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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

15 de marzo de 2017

Calixto García. Biografía. 112



Convencen al General para que asista a Santa Cruz, a la Asamblea del pueblo de Cuba
Terminada su visita a Santiago, el general regresa a Jiguaní.
 Allí van a visitarle muchos de sus amigos para influirlo en que asista a Santa Cruz del Sur, adonde sesionará la Asamblea de Representantes, pero el general continúa en sus trece, negándose.
Uno que le escribe es Juan Gualberto Gómez y Cosme de la Torriente lo visita para insistirle. También su hijo Carlos García Vélez: “Papá, usted ha sido electo por el quinto cuerpo, Occidente lo lleva a la Asamblea y usted no puede desairar a ese cuerpo y a su jefe Mario García Menocal”.
“Pero… si es que no puedo ir porque no tengo en qué”, dice Calixto refugiándose en la última justificación que tiene. Pero Carlos se pone en contacto con el gobernador americano de Santiago y horas después el “Reina de los Ángeles” levanta anclas llevando por toda la costa sur de Oriente hacia el puerto de Santa Cruz, residencia del Gobierno de Cuba, al General García.
Afirma Gerardo Castellanos que la llegada de Calixto fue una apoteosis: Juan Gualberto Gómez está en el muelle, para darle el primer abrazo, y allí le aguardaban sus compañeros de armas: oficiales, generales y subalternos que a sus órdenes se habían batido gloriosamente contra el enemigo de la Patria, y le esperaban, también, representaciones del gobierno, ciudadanos civiles que no le conocían y ansiaban ver de cerca al ilustre vencedor en Oriente. Las mujeres de Santa Cruz lo esperan, adornadas con sus mejores galas y también hay bandas de música que entonan los acordes marciales de La Bayamesa para rendir tributo al anciano.
Luego, cortés pero distante y frío, lo saluda el presidente Bartolomé Masó.
También están allí, pero no saludan al general ni de él se dejan ver hasta que no comienza la asamblea, sus enemigos más encarnizados, el general José Lacret Morlot, Carlos Manuel de Céspedes y Quesada, hijo de Carlos Manuel de Céspedes, José N. Ferrer y Manuel Despaigne.
El general llegó enfermo, con evidente faltas de aire constantes, por tal motivo su hijo Carlos García Vélez no lo abandona ni un minuto.
Manuel Despaigne escribió y sus palabras fueron publicadas en 11 de noviembre de 1898 en el periódico “El Porvenir” de Santiago de Cuba: “El general ocupa el puesto para el cual le designó una parte del pueblo cubano en armas”.
1898, Octubre 24
En la mejor casa de Santa Cruz del Sur, adornada con los objetos de arte que tienen los vecinos más acomodados, se reúne la Asamblea de Representantes de Cuba Libre. En el amplio salón de la hermosa casa ocupan sus asientos los representantes, en tanto el pueblo se arremolina en las abiertas galerías que corren por ambos lados del salón.
De pronto un momento de mucha expectación. Los Asambleístas se ponen en pie: Ha llegado el Presidente de la República, Mayor General Bartolomé Masó acompañado del Consejo de Gobierno. Los recién llegados ocupan el estrado presidencial. Masó saluda a la Asamblea, presenta el mensaje del gobierno y depone todo su poder ante la Asamblea, entonces invita al representante de mayor edad a tomar posesión de la presidencia. Ese es el Mayor General Calixto García.
Calixto asume la presidencia y entonces Masó declara: “Queda constituida provisionalmente la Asamblea y abierto el tercer periodo constituyente”, e inmediatamente, seguido del Consejo de Gobierno, abandona el salón.
El general García, como presidente provisional, se dirige a la Asamblea: “Me veo en la precisión de ocupar este puesto, no por mis méritos, que no tengo ninguno, sino por mis años, la peor recomendación que se puede tener en la vida”.
Pero la Asamblea no puede constituirse y deliberar porque no hay quórum.





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