Al llegar a la Alcaldía en 1940 el Dr. Juan José García Benítez por el Partido Auténtico, presta atención al
embellecimiento del parque y su entorno, a la vez que ejecuta una sustancial restauración
al edificio de La Periquera,
dota a la Banda Municipal
de nuevos uniformes y organiza conciertos populares con notables artistas.
La labor del alcalde contribuye a la vieja aspiración
holguinera de convertirse en capital de una nueva provincia de Cuba.
La aspiración de los holguineros
de segregarse de Santiago de Cuba, en donde radicaban todos los controles de
gobierno de la provincia de Oriente, se remonta al período colonial, pero es
en la década de 1940 cuando la pretensión resurge con mayor fuerza. El
argumento que se usaba era las características socio-demográficas de la
ciudad y su entorno, los múltiples recursos naturales y el potencial económico que podía desarrollarse en la futura provincia
Oriente Norte, explotando renglones como sus
ricos yacimientos minerales, las grandes producciones de granos que
habían convertido a Holguín en “El granero de Cuba”, las grandes zafras
azucareras de sus centrales y otros renglones como los frutos menores y la
ganadería.
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En 1940 era el entorno holguinero una de las zonas más pobladas
del país, por lo que el municipio es declarado de Primera Clase. Sin embargo la
economía del territorio no resolvía las necesidades de sus habitantes por lo
que era esa una región de grandes contrastes. En la educación pública, por
ejemplo, las únicas conquistas del territorio eran la
Escuela de Comercio, la Normal y la del Hogar, el Instituto
Cívico-Militar y el Instituto de Segunda Enseñanza. Esos centros educacionales,
como la inmensa mayoría de las escuelas de Cuba, padecían insuficiencias significativas
en su funcionamiento que obligaron a sus profesores y alumnos a emprender marchas
y desfiles en reclamo de demandas.
Instituto Cívico-Militar de Holguín, luego Instituto Técnico, conocido como ITH, se terminó de construir en 1944. |
En el sector de la cultura el presupuesto estatal apenas
dedicaba una mísera suma al pago de los músicos de la Banda Municipal
que puntualmente realizaban las retretas en el Parque, haciendo de ese espacio
la única sala de concierto a la que tenían acceso los más humildes. Sin embargo
en ese mismo tiempo la burguesía y algunos sectores del proletariado podían
disfrutar de valiosos espectáculos realizados en las Sociedades de Instrucción
y Recreo y en otras instituciones gestadas por iniciativa privada, entre ellas las
emisoras de radio, la
Coral Holguín y el Teatro Infante, construido por la
acaudalada familia de ese apellido.
Era común entonces (y hoy también), que al finalizar las
presentaciones en el “Infante” los numerosos jóvenes que paseaban por el Parque
se aglomeraran en las puertas del teatro para saludar o despedir artistas
famosos que allí se presentaban: entre ellos se recuerdan a Cuates Castilla,
Libertad Lamarque, Esther Borja, Rosita Fornés, Jorge Negrete, Tito Guízar, la
genial soprano española Victoria de los Ángeles o la más famosa violinista
latinoamericana de entonces, la mexicana Celia Treviño. Por iniciativa del
alcalde García Benítez, en 1942 Celia Treviño ofreció en el Parque un imponente
concierto de música clásica con su maravilloso Guarnerius; le acompañó el gran
pianista holguinero César Morales[1].
El maestro Morales devino un
relevante promotor cultural por eso años. Junto a otros elementos valiosos
del ambiente musical holguinero, entre ellos el compositor Pepé Delgado y
Manuel Trinidad Ochoa, director de la Coral Holguín, organizó
conciertos clásicos y populares, festivales y hasta representaciones de
óperas con jóvenes cantantes líricos
que entonces comenzaban a despuntar. Todos esos artistas también solían
participar en veladas en Sociedades y en programas de de radio.
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A la vez el general Fulgencio Batista, durante su periodo
constitucional en la presidencia del país (1940-1944) por la Coalición
Socialista-Democrática, realizó viajes a la región. En varios
de ellos pronunció discursos desde los balcones de La Periquera en los que
hizo promesas de todo tipo a la población de la región que cada vez era más
grande, sobre todo por la cantidad de campesinos que emigraban a la ciudad
buscando la solución a sus problemas cotidianos[2].
Eran esos tiempos muy difíciles a nivel internacional;
desde 1939 había estallado la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias se
hacían sentir en todas partes. En Cuba, las clases más pudientes aprovecharon
la situación para especular con las necesidades básicas de los pobres y los
gobernantes para incumplir con sus más
elementales responsabilidades y justificar la corrupción que imperó a todas
las instancia.
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El 9 de mayo de 1945 al informarse el fin de la Segunda Guerra Mundial, una
nutrida representación del pueblo holguinero salió desde el Parque en gigantesco
desfile en el que expresaron su alegría y la esperanza de que al fin se
solucionarían las ya impostergables necesidades para cualquier ciudad moderna, como
eran la construcción del acueducto, el alcantarillado y la pavimentación de las
calles[3].
(Para entonces el Presidente era Ramón Grau San Martín, por el PartidoRevolucionario Cubano (Auténtico).
Pero pasó el tiempo y no ocurrió nada de lo que Grau
prometió en el parque holguinero Julio Grave de Peralta, y lo peor, que el
Presidente Auténtico no solo se mostraba indiferente, sino que había dado luz
verde a la corrupción y el latrocinio más descarado. Ello fue lo que llevó a la
consolidación de un sólido movimiento cívico en la ciudad, con campañas
permanentes en los medios de difusión, y la fundación de asociaciones civiles como
el patronato Mil Amigos de Holguín, que proyectó y financió parte de la
pavimentación de las calles y otras importantes obras sociales.
[1] Sobre el concierto de Celia Treviño en el Parque Calixto
García de Holguín, puede consultarse el periódico “Diario de Cuba” del 17 de
octubre de 1942, así como otras
ediciones de ese mismo mes en que se comentan las presentaciones de la artista en
otras ciudades de Oriente.
[2] Entre los numerosos discursos de Fulgencio Batista en
Holguín, están los pronunciados desde
los balcones de La Periquera
el 30 de mayo de 1942 cuando era presidente de Cuba, el del 21 de marzo de 1949,
tras su regreso del exilio cuando hacía campaña para volver a la Presidencia por el Partido
de Acción Unitaria, (P.A.U).
[3] Periódico “Diario de Holguín”, p.1, Holguín, 10 de
mayo de 1945.
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