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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

13 de julio de 2018

Martí y los hermanos Sartorio

Por María Julia Guerra y Edith Santos

Ricardo Sartorio Leal
¿Desde cuándo conocía José Martí las actividades conspirativas de los hermanos Sartorio,  especialmente las de Manuel? La única información que se tiene para responder esa pregunta es una carta de Martí a José Dolores Poyo con fecha del 9 de agosto de 1892:

Lleva el comisionado a Oriente, que empezará por Holguín, instrucciones amplísimas adaptadas a la situación. Sartorio, por mis informes, pasa públicamente como conspirador. Puedo asegurarle que, contra lo afirmado, ni en Santiago ni en Baracoa existe hasta este instante, según personas recién venidas con informes y cartas, conexión alguna con lo de Holguín. El comisionado las establecerá, y los pondrá juntos. Le ruego, y a Fernando, que escriban a Holguín, a Sartorio, anunciando que va el comisionado, quien se le ha de presentar con el nombre, supuesto por de contado, de Peter McFarland”[1].
Gerardo Castellanos
Cuando Martí en la carta dice “Sartorio”, se refiere a Manuel y el comisionado McFarland era Gerardo Castellanos. Sin embargo Manuel nunca hizo contacto con Castellanos, quien llegó a Gibara el 5 de noviembre de 1892 y solamente se entrevistó con Félix Hernández, que era el escribano en esa villa.
………..
El 5 de mayo de 1893 Martí envió el siguiente telegrama: Escriba Gómez alzamiento Holguín y guarde reserva ante cualquier visitante hasta mi inmediata llegada. Envíe respuesta a Tesorero Guerra”[2]. ¿A quién iba dirigida la comunicación? No lo sabemos, pero no cabe duda que para entonces ya conocía sobre el alzamiento de Purnio, y le preocupaba la situación.
A pesar de lo poco conveniente a sus planes que fue el levantamiento en Purnio, Martí no desacredita a los hermanos Sartorio, sino que solamente cree que la acción ha sido precipitada, pero considera que se le debe prestar ayuda y eso dice al Generalísimo Máximo Gómez:
“…camino de los últimos preparativos, la noticia temida del alzamiento de Holguín, y abandonarlo todo para tomar las riendas alborotadas en el Cayo, he podido convertir la derrota que ya se anuncia, de los hermanos Sartorios, precipitados o engañados, que debían ir en Mayo a la Reforma a verse con Ud., y conmigo, en una victoria verdadera, en un esfuerzo tan vigoroso de las emigraciones, en dinero y unión, que él nos dejaría un crédito mucho mayor que el que pudiéramos perder con la presentación, aún increíble, de los holguineros”[3].
¿Cuándo Martí y Gómez habían acordado verse con los hermanos Sartorio en La Reforma, Santo Domingo, para aunar esfuerzos? Hasta tanto no aparezca un documento que lo esclarezca solamente tenemos la referencia hecha por Martí, quien poco después, el 29 de agosto, le vuelve a escribir al general Gómez:
“Cuando los sucesos de Holguín, fue mi pensamiento, a pesar de la escasez de los recursos destinados a estos gastos de preparación, cubrir por mi parte la Isla de comisiones, a decir lo que podíamos y pensábamos hacer y lo que deseaban y podían ellos, mientras que yo por la otra acordaba con Ud. la organización que le pudiéramos dar al impulso que ha de ir de afuera[4].
Y más adelante:
“…De Holguín me anuncian los Sartorios, –y yo investigo–, que su organización no está deshecha, sino aguardando” [5].
¿Quién era el enlace entre Martí y los Sartorio? ¿Dónde se encuentra la correspondencia del enlace desde Holguín, si es que existió? ¿Quién o quiénes le dieron a Martí informaciones tales que hicieron que dudara de las intenciones de, por lo menos Manuel, como inferimos?
………..
Carta de Martí a Gómez, 24 de marzo de 1894:
“(...) también he descubierto, –aunque suele uno pasarse de prudencia, y ponerse sin causa a dudar de lo que no debe, que el Sartorius es dudoso por lo menos: las garantías que goza, aún después de la tentativa de Purnio, su mala fama, la desconfianza que a todos parece inspirar en Oriente, la aspereza que muestra de cuando en cuando por no recibir noticias precisas e inmediatas, el anunciar que se desbanda si no es para tal o cual día, y luego seguirse ofreciendo aun cuando no haya recibido explicación, todo me hace temer que el oficio de Sartorius sea como el de Manuel Suárez, y tantos otros, que andan por Cuba husmeando dónde hay núcleos, y convidándolos, para que enseguida les caigan encima pacificadores, o les desordene o aterre el espionaje, o les aplique el gobierno ya, como está haciendo en Oriente, la Ley de vagos: he sido largo en este asunto porque me parece de interés” [6].
En tanto, al general Antonio Maceo, en septiembre,  Martí le confiesa su poca confianza en los hombres de Holguín: “Por allí los visibles, que andan como ordenando, y me llenan de cartas y no me inspiran fe, son los Sartorios y Miró, que son vistos por los nuestros como de reojo, y así creo que ha de ser; mientras no se vea más claro en ellos”[7].
…………….
El 13 de noviembre de 1894, Martí le escribe a Juan Gualberto Gómez explicándole como ha de actuar para aunar fuerzas y voluntades dentro de la Isla para prepararla para la contienda que presiente muy cercana. En relación con los hermanos Sartorio, aunque ha dado su conformidad para el trato, manifiesta sus dudas:
Con Sartorius no hay razón plena para no tratarlos, aunque eso nunca me ha convencido ni satisfecho; mas hágase de modo que ellos sigan, y nunca repose en ellos la primera acción. Una pregunta queda sin respuesta, a más de otras confusiones relacionadas con esto por acá: ¿cómo se hizo lo que se hizo con Antonio y Flor y no se hizo lo mismo con Sartorius? ¿Cómo salió perseguido un amigo que le envié, y él después se presentó muy de improviso y sin derecho a una persona que en Cuba suponía mi amigo especial?” [8]
…………
Cuando se encuentra en los campos de Cuba en armas con Ricardo Sartorio y después de conversar con él, ¿qué criterio tenía Martí de los dos hermanos y que juicio se hizo de lo platicado? Nada dejó anotado en su Diario.


[1] Obras Completas. T. 2, p.103.
[2] Obras Completas. T. 28, p.414.
[3] Obras Completas. T.2. pp. 321 y  322.
[4] Ibídem, p 386.
[5] Ibídem.   p. 388.
[6] Obras Completas. T.3, p.87.
[7] Ibídem, p.246.
[8] Ibídem, p.369.

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