(Gladys Puig. Soprano)
Camayd y Gladys Puig |
Cuando coincidía con Raúl en las giras, yo, y también casi
todos los otros artistas, lo esperábamos para almorzar juntos por la sobremesa
durante la que nos contaba miles de chistes comiquísimos. Hay una anécdota que
es famosa en la historia del lírico cubano. Fue durante una temporada de “la Travista” que con mucha
repercusión dirigió el maestro Rodrigo Prats. Pues no encontraban a alguien
capaz de hacer un personaje partiquino porque todos los que probaban eran
desafinados, hasta que un día llega uno muy dispuesto y canta su bocadillo:
“¿El Señor Germónt? Una dama en un coche me dio de aquí no lejos, para vos este
recado”. Rodrigo estaba complacido, pero en eso viene Aldo Lario y le advierte
al director que a aquel hombre se le olvidaban las cosas, por lo que no debía aceptarlo.
Y entonces Raúl, que era como era, interviene: “Caballeros, si son dos palabras
nada más, ¡qué se le va a olvidar!. Hay que darle un chance, por favor,
Maestro” Y efectivamente Prats lo acepta y el día del estreno sale el nombre y
canta: “¿El Señor Germónt? Un caballo en un coche me dio de aquí no lejos para
Dios este recado”. Cuando acabó la función Prats quería matar al cantante, pero
otra vez interviene Raúl: “Maestro es que es el primer día y se puso nervioso,
pero lo hace de lo más afinadito…” Prats decide dejarlo y en la segunda función
cuando sale a escena el hombre se queda callado, y se crea un silencio muy
molesto, hasta que por fin mira al tenor Armando Pico que estaba frente a él y
le dice: “Pico, perdóname, compadre, pero se me olvidó”. El maestro Rodrigo
Prats estaba histérico, “Camayd es el culpable, ¿dónde está Camayd?”,
preguntaba agitando la batuta: “Los mato a los dos”.
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