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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

3 de octubre de 2014

Carlos García Vélez, embajador de Cuba en Londres y otros sucesos acaecidos con posterioridad..



Por: Ronald Sintes Guethón

General Carlos García Vélez, Ministro cubano a los Estados Unidos, está conversando con el general James Allen,  Director de Señales del Ejército de aquel país,  viernes 18 junio, 1909, en la Feria del Condado de Montgomery. En la fotografía al General se le ve fumar un cigarro.

Cuando en 1912 concluye la labor del General de Brigada Carlos García Vélez al frente de la Secretaria de Gobernación (Cancillería), le otorgan la Legación de Londres y consecuente con su espíritu laborioso, instaura un nuevo horario para aprovechar al máximo las horas de trabajo en la Embajada. El mismo explicó la medida diciendo que “que desde niño me enseñaron a aprovechar la mañana y continuo la práctica que me parece tan indispensable por lo que la establezco en cualquier oficina que ocupo”.[1]


Pero tanto empeño no le gustó a los trabajadores de la embajada, acostumbrados como estaban a las irregularidades y abandonos de los que era objeto la diplomacia cubana. Entre ellos Zendequi, el secretario de la Legación, cubano de sesenta y tantos años y que llevaba muchos ocupando diversos cargos en la misma. Este hombre se negó a ocupar su puesto por estar descontento con el nuevo horario de trabajo aplicado por el Embajador y también porque era contrario a la manera de García Vélez para manejar los asuntos diplomáticos. En carta al Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado, Sr. Cosme de la Torriente, le dice Carlos sobre el individuo: “Lo quiero y respeto mucho al Sr. Zendequi y me ha dolido extraordinariamente su injustificada actitud de no querer pasar a ocupar su puesto de Secretario”[2]. Y acto seguido el Embajador anuncia la decisión que ha tomado, sin que ello asombre a nadie, sabiendo el pensamiento y la talla del hijo del General: “pienso seriamente en abandonar el Ministerio, dejando el campo libre para que Zendequi pueda legalizar su situación volviendo a ocupar su puesto”. Lo que busca es salvar al  amigo equivocado y eliminar todo obstáculo al Gobierno en una situación embarazosa, “perjudicial a los altos intereses de la República y desairada para él”[3].


Pero afortunadamente la situación se  resuelve sin más contratiempos  y Carlos permanece en Londres hasta entrados los años veinte. Sus acciones  en la Legación cubana en Londres significaron un extenso trabajo diplomático, enmarcado en la Primera Guerra Mundial, y durante la cual mantuvo al país informado oportunamente de la compleja situación que se manifestaba en Europa. Posteriormente el Embajador de Cuba en Londres fue enviado a la conferencia inter-aliada de la cual realizó informes y envió documentación a la isla para su oportuno estudio y posterior toma de decisiones diplomáticas. 


A continuación incluimos el texto de una de las cartas enviadas a Cuba por el Embajador García Vélez concerniente al Tratado de Paz de Versalles:

Legación de República de Cuba Londres, 17 de Julio de 1919

No. 83

Señor Senador:

Tengo el honor de remitir a usted adjunto un ejemplar impreso de la edición oficial inglesa, del Tratado de Paz entre los Estados Unidos de América, el Imperio Británico, Francia, Italia y el Japón y Polonia, firmado en Versalles el 28 de Junio de 1919, Treaty Series No. 8 (1919)

Me  es muy grato al propio tiempo enviar a usted, acompañado a esta nota, un texto oficial inglés, del Acuerdo celebrado por los Estados Unidos de América, Bélgica, el Imperio Británico y Francia con Alemania, relativo a la ocupación de los territorios del Rhin y firmado en Versalles el 28 de Junio de 1919, Treaty Series No. 7 (1919)

Reitero a usted el testimonio de mi más distinguida consideración.

Carlos García Vélez

Ministro.


Y a la vez que su trabajo, Carlos García Vélez aprovecha los años en Londres para estudiar y  leer cuanto libro que cae en sus manos, tanto que su biblioteca crece hasta alcanzar numerosos ejemplares. El embajador cubano en Londres alcanza reputación de hombre culto y respetable; lo que puede ser ratificada “con la opinión de algunos asistentes al banquete ofrecido a la misión cubana encabezada por el Presidente de Cuba, General Menocal en la noche del 10 de noviembre de 1921, por el Ministro del Interior, Mr. E. Short, a nombre del gobierno británico en Lancaster House, Saint James. Los grandes diarios de Londres  –el Times, Dally Telegraph, Morning Post-  al día siguiente dedicaban elogios a la misión cubana y, de modo especial, al General García Vélez que esa noche, dicen, estuvo felicísimo en los “toasts” improvisados”[4].


Esos, además, fueron años durante los cuales el General-Embajador fue tolerante con su amigo y cercano colaborador de su padre durante la guerra, Mayor General Mario García Menocal, entonces Presidente de Cuba. Pero tolerancia con los errores del presidente no quiere decir que García Vélez dejara de hacer críticas a los métodos y medidas del presidente que él consideraba equivocados; por ejemplo en carta a su amigo Cosme de la Torriente, el 15 de Agosto de 1919, dice:


“Si pudieras seguir diariamente  mis trabajos en esta Legación te darías cuenta de cuan ingrata es la labor no solo por ser ignorada por nuestro Gobierno sino porque mis amigos formarán un concepto poco ajustado a la verdad del interés que despliego en el cargo.

No me quejo; pero siento  que Cuba no saca todo el provecho de la gestión del más modesto de sus servidores en el exterior. He seguido con orgullo tu actuación en el Senado y me felicito que no todo esté podrido en Dinamarca.

(…) Y no olvides que te quiere y admira tu viejo y desilusionado amigo”[5].


Cuando Alfredo Zayas sustituye a Monocal en la Presidencia de Cuba concluye la estadía de García Vélez en la Legación en Londres. 


En un principio parecía que la situación en Cuba iba a mejorar con Zayas, García Vélez, feliz, manifestó su apoyo al nuevo presidente. Pero muy pronto el tiempo desenmascaró la retórica zayista que sostuvo una común administración que padeció de altas cuotas de corrupción.


A  mediados de 1923 la  situación  en el país se deterioró dramáticamente: el vicio del juego, especialmente la Lotería Nacional, eran fuentes de capitales mal habidos y la venta de indultos o su otorgamiento por motivos políticos a delincuentes de toda talla y  sobre todo, a criminales, era el pan de cada día. 

El 12 de Agosto de 1923 se creó el Movimiento de Veteranos y Patriotas, organización heterogénea que aglutinó diversos sectores del país. La médula de su proclama era la exigencia de la honestidad gubernativa en lo que atañe a determinados renglones de la administración pública; la vergüenza electoral y la impartición de justicia. Asimismo los Veteranos y Patriotas plantearon públicamente dos grandes preocupaciones del momento: una, de carácter político: la abolición de la reelección presidencial, que tenía profundas raíces de repulsa popular y  la otra, de carácter económico, el asunto ferrocarrilero (Ley Tarafa o Ley Ferrocarrilera), que reunía a lirios y troyanos en una misma  trinchera.  


Carlos García Vélez asumió el liderazgo del movimiento, exigiendo junto a los demás integrantes el pago de las pensiones que el Gobierno no pagaba desde hacia tiempo pretextando carecer de dinero del fondo de la Lotería y que el dinero para las pensiones debían incluirse en el Presupuesto Nacional entre los gastos fijos y no expuestos a la irregular ganancia de la timba gubernamental.  La prensa jugó su papel en el desarrollo de los acontecimientos. Refiriéndose a este asunto García Vélez escribió en su diario:


“La prensa acogió entusiasta al movimiento en sus inicios haciendo su agosto de los sensacionales cargos que le hicimos a Zayas, publicados con titulares llamativos. Y no tardó Zayas en satisfacerla. Entonces uno a uno fueron perdiendo  interés en la información de los trabajos de la Asamblea hasta que ya desligados sus intereses a los del presidente cohechador de suave y persuasiva indulgencia, como por ensalmo cesó de pronto de ejercitarse el deber periodístico informático para asumir el de crítico opositor. Ferrara desde Italia ordenó al director del  “Heraldo” que cesara de apoyar a los Veteranos y Patriotas, Baroni contestó que no podía honorablemente hacerlo y al insistir el propietario Ferrara, Baroni renunció el puesto y fundó y dirigió “El Heraldo Negro”[6]. (Toda vez que eran en rojos los titulares del otro Heraldo).


Es por entonces cuando dentro del Movimiento de los Veteranos y Patriotas se gesta un ala que aboga por la lucha armada, en la que se encuentran los estudiantes, entre ellos Mella y Villena. García Vélez no comparte esta opción: “Luché dentro  del Directorio por el mantenimiento de la protesta crítica advirtiendo que no se reforma derramando sangre y mejorando por transfusión. Mi firme actitud produjo descontento en los partidarios de procedimientos de violencia. Ese descontento lo aprovechó Zayas, quien dictó medidas de persecución judicial contra mí. Fui procesado y me sustraje de ser preso, escondiéndome en casa de fieles y abnegados amigos desde las que seguí dirigiendo el movimiento cívico”[7].


No obstante lo que él mismo dice, García Vélez se vió obligado a emigrar a los Estados Unidos para evitar la cárcel. Al llegar fue entrevistado para el periódico EL SOL, al que dijo: “He hecho cuanto he podido por evitar en Cuba una revolución, pero ha sido inútil. El Dr. Zayas, que representa un estado de corrupción no ha querido rectificar. El será pues el culpable único de cuanto ocurra. Un cambio de situación está próximo en Cuba. Terminará de una vez la situación de inmoralidad, la entronición  (Sic) del robo, el escándalo de los gobernantes y creedme: falta muy poco tiempo para esto. Los que supimos hacer patria sabremos luchar una vez más para afianzarla derrocando a los que sin saber hacerla solo tratan de perderla por la corrupción y la desvergüenza”[8].


Diez años demoró el exilio de García Vélez. Durante ese largo período de tiempo se ganó la existencia impartiendo clases de idiomas inglés y francés. Y cuando retorna a Cuba en 1934 el gobierno de Carlos Mendieta le ofrece el  nombramiento de Embajador de Cuba en México. Carlos duda pero la precariedad económica por la que atraviesa la familia hace sus cercanos le imploren para que él acepte. “Tuve que aceptar la de México porque Carmita y Calixto y Carlos me lo pidieron. Aún no he podido ir a tomar posesión del cargo por dificultades pecuniarias después de tantos años sin tener un sueldo fijo. Hoy me considero afortunado de haber aceptado pues los retiros han quedado suspensos hasta nueva orden y la familia hubiera quedado en la miseria”[9]. En México se mantiene aún cuando suceden hechos relevantes en el Gobierno de Cuba. El General Batista es el hombre que manda en Cuba y hasta México llega su fuerza: el embajador debe apoyar la estricta vigilancia que agentes al servicio de Batista hacen a cubanos residentes. García Vélez se niega rotundamente y desde la cancillería le avisan que ha sido rebajado del cargo y nombrado asesor técnico. El regresa a Cuba y se retira de la vida pública.









[1] Archivo Nacional de Cuba. Fondo Academia de la Historia. Legajo: 575 No. Orden 2

[2] Ídem

[3] Ídem

[4] Ídem

[5] Ídem

[6] Centro Información Museo Casa Natal Calixto García Iñiguez. Diario Carlos García Vélez Pág 23

[7] Ídem

[8] Archivo Nacional de Cuba. Fondo Donativos y Remisiones. Legajo 645 No. Orden 59


[9] Ibídem Pág. 130

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