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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

3 de diciembre de 2016

Enrique Orlando Lacalle, un holguinero que escribió la historia de Bayamo



Por: David Rodríguez  
Leer además: Bolívar tuvo un general de Bayamo, texto de Lacalle


El 19 de marzo de 1993 exhaló su último suspiro una persona que amó tanto a Bayamo, que se consagró definitivamente a su historia, ganándose para siempre el cariño de la población.

Aunque no nació en la Ciudad Monumento, se asentó aquí echando las raíces que luego sostendrían ese árbol que fue su vida entre nosotros, cultivando amigos y defendiendo, a capa y espada, la historia local.

Un ser humano como Enrique Orlando Lacalle y Zouquet no puede soslayarse en una ciudad como la nuestra que avanza hacia la fecha del aniversario 500 de su fundación en noviembre venidero.


Enrique se paseó por la cultura bayamesa de un modo muy especial pues hizo muchos esfuerzos para afianzarla desde la radio, el teatro y la crónica social de entonces.

Poseedor de un don extraordinario para la conversación, todo giraba en torno a los grandes próceres de la ciudad, a los que veneraba y hacia venerar por cuanta persona que acudía a él en busca de información.

Podría decirse que Enrique poseía sangre bayamesa por adopción siendo un vehemente investigador de todo aquello que constituyera historia para la ciudad, a la que tenía como el gran tesoro de su existencia.

Fue tal su devoción y entrega para la Cuna del Padre de la Patria, que viajó hasta España para hurgar en el Archivo de Indias, detalles de todo lo conservado allí sobre la ciudad.

Enrique Orlando Lacalle y Zouquet fue un devoto de las inmensas figuras de Céspedes, Aguilera, Figueredo y otros patriotas locales, que cuando hablaba de ellos el verbo y el corazón se le encendían.

Amigo de los amigos, Enrique también tuvo sus detractores, esos que el tiempo ha ubicado en el lugar que les corresponde, mientras su figura se agiganta con el paso de los años.

Tomarse una taza de café, muy cerca de la mata de mangos de su casa, lo incitaba, de sorbo en sorbo, a hablar de su obsesión bayamesa, con expresiones digna de resaltar para mantener viva su elocuencia.

Han pasado dos décadas de su fallecimiento y lo recordamos caminando por la ciudad, con pasos quejosos, pero siempre saludando a cuantos se cruzaban en su camino y le prodigaban gestos de afecto y de respeto.

La ciudad jamás podrá olvidar a quien tanto la amó, por eso Bayamo tendrá siempre presente la presencia de Enrique Orlando Lacalle y Zouquet  quien no dudó ni un instante en abrazarla, quererla.

Al final de su vida tuvo un gesto altruista que se debe resaltar en toda su dimensión, pues entregó a la Casa de la Nacionalidad Cubana toda su biblioteca y las investigaciones que había realizado.

Constituye un deber insoslayable tenerlo presente en estos días que preceden al aniversario 500 de Bayamo porque Enrique Orlando Lacalle y Zouquet está entre nosotros diciéndonos que amenos más a la ciudad.


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Por Anaisis Hidalgo Rodríguez
Manuel Pompa e Iliana Sánchez durante el proceso de digitalización

Contribuciones de Lacalle
“Enrique Orlando Lacalle, primer historiador de Bayamo, reseñó los eventos sociales de su época, y durante su estadía de dos años en Sevilla, España, rescató de los Archivos de Indias, con su puño y letra, parte de la memoria histórica de la Ciudad Monumento”, comenta Eulice Castelar Proenza de la Torre, periodista e historiador del municipio de Guisa.

“Tenía aproximadamente cuatro mil libros y numerosos documentos. Transcribió alrededor de 15 libretas grandes, como de ciento y pico de páginas, con una letra muy bonita. A algunas, con el tiempo, la tinta se les tornó borrosa, apenas pueden leerse con lupa; otras, ni así. Después donó ese fondo documental a la Casa de la Nacionalidad Cubana (CNC)”.
Saturno Bruquetas Rosabal, quien compartió una amistad entrañable con Lacalle, corrobora: “Enrique tenía una joya documental de la historia de la Ciudad Monumento, reproducida por sus manos, pues no tenía dinero para pagar a los copistas de Sevilla”.

-¿Dónde la guardaba?

-En un cuarto que le fabriqué en la calle Céspedes. Era hermético y de placa, previendo cualquier incendio. A la derecha, tenía una especie de cama que armaba para dormir, y encima había dos niveles de libreros.


“Los estantes eran rústicos, algunos mandados a hacer, otros confeccionados por mí. Las paredes estaban tapizadas de libros”.


-¿Establecía algún mecanismo de acceso a esos fondos bibliográficos?

-No. Los prestaba sin llevar control, algunos no los devolvían. ¡Vaya usted a saber cuántos!

Emerge una intención
Iliana Sánchez Labrada, especialista del Centro de información de la Casa de la Nacionalidad Cubana, refiere, que hasta 1993 esa documentación no recibió procesamiento.

“Los rollos de papeles amarrados, identificados con un papelito por temática, reposaban en los empolvados estantes.

Fue un reto aprender cómo procesar documentos originales”, puntualiza.

“Primero los cotejamos por temáticas, después los especialistas hicieron un último examen. Nos llevó casi seis años catalogar la parte del Gobierno Colonial y la República, más un fondo de la autoría de Enrique Orlando Lacalle: discursos y crónicas.

“Hoy, agrega, esos documentos, clasificados, reposan en cuatro decenas de cajas donadas por descendientes del patricio Perucho Figueredo, que permiten su adecuada conservación”.

En 2014, como resultado del evento histórico Nada tengo mientras no tenga Patria, la Casa de la Nacionalidad Cubana (CNC) y la Oficina del historiador de Bayamo (OHB), acordaron digitalizar dichos documentos, llevados hoy a un software que facilita el acceso a ese patrimonio.
Camino al andar
Manuel Ernesto Pompa, especialista en Informática de la Oficina del Historiador de Bayamo, expone que el camino también presentó espinas: “La Oficina del historiador de La Habana -explica- aportó dos computadoras con gran capacidad de almacenamiento y velocidad, y el Programa de Desarrollo Local, en Granma, donó un escáner capaz de copiar documentos y microfilmes.

“El 24 de junio del pasado año digitalizamos lo concerniente a la Colonia, después, República; culminamos en enero de 2015. Ha sido una faena ardua; escaneamos documentos hasta en 25 partes, para luego reconstruirlos totalmente”.

Acotó que disponen, en memoria virtual, de 20 mil 54 imágenes relacionadas con la Colonia y ocho mil 523 de la República; dos mil 893 documentos de esa primera etapa histórica y 624 de la segunda.

“Reproducimos información curiosa, como el proyecto para hacer el cine Elpido Estrada, hoy Céspedes, y un plano de 89 x 57 centímetros, del Bayamo de la primera mitad del siglo XX”.

La inmortalidad
El software, creado por la Facultad de Ciencias Informáticas de la Universidad de Granma, permitirá efectuar búsquedas por legajos (conjunto de papeles que se guardan u ordenan juntos por tratar una misma temática), expediente, índice geográfico, onomástico, fondos y estructuras, contenido y años.

El ingeniero Leover Armando González Rodríguez, especialista del Centro de desarrollo de software de esa facultad, expone:

“Lo terminamos en dos meses. A su elaboración contribuyó el grupo 301 de la carrera de Ingeniería en Ciencias Informáticas.

“Empleamos una herramienta de avanzada para la confección de portales web, nombrada Sistema Gestor de Contenidos Drupal, en su última versión, la 7.34. Esta posibilita de forma rápida publicar, manejar, organizar contenidos mediante roles y permisos a usuarios, acceder a la información mediante criterios de búsquedas e incrementar el fondo digital”.

Sobre la valía del proceso, Ludín Bernardo Fonseca García, historiador de la capital de Granma, manifiesta: “Atentaron contra la preservación del patrimonio documental de Bayamo eventos climatológicos, la quema de la ciudad y la irresponsabilidad de personas que permitieron, en la década de los años 60 del siglo precedente, la quema de los escritos depositados en el cuartel Carlos Manuel de Céspedes.

Hoy, independientemente de cualquier contingencia, contamos con dos copias digitales de estos archivos.

“Que los archivos compilados por Enrique Orlando Lacalle sean los primeros en rescatarse, es todo un símbolo, por la incomprensión que padeció en los años finales de su vida este hombre imprescindible para la cultura bayamesa”, sentenció Ludín.

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