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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

6 de marzo de 2017

Calixto García. Biografía. 66



1894, Enero 4
Un periódico de La Habana miente avisando la muerte de Calixto por suicidio











El periódico “La Lucha” de La Habana revela este hecho sensacional: “Nuestro corresponsal madrileño nos telegrafía que el conocidísimo ex jefe de la revolución cubana Calixto García Iñiguez, que desde hace mucho residía en Madrid, se ha suicidado tomando un veneno que hizo tomar también a sus dos hijas más pequeñas. El cable nos dice que se atribuye el triste suceso a escasez de recursos[1]. Nos parece (continúa el periódico), que no pueda ser esta la causa determinante de un acto tan desesperado, pues según nuestras noticias Calixto García disfrutaba de un buen sueldo en el Banco de Castilla, era catedrático de inglés en la Institución Libre de Enseñanza y además, como profesor de idiomas tenía siempre más lecciones que las que podía atender, podrá confirmarse la noticia de que la escasez de recursos precipitara al pundonoroso general revolucionario; pero, en tanto no se confirme, habrá que atribuirse a móviles más hondos el tremendo atentado que reviste significación más trágica y dolorosa por la circunstancia de que con el padre han perecido y por su propia mano, las dos inocentes pequeñuelas. Diríase que Calixto, tan quisquilloso en materia de honor, no ha querido dejar expuestas a los vaivenes del mundo a las dos criaturas cuyo provenir de antiguo le preocupaba”.
Martí escribe un hermoso artículo en honor al “fallecido”
Inmediatamente después que sabe la noticia escribe José Martí: “No necesita encomio nuestro el general García…
“Hoy me he pasado el día contestando cartas de pésame por mi fallecimiento”
Y Calixto, en carta a José Dolores Poyo, dice: “Hoy me he pasado el día contestando cartas de pésame por mi fallecimiento ocurrido, según me dicen de La Habana, por mi suicidio, y le juro que no me había apercibido de ello”.
Sabido que era una falsa noticia sobre la muerte del General, José Martí vuelve a escribir en el periódico “Patria”.
Cuando la falsa noticia se desmiente, dice Martí en el periódico “Patria”: “¿Quién que sepa de gratitud extrañará la alegría de nuestro corazón cubano? Feliz ha sido la equivocación de la muerte, puesto que por ella habrá podido ver el hombre de la Revolución, cómo sus hermanos lo aman y veneran; cómo, en el seguro de su tumba, ni sus compañeros de ayer ni los hijos de sus compañeros, tuvieron para él más que palabras de cariño y gloria”.
1892
Graduado de cirujano dentista regresa Carlos a Madrid. En sus memorias escribió: “No volví a Madrid hasta algunos años después de graduado cuando habiendo ganado algunos miles de pesetas me consideré en condiciones de abrir un gabinete dental (así se llamaba coquetamente, lo que hoy son clínicas odontológicas) en una casa del paseo de Recoletos número 21 entresuelo izquierdo, de vecinos encumbrados que no opusieron inconveniente al gabinete porque yo no era de los dentistas de letreros en los balcones ni de chapas en las puertas de la calle ni en los del apartamento. Siendo mi clientela privada sin anuncios ni reclamos. Allí trabajé en invierno y en verano en el norte de España y en los Bajos Pirineos”.
1894
Carlos, especializado en patología bucal y luego de estudiar la estomatitis y la piorrea alveolar, funda y dirige la Revista Estomatológica española, segunda de esa especialidad en el mundo. Posteriormente Carlos opera a su padre y le coloca una prótesis de caucho, lo que mejora ostensiblemente al general, que seguía padeciendo las causas de su tiro en San Antonio de Bagá.
Igual, dice el mismísimo Carlos que era común que lo vieran junto a su padre participando en tertulias literarias y conciertos de música de cámara. Los dos fueron miembros del ateneo de Madrid, adonde asistían a disertaciones que en esa institución ofrecían Intelectuales como Azcárate, Echegaray y Cajal Moret. Sin embargo, evitó el General dar opiniones públicas sobre acontecimientos en los que había tomado parte y asimismo procuró poner grande distancia entre él y los historiadores españoles y cubanos que intentaron escribir sobre la guerra grande durante la llamada Tregua Fecunda. Ejemplo de ello es su rotunda negativa a conceder una entrevista al acucioso historiador español Antonio Pirala.
Su hijo Carlos García Vélez que fue testigo de la insistencia del historiador y las negativas de Calixto, y de tales desencuentros cuenta que:
“Conocí a Pirala en el Ateneo de Madrid. Creo que fue Salvador Canals quien nos presentó, a instancia de Pirala. Al punto empezó aquel a decirme cuanto se alegraba de hablar conmigo pues se hallaba desde tiempo atrás muy interesado en recoger datos de la guerra de Cuba; queriendo comprobar o rectificar algo sobre mi padre.
“A este fin me instó encarecidamente que yo le consiguiera una entrevista. Le contesté que papá había mantenido siempre el criterio de no rectificar ni ratificar nada de lo que pensaran o escribieran de el.
“Durante largos años había observado esta conducta (suya) aun cuando tuvo abundantes oportunidades de escribir sus memorias, las cuales nunca podría accederse a publicar ya que en vida muchos de los autores y su propia condición de deportado en España, le vedaban expresar la verdad de tantas cosas y que por lo demás yo sabia que él dejaba a la historia el juicio de sus actos, sin querer sincerarse ni rebatir lo que pudiera opinarse en su contra.
(Pero) “Pirala no cejó en su empeño y en vano me buscó donde quiera que yo estuviera, ya en el circulo de Bellas Artes, ya en el de Escritores y Artistas ya en los Foyes del teatro, instándome para que convenciera al General que le concediera una entrevista. (Igual) Visitó varias veces mi Gabinete de dentista en el Paseo de Recoletos no 21, entresuelo izquierdo, sabiendo que mis padres vivían conmigo, con la esperanza de ver a Don Calixto, lo que nunca logró.
“Antonio Pirala seria hombre de unos sesenta años, muy encanecido, bajito y cojo, de mirar penetrante a consecuencia de los lentes de sus anteojos de oro que siempre usaba. Hablaba con suma facilidad y era visto en Madrid como un "latoso” insoportable”.
Esta negativa de Calixto es asunto lamentable pues Pirala acabó escribiendo una de las obras monumentales sobre la guerra de 1868: Crónicas de la guerra de Cuba.
1894
Justo García Vélez va a Filipinas
Justo García Vélez viaja a Filipinas para trabajar en la administración colonial. (Allí estaba cuando el padre se fuga de Madrid, entonces Justo protagoniza una espectacular fuga y como puede llega a los campos de Cuba en armas).



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[1] Carlos García Vélez menciona a dos de los amigos del general en Madrid, el matancero Pedro Pezmiel, propietario acaudalado de la mejor relojería matancera y residente en Madrid, quien, dice Carlos, “en los momentos de apuro siempre ayudó a Papá” y el espirituano José M. Echemendía, que se graduó de médico en Madrid pero que habiéndose casado con una española se quedó a vivir en la península.


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