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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

26 de agosto de 2011

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Archivo de las Iglesia de San Fulgencio de Gibara y San Marcos de Auras.
Archivo personal del historiador Antonio Lemus Nicolau
Libros de actas del Ayuntamiento de Gibara, de las sesiones correspondientes al período 1874-1877.
Legajos correspondientes al año económico 1900-1901, Ayuntamiento de Gibara
Sala Cubana. Biblioteca Nacional José Martí
Sala de Fondos Raros y Valiosos, Biblioteca Provincial de Holguín
Sala de Fondos Raros y Valiosos, Biblioteca Elvira Cape de Santiago de Cuba

Valoraciones finales

Las obras defensivas construidas en el territorio de Holguín y Gibara durante las guerras de  independencia, más allá de que fueron edificadas no solo por interés del estado español, sino también por el de los propietarios de haciendas e ingenios azucareros con la finalidad de proteger sus propiedades, en su conjunto conforman un complejo sistema militar con una destacada organización que permitió establecer una red de comunicaciones entre si y con el mando central, lo que facilitaba que cualquier aviso o pedido de auxilio circulara con asombrosa rapidez en toda la región por medio del telégrafo y el heliógrafo y a partir del 1995 el teléfono, y otras señales visuales y acústicas. Esto daba al mando español una eficiente capacidad de maniobra y de coordinación de acciones en el área.

Este conjunto de obras defensivas no fue una línea militar, ni una trocha, ya que independientemente de proteger al camino y al ferrocarril no se construyeron las obras por tramos regulares, sino donde se estimó necesario estratégicamente, y tampoco respondió al criterio de las trochas construidas de Júcaro a Morón y de Mariel a Majana, sino todo un sistema defensivo que establecía nexos equivalentes a los de la malla de una red. Esto permitió no solo mantener las comunicaciones, sino también la producción agrícola.

A pesar de que resultaba difícil para el Ejército Libertador penetrar en esta densa red de fortificaciones, en distintas oportunidades grandes jefes militares cubanos como Calixto García y Antonio Maceo se internaron en el territorio para atacar y tomar poblados, obteniendo así numerosas provisiones. La Villa de Gibara, rodeada por una muralla permaneció inexpugnable hasta su evacuación en julio de 1898, aunque sus comunicaciones se vieron afectadas al menos durante poco más de tres meses en 1898 por la voladura del Puente de Hierro sobre el río Cacoyugüín.

En el territorio rural, sólo el poblado de La Jandinga, fuertemente protegido, no fue tomado durante las guerras de independencia.


Restos del fuerte de Loma de Hierro donde el Mayor General holguinero Calixto García usó por primera vez en las guerras independentistas cubanas, la artillería
Debe destacarse que si se exceptúa la acción de Loma de Hierro el tipo de lucha guerrillera del Ejército Libertador no tuvo por objetivo la destrucción de fortines, sino el aniquilamiento de la riqueza de la zona de cultivos, la búsqueda de provisiones en la misma y la destrucción de poblados. Es significativo que los poblados y cultivos iniciaban un rápido proceso de recuperación tan pronto finalizaban las incursiones de los insurrectos.

En cuanto a la conservación de estos bienes patrimoniales no es posible dejar de llamar la atención sobre el pésimo estado en que se encuentran y la destrucción paulatina que va haciendo desaparecer sus imágenes identificativas tan intrínsecamente ligadas al paisaje de la región holguinero-gibareña. De más de 100 localizados en el estudio, solo se conservaban unos 35 a mediados de la década de 1990. En la actualidad se conservan menos de treinta, varios de estos dañados por los embates del ciclón Ike. De no tomarse medidas a tiempo estos preciados bienes patrimoniales podrían llegar a desaparecer totalmente.

Fortificaciones en la vía férrea

En puntos estratégicos del camino de hierro entre Gibara y Holguín, como algunos puentes y alcantarillas se construyeron fortines. Las citas siguientes, escritas por un soldado español el 16 de julio de 1898, se refieren a esta tipología.

El 16 le tocó por suerte a mi compañía “guarnecer la vía férrea hasta el inmediato pueblo de Aguas Claras punto extremo de nuestras avanzadas. Por esta, vía fortificada teníamos servicio de trenes pues Luque cuando hizo evacuar Gibara ordenó retirar a Holguín todo el material rodante a fin de que no se sirviera en los trenes nada más que las tropas (sic) (1)

Un mes mas tarde, el 16 de agosto de 1898 una columna española avanzó desde Holguín para tomar Auras. En las anotaciones de su Diario correspondientes a ese día José Mouré escribió:

“Ésta seguía lentamente, cual si no tuviese interés, disparando solamente la artillería desde larga distancia y marchando a medida que los cañones derribaban los fuertes que por las orillas de la vía férrea había.” (2)

La nota anterior da fe tanto de la existencia de fortificaciones para proteger el ferrocarril, como de la destrucción de una parte considerable de éstas durante el último combate de la guerra, el 16 de agosto de 1898. La mayoría de estos fortines estaban construidos con madera y carriles de línea y la Empresa ferroviaria desmanteló los que quedaron en pie al terminar la contienda para emplear sus materiales en las reparaciones que hacía regularmente a las vías. A la actualidad apenas si han llegado vestigios de los fortines que protegieron el ferrocarril. Constituyen la excepción algunas zanjas y trincheras ubicadas en distintos lugares cercanos a las vías.

Antiguo puente sobre el Río Cacoyuguín
En marzo de 1898 el teniente Teofilo Urgellés colocó una carga explosiva que hizo volar el Puente Hierro sobre el río Cacoyugüín e interrumpió así las comunicaciones por esta vía hasta junio de ese año en que concluyó la reparación y volvieron a circular los trenes. Fue ese el mayor sabotaje que sufrió el ferrocarril.


Notas:
[1] Mouré Saco, José: 1102 en el Ejército Español. Recuerdos de un soldado en la Guerra de Cuba. Página 134
[2] Mouré Saco. José. Obra Citada. Página 139.

Fortificaciones transitorias

En determinados puntos estratégicos de los caminos se construyeron ocasionalmente fortificaciones transitorias consistentes en parapetos de tierra o piedras y trincheras, las cuales algunas veces se techaban con lona de campaña u otros materiales, para proteger a sus ocupantes del sol y las lluvias. Estas construcciones no estaban ocupadas de forma permanente por las tropas, pero si eran utilizadas eventualmente por las mismas y visitadas con regularidad por las patrullas que hacían recorridos entre los distintos caseríos.

En el antiguo camino de Los Hoyos, viejo camino carretero hasta Holguín a partir del puerto y que cruza la Sierra de los Cupeycillos, es posible encontrar aún los huecos y parapetos de estas antiguas obras defensivas. También aparece una línea parecida de parapetos desde Fray Benito a Cayo Bariay, y otra desde Santa Rosalía hasta Potrerillo (1)


Notas:
(1) Se conoció como Santa Rosalía a un antiguo caserío, hoy desaparecido, que estuvo ubicado al sureste de la bahía de Gibara. Tenía muelles, un activo comercio, fortines, trincheras y alambradas. Este lugar fue atacado el 12 de mayo de 1877 por tropas de Juan Rius Ribera, quienes le hicieron 4 muertos a los españoles y se adueñaron de un rico botín de guerra en la acción.

Caseríos alrededor de fortines aislados



Estos caseríos surgieron muchas veces al amparo de una sola torre militar, lo que no significa que esa fuese su única defensa, ya que generalmente como complemento se construían parapetos o reductos de tierra o piedras,  y trincheras. También, en el caso de haber en el lugar alguna casa  de mampuesto, ésta se acondicionaba para la defensa. Como ejemplos de esos caseríos que en algún momento  se agruparon al amparo de un fuerte tenemos:


LA DEMAJAGUA

Este pequeño caserío, cercano a Yabazón Abajo, se levantó junto a un fortín; aunque al menos dos de sus viviendas se adaptaron para la defensa.

En 1875 fue atacado por tropas de Antonio Maceo, momento en que estaba guarnecido por un destacamento de voluntarios del lugar. Varios integrantes del destacamento murieron durante la acción, y cuenta la tradición oral que de un grupo de prisioneros que iban a ser ejecutados por los mambises, dos lograron escapar. Los muertos en el combate y los ejecutados al finalizar el mismo se enterraron a un costado del caserío, donde se colocó una cruz de madera que ha llegado hasta la actualidad, así como la costumbre de colocar flores en el sitio, que iniciaron y han continuado los descendientes de los inhumados allí.


YABAZÓN ARRIBA

El caserío de Yabazón Arriba, hoy se conoce como La Jatía. Un parte de Antonio Maceo del 8 de septiembre de 1874 reporta el fortín que allí dio lugar al asentamiento.

“Ordené al comandante José A. Molina que con 30 infantes marchase sobre el campamento de Yabazón Arriba, espiando de antemano. Llegado al lugar se cubrieron los caminos con retenes al mando del capitán Solís y Teniente Octavio Silva. El Capitán Infanzón debía tomar el fuerte y el comandante Molina ocupar el poblado: de uno y otro se tomó poseción extrayéndose 12 Remingtons F.C., 30 carabinas pistón, 200 capsulas y 2100 cartuchos. Se incorporaron 28 individuos de familias y se dieron altas en las filas 7 voluntarios.” (1)

CAZALLAS 

Este caserío creció en la guerra de 1868 al amparo de un fortín enclavado en un punto estratégico en la Loma de Cazallas.

El 10 de abril de 1873 el fortín fue atacado por los mambises, en número de mil, comandados por Limbano Sánchez. Sus defensores se sostuvieron por más de dos horas, el enemigo se retiró en dirección a Chaparra, al no poder tomarlo. En esta acción murió un teniente de voluntarios, don Juan Gutiérrez (2)


CORRALITOS

Fue uno de los caseríos más importantes del sureste de la línea defensiva. El 7 de enero de 1874 fue atacado por Calixto García con el objetivo de obtener provisiones para sus tropas. El propio Calixto escribió sobre esta acción:

“A las siete penetré en el caserío, evitando las trincheras que ningún interés me obligaba a atacar. Acampé a primas de tiro de fusil de ellas y desplegué fuerzas por distintos rumbos, que incendiaran el caserío y tomaran reses, cerdos y caballos. Una de las fuerzas que destaqué, se encontró con otra española que salía a reconocerla. Rompióse el fuego. Pero al cargar, el enemigo se puso en fuga haciéndoles los nuestros ocho prisioneros españoles, que fueron fusilados" (3).

El coronel Borrero, jefe que mandaba su fuerza, llevado del ardor de la pelea, avanzó hasta el fuerte a pesar de tener órdenes en contrario. Esto nos hizo tener cuatro bajas.


COLORADO:

Fue otro poblado construido al amparo de un fuerte en la zona de cultivos de Fray Benito. En la noche del 7 de mayo de 1874 el teniente coronel Juan Rius Ribera al frente de 120 hombres realizó un ataque al fuerte y caserío de El Colorado..

A las seis de la mañana del 8 de mayo la tropa de Rius inició el ataque. Este jefe había dividido su columna en dos secciones, la primera al mando del comandante José Perera atacó frontalmente las trincheras de El Colorado, mientras que la segunda a las órdenes del comandante José Garcés lo apoyaba por el flanco izquierdo.

El fuerte del lugar rompió fuego sobre los atacantes, los que contestaron con muy pocos disparos y avanzaron resueltamente hasta saltar la estacada y ocupar el foso de la fortificación.

Tras veinte minutos de fuego se rindió la guarnición española que se componía de 14 hombres armados bajo el mando de un teniente.

Finalmente los mambises incendiaron el fuerte y el caserío reduciéndolo todo a cenizas. (4)
 
 
ALMIRANTE:

Fue otro caserío construido al amparo de un fuerte. Estaba situado al sureste de Holguín. Fue tomado por Ángel Guerra en la mañana del 8 de mayo de 1874, en acción combinada con la que ese mismo día y hora realizaba Rius Ribera sobre “El Colorado”

La rendición del fuerte de Almirante se logró tras 15 minutos de intercambio de disparos. La tropa cubana obtuvo allí más de 30 armas, 2 cajas de parque de carabinas, 11 caballos y otros efectos. Al mismo. tiempo se le incorporaron 11 individuos (5).

Notas: 
(1) Maceo, Antonio. Ideología Política. Cartas y otros documentos. Volumen 1, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1998, p 36
(2) Boletín del Archivo Provincial de Holguín. Enero de 1990.
(3) Ver:Abréu Cardet, José, Olga Portuondo y Volker Mollin: “Calixto García escribe de la Guerra Grande. Tres documentos personales.”   Páginas 64 y 65
(4) Abréu Cardet, José y Elia Sintes Gómez: Calixto García: Pensamiento y Acción Militares. Página 67
(5)  Ídem.

Camarones

Camarones es un punto estratégico situado a unos 4 kilómetros de Holguín, donde se cruzaban el ferrocarril y la carretera de Gibara. Unas notas del Diario personal de un soldado español nos da a conocer la existencia de un fortín en este lugar.

“El 16 tocó por suerte a mi compañía: guarnecer la vía férrea hasta el inmediato pueblo de Aguas Claras punto extremo de nuestras avanzadas... Ya la compañía fraccionada me tocó en el no. 47 punto denominado Camarones... Por la orilla de este fuerte pasaba un arroyo del que varíe su corriente para vaciar un charco en el que había visto dos camarones, tarea que me costó tres días sacando agua con un sombrero hasta que logré mi objeto, ¡nunca comí camarones tan sabrosos como aquellos... (1)

(1) Moure Saco, José: 1102 días en el Ejército Español. Recuerdos de un soldado en la Guerra de Cuba. Ediciones Boloña, Oficina del Historiador de La Habana, 2001, p 134

San Marcos

Tomó el nombre debido a su cercanía con el cerro de San Marcos, también se le llamó el número 18 por estar situado en el kilómetro 18 de la vía férrea de Gibara a Holguín. El objetivo del mismo era proteger el camino real y posteriormente la vía férrea, pues ambas casi coincidían con el sitio donde fue construido.

Por Resolución no. 114 del 23 de diciembre del año 1996 el sitio fue declarado Monumento Nacional. Desde una pequeña altura, Loma de Muñoz, a unos 300 metros del fortín, el Mayor General Calixto García con un grupo de artilleros norteamericanos, dirigidos por el Brigadier Enrique Collazo, disparó cerca de treinta cañonazos sobre este fuerte hasta destruirlo casi totalmente, hecho ocurrido en la mañana del 20 de agosto de 1896.

En esta acción que duró casi tres horas murieron dos soldados españoles, mientras que los restantes de la veintena que componían la guarnición pudieron escapar practicando un boquete en la pared sur del fuerte y refugiándose en el cercano fortín de Jobabo.

De esta obra defensiva solo ha llegado a nosotros la base, un lienzo de muy poca altura de una de sus paredes y el foso con su parapeto de tierra.

La Vigía

El lugar donde fue construido pertenecía a la hacienda Arroyo Blanco y recibió ese nombre de un antiguo punto de observación habilitado desde el siglo XVIII para avisar a Auras y Holguín sobre el arribo de cualquier barco sospechoso a la bahía de Gibara. Existió un trapiche en sus inmediaciones, pero el objetivo de la edificación del fortín fue cubrir o custodiar un punto estratégico del camino carretero que unía Holguín con Gibara.

El fuerte se conserva en ruinas. Sus muros tienen una altura de 2.10 metros. Es de planta cuadrada con lienzos de 6.50 metros de ancho, y se construyó sobre una base más ancha que el nivel del cuerpo. La puerta en el segundo nivel, estaba en dirección con el camino. Al nivel de la base se observan unos huecos donde estuvieron colocadas unas vigas por lo que estimamos haya poseído un sótano. También se aprecian las aspilleras.

Fuertes aislados en puntos estratégicos




Fuerte blanco de La Jandinga
Fueron construidos para la defensa de punto o pasos estratégicos. Como norma estaban defendidos por tropa de línea y fueron construidos por el ejército con la ayuda ocasional de vecinos interesados en las mismas.

Restos del fuerte Falco

Fuerte La Victoria



Finca el Resuello

Esta finca perteneció a la familia Corella, luego a José H. Beola y posteriormente a la familia Arguelles. Estaba destinada a la agricultura y a la ganadería, aunque también existió en ella un trapiche movido por fuerza animal. En la finca se construyó un fortín que, aunque destruido por los mambises, al final de la guerra fue reconstruido por los dueños. Durante muchos años sirvió de vivienda a familias de origen asiático, quienes a pesar de haberle introducido algunos cambios lo conservaron durante años. Al mudarse sus morados para otra vivienda de mejores condiciones, muchos de sus elementos constructivos han sido sustraídos y actualmente presenta una pésima situación, y ha perdido el techo y el piso interior del segundo nivel.

Su posición defensiva se complementaba con la del vecino fortín de La Vigía, ubicado al otro lado de la carretera, para entonces camino real de Holguín a Gibara. La cercanía entre ambos les permitía socorrerse mutuamente en caso de ser atacados.

Ingenio La Caridad

Fundado por la familia escocesa Patterson pasó a ser propiedad de Don Rafael Lucas Sánchez, quien lo adquirió mediante compra a los herederos de Santiago Patterson en 1857. Pertenecía al Partido Pedáneo de Fray Benito y se mantuvo en producción durante las Guerra del 68 y el 95. Hacia 1894 producía como promedio anualmente 1300 bocoyes de azúcar mascabado.

Escuche al historiador de Gibara, Enrique Doimeadios hablando sobre los Patterson

En enero de 1869 Julio Grave de Peralta estableció en este ingenio su campamento, pero ya para el mes de abril de ese año había sido recuperado por los españoles, que establecieron allí un cuartel.

El 12 de junio de 1896 tropas de Calixto García combatieron en La Caridad con efectivos del coronel español Ceballos. En esa ocasión, los españoles se parapetaron en la casa de máquinas e hicieron una defensa efectiva del lugar (1).


Notas:

[1] Protocolos de la notaría Pública de Gibara: Partición de bienes de Santiago Patterson, asentada el 30 de mayo de 1860 ( Se conserva en el Museo Municipal de Gibara.)

Ingenio Santa Clara

Escuche al historiador de Gibara, Enrique Doimeadios hablando sobre uno de los más polémicos personajes de nuestra jurisdicción, el Manco Rondán.

Se construyó en terrenos de la antigua hacienda de San Felipe de Uñas. A el se accedía desde el poblado de Uñas y desde Auras. Perteneció al malagueño Francisco Rondán y Rodríguez, personaje influyente en todo el territorio holguinero, dueño de propiedades rústicas y urbanas en Gibara, Auras y en Holguín, entre ellas el edificio de La Periquera, en la ciudad de Holguín. Hasta hace más de veinte años existían vestigios del ingenio, entre ellos la torre o chimenea, furnias, aljibe y un fortín de plataforma ochavada, todo lo cual quedó sumergido por el lago de la presa Santa Clara. (Leer más)




Candelaria Moro

Sus orígenes se remontan a la finca de Benito Moro y Mauricio Calvi, italianos establecidos en la zona. Poseía una gran riqueza agrícola y un ingenio azucarero movido por fuerza animal que se llamó en un primer momento Candelaria, y posteriormente El Voluntario. Dentro de la hacienda donde se ubicaba este llegaron a existir varios ingenios azucareros, entre estos San José y Casablanca.

En 1877 Candelaria Moro tenía una población de 257 habitantes, de los cuales solamente 6 eran esclavos. Para 1895 la finca se había fortificado con dos obras. Según Gerardo Castellanos, uno de ellos tenía un tambor En el lugar sólo quedan las ruinas de un fortín, el otro fue destruido para en su lugar construir una vivienda.

Las ruinas que subsisten son de planta circular, de 4.10 metros de diámetro y de mampuesto. Conserva un cuerpo de 2.20 metros de alto y una hilada de aspilleras. Su estado de conservación es pésimo. Una parte de la pared perdida le fue reconstruida con madera y se le colocó un techo de guano, porque la familia dueña del terreno donde está ubicado empleó el fortín como almacén de instrumentos agrícolas y granos. En la actualidad el techo de guano se ha desplomado y se encuentra en total abandono.


Casa construida sobre las ruinas de la que fuera la vieja casona señorial
El viejo pozo

Ingenio La Victoria



Este ingenio fue fundado por Santiago Patterson y Roberto Frances durante la primera mitad del siglo XIX. Posteriormente fue adquirido totalmente por la familia Frances. Para 1868, tras complicados litigios judiciales, pasó a ser propiedad del Don Atanasio Calderón de la Barca y Villa, acaudalado santanderinos que había fijado su residencia en Gibara.

En el propio año 1868 fue atacado y quemado parcialmente por fuerzas de Julio Grave de Peralta, que liberaron a 32 de sus esclavos. El resto de la dotación, unos 96, habían sido encerrados por su dueño en Gibara.

Ante este hecho Calderón decidió fortificar la propiedad, y mandó a construir dos fortines, uno de los cuales ha llegado a nuestros días. Esta torre fortificada posee un diseño único en el territorio. Su planta es un endecágono conformado por 11 lienzos de unos 2.10 metros de ancho, excepto el de la puerta que mide 3.70 metros. Es una torre de dos cuerpos y prismas de unos 7.70 metros de altura. Se destaca en él que posee cinco puertas en el segundo nivel, cuyos vanos tienen un diseño apuntado que le imprimen un singular encanto artístico. Los muros son de mampuesto de 0.60 metros de grosor estructurados por ladrillos, material que también se usó en los dinteles arqueados del fortín. En los lienzos de pared en que no se construyeron puertas se abrieron dos hiladas de aspilleras, unas 15 por cada nivel. Interiormente presenta dos plataformas y fue recubierto con un repello sobre la base de cal. Es uno de los pocos que conserva algunos maderos de la azotea. Un parte del 13 de abril de 1872 nos reporta una acción en este ingenio y áreas aledañas.

“En la misma noche (alrededor de Gibara) el subteniente Néstor Proenza- divide en 2 partes sus fuerzas: una a su mando; otras a las órdenes del sargento de color Diego Patterson y simultáneamente atacan: el primero a Santo Tomas de la Campana (Campañá) ; tiene fuego allí y mata al maquinista y al mayoral, incendia algunas casa y bohíos y el segundo a “La Victoria” de Calderón, la toma, incendia las casas, toma 7 armas de fuego y se le incorporan voluntariamente diez negros.”


No obstante lo anterior el ingenio La Victoria mantuvo su molida durante la Guerra de los Diez Años. En 1895 fue atacado e incendiado por tropas de Cornelio Rojas, por lo que no pudo moler durante esa contienda.

Tras un largo litigio judicial los herederos de Calderón perdieron la propiedad de la finca, que pasó a manos del capitalista gibareño José Homobono Beola Valenzuela tras el remate de una hipoteca.

 Notas: 
 
(1) Cordoví Nuñez, Yoel.: Máximo Gómez: tras las huellas del Zanjón. Edit. Oriente, S de Cuba, 2005 p70..
(2) Memorias inéditas del historiador gibareño Andrés Avelino Pascual Mariño.

Ingenio Santa María

La vieja casona del Santa María es la única vivienda señorial de dueño de ingenio del siglo XIX que queda en pie en Holguín.
Se localiza junto al río Cacoyuguín, en su margen sur, exactamente frente al poblado del Embarcadero. Fue fundado por el norteamericano Samuel Clark en la década de 1820 y vendido por sus herederos a Samuel Chapman Payl en 1854. El ingenio molió hasta 1887, y posteriormente, ya desactivado, pasó a manos de José Homobono Beola, hasta que alrededor en 1912 fue adquirido por la familia Hernández, de origen canario.

Para la protección del ingenio y sus muelles se construyeron cuatro fortines durante la Guerra Grande. Se fortificó además la casa de vivienda y se le construyeron aspilleras en uno de sus martillos.

Muros aspillerados de la casona.
Los fuertes colindantes no se conservan. Fueron construidos de mampuesto ordinario y hoy sólo es dable observar vestigios de algunos materiales de los mismos. Por entrevistas conocimos las posiciones que tuvieron. El primero estaba situado a unos 100 metros a la entrada del ingenio, dando su frente a un gran tamarindo, y a unos 400 metros del camino del puerto, actual carretera; el segundo hacia el lateral izquierdo de la casa; el tercero hacia el ingenio, a unos 100 metros frente a la casa de vivienda, y el cuarto hacia el muelle, a unos 180 metros del anterior.

Uno de los fuertes del Embarcadero está situado a unos 800 metros al norte de Santa María, pues las defensas de ambos lugares se complementaban.

En los primeros momentos de la Guerra de los Diez Años el ingenio fue ocupado por de Eduardo Cordón, oficial de las fuerzas del Mayor General Julio Grave de Peralta, no obstante en abril de 1869 ya había sido recuperado por los españolas, quienes establecieron un cuartel en el mismo. El ingenio molió a su amparo durante toda la Guerra de los Diez años.

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La vieja casona señorial del ingenio Santa María será convertida en el único Museo de la Industria Azucarera y de la esclavitud del territorio. Allí se celebró el día del Historiador Cubano el pasado 19 de Julio de 2011.


Así quedará la casona después de la reconstrucción según los arquitectos que ahora trabajan en ella.



(1) VER: Protocolos de la Notaría Publica de Gibara. Notario Carlos de Aguilera. Año 1854. Contrato de compraventa del ingenio Santa María.

(2) Actualmente la Casona de Santa María es la única residencia señorial de ingenio azucarero del siglo XIX que se mantiene en pie en el territorio de la provincia Holguín. Aún está habitada y es posible observar el área aspillerada de la misma.

Ingenio Columbia

Su territorio está comprendido dentro de la hacienda Candelaria, compuesta para 1885 de unas 210 caballerías de terreno. La parte donde se fundó el ingenio recibe el nombre de Candelaria Afuera.

Fuerte de la hacienda Candelaria
Los terrenos de Columbia formaron parte inicialmente de un cafetal, llamado Monte Vermont, fundado por familias de origen norteamericano. Posteriormente pasaron por compra a Samuel Chapman, inglés que llegó a Gibara procedente de Bermudas, quien fundó el ingenio y dedicó otra parte del terreno a la crianza de ganado. Según fuentes documentales el se estableció en 1843. Para 1877 la finca estaba habitada por 196 personas, entre ellas 14 esclavos. La producción del ingenio era de unos 70 bocoyes de azúcar.

Escuche al historiador de Gibara, Enrique Doimeadios conversando sobre la familia Chapman

Según Gerardo Castellanos:
“Para la defensa del lugar en los días de la guerra del 68 la residencia fue reforzada con tres fortines colindantes que atalayaban los campos y mantenían una guarnición que impedía que los insurrectos perjudicaran las siembras y la explotación azucarera. Pero en 1895 fue quemada, desmantelada la mansión…”  (1)
La tradición oral repite con insistencia que este asalto fue obra de Abelardo Rodríguez, legendario bandolero que operaba en aquellos tiempos en la Sierra de Candelaria y las Lomas de Cupeycillos. La casa de vivienda que era de dos plantas fue reconstruida en plena guerra y fortificada con un tambor hacia uno de los laterales de la fachada.

Además del tambor, aún quedan vestigios de uno de los fuertes que estuvo ubicado sobre la pequeña elevación cercana, conocida como Loma de Columbia, posición que permitía visualizar el enemigo a varios kilómetros de distancia. Desde allí se aprecia la Loma de la Cruz de Holguín. Este fortín, era custodiado por 7 soldados. Su planta era cuadrada, con lienzos de paredes de 4.60 metros, edificado en mampuesto con muros de 0.60 metros de grosor. De él se conservan ruinas, no así del de la entrada que desapareció por completo (2).


Notas:   

(1) VER Castellanos, Gerardo: Hacia Gibara. Página 77-79.
(2) En 1932 el historiador y periodista Gerardo Castellanos visitó la finca Columbia y dejó una interesante descripción de lo que vio en el lugar. Ver Castellanos García, Gerardo: Hacia Gibara: Página 78.

Ingenios y fincas fortificadas

Fuerte La Victoria
Las defensas de ingenios y fincas generalmente eran costeadas por sus propietarios y contaban con guarniciones cuyo sostenimiento corría también a cargo de los dueños del lugar, aunque en ocasiones eran auxiliados por tropas regulares. Había 9 ingenios con máquina de vapor en el hinterland del puerto durante la guerra de 1868: Santa Lucía, Santo Tomás, La Caridad, La Victoria, Santa María, Columbia, Casablanca, Guayacán y Santa Clara. Había además varios ingenios de bueyes y algunos trapiches.

Bocas

El sitio perteneció a la antigua hacienda de San Felipe de Uñas. En abril de 1869 Julio Grave de Peralta en informe al Secretario de la Guerra le dice que los españoles habían establecido un cuartel en este poblado. En la noche del 16 para el 17 de octubre de ese año fue atacado y tomado por ese general bajo el mando directo del comandante José Martínez, quien hizo prisionero al teniente de la guerrilla local y extrajo algunas armas del poblado.

En la mañana del 10 de abril de 1873 la guarnición de este caserío hizo fuego contra las fuerzas de Calixto García que cruzó por sus cercanías luego de haber ocupado Auras por algunas horas. El 11 de junio de 1896, según refiere en su Diario Luis Rodolfo Miranda La Rúa, durante su primera invasión a la zona de cultivos en la Guerra del 95, la tropa de Calixto García quemó algunas casas en los arrabales de Las Bocas, siempre bajo el fuego de los fortines del poblado, al que no tomaron.

Dado el crecimiento del poblado en el siglo XX los fortines fueron destruidos por el vecindario. Existe también una nota del alcalde de barrio correspondiente al año 1908 en la cual comunica haber demolido un fortín para vender sus materiales y emplear el dinero así obtenido para arreglar un paso en un camino vecinal .

Coronel Libertador Modesto Fornaris
Por su parte Modesto Fornaris en notas autobiográficas refiere haber tomado uno de los fuertes del poblado, aunque no precisa la fecha de la acción. Se ha obtenido información sobre la existencia de dos fortines, además de un cuartel. En las ruinas de la iglesia católica del lugar aún pueden apreciarse algunas de las aspilleras, recuerdo de la época en que se preparó para ser integrada a las defensas del poblado. Se estima que dada la importancia de la población deben haber existido otros fortines.

Si desea leer más sobre el coronel libertador Modesto Fornaris, último combatiente de la Guerra Grande del 68 en deponer las armas, haga click aquí.




25 de agosto de 2011

Fray Benito


El poblado de Fray Benito se fundó en terrenos de la hacienda de igual nombre, esta última mercedada por el Gobernador de Santiago de Cuba en 1744.

Al inicio de la Guerra de los Diez Años Fray Benito era la sede de una capitanía pedánea, con un activo comercio. Se asentaba allí la Iglesia Parroquial de Santa Florentina del Retrete.

Un documento localizado en el Archivo del Museo Provincial La Periquera informa que en 1869:

“En el destacamento de Fray Benito se está construyendo un fuerte de mampostería con aspilleras para fusilería y troneras para cañones, consta de doce a dieciséis metros de circunferencia, el cual se está terminando y mantiene una pieza de a cuatro antigua, dotado con sus correspondientes artilleros” (1)
En total se construyeron allí 11 fortines durante la Guerra de los Diez años. Las defensas contaban con dos sólidos fortines de mampuesto y un cuartel del mismo material, situados en el interior del poblado y 9 fortines, al parecer de madera, en la periferia. Varias trincheras complementaban la protección del recinto. De ellos se conservan uno en la panadería, y el conocido como Leovigildo, de unos 12 lados, casi circular y un diámetro de unos 4 metros.

A no mucha distancia de Fray Benito hubo otros fortines que hasta cierto punto complementaban las defensas de este poblado, tal fue el caso de los ubicados en los sitios denominados Vegas de Fray Benito, Junucum, Bracito y Arroyo Playa. En distintos partes militares del Ejército Libertador aparecen referencias a acciones bélicas desarrolladas en los mismos. Además hubo dos, uno a la entrada del Cayo Bariay cuya replica se conserva en el camino que da acceso a este último lugar.

Si desea leer más sobre Fray Benito, Holguín, haga click aquí

Notas:

[1] Museo Municipal de Gibara. Fondo Ayuntamiento. Legajo 3. Papelería sin procesar.

Aguas Claras

El lugar formaba parte del Hato de San Isidoro de Holguín, desde entonces se conoció la existencia en él de vetas de oro en distintas partes del terreno que ocupó los alrededores del mismo, motivo por lo que resultó un punto de interés vinculado a la explotación de sus posibles yacimientos, y a lo que se sumó el que pasara la carretera Holguín-Gibara por él.

Familias inglesas, norteamericanas, peninsulares y otras comenzaron a explotar las minas, y se convirtió en un punto estratégico que fue fortificado desde el comienzo de la Guerra del 68, con dos fortines, enlazados con alambradas y trincheras, y un gran cuartel llamado Casa Blanca, donde radicaba la Guardia Civil Española en la última guerra.

En 1893 cuando el ferrocarril llegó hasta Holguín allí se construyó un paradero. Frente al cuartel, al otro lado de la carretera se conserva un parapeto hexagonal de tierra con paños de diferentes dimensiones que se infiere haya formado parte de la defensa del fortín situado en su interior. El fuerte del cruce de la carretera, ubicado en el Cruce de Falco, y que es en realidad un fortín aislado, se usó como un puesto de avanzada del poblado de Aguas Claras.

El 5 de junio de 1895 Antonio Maceo cruzó el ferrocarril de Gibara y Holguín por Aguas Claras. Sus tropas aniquilaron un destacamento español en que les hizo frente en el lugar y destruyeron un tramo considerable de la línea férrea entre Gibara y Auras. El 16 de agosto de 1898 este poblado fue el escenario de uno de los últimos combates entre españoles y cubanos. Durante cinco horas los generales cubanos Luis de Feria y José Manuel Capote se enfrentaron a una fuerte columna mandada por el general español Agustín Luque.


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¡Pobre Celestino! Escribiendo. Escribiendo sin cesar, hasta en los respaldos de las libretas donde el abuelo anota las fechas en que salieron preñadas las vacas. En las hojas de maguey y hasta en los lomos de las yaguas, que los caballos no llegaron a tiempo para comérselas.
Escribiendo. Escribiendo. Y cuando no queda ni una hoja de maguey por enmarañar. Ni el lomo de una yagua. Ni las libretas de anotaciones del abuelo: Celestino co¬mienza a escribir entonces en los troncos de las matas.
«Eso es mariconería», dijo mi madre cuando se enteró de la escribidera de Celestino. Y ésa fue la primera vez que se tiró al pozo.
«Antes de tener un hijo así, prefiero la muerte.» Y el agua del pozo subió de nivel.

Nacido en Aguas Claras, Holguín, Cuba, Reinaldo Arenas describió como nadie lo ha podido hacer otra vez la ruralidad de aquel lugar en su novela: Celestino antes del alba.

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Para ver fotos del actual Aguas claras haga click aquí.


Notas:


(1) Franco, José Luciano: Antonio Maceo, apuntes para una historia de su vida.

(2) Escalante Beatón, Aníbal: Calixto García: su campaña en el 95.

Jobabo

Para 1862, Jobabo pertenecía al partido de Gibara y tenía 219 habitantes, de ellos 21 esclavos. Sus orígenes se relacionan con la antigua hacienda de San Marcos de Auras, y surgió porque el viejo camino de Holguín a Gibara pasaba por el lugar, no así actualmente, dista de la carretera un kilómetro. Ese desvío era evitándose algunos malos pasos desde el camino de La Trocha.

En el caserío se construyeron dos fortines y otros dos más, situados a la entrada del camino y en el cruce del ferrocarril, de los cuales no se conservan ninguno. A pesar de ser un pequeño poblado ha pasado a la historia nacional por su vinculación con la toma del fuerte no. 18, de San Marcos por fuerzas dirigidas por Calixto García en agosto de 1896, pues los soldados españoles lograron abrir un boquete en una de las paredes del fuerte bombardeado a cañonazos y escaparse a Jobabo, de donde además le tiraron a las fuerzas cubanas cuando estas se retiraban de Loma de Hierro.


Loma del Hierro, donde se estrenó la artillería mambisa

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