(Juan Espinosa. Pianista
acompañante).
Yo creo que el único que ha sacado del paso a Raúl Camayd
soy yo. En aquella ocasión, año 1973, hacíamos una gira internacional por lo
que era la Unión Soviética
y otros países de Asia, participaban, además, Iris Burguet, María Remolá, Ramón
Calzadilla, Esteban Taylor, Manuel Dúchense Cuzán, Rafael Somavilla, la
orquesta Aragón y Elena Bourque.
Esta foto se hizo durante esa gira. De izquierda a derecha: Ramón Calzadilla, Raúl, Taylor a su lado, Juan Espinosa de espalda y María Remolá. |
Raúl fue como cantante, pero en Moscú, por que Raúl no
solo tenía hábito de dirigir, sino que poseía las facultades para hacerlo, fue
unánimemente seleccionado como Jefe de la Delegación y los rusos, por cosas de la
declinación del idioma, le decían “Camayda”, “Tabarich Camayda pa´aquí y
Tabarich Camayda pa´allá” y eso que a mi me resultaba lo más cómico del mundo,
a Raúl no le hacía ninguna gracia.
Después salimos de la Unión Soviética hacia los
países del lejano oriente: Mongolia, Corea y Viet-Nam. Esos pueblos, por sus
tradiciones, conceden mucha importancia a las personas que ostentan algún cargo
y tienen la tendencia a separarlos del grupo y otorgarle una serie de
prerrogativas al “camarada jefe” y cualquier tipo de orientación solo se la
dicen al Jefe, o sea, a Raúl. Le separaban una suite en los hoteles, una mesa
para él solo en los restaurantes, pero “nuestro camarada jefe” se las arreglaba
para no separarse del grupo: compartía la misma mesa y mantenía el mismo status
que el resto de la delegación.
Raúl y Juan Espinosa al piano |
Nunca se me olvida que estábamos viendo un espectáculo en
Mongolia y allá el caballo es un animal casi sagrado. Por eso casi todas las
canciones se llamaban: “La suerte del caballo”, “El amor del caballo”, “La
tristeza del caballo” y Raúl muerto de risa me decía: “Tú vas a salir
relinchando de aquí”.
Pero yo chivándolo con los de la “Camayda”. Un día
estábamos almorzando y en medio del restaurante siglo con la chivadera. Raúl se
puso cabrón y me dijo hasta del mal que iba a morir. Menos mal que allí, con la
excepción de nosotros los cubanos, nadie más sabía hablar idioma español.
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