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1 de febrero de 2017

Calixto García. Biografía. 40


En La Habana















“Ese es mi hijo Calixto”
Doña Lucía Iñiguez vive en El Cerro, en la calle Moreno No. 23.
A su casa llega un emisario del General Concha, Capitán General de la isla. Le lleva la noticia de la captura de su hijo por el ejército español, que lo retiene en calidad de prisionero.
Lucía: “Perdone el General que yo no le de valor alguno a esa noticia, pues son ya muchas las ocasiones en que lo han dado por muerto y otras por prisionero”.
Emisario: Yo le aseguro a Usted, bajo mi palabra de honor, que el cabecilla insurrecto Calixto García se halla en poder de nuestras tropas”.
Lucía: “No es que dude de usted, General, es que yo tengo forjada en mi mente la idea de que mi hijo ni ha caído ni caerá jamás en poder de las tropas españolas. Calixto es mi hijo y, por lo tanto, no debe rendirse…”
Emisario: “Mire usted señora”, (El jefe español le muestra un papel), “vea el cablegrama del General Sabas Marín donde dice que ese jefe rebelde, antes de caer en poder de nuestros hombres, prefirió el suicidio, disparándose una bala de su revólver por debajo de la barba…”
Lucía: “!Ah… entonces ese es mi hijo Calixto. Muerto antes que rendido”.
Cuando vuelve a la vida Calixto desdeña, enardecido, el cubano al servicio de España que le han puesto a cuidarle y acepta a un soldado de línea
Nada odiaba más el General García que a los hombres que servían a cambio de paga, y en esa categoría tenía a los guerrilleros, cubanos que estaban al servicio de España por dinero. Por eso, cuando vuelve a la vida y descubre que le habían puesto un guerrillero para cuidarle y auxiliarle, desdeña el auxilio y protesta enardecido. Entonces sustituyen al guerrillero por un soldado de línea: Cesáreo Barcala, quien vivió en La Habana hasta el día de su muerte.
1874, Septiembre 6
Parte español avisa que han apresado a Calixto García
Parte español:
Santiago de Cuba. El señor Coronel jefe de la tercera brigada, en telegrama de las 4 y 50 p.m., dice: “El teniente Ariza, en telegrama desde Veguitas dice: Acabo de llegar a este punto. Enemigo derrotado en número de 800, le hice 36 muertos y 4 prisioneros, uno de ellos es el mayor general Calixto García Iñiguez. Por nuestra parte ni un contuso”.
El General español Sabas Marín escribe al Capitán General pidiendo que se devolviera a Calixto al campo de la Revolución porque cuando los sucesos aquel iba a entrevistarse con el fiscal para tratar asuntos de paz
Sabas Marín, que bien sabía que el general García había perdonado a los oficiales prisioneros en el copo del Chato, escribe un telegrama al Capitán General Concha en el que le dice que el honor español no estaría a salvo si no se devolvía al general García al campo de la Revolución, porque éste se dirigía a la conferencia con el fiscal para tratar asuntos de la paz[1].
Concha, aprovechando la oportunidad y en plan pacificador, mandó a dar buen trato al prisionero ilustre e imprimió múltiples proclamas en las que a nombre de Calixto García, llamaba a los insurrectos a la cordialidad.
1874, Septiembre 8
Los oficiales españoles asedian al prisionero con proposiciones de toda índole. Calixto, que no puede hablar a causas del tiro, se ve obligado a contestar por escrito. El 8 de septiembre les dice: “No crea usted que yo quiero comprar mi vida con una villanía, hoy aprecio tan poco la vida que mi mayor felicidad sería perderla”. Y acto seguido, recordando a su madre, escribe: “Como he de escribir a mi madre, desearía saber si voy a permanecer algunos días aquí o si salgo pronto para otro lugar”.
Calixto protesta al leer las proclamas que a su nombre está haciendo públicas el mando español.
Pide escribir al oficial mambí más cercano y lo autorizan.
Cuando Calixto lee las proclamas de Concha a su nombre, protesta enardecido. Pide escribir al oficial mambí más cercano del lugar donde lo tienen, (ese es el General Barreto), lo autorizan.
Carta de Calixto a Barreto: “Sabrá usted que en la tarde del cinco caí en poder de los españoles. Yo pretendí quitarme la vida para no pasar por la vergüenza de ser prisionero de nuestro enemigo. Le aconsejo a usted que no desista en la prosecución del plan sobre el cual me habló, pues el logro de su terminación redundará en la felicidad de la causa que venimos defendiendo”[2].
Esteban de Varona, el viejo agente mambí que se conocía con el nombre de Marqueta, llevó la carta de Calixto al General Barreto y se incorporó al campo mambí[3].



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[1] Este telegrama, al que quizás debió su vida el general, es el comienzo de una serie de mentiras, según las cuales aparece el prócer en actitud conciliadora con el enemigo.

[2] Fernando Figueredo afirma que el plan a que se refería Calixto era el de obtener parque de Jamaica. Sin embargo, el historiador español Pirala dice que en carta de Calixto de 8 de octubre de 1874 a Silverio del Prado, de cuya autenticidad hoy se sigue dudando, escribió el general: “Debo hacerle algunas reflexiones que me sugieren lo que he visto desde mi prisión. Hace seis años, amigo mío que nos empeñamos en una guerra terrible que se ha llevado a cabo con sin igual empeño y sin cejar ninguna de las dos partes. En estos seis años los Departamentos Central y Oriental se han convertido en escombros; pero nosotros no hemos podido adelantar gran cosa en nuestra empresa. Es verdad que hoy somos más aguerridos, que tenemos armas y fabricamos parque; pero, amigo mío, los hombres que caen no se reponen y poco a poco irán cayendo todos los que no perezcan por las enfermedades. Poco hay que esperar de la reacción. Los cubanos, en vez de acudir a ayudarnos, han tomado las armas y están al lado de los españoles, que puede decirse que componen casi la mitad del ejército. Ahora bien, amigo mío: ¿Cree usted que no teniendo esperanzas de triunfo debe permitirse en una guerra que durará más o menos tiempo, pero que no dará el resultado que se espera? Lo creo a usted hombre de juicio recto y por eso me dirijo a usted para decirle que el brigadier Marín está dispuesto a conceder perdón a todos los que quieran venirse, como también conceder pasaporte para el extranjero a los que no quieran permanecer en Cuba. Piense, amigo, en lo que le aconsejo y crea que sólo lo hago llevado del deseo de serle útil a usted.

[3] La conducta de Varona siempre fue dudosa. Cuando llegó al campamento del general camagüeyano Goyo Benítez con proposiciones de paz a nombre de Martínez Campos, fue presentado ante un Consejo de Guerra. Condenado a muerte, fue ejecutado en los campos de Cuba en Armas el 8 de octubre de 1877.

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