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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

18 de julio de 2018

La historia casi nunca contada de Peñita y Jaime Muñoz, jóvenes holguineros que fueron amigos de José Martí



Por: María Julia Guerra y Edith Santos
Prueba irrefutable de que la juventud holguinera se unió a la Guerra Necesaria es la participación en ella de Jaime Muñoz Sánchez y Rafael Peña Torres. Ambos procedían de familias acomodadas y formaban parte de los círculos de cultura y sociedad en la ciudad de Holguín, además eran amigos personales del periodista José Miró Argenter.
Estaban los dos junto a Miró cuando conocen a José Martí en el camino hacía Altagracia el 9 de mayo de 1895. De ellos anotó Martí en su diario: “Jaime Muñoz, peinado al medio, que administra bien (…), y Rafael Peña”[1]

Antes del estallido de la guerra el periodista José María Heredia había convertido su casa de Holguín en un centro de reunión de conspiradores, se reunían allí “José Miró Argenter y su esposa, Panchito Frexes, los hermanos Betancourt Manduley, Pitín de Zayas Ochoa, Federico Pittaluga, Rafael Peña, Jaime Muñoz, Pepe Torres”[2]
Como se recoge en una crónica publicada en Holguín para narrar lo ocurrido el día del santo patrono de la ciudad e inauguración del ferrocarril de Gibara a Holguín, en 1893, era Rafael Peña un joven de la sociedad holguinera, ágil y buen jinete.  En dicho texto se dice, además, que el día 5 se realizó un torneo frente al Consistorio (La Periquera), en el que participaron dos bandos: el punzó y el azul, con ocho jinetes con sus respectivos caballos por cada uno. “Tres carreras sin cuento y después de alzadas algunas cintas por jóvenes de ambos partidos, se  suspendió la lid, resultando vencedores los jóvenes Eduardo Ochoa y Rafael Peña, los dos del bando azul, pero habiendo obtenido igual número de sortijas cada uno, la suerte discernió el disputado premio a favor del segundo”[3].
Rafael Peña (Peñita) nació el 2 de noviembre de 1870 en la ciudad de Holguín y fue bautizado en la iglesia San Isidoro con el nombre de Andrés Rafael Patrocinio de Peña Torres, hijo de Andrés Peña y Caridad Torres[4].
El 17 de junio de 1895 el coronel José Miró Argenter creó el Regimiento mixto de caballería e infantería de nombre Martí; tanto Jaime Muñoz Sánchez como Rafael Peña Torres, formaron parte de él.
Constantino Pupo en su libro Patriotas holguineros, dice que Rafael Peña fue de los primeros en regar con su sangre la tierra holguinera, pero no hemos encontrado en qué combate o escaramuza fue herido, sí que el hecho debió ocurrir alrededor del 15 de agosto de 1895, y así se asegura porque en esa fecha Miró le escribió a su esposa Luz Cardona, que en esos momentos se encontraba en Los Moscones, en pleno campo insurrecto, y le dice: “Mañana tendrá el placer de abrazar a Peñita, que va con Jaime a ese punto a convalecer”[5].
En otra misiva, escrita posterior a la anterior, dice Miró a la esposa:  “Ya me imagino el cuadro tiernísimo que se habrá desarrollado en esos solitarios lugares a la llegada de Peñita. Jaime, que cuide bien a Peña y no permita que ande a caballo. (…) tranquilidad es la mejor medicina”[6].
Cuando casi ha trascurrido un mes, el 28 de septiembre, desde Bijarú, Miró  vuelve a escribirle a la esposa: “Jaime y Peñita que permanezcan a vuestro lado por ahora y allí al cuidado de todo, vigilando como es debido”[7].
Rafael Peña Torres, Peñita, tras restablecerse se incorporó a las fuerzas del general Luis de Feria Garayalde y con ellas se unió a la columna invasora en Antón, Camagüey, el 21 de noviembre de 1895. Combatió en Iguará, Menocal, Boca de Toro, Mal Tiempo, Lajas, La Colmena, Coliseo y Calimete. En octubre de 1896 regresó con el general Feria a la Brigada del Departamento Oriental y participó en el ataque y toma de Las Tunas y en otras acciones en el triángulo occidental de Holguín. Asimismo participó en el apoyo al desembarco del Laureada en marzo de 1897, que se produjo en el lugar conocido como Mano de Pilón, en Estero de Júcaro: el contingente expedicionario al mando del mayor general Carlos Roloff lo integraban 37 hombres y el cargamento de pertrechos de guerra que transportaron fue el mayor traído a Cuba.
Una anécdota interesante y a la vez que habla de la persona de Rafael Peña nos la cuenta Horacio Ferrer, en su libro Con el rifle al hombro:
“En el corazón de un monte firme, en Palmarito de Gamboa, jurisdicción de Tunas, había un rancho levantado para refugio de la familia del doctor Faustino Sirvén, comandante de Sanidad de nuestra tropa. Allí llegamos, de paso, la tarde del 13 de agosto de 1897. El comandante Rafael Peña y yo, después de un mes de licencia, marchábamos a incorporarnos, él a las fuerzas de Holguín, yo a las de Tunas, a las que respectivamente pertenecíamos. (…) Un súbito incidente nos hace salir del marasmo en que estábamos: un enorme majá de Santa María se había deslizado dentro del bohío atraído por el olor de una niña recién nacida, hija del doctor Sirvén. Ese fue perseguido y muerto a machetazos por Rafael Peña”[8].
En junio de 1898 el general Máximo Gómez dispuso que el general Mario García Menocal, jefe de la División de Holguín, pasara a ocupar la jefatura del 5to. Cuerpo de Ejército, que operaba en las provincias de La Habana y Matanzas. Horacio Ferrer dice que el número total de hombres que partieron con Menocal eran 180, entre ellos muchos oficiales que renunciaron a su cargo en el primer, segundo y tercer Cuerpo, para seguirlo. Muchos ya se habían distinguido en la contienda y otros tenían un largo historial de lucha, entre estos el coronel Ricardo Sartorio y el teniente coronel Rafael Peña, que iban, ambos, al mando de fuerzas.
El contingente cruzó la trocha de Júcaro a Morón, con la que el mando español pensaba detener el avance independentista hacia el occidente de la Isla y el 14 de agosto llegó al campamento del mayor general Mayía Rodríguez, jefe del departamento occidental, en Jaula, Jaruco, provincia de La Habana, entonces hacía dos días que se había firmado la paz ante representaciones de España y Estados Unidos.
Rafael Peña regresó a Holguín y en los primeros años del siglo siguiente participó en la política local. El historiador holguinero José A. García Castañeda dice que en 1917 “siendo el Término de Holguín esencialmente liberal sufrió más que ningún otro las consecuencias de su pronunciamiento, y así (…) son cesanteados los empleados liberales entre ellos Sigifredo Urbino (…) Rafael Peña (…) cuyos puestos fueron entregados a conservadores”[9].
Jaime Muñoz fue administrador del periódico La Doctrina que dirigió Miró en Holguín desde 1887 hasta mediados de 1894 cuando a petición de los organizadores de la guerra le piden que vaya a Manzanillo a dirigir y administrar El Liberal, lo acompaña Jaime Muñoz. Estando en aquel lugar se entera el 22 de febrero de 1895 de que la orden de levantamiento había sido dada. De inmediato se encaminan hacia Holguín. “Desde mitad del camino y después de hacer noche en una finca cercana al pueblo de Barranca (el mismo donde Carlos Manuel de Céspedes hizo pública una valiente proclama en 1868), Muñoz, que era como un hermano de Miró (…), regresó a Manzanillo, por encargo de éste, para que trasladara a Holguín a la esposa de de este, Luz Cardona de Miró, que había quedado allá. Y así lo hizo”[10]. Luego se integró a las fuerzas que mandaba el propio Miró.
El 30 de octubre en Mala Noche cuando el regimiento de caballería Martí se incorpora a la invasión, Jaime Muñoz se encuentra en él. Al ser nombrado Miró Jefe del Estado Mayor del Ejército de Oriente, pasa a ser su ayudante.
Desde El Lavado, el 8 de noviembre Miró le vuelve a escribir a Luz: “Jaime aguanta firme”[11].
Marta Fernández citó a Miró: “cerca de Caimito, hubo reñida pelea entre nuestras patrullas y algunas del enemigo”[12]. Fue el combate del Hanabanilla, en Matanzas, limítrofe  con el territorio de Las Villas. Bernabé Boza en su Diario asegura que el hecho ocurrió el 25 de diciembre de 1895 en La Estrada y que allí fue herido el ayudante Jaime Muñoz[13].
Muñoz hizo toda la invasión de Oriente hasta Occidente como ayudante del general José Miró Argenter. Este, delicado de salud, tras la muerte de Antonio Maceo pidió permiso al General en Jefe Máximo Gómez para viajar al oriente del país y tratar de restablecerse al lado de su familia. Lo autorizan.
El 6 de enero de 1897, desde Camagüey le anuncia Miró a su esposa Luz: “Yo no puedo tomar otro alimento que leche y algún pollo. (…) Dos o tres días después de Augusto llegaré yo. Conmigo van Jaime y Enrique Alberti”[14]. 
Jaime Muñoz Sánchez, hijo del valenciano Pascual Muñoz y la holguinera Adela Sánchez, había nacido en Holguín el 8 de agosto de 1868[15], en una céntrica y cómoda vivienda de la ciudad, pues sus padres gozaban de una economía desahogada. Después de la muerte de Maceo, al pedir permiso Miró para estar un tiempo fuera de las filas y reponer su salud, Jaime le acompañó y le sigue sirviendo de ayudante. El final de la guerra le sorprende en una finca en Camagüey. De inmediato regresó a Holguín con los grados de capitán. Se instaló en la casa donde había nacido, actuales Mártires No. 30, entre Frexes y Aguilera, donde vivió por siempre[16].



[1] José Martí. Diario de Campaña
[2] Biblioteca Álex Urquiola. Sala de Fondos Raros y Valiosos. Juan Albanés Martínez, trabajo inédito
[3] Jorge González Aguilera. Fiestas Tradicionales, p.45.
[4] Archivo Parroquial de la Catedral San Isidoro de Holguín. Libro 11 de Bautismo. Folio 390, Número 2190.
[5] Leticia Díaz Góngora. José Miró Argenter. Periodista y guerrero, p 54.
[6] Ibídem, p.52.
[7] Ibídem, p.55.
[8] Horacio Ferrer. Con el rifle al hombro, pp. 116-117.
[9] José A. García Castañeda. La Municipalidad Holguinera. Comentario histórico. 1898-1955, p.49.
[10] Nemesio Lavie. Bayate. Índice de la Revolución de 1895, pp. 64 y 65.
[11] Martha María Fernández Rodríguez. José Miró Argenter: el catalán mambí, p. 49.
[12] Ibídem, pp. 54-55.
[13] Bernabé Boza. Mi diario de la guerra. Desde Baire hasta la intervención norteamericana, p.67.
[14] Martha María Fernández Rodríguez. Ob. cit.
[15] Iglesia San José. Libro 5 de Bautismo. Folio 24v, número 152.
[16] Archivo Historia Provincial, Holguín. Censo de 1907

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