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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

23 de septiembre de 2014

Legna, la reina del siglo



Con información tomada de Calixto González Betancourt.

Legna Verdecia nació en Manzanillo pero cuando tenía un año vino con su familia a residir a Holguín. Con trece años de su edad era una niña con una sonrisa pícara y tímida a la vez, y decimos esa porque es una edad en la que se tienen todas las metas del mundo.

Cuando Legna tenía 13 años llegó a su Secundaria Básica un grupo de técnicos con el fin de captar niñas, pero ella tenía dudas; es que nunca había pensado en el judo. Fue una amiga quien la convenció: “Nos anotamos y si no nos gusta no vamos más”. Ambas fueron al área especial del profesor Alberto Rodríguez. Después de la primera clase a la amiga no le gustó, pero Legna se quedó quieta, mirando lo que pasaba en el tatami. Y de pronto la niña, sin perder su tipo especial de sonrisa, fue escogida para competir en los Juegos Nacionales Escolares. Cuando volvió, era campeona y en la ciudad la seleccionaron la mejor deportista escolar del año 1987. Para entonces había cumplido 14 años.

Poco fue el tiempo que Legna Verdecia permaneció en la Escuela de Iniciación Deportiva Escolar, (EIDE) Pedro Díaz Coello, en Holguín. Es que por sus resultados ganó el derecho de ir a una Escuela de Superación nacional (ESPA), pero también fue corto el tiempo allí: la llamaron a la Preselección Nacional.

En 1988 Legna Verdecia llegó al aeropuerto internacional de Caracas. Ningún periodista se fijó en aquella niña que acababa de cumplir 15 años, todavía sin celebrarlos, porque estaba en los entrenamientos para el Torneo Centroamericano. De Caracas la niña partió rumbo a Buenos Aires, y ahora sí hubo algún fotógrafo que intentó retratarla, porque la desconocida dejaba Venezuela con el título de subcampeona continental muy bien ganado.

En Buenos Aires, donde no tuvo tiempo de ir a uno de esos bares que se ven en las películas viejas  y donde invariablemente hay un tocador de bandoneón, Legna resultó campeona, y ya no era cosa de muchachos, porque  este torneo era el Panamericano para adultos. Los periódicos dijeron que acababa de nacer una nueva estrella del judo latinoamericano a pesar que la niña seguía teniendo 15 años.
Y parecía que 1988 se negaba a marcharse de la vida de Legna Verdecia que vivía, radiante: había ganado siete medallas, de ellas tres de oro, y entonces la seleccionaron entre los 10 deportistas más destacados de la provincia, y eso la emocionó pero ella soñaba con más, por eso, sin confesarlo, se dedicó a esperar el año siguiente.

1989 fue otro gran año para Legna Verdecia: seis medallas de oro y una de plata. Ya entonces era imbatible en Cuba, esto es, que no había una judoca mejor que ella, o por lo menos, que pudiera ganarle una pelea. Y entonces se realizó el Campeonato Mundial para mayores. Sus entrenadores la consultaron: ¿se atrevía?. Allí estarían las grandes del orbe y la todavía niña nada más llegaba a los 16 años.

En el aeropuerto de Belgrado la prensa corría detrás de las campeonas mundiales. Legna, arrinconada, mirando a las campeonas descubrió una envidia azul que le saltaba en el estómago... pero era muy difícil destronarlas, pero no imposible. Ella estaba dispuesta a pelear. 

Cuando finalizó el Campeonato Mundial la holguinera se ubicó en el quinto puesto del mundo, aunque pudo estar más cerca del primero pero los jueces fueron muy severos con la jovencita. Sus entrenadores le dijeron que jamás olvidara Belgadro, una ciudad a la que llegó siendo nadie y antes del regreso apareció en todos los diarios del mundo  retratada al lado de sus ídolos.

En enero de 1990 se celebró la Copa Liberación de Bulgaria. Legna fue a competir. Ella ha dicho que al ir llegando solamente pensaba que de Bulgaria había venido el nombre para el hotel Pernik. Terminó el campeonato con oro y la distinción de mejor competidora.

Y cuatro meses después, en abril vendría la gran oportunidad para la muchacha: La llevaron a Dijon, Francia, para lidiar en el campeonato Mundial Juvenil. 

El 2 de abril llegó el cable a Holguín y electrizó a todos, incluso, hubo quienes lo leyeron dos o tres veces por miedo a equivocarse, pero era firme lo que decía: la jovencita judoca holguinera de 17 años acababa de ganar la corona del mundo en los 48 kilos. (Aquella era la máxima proeza de una deportista holguinera en arenas internacionales).

En el apartamento del reparto “Alex Urquiola” donde viven los padres de Legna: Migdalia y Francisco, estaban desesperados por tantas emociones. Durante esos días en su casa solo se oía radio Reloj, por si decían otra noticia.

Es que Legna tendría que discutirle el oro a la polaca Rezena Strzakowska, con quien había perdido en tres ocasiones anteriores. La pelea comenzó muy reñida, pero Legna, obviamente que ella quería ganar, pero es que la polaca es una gran judoca. A eso súmesele que la holguinera nada más tenía 17 años y Rezena 25. Y de pronto Legna oyó cuando oyó que su entrenador Ronaldo Veitía, confiado, le gritó: “Arriba que eso es tuyo”, entonces  nada la detuvo hasta el ansiado título.

Cuando llegó a Holguín le entregaron el galardón que era suyo sin discusión, y que la convertía en la MEJOR DEPORTISTA DEL AÑO 1990 en la provincia.

1991: Se celebran los Juegos Panamericanos en Cuba. El judo compitió en la ciudad de Santiago. La madre de Legna  asistió a la pelea y estaba llorando como una niña desde que su hija salió al tatami. Legna ganó oro y le regaló la medalla a Migdalia, la madre. Migdalia, en reciprocidad, le preparó un plato repleto de la comida preferida de la hija, pero ella solo pudo comer unas pocas cucharadas porque dentro de dos meses tendría ir a Barcelona, al Campeonato Mundial de adultos donde la esperaban, por ser la campeona mundial juvenil.

Miles de veces la madre de la campeona le aconsejó a su hija de 17 años que se cuidara de un mal golpe cuando peleara con una de esas mujeres grandísimas que son campeonas del mundo en judo. En Barcelona, Legna se tituló tercera del orbe.

El balance de 1991 para Legna Verdecia cerró así: siete medallas de oro, dos de plata y una de bronce. Otra vez estuvo entre el grupo de deportistas del año en Holguín, donde la familia la esperaba, pero ella casi no pudo venir de visita porque el siguiente se celebrarían los Juegos Olímpicos de Barcelona y antes el torneo Panamericano en Canadá. Legna fue bronce y tercera del mundo en Canadá, lo que le abrió las puertas de Barcelona.

Barcelona es la ciudad más hermosa de España, lo ha sido desde hace siglos y ella casi no pudo mirarla porque la prensa no la dejaba un minuto. Pero Barcelona fue un fracaso para la judoca holguinera, Monserrat Caballé la venció cuando quiso cantar como ella y también perdió en su primer combate.
Silenciosa, incluso, hosca, regresó Legna de Barcelona, aunque asistió a todos los homenajes que se le hicieron a su amiga y coterránea Odalys Revé, que consiguió el máximo titulo del mundo: campeona olimpica en Barcelona 1992. (Ahora Odalys conseguía lo que antes Legna, ser la protagonista del más relevante hecho de una deportista holguinera en eventos internacionales).

“Más que amigas, nos llevamos como hermanas, dijo Odalys Revé: juntas entramos en el “Cerro Pelado”, (que es el centro de entrenamiento de las preselecciones nacionales). Legna ha dicho que entre ella y Odalys no hay secretos. Odalys ha dicho que Legna es muy comilona, que le gusta tanto el chocolate que se pasa con frecuencia de peso, y que eso discuten. Legna dice que Odalys generalmente exagera. 

Legna perdió en Barcelona por penalización ante la argentina Claudia Marini, quien perdió con su próxima rival. En ese momento, Odalys Revé no estaba cerca de Legna porque participaba en una conferencia de prensa. “A mi me tiraban fotografías y en eso alguien me pasa un papelito diciéndome aquello (contó Odalys Revé). Me puse a llorar y así salí en casi todas las fotografías”. 

Legna contó al periodista del periódico Ahora, Calixto González que “estaba ganando, solo quedaban 20 segundos de combate y cometí un error increíble, no cumplí la orientación de mi preparador, fue un error táctico casi al final del pleito, fallé en un intento de proyección, el árbitro me penalizó y mi contendiente se fue arriba”.
Entonces llegó 1993, que fue el año de estabilización de Legna después de perder en Barcelona. El Campeonato Nacional de su deporte se celebró en Holguín. Ella iba a pie de la casa a la competición. Durante el campeonato el principal entrenador del judo femenino, Ronaldo Veitía, hizo declaraciones que tranquilizaron a los seguidores de Legna: “Legna, si no ocurre un imprevisto debe llegar  las Olimpiadas de Atlanta, entonces ella tendrá 24 años.”

En 1993, la holguinera va al Mundial de Judo que se celebró en Canadá, una a una venció a sus cinco contrincantes que le presentaron, todas ganadoras de buenos lugares en Barcelona y regresó a Holguín con el título de nueva reina del orbe en los 52 kilogramos. Por cierto, una de aquellas cinco judocas a las que Legna venció en Canadá era  Almudena Muñoz, Campeona Olimpica de Barcelona y campeona del campeonato de Europa.

Antes Almudena Muñoz había vencido a Legna Verdecia en el mundial juvenil del 89 por decisión de los jueces, pero el  entrenador de la cubana no estuvo de acuerdo y protestó, sin embargo los organizadores no aceptaron la protesta.

Todos los cronistas deportivos coinciden al decir que a partir de 1993 comenzó la segunda época de Lenga verdecia. En ese año, con 21 años, fue declarada la mejor deportista cubana, (la primera holguinera que lo consigue). 

Antes de llegar a los Juegos Olimpicos de Atlanta-1996 Legna Verdecia consiguió Oro en los Juegos Panamericanos de Mar del Plata-1995 y en ese mismo año bronce en el Campeonato del Mundo celebrado en Shiba, Japón.

Y finalmente otra oportunidad Olimpica. La holguinera de 24 años venció a las dos primeras competidoras que le obstruían el paso al medallero, pero al combatir con la tercera perdió, por lo que nada más tenía la oportunidad de obtener bronce si ganaba. Su contendiente sería la campeona Olimpica Almudena Muñoz... Legna venció, y aunque llegó a Cuba con medalla, ella quedó insatisfecha otra vez, más porque no habría otra olimpiada hasta que ella cumpliera 30 años de su edad.

Llega 1997, Legna participa en el Campeonato Mundial que se celebra en París. Retrocede al séptimo lugar. La judoca  piensa en retirarse, pero la convencen de que todavía está en forma, que lo de París había sido un traspié. Vuelve a entrenar. En 1998 asiste, no sin ser presa de superticiones, al Torneo Villa de París. (“París me da mala suerte”, decía). La última pelea para conseguir el oro debía tenerla con la francesa Marie Cloire Restoux, Campeona Olimpica en Atlanta y dos veces campeona mundial. Legna paseó la pelea, venció cómodamente.

En el 98 se celebran otra vez los Juegos Centroamericanos y del Caribe, esta vez en Maracaibo, Venezuela. La holguinera obtiene oro y se convierte en tricampeona de esas competiciones y otra vez aparece su nombre entre los 10 mejores deportistas cubanos del año. Le entregan la Orden al Mérito Deportivo. 

Y en el año 1999 vuelve a derrotar a la campeona Olímpica y se corona, otra vez, campeona de la Copa Villa de París. Igual ese año consigue ser tricampeona panamericana en Winnipeg, Canadá, a pesar de tener que discutirle el título a la argentina Carolina Mariani, una de las pocas judocas del mundo que ha logrado vencer a Legna Verdecia en más de una oportunidad.

Y como si no fuera suficiente, antes que concluya 1999, Legna consigue coronarse tricampeona del mundo en el certamen de Brimingham, Iglaterra.

Las fiestas del fin de ese año Legna está Holguín con su familia y hace declaraciones al periódico local Ahora. Dijo que no siempre la suerte la ha acompañado en los eventos cumbres, que todos los títulos que tenía le gustaban mucho, pero ella soñaba con ser Campeona Olímpica, y en dos ocasiones había fallado.

En el año 2000, en Sydney, Australia, se celebran los Vigésimo Séptimos Juegos Olímpicos. Legna Verdecia, de 30 años de edad, era la más emblemática de las deportistas holguineras que competirían y nuestra más grande esperanza. Ahora ella era la veterana de la escuadra femenina de judo y estos, bien que todos los sabíamos, serían sus últimos juegos Olímpicos. Sería ahora o nunca.

Cuando llegó a Sydney, dijo, cerró los ojos y se repitió mil veces aquello de que a la tercera...

Para muchos holguineros la noche y madrugada del domingo 17 de septiembre del año 2000 fue igual a otras muchas, pero no para Migdalia Rodríguez y Juan Francisco Verdecia. Mientras sus vecinos se fueron a dormir, allá, al otro lado del mundo, en Australia, su hija Legna iba a pelear por su sueño más grande. La televisión estaba trasmitiendo incansablemente. 

Legna sale al pleito inicial: Gana por Ippón a la española Mirén León. (El padre de Legna solo pudo ver esta pelea, porque a esa hora de la madrugada tenía que salir para la terminal Las Baleares, debía ir a Sagüa de Tánamo donde  su nieta Leonor estaba cumpliendo con la escuela al campo). El olor de la comida cocinada que llevaba a Leonor no impedía que el corazón del padre de la judoca latierra a un ritmo peligroso: la segunda contrincante de Legna sería la argentina que otras tantas veces le había ganado, pero esta vez fue Legna la vencedora, en el organigrama la holguinera tendría que ir contra la coreana Sun Hui Kye, quien era la campeona de Asia. Legna vence y asegura medalla de plata.

Ahora tiene el oro muy cerca, pero solo sería suyo si vence a la japonesa Noriko Narazaki, la mujer que le había ganado en la final del Mundial en 1999. Legna sale al tatami, la televisión la sigue en cada uno de sus combates. Se le ve tranquila y a su entrenador dándole instrucciones. Los jueces dan la orden de que comience el combate. En Cuba son las 6.25 de la mañana del lunes 18 de septiembre. Pasan los segundos, los minutos. La japonesa aventaja a la cubana por puntos. Legna busca a la rival, pero esta la rehúye, Veitía le grita que no se desespere. Entonces el árbitro penaliza a Noriko por pasividad, pero todavía la japonesa aventaja a la cubana.

En Cuba los relojes marcan las 6 y 28 de la mañana. Han transcurrido tres minutos. Solo falta un minuto y 45 segundos para que concluya la pelea. Entonces produce el desenlace. Legna Verdecia proyecta e inmoviliza a su difícil oponente. El árbitro decreta Ippón. 

La emoción casi rompe las paredes del apartamento del reparto Alex Urquiola, en Holguín, donde viven los padres de Legna. Migdalia y Juan Francisco deciden que no irán a trabajar ese día porque no paran de llegar personas que los felicitan por ser, como son, los padres de la Nueva Campeona Olímpica. Desde el INDER nacional los llaman, en la tarde llega el Primer Secretario del Partido.

Ya casi estaba amaneciendo al lunes 18 de septiembre de aquel año 2000 cuando el teléfono suena distinto. Migdalia responde y cuando sabe que es Legna que la llama desde Sydney, pierde el habla. Uno a otros se arrebatan el teléfono, todos quieren felicitarla. Al fin Migdalia puede hablar. Legna le dice que tiene el hombro muy adolorido, que sufrió un esguince en el primer combate. Migdalia comienza a llorar y Legna se ríe.

El padre de Legna no supo la noticia hasta casi 12 horas después, porque estaba en las altísimas montañas de Sagüa de Tánamo, visitando a su nieta Leonor. Cuando llegó a su casa lo esperaban en la televisión para una entrevista. Por esos inventos tecnológicos aparecieron en la pantalla padre e hija, él en Holguín, Legna en Sydney. Lo primero que Legna le dijo al padre en la entrevista fue: “Pipo, ¿te diste el trago...?”. Luego le preguntó cómo se había enterado. “Yo no pude ver las últimas peleas, le dijo el padre. Salí a las dos de la madrugada para Sagua de Tánamo donde está tu sobrina Leonor pasando la escuela al campo. Allá no hay ni radio ni televisión. Al mediodía, preocupado, comenté con otro padre que también había ido de visita. Él le había llevado un radio de pilas al hijo. Lo trajo. Sintonizamos Radio Rebelde, pero no decían nada. Lo pusimos en Radio Reloj y me enteré. Se lo dije a Leonor.  “Leonor tu tía es campeona olímpica”. Los muchachos del albergue se enteraron y se armó una conga por aquellas lomas.

Por esos días el periodista Calixto González Betancourt publicó en el periódico Ahora: “Legna, ya eres Campeona Olímpica. El destino no podía robarte este honor. Hubiera sido injusto con la mejor deportista holguinera de todos los tiempos”.



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