Para los holguineros u holguinenses actuales, el nombre de Maniabón
provoca un temblor leve como el de un sueño que hace mucho ya nadie tiene. Nada
nos liga ni nos obliga a lugar con tal nombre y si el fisgoneador pregunta es
posible que algún vecino asegure que no hay lugar alguno que se llame así. Sin
embargo, dicen, pertenecía la comarca a la provincia de ese nombre, si es que
finalmente aceptamos que los aborígenes tenían el territorio dividido de esa
forma o de una semejante, que a los españoles les parecieron provincias. Sí,
dice alguien con un poco más de información y sonríe, Lomas de Maniabón se
llama un extenso grupo de elevaciones que atraviesan la jurisdicción como
columna vertebral que tiene sus vertebras dislocadas.
De quien todos callaron para evitar alguna minuciosa genealogía que lo
acuse de descendiente fue de Francisco Morales, que avergüenza todavía por la
violencia con que mató indios y fornicó mujeres en una campaña que llevó a cabo
después de la llegada de Diego Velázquez, sobre los indios maniobenses.
Y de Irienú tampoco sabe nadie, con la sola excepción de Juan Albanés que
en una crónica de la vieja y olvidada historia de Holguín lo menciona y dice
que era un jefe indio de la comarca que ayudó a García Holguín en la
colonización. Al parecer era mezcla de blanco y aborigen, descendiente quizás de
un soldado de la expedición del cruelísimo Francisco de Morales (en 1512). No
hay datos que confirmen lo anterior.
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