Calixto
está celebrando el fin de la guerra cuando le llega la comunicación del
Gobierno en la que le dicen que ha sido destituido como Lugarteniente General
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Están
celebrando el fin de la guerra. El general insiste con los comerciantes de
Gibara y les recuerda que vencía el plazo para la contribución de guerra que
les había impuesto. Y vuelve a las celebraciones.
Entonces
llega una comunicación del Consejo de Gobierno donde, en lugar de felicitarle
por el fin de la guerra, lo que le dice es: “El Consejo de Gobierno, en sesión celebrada el día de hoy (13 de
agosto), acordó destituir a Vd., del empleo de Lugarteniente General del
Ejército, por haber dejado de merecer la confianza que en Vd., tenía
depositada el Gobierno”.
Y
casi a la misma vez que la carta del Consejo de Gobierno, llegan los
comerciantes de Gibara a traerle el dinero que Calixto les había impuesto
como contribución de guerra. “Es
indudable que son ustedes dichosos, le dice el general. Hace poco he recibido
la noticia de mi destitución por parte del Gobierno de la República, y, por
consiguiente, no estoy autorizado para recibir ese dinero; guárdenlo pues”.
La
noticia de la destitución del general García causó profunda indignación en el
ejército por él mandado. Los Generales Feria y Vázquez quisieron oponerse,
pero Calixto les hace comprender la necesidad de prestar rendido e inmediato
acatamiento a las órdenes del Gobierno y quieren, dicen, que deben resolver
el problema a la tremenda. Nada, dice, nada debe empañar el momento del fin
de la guerra.
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1898,
Octubre 25
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En
Nueva York ha arreciado la enfermedad de Merceditas, la hija enferma del
General. Carta de Isabel Vélez a su esposo. “Hace falta que veas tu pobre hija antes de ir a ningún lugar. Ella
anhela verte y se pone triste cuando oye decir que no podías venir y hasta
dice: “Papá no hace caso de mi ni quiere verme”.
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Calixto
sabe bien que él es imprescindible en Cuba, para evitar males mayores.
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Pero
el general no puede correr a los brazos de su hijita moribunda sino que se
retira, cargado con la ingratitud de los hombres, al lugar de donde, treinta
años antes, había salido para escribir páginas gloriosas. (Vuelve a Jiguaní).
Sabe bien que él es imprescindible en Cuba, para evitar males mayores, aunque
no sabe cómo hará para evitarlos.
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El
acusador del general ante el Consejo de Gobierno lo llama “abusador de su autoridad y coaccionador
de las autoridades civiles”. Sin embargo no más que es depuesto el
general se marcha en silencio, impidiendo que sus fuerzas, que no querían
separarse de su jefe, resolvieran el problema “por la tremenda”.
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1898,
Agosto 22
A
Estrada Palma le explica el General lo acontecido y además su opinión de que
hay que disolver el ejército cubano.
“Los
pueblos regidos por sus alcaldes, que si es posible deben ser elegidos por
ellos mismos, y nosotros, los generales, a nuestra casa, a trabajar y dar
ejemplo de orden”.
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En
carta de Calixto a Estrada Palma, el holguinero le explica lo acontecido y
además su opinión de que hay que disolver el ejército cubano.
Varias
veces el general había dicho que la aspiración que tiene para Cuba cuando
termine la guerra, es un gobierno civil ajustado a las leyes. Por otra parte,
el Ejército mambí es el pueblo sobre las armas para lograr la independencia,
y ahora que ha finalizado la guerra, los que habían empuñado las armas deben
volver a empuñar el arado, pero considera que hay que pagarle una pensión
para que con ese dinero puedan iniciar la reconstrucción agrícola y comercial
del país. “Un solo gobierno en la Isla, los pueblos regidos
por sus alcaldes, que si es posible deben ser elegidos por ellos mismos, y nosotros, los generales, a nuestra
casa, a trabajar y dar ejemplo de orden. Yo creo que los Estados Unidos
no faltarán a su palabra empeñada: pero, si así fuera, siempre habrá tiempo
para morir, ya que no para vencer. Con
mis ambiciones satisfechas, pues he visto el triunfo después de treinta años
de lucha, solo deseo que la sangre derramada no sirva para levantar tirano.
Créame, amigo Tomás, ni hoy ni nunca seré capaz de causar trastornos a mi patria”.
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1898,
Septiembre 2
Inconformidad
de Calixto con la convocatoria del 15 de agosto, emitida por el Consejo de
Gobierno para las elecciones de Representantes.
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Carta
de Calixto a Gonzalo de Quesada en la que le manifiesta su inconformidad con
la convocatoria del 15 de agosto, emitida por el Consejo de Gobierno para las
elecciones de Representantes. En opinión del General constituía una
limitación el que solo pudieran votar los ciudadanos cubanos que residieran
en las poblaciones que estaban bajo e control de las autoridades de la Revolución.
(Quedaban excluidas las zonas ocupadas por las tropas norteamericanas y los
puntos evacuación de los soldados españoles), por tanto los Representantes
solo constituirían la cuarta o quinta parte del pueblo cubano. Con tal
representatividad, consideraba Calixto, los acuerdos a los que se llegaran no
estaban validados por todos los electores de la
Isla. De esta forma la Asamblea perdía fuerza
legal frente a los Estados Unidos.
En
esa misma carta Calixto explica a Gonzalo de Quesada de su intención de
gestionar el licenciamiento del Ejército libertador con el propósito de que
se le hiciera un pago a sus integrantes por los servicios prestados, para
reconocer sus derechos y para que “muera
con todo el prestigio con que ha vivido”[1].
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[1] En su libro “Los americanos en Cuba”,
Enrique Collazo dice que en esa fecha el Ejército Libertador comenzaba a ser un
estorbo y un peligro para el Gobierno de los Estados Unidos. Se trataba de un
grupo grande de hombres mal comidos y mal vestidos a quienes el malestar podía
llevar al monte, por lo que era preciso que desapareciera. Era el Ejército
Libertador, además, la única institución que, llegado el caso, podía ofrecerle
resistencia a las tropas interventoras, por eso los “Americanos” pusieron en
práctica una drástica resolución: cortarle toda entrega de raciones a los
mambises. Y asimismo hubo un acercamiento a los jefes militares cubanos con
vistas al licenciamiento del cuerpo armado. El Gobierno norteamericano,
conocedor de la influencia de Calixto, (y quizás de sus ideas respecto al
licenciamiento del ejército), trataron
de acercársele para convencerlo de que con la disolución del Ejército Mambí se
lograría el advenimiento inmediato de la independencia. (Al parecer es esa la
verdadera causa de la invitación que posterior a esta carta le hacen a Calixto
para que visitara Santiago de Cuba).
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