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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

24 de septiembre de 2009

Crónica sobre la única víctima porque le cayó un pedazo de nave espacial encima


Por César Hidalgo Torres.


En toda la historia espacial se registra un solo ser viviente que haya muerto porque le cayó encima un pedazo de una nave: esa fue una vaca holguinera.




30 de noviembre de 1960: Estados Unidos en su frenética carrera por alcanzar a la Unión Soviética en la conquista del espacio, lanzó rumbo al cosmos un enorme cohete con la misión de poner en la órbita circunsterrestre dos satélites artificiales. El gigantesco aparato despegó de la plataforma de lanzamiento de Cabo Cañaveral, (Centro Espacial Kennedy) en la Florida. Pocos minutos después unos campesinos que en Holguín trabajaban la tierra y que no sabían ni jota del lanzamiento, escucharon, dijeron, “un extraño silbido, como el que emiten los aviones supersónicos, y después varias explosiones”. Segundos después, pesados fragmentos de metal cayeron en una ancha franja del territorio que forma parte de la jurisdicción de esta municipalidad. Víctimas solo hubo una: una vaca a la que un pedazo del cohete le destruyó el cráneo.

Entre las piezas retorcidas que las autoridades lograron recopilar se encuentran dos esferas metálicas de 50 libras de peso cada una. Había, igualmente, múltiples pedazos de motor, turbinas, bujías y otros restos varios. De ellos, muchos fueron encontrados profundamente enterrados, lo que da idea de la fuerza y velocidad del impacto.

Los escuetos partes del Gobierno de los Estados Unidos dijeron que tras el lanzamiento los científicos perdieron el control del cohete por lo que sencillamente lo hicieron explotar sobre Cuba.

El asesinato del año en Holguín (1845)



Por César Hidalgo Torres

Un horrendo crimen se cometió en esta ciudad de Holguín en la noche del 11 de junio de 1845. El muerto fue don Cirilo Alcalá, un prestigioso vecino al que muchos odiaban y que querían ver a varios metros bajo tierra. Se dedicaba el personaje a hacer préstamos, por lo que en su propiedad tenía muchos comprometedores pagarés. Parece que los deudores, todos, prestigiosos vecinos, pusiéronse de acuerdo para pagar al asesino.



El asesino fue Isidoro Hernández, un preso recluido en la cárcel pública de donde sus clientes lo sacaron para que cumpliera la parte que le correspondía. Y para mayor comodidad del criminal, el prestamista vivía a una cuadra de distancia de la penitenciaría (exactamente en las que ahora se nombran calle Mártires esquina a Aricochea).

Cumplido su propósito Isidoro Hernández regresó a la cárcel con toda la ropa enrojecida por la sangre de la víctima. A sus compañeros de galera díjoles que lo habían llevado a degollar un carnero, pero los demás presos habían escuchado los gritos del difunto y lo acusaron a las autoridades.

Dos años demoró el Teniente Gobernador en reunir la información que necesitaba para dictar sentencia. Pero el 20 de junio de 1847 Su Señoría había arribado a una decisión: El asesino debía morir en garrote vil con un letrero en el pecho que dijera ASESINO. Más, no pudo realizarse la condena porque Isidoro Hernández falleció en la cárcel envenenado, se supone, por las personas implicadas.

Igual, a dos años de prisión fue condenado Luis María, picapleitos y falsificador que varias veces había sido juzgado por sus faltas e incluso, hasta había sido expulsado de la ciudad. Y a dos años también a Francisco popa del que no tengo otra información. A Diego Parra lo condenaron a seis meses de presidio por falsas declaraciones y al Alcalde de la cárcel, don Rafael Cedeño a pagar una multa de 300 pesos o seis meses de reclusión por haber permitido la salida del preso.

Al sargento Marcos Núñez, quien la noche del crimen fungía como Comandante de Guardia de la prisión lo entregaron a sus superiores del Regimiento Galicia para que lo juzgaran.

Por su parte, el abogado José Joaquín de Quesada fue castigado a 6 meses de prisión por sus ilegales consultas y al Alcalde del Cabildo José Gordillo y a los escribanos Pedro Rodríguez y Antonio de la Fuentes, todos endeudados con el difunto, debieron pagar altas multas por las irregularidades que cometieron en el sumario (tratando de evitar ojos y oídos sobre ellos).

Hasta los testigos que concurrieron al juicio los multaron al pago de 100 pesos por las continuas y evidentes declaraciones falsas.

Y cuando ya se creía que nadie más sería culpado, el dedo acusador señaló, nada menos, que al cura párroco de Holguín, don José Angel de Fuentes.

El licenciado Quintín Aguilera, ilustre entre los hijos ilustres de esta ciudad donde hay una calle que lleva el nombre Hermanos Aguilera entre los que Quintín era de los más reconocidos, también estuvo implicado en el asesinato. Lo sancionaron a 6 años de prisión pero pudo escapar de la Isla.

Todos los cronistas coinciden que aquel fue el asesinato del año.

Luis Marcano Alvarez: Primer jefe militar internacionalista del Ejército Libertador cubano.

Por César Hidalgo Torres.

En República Dominicana, más exactamente en el poblado de Baní, región de Quisqueya, fue donde nacieron los combatientes internacionalistas que ocuparon los más altos grados militares en el Ejército Libertador cubano durante la primera guerra independentista de esta Isla, también y mayormente conocida como Guerra Grande de los 10 años.


En 1855 la necesidad de la defensa del territorio dominicano contra las invasiones haitianas, obligó a muchos jóvenes de aquella localidad a incorporarse al Ejército de su país. Entre ellos sobresalen: Máximo Gómez, Féliz Charles, Modesto Díaz y Félix, Francisco y Luis Marcano Alvarez.

Luis Marcano Álvarez, primer jefe de operaciones del Ejército Libertador cubano por decisión de Carlos Manuel de Céspedes, nació el 29 de septiembre de 1831. a los 24 años ya Luis Marcano era teniente de Infantería del Estado mayor del Ejército de su país. A principio de la década de 1860 la situación político-social en Dominicana devino en cruenta guerra civil. Ello, sumado a los continuos ataques de las fuerzas imperiales hatianas, llevaron al país a un estado incontrolable y motivó que en 1861 el general Pedro Santana, Jefe del Ejército en aquella época, solicitara la anexión de la Isla a la Corona española. Por Real Decreto la anexión se materializó el 19 de mayo.

Las tropas leales a Santana se mantuvieron junto a las filas del Ejército español, formando sus reservas dominicanas. Entre ellos estaban gran cantidad de aguerridos combatientes que, al paso del tiempo, pasarían a ser héroes de las guerras de independencia de Cuba.

En mayo de 1865, ante la imposibilidad de mantener el control en Dominicana, la Corona española decidió retirar de aquella Isla a sus fuerzas regulares. Y con ellos también se evacuaron gran parte de los oficiales de las reservas. Unos fueron destinados a las Islas Canarias y las Baleares, otros a Africa y Filipinas, y, aunque las autoridades españolas trataron de evitar que alguno de ellos llegaran a Cuba, muchos, Luis Marcano Ávila fue uno, se radicaron inicialmente en la región de Santiago de Cuba.

Ante las continuas ofensas y abierta discriminación de que eran objeto los oficiales de las reservas dominicanas, así como por los reiterados atrasos en los pagos, que les imposibilitaba la manutención de sus familiares, gran parte de aquellos renunciaron a sus grados militares y solicitaron su separación del Ejército.

A mediados de 1868 Marcano se había entregado de lleno al negocio de la explotación maderera y había pasado a radicar en la localidad de El Dátil, cerca de Bayamo. Muy pronto el dominicano estableció contacto con los conspiradores locales y se sumó a sus filas, imbuido por profundo sentimiento antiesclavista.

Horas después de la Proclamación de la Independencia cubana, el 10 de octubre de 1868, Carlos Manuel de Céspedes envió una comunicación personal a Marcano. El Padre de la Patria cubana entendía que los conocimientos militares de dominicano le serían útiles a la bisoña tropa. Al día siguiente el quisqueyano respondió a Céspedes uniéndose a la revolución con 300 hombres en la sabana de Cabagán. (Fue ese el primer refuerzo que recibió Céspedes posterior al revés de Yara).

Dice Enrique Collazo: “Por fortuna para la historia del pueblo cubano, al retirarse Céspedes (de Yara), encontró a su paso a Luis Marcano”. Inmediatamente Céspedes otorga a Marcano el grado de Teniente General y lo designa para el cargo de Jefe de Operaciones del Ejército Libertador. Marcano propuso e ataque y ocupación de Bayamo, por ser esta la más importante ciudad del territorio, desde la que se dominaba toda la amplia zona del Valle del Cauto. Tomar aquel pueblo facilitaría el enlace con el resto de las jurisdicciones orientales.

En la toma de Bayamo fue donde Marcano demostró por primera vez su capacidad militar: le correspondió a él trazar el plan para la operación, organizar las columnas de ataque, sitiar la ciudad y posterior al asalto, alcanzar la primera gran victoria de las fuerzas cubanas. La ciudad cayó en manos cubanas el 20 de octubre de 1868. ese día Céspedes y Marcano firmaron el acta de capitulación de las unidades españolas que guarnecían la localidad.

Todavía Bayamo estaba en manos cubanas. Era diciembre de 1868. Luis Marcano älvarez es designado al mando de jurisdicción de Holguín. Le secundan el venezolano Amadeo Manuit y el holguinero Julio Grave de Peralta.

En esta zona norte oriental Marcano desarrolló un intenso trabajo en la fortificación de los campamentos permanentes de las tropas cubanas y el 5 de enero 1869 combate en Auras.

En la primera quincena de marzo de 1869 Julio Grave de Peralta es designado al frente de las fuerzas de Holguín. Luis Marcano Álvarez es ascendido al grado de Mayor General y designado para la jefatura de la zona Bayamo-Manzanillo, donde activó grandemente las operaciones.

El 9 de agosto de 1869, grupos de enemigos infiltrados en las fuerzas revolucionarias atentaron contra la vida de Marcano: aprovechando las horas de la noche, los enemigos lo atacaron al machete. Como consecuencias el viejo General quedó fuera de servicio y remitido a un hospital de sangre.

Meses después, absolutamente restablecido, Luis MarcanoÁlvarez se reincorporó al Ejército independentista, esta vez nombrado para el cargo de Segundo Jefe del Estado mayor. El 12 de marzo de 1870 Marcano planificó un ataque al campamento enemigo El Congo. Pero el ataque fracasó por la negligencia de un oficial, el coronel Juan Hall, quien dio al traste con el factor sorpresa. Hall fue debidamente amonestado por el Jefe y en represalia Hall disparó su fusil a mansalva. De esta forma murió el primer jefe militar internacionalista del Ejército Libertador cubano.

Las ya olvidadas fiestas de globos de Holguín

Por: César Hidalgo Torres


Dicen que en Holguín en las últimas décadas del siglo XIX no había fiesta completa sino se “botaba” a los aires un globo. Generalmente aquellos aparatos eran construidos de papel doble o tafetán barnizado. Otros se hacían de dos cubiertas de tafetán con otra intermedia de material elástico.

Igual dicen, que se encendía una hoguera en medio de la plaza San José y allí se llenaba el globo de aire caliente y, a volar globitos de mi vida. Adornados de guirnaldas, banderitas y colas gigantescas, los globos caían en manos de los vientos alisios e iban a perderse detrás de la loma del Fraile.

Todas las clases sociales de la ciudad acostumbraban a asistir a aquellos actos que provocaba hurras y vítores. Era una figura muy popular quien generalmente se encargaba de la tarea: José Gregorio Hechavarría, alias Chepenché.

Pasadas las fiestas, se preguntaban los holguineros dónde habrá caído el globo: ¿acaso en Yareyal, acaso en Guirabo, en San Lorenzo...?. Pero no había que esperar mucho para tener la respuesta. Generalmente a los pocos días aparecía un jinete que paseaba el desinflado artefacto por las calles. La chiquillería corría detrás de él anunciando a todos que había aparecido el globo. Por cierto, quien encontraba el globo recibía un premio. Y premio, igualmente, recibían los que habían acertado o adivinado donde iba a caer.

Lamentablemente el 2 de octubre de 1896 un desgraciado suceso vino a entorpecer la sana diversión a la que estaban acostumbrados los holguineros u holguinenses. Ese día, mientras lo inflaban el globo explotó y mató al curioso niño Conrado Urbino Guillén. Las autoridades prohibieron los globos, pero muy poco después, olvidado el incidente y el muertecito, se restableció la costumbre.

Costumbre que desapareció y ya nadie recuerda como tampoco al sacristán, relojero, latinista, músico e inflador de los globos José Gregorio Hechavarría, Chepenché.

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