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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

25 de enero de 2017

Calixto García. Biografía. 34


1874
Primeros días de marzo
Cambiados los planes de la invasión, Calixto abandona el campamento de Buenaventura, dirigiéndose a Oriente. También se marcha el General Gómez y con él va el Gobierno, iban rumbo a Occidente.
Del diario de Calixto: “He estado hasta hoy acampado en Yarigüá, uno de los campamentos mejores que hay en las Tunas, para esperar al enemigo; que memorable ha sido y será siempre para mi ese lugar. He pasado allí las horas más amargas pues he visto el horrible fantasma da la guerra civil entra los cubanos, sin haber aun echado a los godos. ¿Qué será cuando esto suceda? Sólo la anexión puede salvarnos. Es menester asirnos a ella como a la única tabla de salvación para que fundida nuestra miserable raza con la sajona, que tan bien conoce y practica la verdadera libertad, logremos perder los malos hábitos que nos han legado los españoles.
“A las 7 de la mañana del 5 llegó a mi cuartel el Teniente Eduardo Alcalá, jefe encargado del taller, el que me comunicó que como a las 11 de la noche del 4 se presentó en su campamento el Comandante Pedro Ignacio Castellanos y que habiendo reunido la guardia y los empleados del taller les había comunicado que se trataba de llevar a cabo una revolución con objeto de reponer en el gobierno al Ciudadano Carlos Manuel Céspedes, nombrando General en Jefe a Vicente García; que el núcleo existía en el Camaguey donde se contaba con gran parte de aquella división y con la de Las Villas, que en este concepto esperaba que ellos le ayudarían a la empresa. Negóse  Alcalá y todos los artesanos, marchándose Castellanos con un sargento y 4 números que logró  seducir de los de la avanzada. También me comunicó Alcalá que Castellanos se dirigía a la caballería con objeto de sublevarla, por lo que  despaché un correo mandando al Teniente Coronel Limbano Sánchez  que se me incorporara con ella y que redujera a prisión a Castellanos si  por allí se presentaba.
“Mientras tanto he aquí lo que había pasado en el Campamento de la caballería. Como a la una de la madrugada del 3 el Comandante Castellanos, valiéndose de un tercero, citó a cierto lugar algunos números del escuadrón de las Tunas que antes habían estado a sus órdenes. Valiéndose del influjo que sobre ellos ejercía los comprometió a que desertaran y se le reunieran  en un punto que les indicó. Acudieron algunos soldados y le preguntaron qué debían hacer si trataban de estorbarles la salida, a lo que le dijo Castellanos que se abrieran paso con sus armas. Esta orden hizo creer a los comprometidos que  Castellanos trataba de pasarse al enemigo y entregarlos a ellos por lo  que dieron parte al Teniente Coronel Sánchez. Este jefe, obrando con  astucia les encargó fueran al lugar de cita y trataran de aprisionar a  Castellanos. Hicieron así el Sargento Cruz y 6 números más, uniéndose  a Castellanos y marchando con él hasta que aprovechando un descuido,  se apoderaron del rifle que portaba y le intimaron la orden de prisión. Echó él mano al revolver y entonces Cruz y compañeros le hicieron  fuego dejándolo muerto en el acto. Triste pero merecido castigo por la  infame falta en que hacia incurrir a sus subalternos. Era de esperar que  así concluyera su carrera Pedro Ignacio Castellanos, pues desde el  principio de la revolución había servido en todas las divisiones llevando do quiera que iba el desorden y el espíritu de  insubordinación, llegando  esta hasta el extremo de que el malogrado Agramonte, viendo que  ningún partido podría sacar de él, lo trasladó de su división ordenándole que no volviera más a su presencia.
“El mismo día, y antes de saber de la muerte de Castellanos, desertaron de mi Campamento el comandante Sacramento León[1], llevándose  consigo algunos números y sumando una avanzada.  Este,  opino,  estaba  también en connivencia con Castellanos por lo que se dirigió al  potrero de la Caridad a esperarlo. Yo lo supe; pero temeroso de que se  derramara más sangre no quise enviarlo a prender, teniendo la  seguridad de que si era cierto el complot, en nada influirían los pocos  números que León llevaba consigo. Nada sé de Camaguey, así es que  ignoro lo que haya de cierto en el asunto de la conspiración. Dios vela  por la suerte de Cuba. Si tal cosa resultara sería una de las más  horribles crisis por que podría atravesar nuestra revolución, pues si el  país se deja llevar por los revoltosos sería sentar un antecedente de  fatales consecuencias para lo sucesivo[2].
“Ya salí de Yarigüá, acampando en el Almendrón. Sólo llevo conmigo la  1ª. Brigada de la 2ª. División y la Caballería, pues la fuerza de las Tunas la he, de lacio (Sic) con el Coronel Varona”[3].



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[1] José Sacramento León Rivero. Nació en Las Tunas en  1848 y murió el 28 de marzo de 1884. Combatió hasta el final de la guerra. Participo en numerosos combates y tomo parte activa en los movimientos políticos de Laguna de Varona y Santa Rita. Alcanzo el grado de teniente coronel.

[2] La muerte del comandante Castellano y la insubordinación de Sacramento León ha sido un tema que ha llamado la atención de los historiadores pues se considera que fueron las divisiones internas las que pusieron fin a la guerra del 68, más que el esfuerzo político y militar español. Esta insubordinación se considera como la primera importante de la larga historia de motines y sediciones y la que inició el resquebrajamiento de  las fuerzas libertadoras. Muchas veces se tiende a analizar estos motines regionalistas como hechos más o menos aislados, productos de las ambiciones de uno o varios líderes insurrectos. Raramente se ve el asunto como resultado de un complejo proceso en el que, más que líderes o grandes y pequeñas figuras, se mueven intereses regionales de grupos relativamente importantes. Nunca se tienen en cuenta el papel que tuvieron estas fuerzas regionales en convertir las contradicciones metrópoli colonia en un alzamiento y canalizar ese impulso en un ejército e incluso la conformación de una república. Los intereses regionales estarán presentes desde antes del inicio de la guerra y el mismo estallido del 10 de octubre fue producto de la acción de un grupo regional, el de Manzanillo, que impuso su criterio sobre los demás. Sobre el regionalismo hay más preguntas que respuestas. Es necesario un estudio de la sociedad  que lo produjo y no solo de sus principales protagonistas o sus consecuencias.

[3] Francisco Varona González. Nació en las Tunas el 15 de junio de 1832 y murió en 1899. Fue uno de los iniciadores de la guerra de 1868 donde se mantuvo hasta el final. Participo en la Guerra Chiquita y en la del 1895 donde alcanzo el grado de mayor general.

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