recoge diversos ejemplos de la devoción de los mambises por la virgen.

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