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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

14 de enero de 2017

Gibara tiene estatua de la libertad porque se la merece



Durante la segunda década del siglo XX casi todos los pueblos de Cuba erigieron estatuas a los libertadores nacidos en su seno, pero Gibara, “la España chiquita”, que tantos y tan ilustres comerciantes dio, no dio libertadores. (O sí, dio a Sartorio, pero en la fecha de las estatuas aquel estaba vivo).

Pero de todas formas Gibara también quiso una estatua para su plaza principal. Alrededor de 1914 doña Enriqueta de la Torre Delgado comenzó sus gestiones personales: organizó tómbolas y verbenas y reunió el dinero y entonces encargó a la reputada casa italiana de Pietra Santa, propiedad de un marmolista de apellido Luisi, que tenía representación en Santiago de Cuba que hiciera una réplica de la estatua de la Libertad, pero, para hacerla gibareña, le pidieron que utilizara de modelo a una de las beldades del pueblo, doña Aurora Pérez Desdín, de la que mandaron un retrato a Italia.
El acto de debelación fue el 10 de octubre de 1915 (antes de que se inauguraran las estatuas de Holguín). Presidió la ceremonia la doctora en farmacia Mercedes Sirvén y Pérez Puelles, Capitana de Sanidad de la Primera Brigada de la 2da División de Ejercito y más tarde los de Comandante. (Ella fue la mujer de más alta graduación durante las guerras de independencia de Cuba).

 

La escultura sostiene en la mano izquierda un pergamino en el que se lee una fecha: 25 de julio de 1898, que fue el día en que entraron al pueblo las tropas mambisas al mando del Coronel Cornelio Rojas. Y en la base le colocaron un texto que dice: “Gibara tiene Estatua de la Libertad porque se la merece (hecha por suscripción popular)”, pero dicho escrito levantó tantas polémicas en la prensa local que poco después lo cubrieron con otra tarja de mármol en la que se leía: “Gibara, a los libertadores de la Patria”. 

 
 
Hace dos o tres años estaban unos niños jugando a la pelota en el parque, y al batear la pelota fue a dar directamente en la placa con tanta fuerza que la quebró, cayendo los pedazos al suelo. A la vista pública surgió nuevamente la primera de las placas, aquella que tanta discusión provocó. Quien llegue hoy mismo al Parque Calixto García de Gibara, antes Plaza de Armas de la villa, puede leer en la base del monumento: “Gibara tiene Estatua de la Libertad porque se la merece (hecha por suscripción popular)”


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