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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

24 de abril de 2017

Belisario Grave de Peralta y el fin de la guerra de 1868 en Cuba



José Abreu Cardet 
Belisario Grave de Peralta y Zayas nació en Holguín  el 16 de abril de 1841 en el seno de una antigua familia de terratenientes. En octubre de 1868 bajo las órdenes de su hermano Julio, se unió al ejército mambí. Hombre de arraigo en la jurisdicción de Holguín en 1877 había alcanzado el grado de coronel. 
A finales de 1877 en el campo de la revolución reinaban las sediciones, regionalismo, contradicciones políticas y ambiciones personales. En el bando español se habían concentrado una gran cantidad de tropas bajo el mando del general Arsenio Martínez Campo. Este dirigía una poderosa ofensiva político militar- Al mismo tiempo que lanzaba a operar decenas de columnas trataba de ganarse a los mambises. Había anulado la guerra a muerte y tomo otras muchas medidas para en lo militar debilitar la resistencia mambisa.
En el campo de la insurrección  surgen con más fuerza cada día los que pretenden acabar la guerra lo más rápidamente posible, e ir a un acuerdo con España. En Camagüey, el mal germinó incontenible. Los miembros de la cámara, que radica en esos territorios influyeron decididamente en los jefes y oficiales para llegar al colapso final de la guerra.
En diciembre de 1877, en Camagüey, se pidió una tregua, el pretexto era reorganizar el gobierno. Martínez Campo, encantado, accede de inmediato. Se siguió adelante. La cámara se auto disolvió y se formó un llamado comité del centro. Los acontecimientos se precipitaron vertiginosamente, de las conver­saciones, treguas y amigos de traición se pasaron a los hechos. El 10 de febrero se firmó el pacto del Zanjón en Camagüey. La guerra llegaba a su fin en el heroico territorio agramontino.
En esos mismos días que entre saraos y alegrías se festejaba la paz indigna, en Oriente, Maceo batió al batallón San Quintín, una de las mejores unidades de combate española. Enterado con sorpresa de la falsa paz del Zanjón, Maceo pide una reunión en Baraguá de los principales, jefes de la revolución. Holguín no está escaso de pacificadores y traidores. El 8 de marzo Belisario informa­ba a Vicente García:
El presidente de la junta local de Holguín Dr. Collado se había entendido con los españoles en negociamientos de no se que género y arrastró algunos jefes y oficiales y tro­pas presentándose al enemigo...
En estos tiempos difíciles Peralta está en la nómina de la vanguardia. Maceo, quien lo ha combatido por su regionalismo y sediciones lo tiene en cuenta en los momentos de mayor peli­gro para la revolución. Le envía una comunicación dónde le expresa:
En breve Oriente habrá decidido su suerte, si se inclina a la paz puede obtenerla hon­rosamente y provechosa: y si no estará en estado de continuar una lucha en la que fa­vorecidos por mil circunstancias puede, o alcanzar el triunfo, o hacerla intermina­ble...
Otros jefes como Vicente García, Modesto Díaz, Francisco Javier de Céspedes, Luis Figueredo, reciben similares comunicaciones, citándolos para una reunión que se efectuaría en Baraguá.
El 8 de marzo le expresaba Belisario a Vicente García: “...Yo me encuentro en este campamento del general Maceo en Baraguá en espera de una conferencia que debe celebrar con Martínez Campo”  Allí se le unen al Titán de Bronce y otros jefes de Oriente. Maceo les informa de su decisión de continuar la lucha y que efectuaría el 15 de marzo una conferencia con Martínez Campo en Baraguá.
El 15 de marzo la mayoría de los jefes y oficiales orientales están física o moralmente representados por la decisión férrea de Antonio Mace. Aquel día los cubanos, en la palabra de Maceo, hablaron en un solo idioma: La independencia.
Se llegó a un acuerdo con Martínez Campo, se romperían las hostilidades.
Los cubanos crearon un gobierno presidido por Manuel Calvar y se dispusieron a combatir. Ante de que termine el plazo de la tregua, ya Vicente García tenía listas sus tropas para volver a la pelea. El 22 de marzo escribió en su diario:
Organicé una columna de infantería y la puse a las órdenes del coronel Peralta para que marchando sobre la parte norte de Las Tunas se emboscasen en el camino de Maniabón.
Al día siguiente una confiada columna enemiga avanza por el camino que están acostumbrado a pasear su prepotencia por aquellos terrenos, otrora campos de batallas y hoy testigos de una insurrección que se deshace. Pero lo que desconocía el jefe de aquella fuerza enemiga es que con la Protesta de Baraguá: “Renació la disciplina, el ejemplo insuperable de orden, de sentido del deber, de humildad, de acatamiento a la ley, de las instituciones de la república...”
Esto quedó en evidencia cuando el coronel holguinero carga contra el enemigo, matando e hiriendo con los mismos bríos de otros tiempos. Los españoles sorprendidos, se reorganizan contraatacan y logran recuperar sus muertos. Belisario volviendo a la socorrida táctica guerrillera, se retiró con dos heridos. (106) El 25 volvió a batir una columna en Maniabón. El 30 envió una pequeña guerrilla para hostigar al enemigo que se encontraba en Paso de Arroyo Boniato. El 2 de abril recibió una comunicación del General García que le pedía que se reuniera con él. Ese mismo día le escribió:
Enterado por mis espías de la presencia del enemigo en gran cantidad de las dos armas custodiando un convoy me dispuse a batirlo pero lo escabroso del camino en la parte del ajizal me hizo cruzar al lado opuesto y ante de que se percatasen del rastro mande romper fuego ocasionándole cuatro muertos vistos y varios heridos. Por nuestra parte hubo dos heridos del regimiento Jiguaní...
El 5 de abril se reunió en Murcielaguito, con el jefe tunero que se siente satisfecho de las operaciones realizadas por el holguinero. Pero no sólo tiene que combatir contra los españoles, los capitulados, los arrepentidos tratan de ganárselo. Su propio hermano Francisco, que se ha entregado al enemigo, le escribió en tres ocasiones para atraerlo a la traición. La última carta del 8 de abril, después de detallarle la precaria situación de la revolución, expresaba: “No te sacrifiques sin resultado, los españoles tienen hoy de sobra con que atender y destruir a Maceo y sus consejeros, esos grupos diseminados de insignificantes valimiento no cuentan con ninguna simpatía...”
Pero Belisario desoyendo el llamado de amigos y enemigos continuó en los campos con sus  hombres. La situación del ejército Libertador es cada vez más crítica. A las operaciones militares se unen la política, tanto de los españoles como de los presentados, que tratan de atraerse a la paz bochornosa a los intransigentes. Abundan las deserciones, las presentaciones. Las noticias que llegan de la emigración son desalentadoras, Maceo que cumpliendo una misión del gobierno cubano se trasladó a Jamaica para pulsar el ánimo de los emigrados, informó del desconcierto que reina entre esos patriotas, por lo menos en Jamaica que fue con los que tuvo contacto.
Entre mayo y junio la mayoría de las fuerzas insurrectas deponen las armas. Vicente García encargó a Belisario que efectuara la firma del fin de las hostilidades de las tropas holguineras y tuneras, lo que se realizó el 24 de mayo de 1878:
Reunidos en virtud de órdenes de sus respectivos superiores, los coroneles cubanos y españoles Belisario Grave de Peralta y Don Alejandro Morales, en representación de la: fuerzas de ambos ejércitos que operan en la jurisdicción de las Tunas, hemos estipulado en uso de las facultades que se les han otorgado... para la capitulación militar...
Aunque ese día se firma de hecho la capitulación, Peralta esperará hasta el 6 de junio para hacerla efectiva, ¿Por qué tanto tiempo? ¿Quizás confiaba en un renacer de la lucha? ¿Trámites para reunir todas las fuerzas? La pregunta no tiene respuesta todavía.
La tropa bajo su mando estaba integrada por "un Brigadier, doce jefes, 31 capitanes y oficiales, 73 sargentos, 350 individuos de tropa y 218 hombres más... Belisario dirigio una de las ultimas fuerzas mambisas que depusieron las armas en el norte del oriente de Cuba en 1878.

Fuentes consultadas.
José Luciano Franco: Antonio Maceo, Apuntes para una historia de su vida. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, t. I, p. 132.
Archivo particular de Juan Andrés Cué Badá, Santiago de Cuba.
Archivo Nacional de Cuba, Donativos y Remisiones, Legajo, 466, signatura 7.
Sergio Aguirre: Raíces y Significación de la protesta de Baraguá, Editorial Político, La Habana, 1978.
Beatríz Suárez: El Cantón Independiente de Holguín, (Inédito).
Archivo Nacional, Donativos y Remisiones, caja 474, no. 23.
Constantino Pupo Aguilera, Patriotas Holguineros, Holguín, 1956,  p. 109.

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