(Zenayda Cardet. Vestuarista del Teatro Lírico)
Cuando íbamos de gira, la primera puerta que él tocaba en
las mañanas era la mía. Yo en todas las giras llevaba una cafetera y un
reverbero y bien temprano colaba café, y Raúl, que era tan cafetero, apenas se
levantaba me tocaba en la puerta, y si me demoraba me daba voces: “!Cardet!!!”,
porque era desespera´o. Y las hermanas Aguilera, que son como son, me decían:
“Ahí está tu marido”. Fueron veinte y siete años trabajando juntos, sin un sí
ni un no.
Raúl y María Luisa Clark, “La viuda alegre”. |
Yo vivía detrás del telón, para resolver lo que se
necesitara. Una vez, durante una presentación de “La viuda alegre”, a María
Luisa Clark le pisotearon el vestido, un vestido largo que llegó en un grupo de
vestidos que nos mandaron desde La
Habana, pero que todos estaban pasaditos, como todo lo que
nos mandaban de allá, y el vestido se le rajó, entonces ella se lo recogió con
la mano en la cintura y con una gracia liadísima y resolvió el problema, pero
cuando salió de escena ya yo estaba detrás del telón con hilo y aguja en la
mano. Eso lo aprendí de Raúl, que estaba al tanto de todo. Yo creo que director
como ese va a ser difícil encontrarlo.
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