Por: María Julia Guerra y Edith Santos
La estancia en Kingston fue muy corta, solo unas pocas horas, pero intensa y fructífera fue la labor. “De un día no más fue la fatiga ruda; pero bien satisfecho salía de cada casa, caminando por la acera que blanqueaba el polvo, conversaba con alguno que acaba de llegar de la finca, y todo estaba dispuesto a entregar para la Patria, sin creer que era bastante”[3].
Corta e intensa fue la relación que unió al general
holguinero Mariano Torres Mora con José Martí. Tal vez la primera referencia
que sobre el holguinero tuvo Martí fue a través de una carta de Máximo Gómez del
18 de septiembre de 1893, desde Montecristi, donde le dice:
"Además
de varios jefes de adentro con quienes tengo necesidad de entenderme, la hay
también de hacerlo con otros que están fuera, como por ejemplo, los Maceo,
Crombet, Rodríguez, Torres, Cebreco, Sánchez y otros con quienes no se ha
cambiado ni una frase del Plan, seguro y bien combinado, de auxiliar e
invadir..."[1]
Esta misiva fue en respuesta a la carta-informe que le
envió Martí para notificarle a Gómez sobre su viaje a Costa Rica y Haití.
Luego Martí se encuentra con Mariano Torres cuando en
uno de sus viajes de preparación de la Guerra Necesaria y en su peregrinar para
aunar voluntades y recursos, llegó el 22 de junio de 1894 a Kingston, Jamaica,
procedente de Panamá acompañado por el joven hijo de Máximo Gómez, Francisco
Gómez Toro (Panchito).
Panchito dejó por escrito lo que sigue: “Sabían que íbamos
y habían ido al muelle negruzco, a esperar que el vapor se arrimara de costado.
El paso se tupía de cubanos cuando llegamos a tierra, y los
brazos recibían al Delegado con apretón de orgullo y entusiasmo. (…) Daba el
balcón del hotel al patio que se junta al mar, los cocos en fila abanican el
ancho comedor de bancos amarillos, donde habían venido los amigos llenos de ansia
de estar junto al Delegado”[2].
La estancia en Kingston fue muy corta, solo unas pocas horas, pero intensa y fructífera fue la labor. “De un día no más fue la fatiga ruda; pero bien satisfecho salía de cada casa, caminando por la acera que blanqueaba el polvo, conversaba con alguno que acaba de llegar de la finca, y todo estaba dispuesto a entregar para la Patria, sin creer que era bastante”[3].
Es posible que de una de esas casas de la que salió
Martí, satisfecho, fuera la de Mariano Torres, quien tenía una finca en las
cercanías y se dedicaba a su explotación.
A la noche siguiente Martí escribe a Máximo Gómez:
“Después
de un día de feliz trabajo, el único que podemos pasar en Jamaica, le escribo
en un cuarto sin luz, ya al entrar la madrugada. El 22 salimos para Kingston, y
de ayer por la tarde que arribamos a esta hora, creo, sin dificultad visible
tener allegados para principios de mes unos cuatro mil pesos, lo que de aquí
necesitábamos.
(…)
“Pero
el mejor recuerdo que me llevo, y que a Ud. le será el más agradable, es el
acuerdo de Mariano Torres, hoy acomodado y padre de larga familia, a salir de
aquí en combinación con el movimiento general e inmediatamente después de él,
sin más compañía que la de diez o doce hombres de total confianza, ni más
intervención que la suya propia, al aviso en que fía totalmente de Ud. o de mí.
Todo, en bote propio y con armas de acá, costará $500.00 que saldrán de acá
mismo. ¡Qué fuerte se siente uno con la adhesión cuerda y limpia de hombres
semejantes! Ud. pues, me ordenará acerca de él.
(…)
“Yo no veo qué nos impida, a su orden de Ud.,
despachar a la vez el buque de Ud., el de Maceo, el de las Villas, calculado de
manera que su alijo siga de cerca y casi coincida, con estos dos, y la orden
para Mariano de Jamaica”[4].
Meses más tarde, exactamente el 3 de noviembre de
1894, Martí le escribe de nuevo a Gómez, esta vez es una extensa carta en la
que le habla de los preparativos de la guerra y en ella reitera:
“Lo
de Mariano Torres es como dije a Ud., y él mismo dice: que deseaba llegar a
Cuba directamente, y solo, de Jamaica. Sobre recursos bien recuerdo lo que a
las dos de la mañana nos decíamos en el balcón del hotel: “¿Y qué pueden
necesitar Ud. y unos pocos hombres? Alquilen una goleta como aquí la alquilan todos
los días en la costa, que les costará $100 o $200. Y armas, ¿qué mucho van a
necesitar? No, me dijo él; esto todo es poco, y creo que se podrá conseguir
aquí. Y si no, yo se lo mandaré. Y se lo mandaré, cuando estemos al salir. Y
más, para que no le detenga eso. Y él vino a mí espontáneamente, cuando me
quedé solo, y se había ido la gente de entusiasmo vano. Si quiere, pues, podrá
ir. El no parece desear que Ud. le pelee por la tierra por la que no pelee él.
Él es áspero y bueno”[5].
……………………………
Después de la caída en combate de José Martí, Mariano
Torres se puso en contacto con Estrada Palma y organizó en Jamaica al grupo de
cubanos que estaban dispuestos a acompañarlo en la expedición. La vigilancia
del Gobernador de Jamaica, instigado por el Cónsul de España y algunas
dificultades creadas por determinados emigrados, hicieron que el primer intento
fracasara. Pero el tenaz coronel Torres prosiguió los esfuerzos y logró arribar
a Cuba en un pequeño bote. Desembarcó el 19 de noviembre de 1895 por Portillo,
en Manzanillo, trayendo con él a los tenientes coroneles Vicente Pujals y Juan
Ferrera (Baracoa) y a los ciudadanos Luis Yero Miniet, Francisco Rodríguez,
Luis Felipe Torres, Félix Ferrera, Antonio Pacheco Ortiz, Luis Borde Nario,
Tomás Poll, al costarricense Ramón Corrales y al práctico de mar Jacinto
Cervino.
LEER ADEMÁS:
Acta de defunción del General Mariano Torres Mora.
Accidentado y largo proceso sobre el derecho del General Mariano Torres Mora para tener derecho a pensión
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