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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

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21 de mayo de 2009

Desmesuras y levedades II

Holguín, 14 de febrero de 2008 Día de los enamorados!!!!!.

Es horrible tener que escribir todos los días. Debo llenar varias cuartillas de esas cosas por la que me pagan y lo único que viene a mi cabeza es tu recuerdo. Sería agradable olvidar la historia que le estoy contando al mundo para dibujar con estas manos que te provocaron en la piel todas las desmesuras y levedades, las letras con que se escribe tu maldito nombre. Más no lo hago porque me pongo muy triste. Lo peor de la tristeza es que uno puede acostumbrarse a ella. Pero aún así, me de sentirla: eso prueba que de verdad te amé aunque ahora tenga que pagar por eso. Lo doloroso es la indiferencia, tu indiferencia. Vamos a ver cuándo se me quita este dolor: entonces no habrá odios ni rencores, puedes tener la certeza. Tu serás como el recuerdo de un olor agradable y vivirás en el mejor mundo posible: en mis recuerdos. Mañana viajo a La Habana (3 de la tarde). Haré todas las gestiones, hasta las más desesperadas, con tal de preparar las cosas para irme definitivamente. Solo huyendo de esta ciudad podré curar la angustia que desde hace muchos años conozco, conocemos. Vuelvo el domingo, entonces, si me he curado un poco te buscaré. El que se termina fue un amor grande, yo lo sé y tu también. Merece que haya una despedida suave entre los dos. En mi casa, para ti, hay una botella de ron. Si quieres celebrar alguno de los buenos sentimientos que una vez sentimos, ve, escondí la llave “allí, donde tu sabes”. Bebe por los dos y después ve con tus nuevas amistades. La vida no se detiene. Feliz día de San Valentín. No firmo: Ya no tengo nombre para ti. Adiós.

Desmesuras y levedades I

Ten cuidado porque la tristeza llega y sin darnos cuenta nos acostumbramos a ella.

12.55 de la noche. Miércoles 2 de julio de 2008. Es esta una hora muy difícil para mí. A esta hora cierran los lugares donde me refugio para tratar de no pensar en ti. Ahora quedo solo conmigo, pero no me gusto cuando estoy triste. ¡Tanto que has peleado porque duermo mucho y ahora que necesito dormirme profundamente, por un mes o dos años, no tengo sueño, ni un poquito de sueño!. Estoy condenado a quedarme conmigo y mis recuerdos. Me queman por dentro esto que se me ha ido acomodando ahí. Es eso lo que me tiene así, acostumbrado a estar triste. Vengo de caminar sin rumbo ninguno. Me duelen los pies de tanto caminar, ¡necesito tanto cansarme para soportar el piso frío donde he de dormir, si es que puedo dormirme de una maldita vez!. Me cuesta tanto olvidarte. ¡Tantas cosas debieron ser diferentes!. Ya no me quieres, es verdad, lo he podido comprobar. Y sin embargo, pienso que a pesar de todo en este momento debías estar a mi lado. El piso sobre el que duermo fuera blando si contara con la solidaridad que, supuse, siempre tendría de ti. Creo que nada es más útil para las gentes que saber ser agradecidos. ¿Cómo puedes dormir, delirantemente dormir, sin que te importe lo que me ocurre. Sin siquiera saber qué ha sido de mi hoy. Ya que no duermo creí que debía escribirte esta nota que por mis desmesuras y levedades no te mando, pero escribir me hace más daño… Es la 1.12 de la madrugada. Adiós por hoy.

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