A
Jiguaní
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Veloz,
sin dar tiempo al descanso, el general se pone en marcha hacia Jiguaní, la
zona donde siempre tuvo campamento general en el 68.
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Mario
García Menocal
Manuel
Rodríguez Fuentes
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Una
vez allí dio descanso a sus hombres, mientras él organizó su Estado Mayor,
designando como jefe del mismo a un joven oficial (Teniente Coronel) que
hasta esos momentos había estado bajo el mando del Mayor General Mayía
Rodríguez: Mario García Menocal. Como su Jefe de Despacho a un joven
holguinero muy estimado por el general García: Manuel Rodríguez Fuentes. Para
secretario particular al capitán Eduardo Salazar y para ayudantes de campo y
miembros anexos al Estado Mayor a los oficiales: Federico Mendizábal, Alfredo
Arango, Nicolás de Cárdenas, Pablo y Guatimoc Menocal, Luís Rodolfo Miranda,
Domingo Herrera, Joaquín y Aníbal Escalante, Manuel Oliva Escalante, Juan
Manuel Machado, Sabas Meneses, Carlos Martín Poey, José Nicolás Jané, Guarino
Landa y Antonio Aguilera. Médicos del Cuartel General, los doctores Porfirio Valiente
y Gonzalo García Vieta y Auditor General Aurelio Hevia.
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Carta
de José Maceo
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Hasta
el campamento de Calixto lo alcanza una carta de José Maceo en contestación a
una suya en la que dice: “Agradezco las
galanterías de su despacho, pero como usted sabe han sido verdaderas las
razones que me indujeron a presentar la renuncia del cargo, mi resolución es
irrevocable. Indique el jefe que deberá sustituirme”[1].
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Reencuentro
de Calixto y José Maceo
José:
"Dicen que yo soy bruto, pero yo no le miento la madre a nadie, como
hace Calixto"
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Decide
el general que hará un recorrido por la región de Holguín y pone en
movimiento a sus hombres, más no habían andado una jornada cuando se le une
el gobierno de la revolución y el general José Maceo. José insiste en que se
le acepte la renuncia para, acto seguido, marchar él con su escolta para el
occidente donde estaba su hermano Antonio.
Es
en esta ocasión en que se cuenta la siguiente anécdota: se produjo un
incidente entre Calixto y un prefecto, el general como era su costumbre se
explayó y le dijo al prefecto todo lo que le llegó a su lengua temible. José,
que cerca oía, dijo a uno de sus asistentes: "Dicen que yo soy bruto, pero yo no le miento la madre a nadie,
como hace Calixto".
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Como
puede convence a José Maceo. Calixto pelea en Holguín
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Como
pueden convencen a José de que retorne a su lugar de operaciones y allá va
José. También se marcha el gobierno y Calixto pasea y pelea en Holguín.
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Extraordinaria
actividad del sexagenario general García, que desde las remotas playas de
Marabí atraviesa Oriente y llega a Camaguey de donde regresa a orillas del
Cauto
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Luego
Gómez, conocedor de las acciones de Calixto, le escribe y le felicita, por
hacer que “esas comarcas entren en la
esfera de la Revolución,
imprimiéndole el sello de la guerra”. Asombra a Gómez la extraordinaria
actividad del general García, un hombre sexagenario que desde las remotas
playas de Marabí atraviesa Oriente y llega a Camaguey de donde regresa a
orillas del Cauto, realiza una operación sobre Jiguaní, vuelve al Cauto donde
apresa y quema el vapor “Belico”, en su intento de cerrar esa vía de
aprovisionamiento enemiga, destruye las guerrillas de Vicana, a la que causa
72 muertos, arrasa el caserío de Velasco y por último entra en la zona de
Holguín, la que recorre combatiendo y donde, en masa, se le incorporan
pueblos enteros con ganado, caballos y carretas.
Pero
no hay armas para todos y por eso Calixto apura a Estrada Palma.
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Los
Moscones
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Libra
la acción de Los Moscones, en la que con su escolta de infantería (unos 40
hombres armados de Máuser y 20 caballos), bate a una columna de mil 500
enemigos con dos piezas de artillería por espacio de cinco horas.
Luego
está en Mala Noche cuando se entera del desembarco de una expedición. Envía
al general Rabí a proteger el cargamento y él sigue a Camaguey, a
entrevistarse con Gómez, pero cuando llega no puede encontrarse con el
Generalísimo y regresa el general García a las orillas del Cauto.
A
su vuelta se entera de los resultados del desembarco de la expedición: ahora
tiene armamento y municiones y un cañón Hotchkiss de dos libras.
Luego
le llega la noticia de que el Generalísimo Máximo Gómez se dirigía a su
encuentro a marcha forzada…
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1896,
Julio 9
Gómez
y Calixto
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…
y un día después, al amanecer, le avisan que Gómez había pasado la noche a
menos de una jornada de su campamento. El general toma un “tente en pie” y
con unos 30 hombres sale a alcanzar al Generalísimo. A lo lejos oyen la
caballería de Máximo Gómez y al fin, después de veinte años se encuentran los
dos grandes generales, envejecidos los dos.
Anibal
Escalante, que estaba presente, describe el encuentro: “Desde las cabalgaduras que montaban, sus brazos se unieron. La
hercúlea estructura del fuerte torso del general García parecía absorber por
completo la escuálida figura del Chino Viejo. Quienes se estaban abrazando
eran los dos Mayores Generales vivos más antiguos de la guerra del 68”.
A
la llegada de Gómez el general García tiene reunidos a tres mil hombres con
sus bandas de música y cornetas: son las fuerzas del Primero y Segundo
Cuerpos que comanda el ilustre holguinero a quien la manigua ha devuelto sus
energías.
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José
Maceo ha muerto
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Todos
están jubilosos por la visita del Jefe del Ejército y por los recientes
triunfos alcanzados sobre el enemigo. Y de repente llega una noticia
desoladora en extremo: ¡José Maceo ha muerto!
Inmediatamente
Calixto dicta una orden mandando guardar luto durante cuatro días, en ella
dice: “Los guerreros no lloran a sus
muertos, juran, sobre sus tumbas, imitar su ejemplo”.
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Mercedes
Gorina
Raimundo
Domínguez Eguaráz
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Ese
mismo día llegó al campamento Mercedes Gorina, hermana de crianza de Calixto
que le llevaba el abrazo de su madre, doña Lucía quien en Holguín residía con
otras hermanas del prócer. Llega con ella un asturianito querido por el
general, Raimundo Domínguez Eguaráz, el hijo de Calixto que hasta ese momento
había vivido con Lucía.
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[1] Al parecer Antonio Maceo se comunicó
con Máximo Gómez poniéndose de parte de su hermano José. El 13 de agosto de
1896 responde Gómez a Antonio: “No importa la injusta apreciación, como
patriota y militar, que usted ha hecho de nuestro compañero Calixto García”. (Para
entonces José Maceo había muerto)
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