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27 de febrero de 2017

Arqueologos de chiripas



Un conjunto de piezas aborígenes fueron descubiertas en el patio de una vivienda en la ciudad holguinera de Banes.
Publicado por el periódico Juventud Rebelde en 18 de Junio del 2011
BANES, Holguín.— Son varias las interrogantes que envuelven aún al más reciente de los hallazgos arqueológicos acaecidos en el país, cuando cuatro jóvenes descubrieron fortuitamente 15 piezas aborígenes, mientras cavaban en el patio de la vivienda número 3603 de la calle Bruno Meriño de esta ciudad, con el propósito de construir una cisterna.
Tras varios días de recibir visitas de curiosos en su casa, Marta Rodríguez Álvarez, en representación de la familia, hizo entrega de la referida colección al Museo Indocubano Baní, institución esa que atesora más de 23 000 muestras aborígenes.
 
Los veinteañeros Leandro Argote Rodríguez, Alberto Rodríguez Roche, Manuel Julio Pérez y Pedro Cruz Rivas nunca olvidarán el instante en que se tropezaron con el primero de aquellos objetos, apenas a un metro de profundidad. Ajenos al gran acontecimiento al que asistían, el auténtico mortero indígena les incitó a gastarse bromas mutuas diciéndose que se convertido en importantes arqueólogos, pero sin creer todavía que aquellas “piedras” eran objetos aborígenes.
Pero su opinión cambió radicalmente cuando siguieron apareciendo otras piezas bajo la tierra.
Entonces buscaron al museólogo Luís Rafael Quiñones, quien acudió al lugar y fue el primer sorprendido al tener ante sus ojos 15 morteros aborígenes de piedra de diferentes formas y tamaños. Y más porque en Banes, lugar conocido como la Capital Arqueológica de Cuba y donde han sido estudiados alrededor de 120 sitios aborígenes, ninguno de ellos han sido descubiertos dentro del perímetro urbano.
Con más de 20 años de experiencia en su labor, Quiñones asegura que necesitó varias horas de meditación y confrontación con otras muestras existentes en el museo Baní, antes de ofrecer cualquier veredicto.
«Aunque corroboramos que estamos en presencia de auténticas piezas de procedencia aborigen, sería muy aventurado hablar sobre si estas pudiesen guardar relación con algún asentamiento habitacional próximo al lugar, y eso es lo que hay que investigar a continuación», reflexionó el museólogo.
Tales consideraciones se embrollan mucho más cuando se advierte que si bien estos artefactos estaban acumulados en un espacio muy limitado, tampoco se hallaron otros indicios, como restos de dieta, conchas, huesos u otros instrumentos afines, que permitan vincularlos a una habitación en la zona.
El hallazgo es considerado como excepcional, además, dada la cuantía y la similar tipología de los instrumentos encontrados. En la generalidad de las excavaciones científicas realizadas con anterioridad no ha sido fácil coincidir con más de un elemento de ese tipo en un mismo lugar.
Elaborados en su mayoría con piedras de río, salvo uno, de roca caliza, llama la atención el hecho de que tampoco se halló alguno de los usuales pilones de piedra, con los cuales nuestros antepasados trituraron sus alimentos.
«Otros misterios son la edad y el grupo humano al cual pertenecieron; en algunos casos, pudieran llegar a unos 6 000 años atrás; pero son solo los cálculos inexactos de un museólogo», explicó el licenciado Luís Quiñones.
Entre las novedades se incluyen la presencia de oquedades en el anverso y reverso de uno de los morteros, así como otro con dos concavidades en una misma cara, «sofisticaciones» de las cuales tampoco se tenían muestras en la región.
«La suma de algunos de estos elementos nos hace incluir la posibilidad, también, de que alguna persona podría haberlos colectado y enterrado allí, como fruto de donaciones o excavaciones no controladas», dijo el museólogo. Tal teoría tiene sustento en la memoria popular banense, al afirmarse que en el mismo lugar del hallazgo estuvo emplazada una casa de empeños, durante los años 30 del siglo pasado, propiedad de una familia de origen español.
Lo cierto es que la última palabra dirán los expertos del Departamento de Arqueología del Ministerio de Ciencia y Tecnología en la provincia de Holguín, quienes comenzaron a sumarse a las investigaciones.
En opinión de Luis Quiñones, este último descubrimiento ha sido el más importante ocurrido en la parte norte del oriente después del hallazgo, en 1986, de los enterramientos de Chorro de Maíta, protagonizado por un grupo de arqueólogos bajo la dirección del desaparecido Doctor en Ciencias José Manuel Guarch Delmonte.
Estudios antropológicos realizados determinaron a esta región del archipiélago como la de mayor habitación humana durante la etapa precolombina.

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