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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

15 de marzo de 2017

Calixto García. Biografía. 101



1898, Junio 20
Conferencia de jefes americanos con Calixto en su campamento de Aserradero.
Conferencia de jefes americanos con Calixto en su campamento de Aserradero. Para que Shafter llegara hasta el campamento, Calixto le mandó caballos, pero por su enorme peso no los pudo usar. En su lugar Shafter cabalgó un mulo de la artillería. Cuando llegó a la falda de la loma donde estaba el general García el mulo se resistió, no queriendo subir con tan pesada carga, por lo que el gordo general echó pié a tierra, se quitó la chaqueta y dando tumbos, tras penosísimos esfuerzos que lo obligaban a sentarse en cada piedra del camino, logró llegar.
En posterior informe dice el general García que “después de una larga entrevista y de haber aceptado el general americano el plan que le propuse para el desembarco de sus tropas, y para llevar a cabo, con éxito, el avance de sus tropas sobre (Santiago de) Cuba, se volvió a bordo”[1].
El plan, del que el desembarco americano era solamente una parte, consistía en lo siguiente: “El ejército americano, con la protección combinada de la escuadra y los mambises, desembarcaría por el este de Santiago, en tanto, por el oeste, fuerzas de Rabí amenazarían la plaza para obligar al enemigo a mantenerse alerta. Ahora, ese movimiento combinado sobre Santiago, se engarzaba a un plan estratégico que abarcaba toda la provincia para impedir refuerzos a la plaza amenazada”[2].
Ahora el general manda a Cebreco sobre Santiago por el oeste y embarca a Demetrio Castillo y Carlos González Clavel en un transporte americano para que con tropas de Bayamo y Jiguaní protejan el desembarco que habrá de efectuarse por el este de Santiago.
1898, Junio 22
La broma que costó la vida al teniente cubano Remigio Castañeda
Castillo y González Clavel desembarcan sus tropas en Sigua y avanzan sobre Daiquiri. Ante el rápido empuje de los cubanos, los españoles cedieron su posición sin pelear prácticamente y dejando sus pertenencias. Los mambises recogieron algunas cosas que los españoles dejaron, entre ellos una bandera hispana que el teniente cubano Remigio Castañeda hizo tremolar en son de broma. Vista la bandera de lejos, desde los barcos americanos abrieron fuego de cañón tan rápido y certeramente que el teniente Castañeda murió en el acto. Percatado Castillo de la confusión hizo ondear una bandera cubana, lo que motivó la suspensión del fuego americano.
1898, Junio 25
Coronel Wood, de la cancillería yanqui: “Debemos limitar el concurso de los cubanos al servicio de prácticos o meros informadores del terreno. La acción de las armas debe ser exclusivamente nuestra si es posible”
“Los cubanos son por lo general indolentes y apáticos”
En cuatro transportes americanos, desembarcan en Siboney el general García y los generales Rabí, Lora y Portuondo Tamayo con tres mil hombres. Sin embargo, parece que en aquellos momentos no importaba mucho a los americanos la cooperación cubana, pues el coronel Wood, de la cancillería yanqui declaró a la revista londinense “The Army”: “Debemos limitar el concurso de los cubanos al servicio de prácticos o meros informadores del terreno. La acción de las armas debe ser exclusivamente nuestra si es posible”
Asimismo este hombre dijo al jefe del ejército de operaciones las palabras siguientes tan ofensivas al alma cubana:
“Los cubanos son por lo general indolentes y apáticos. En ilustración se hallan colocados desde la más refinada hasta la ignorancia más grosera y abyecta; su pueblo es indiferente en materia de religión y, por lo tanto, su mayoría es inmoral y a la vez de pasiones muy sensuales, y, como no posee sino nociones vagas de lo justo y de lo injusto es propenso a procurarse los goces no por medio del trabajo, sino por medio de la violencia, y como resultado eficiente de esta falta de moralidad, es despreciador de la vida humana. Claro que la anexión inmediata a nuestra confederación de elementos tan perturbadores y en tan gran número sería una locura y que antes de plantearla debemos sanear ese país. Habrá que destruir cuanto alcancen nuestros cañones con el hierro y el fuego, habrá que extremar el bloqueo para que el hambre y la peste, su constante compañera, diezmen sus poblaciones pacíficas y mermen su ejército, por lo que a ese ejército aliado habrá de emplearse constantemente en exploraciones y vanguardias, para que sufra indeclinablemente el peso de la guerra entre dos fuegos. A él se le encomendarán precisamente todas las expediciones peligrosas… Dominadas y retiradas las fuerzas españolas sobrevendrá una época durante la cual seguiremos ocupando militarmente el país, apoyando con nuestras bayonetas al gobierno que se constituya, aunque sea informalmente, mientras resulte minoría. El terror, por un lado, y la conveniencia por otro, harán que esa minoría se vaya robusteciendo. Llegado ese momento se crearán conflictos al gobierno, es decir, debemos apoyar siempre al más débil contra el más fuerte hasta obtener el completo exterminio de ambos”.









[1] Justo es consignar que el plan que el general García propuso a los americanos para el desembarco, había sido concebido por el general Demetrio Castillo Duany, quien lo sometió a la consideración de Calixto y que este aprobó en todas sus partes. En premio el general García propuso el ascenso a general de división, lo que fue aprobado por la Comisión Ejecutiva de la Asamblea de Representantes en 24 de enero de 1899.
[2] Francisco Estrada con mil hombres estaba situado en El Aguacate, donde convergen los caminos de Santiago. El general Salvador Ríos tenía una división sobre el enemigo en Manzanillo. El general Luís de Feria con las tropas de Holguín estaba sobre aquella ciudad impidiendo que tropas acantonadas allí salieran a ayudar a Santiago. El general Periquito Pérez con la División de Guantánamo estaba listo para contener a las tropas acantonadas en esa y el general Lope Recio, jefe de la División de Camaguey había recibido instrucciones para situarse en las inmediaciones de Tunas a fin de contener cualquier tropa que pensara dirigirse a Camaguey.

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