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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

15 de marzo de 2017

Calixto García. Biografía. 110



Calixto está celebrando el fin de la guerra cuando le llega la comunicación del Gobierno en la que le dicen que ha sido destituido como Lugarteniente General
Están celebrando el fin de la guerra. El general insiste con los comerciantes de Gibara y les recuerda que vencía el plazo para la contribución de guerra que les había impuesto. Y vuelve a las celebraciones.
Entonces llega una comunicación del Consejo de Gobierno donde, en lugar de felicitarle por el fin de la guerra, lo que le dice es: “El Consejo de Gobierno, en sesión celebrada el día de hoy (13 de agosto), acordó destituir a Vd., del empleo de Lugarteniente General del Ejército, por haber dejado de merecer la confianza que en Vd., tenía depositada el Gobierno”.
Y casi a la misma vez que la carta del Consejo de Gobierno, llegan los comerciantes de Gibara a traerle el dinero que Calixto les había impuesto como contribución de guerra. “Es indudable que son ustedes dichosos, le dice el general. Hace poco he recibido la noticia de mi destitución por parte del Gobierno de la República, y, por consiguiente, no estoy autorizado para recibir ese dinero; guárdenlo pues”.
La noticia de la destitución del general García causó profunda indignación en el ejército por él mandado. Los Generales Feria y Vázquez quisieron oponerse, pero Calixto les hace comprender la necesidad de prestar rendido e inmediato acatamiento a las órdenes del Gobierno y quieren, dicen, que deben resolver el problema a la tremenda. Nada, dice, nada debe empañar el momento del fin de la guerra.

1898, Octubre 25
En Nueva York ha arreciado la enfermedad de Merceditas, la hija enferma del General. Carta de Isabel Vélez a su esposo. “Hace falta que veas tu pobre hija antes de ir a ningún lugar. Ella anhela verte y se pone triste cuando oye decir que no podías venir y hasta dice: “Papá no hace caso de mi ni quiere verme”.

Calixto sabe bien que él es imprescindible en Cuba, para evitar males mayores.
Pero el general no puede correr a los brazos de su hijita moribunda sino que se retira, cargado con la ingratitud de los hombres, al lugar de donde, treinta años antes, había salido para escribir páginas gloriosas. (Vuelve a Jiguaní). Sabe bien que él es imprescindible en Cuba, para evitar males mayores, aunque no sabe cómo hará para evitarlos.


El acusador del general ante el Consejo de Gobierno lo llama “abusador de su autoridad y coaccionador de las autoridades civiles”. Sin embargo no más que es depuesto el general se marcha en silencio, impidiendo que sus fuerzas, que no querían separarse de su jefe, resolvieran el problema “por la tremenda”.

1898, Agosto 22
A Estrada Palma le explica el General lo acontecido y además su opinión de que hay que disolver el ejército cubano.
“Los pueblos regidos por sus alcaldes, que si es posible deben ser elegidos por ellos mismos, y nosotros, los generales, a nuestra casa, a trabajar y dar ejemplo de orden”.
En carta de Calixto a Estrada Palma, el holguinero le explica lo acontecido y además su opinión de que hay que disolver el ejército cubano.
Varias veces el general había dicho que la aspiración que tiene para Cuba cuando termine la guerra, es un gobierno civil ajustado a las leyes. Por otra parte, el Ejército mambí es el pueblo sobre las armas para lograr la independencia, y ahora que ha finalizado la guerra, los que habían empuñado las armas deben volver a empuñar el arado, pero considera que hay que pagarle una pensión para que con ese dinero puedan iniciar la reconstrucción agrícola y comercial del país. “Un solo gobierno en la Isla, los pueblos regidos por sus alcaldes, que si es posible deben ser elegidos por ellos mismos, y nosotros, los generales, a nuestra casa, a trabajar y dar ejemplo de orden. Yo creo que los Estados Unidos no faltarán a su palabra empeñada: pero, si así fuera, siempre habrá tiempo para morir, ya que no para vencer. Con mis ambiciones satisfechas, pues he visto el triunfo después de treinta años de lucha, solo deseo que la sangre derramada no sirva para levantar tirano. Créame, amigo Tomás, ni hoy ni nunca seré capaz de causar trastornos a mi patria”.

1898, Septiembre 2
Inconformidad de Calixto con la convocatoria del 15 de agosto, emitida por el Consejo de Gobierno para las elecciones de Representantes.
Carta de Calixto a Gonzalo de Quesada en la que le manifiesta su inconformidad con la convocatoria del 15 de agosto, emitida por el Consejo de Gobierno para las elecciones de Representantes. En opinión del General constituía una limitación el que solo pudieran votar los ciudadanos cubanos que residieran en las poblaciones que estaban bajo e control de las autoridades de la Revolución. (Quedaban excluidas las zonas ocupadas por las tropas norteamericanas y los puntos evacuación de los soldados españoles), por tanto los Representantes solo constituirían la cuarta o quinta parte del pueblo cubano. Con tal representatividad, consideraba Calixto, los acuerdos a los que se llegaran no estaban validados por todos los electores de la Isla. De esta forma la Asamblea perdía fuerza legal frente a los Estados Unidos.
En esa misma carta Calixto explica a Gonzalo de Quesada de su intención de gestionar el licenciamiento del Ejército libertador con el propósito de que se le hiciera un pago a sus integrantes por los servicios prestados, para reconocer sus derechos y para que “muera con todo el prestigio con que ha vivido”[1].










[1] En su libro “Los americanos en Cuba”, Enrique Collazo dice que en esa fecha el Ejército Libertador comenzaba a ser un estorbo y un peligro para el Gobierno de los Estados Unidos. Se trataba de un grupo grande de hombres mal comidos y mal vestidos a quienes el malestar podía llevar al monte, por lo que era preciso que desapareciera. Era el Ejército Libertador, además, la única institución que, llegado el caso, podía ofrecerle resistencia a las tropas interventoras, por eso los “Americanos” pusieron en práctica una drástica resolución: cortarle toda entrega de raciones a los mambises. Y asimismo hubo un acercamiento a los jefes militares cubanos con vistas al licenciamiento del cuerpo armado. El Gobierno norteamericano, conocedor de la influencia de Calixto, (y quizás de sus ideas respecto al licenciamiento del ejército),  trataron de acercársele para convencerlo de que con la disolución del Ejército Mambí se lograría el advenimiento inmediato de la independencia. (Al parecer es esa la verdadera causa de la invitación que posterior a esta carta le hacen a Calixto para que visitara Santiago de Cuba).


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