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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

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26 de septiembre de 2016

El americano de Mayabe (Holguín, Cuba)



El primer “americano” que llegó a Mayabe, Holguín, o sea, el primer estadounidense que fue a Mayabe se llamó James Waterman Cooper. Este llegó en noviembre de 1901 y compró a precio de bagatela, 27 caballerías de la finca Santa Rosalía, que era de la propiedad de Agustín Ochoa Aguilera.

Pero Cooper no fue el americano famoso de Mayabe. Ese fue Thomas Randolph Towns Barnes, natural de un condado o municipio de Georgia, donde nació en 1867. En su lugar de origen Mr. Towns compró a una compañía que vendía tierras en Cuba, varias parcelas de Mayabe, lo que quiere decir que él no conocía a Mayabe y que vino ¡por casualidad!: es que casualmente eran esas las tierras de Mayabe las que estaban en venta cuando Mr. Towns decidió comprar en Cuba.

20 de noviembre de 2011


Tomado de: La Municipalidad Holguinera (Comentario Histórico) 1898-1955
Dr. Pepito García Castañeda

Derrotado en sus aspiraciones senatoriales y distanciado de don Tomás Estrada Palma, don Rafael Manduley del Río funda en Holguín la “Agrupación Política Independiente”, de la que es Vicepresidente don José Agustín García Leyva y Secretario, Pepe Torres. Esta “Agrupación” figura en las elecciones parciales del 28 de febrero de 1904 con el nombre de “Coalición Oriental Independiente”, la que lleva a Manduley como Candidato a Representante a la Cámara. Este triunfa en sus aspiraciones derrotando al también holguinero General Manuel Rodríguez Fuentes, que era candidato por el Partido Nacional. En esas mismas elecciones aspiraron por la Coalición Oriental Independiente y fueron electos como Consejeros Provinciales los holguineros Heliodoro Luque y Luis Masferrer y Grave de Peralta.

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NombreRafael Manduley del Río
Nacimiento28 de octubre de 1856
Holguín, Bandera de Cuba Cuba
Fallecimiento19 de julio de 1924
Santiago de Cuba, Bandera de Cuba Cuba
PadresJesús Manduley y Pupo y María de los Ángeles del Río
Coronel. Procurador. En 1890 participó en la fallida conspiración conocida como Paz del Manganeso. Ingresó en el Ejército Llibertador el 2.5.1895, incorporándose, con grado de Coronel, al Estado Mayor del Mayor General Antonio Maceo. Asistió como delegado por el 2 Cuerpo a la Asamblea Constituyente de Jimaguayú (13.9.1895), donde fue elegido vicepresidente. El 19.9.1895 recibió el nombramiento de gobernador de la provincia de Oriente. El 19.5.1896 fue nombrado subsecretario de la Guerra y en junio se hizo cargo de la Secretaría, ya que el secretario titular, Mayor General Carlos Roloff, partió en misión al extranjero. El 2.8.1896 renunció para incorporarse al Cuartel General del 2dp Cuerpo. Fue electo delegado a la Asamblea Constituyente de la Yaya (10.10.1897). Esa vez no aceptó el cargo de gobernador de Oriente, para el cual lo nombró el nuevo Consejo de Gobierno. A comienzos de 1898 fue designado jefe Estado Mayor de la División Holguín (4ta Div 2do Cpo), donde terminó la guerra. Se licenció el 24.8.1898. En 1900 se desempeñó como juez municipal en Holguín y Baracoa, sucesivamente. Fue delegado a la Asamblea Constituyente de 1901, en la que combatió a la enmienda Platt. Representante a la Cámara por Oriente de 1904 a 1906 y gobernador de esa provincia desde el 10.10.1918 hasta el 24.2.1913. Participó en el alzamiento de los liberales en febrero de 1917, en contra del reeleccionismo del presidente Mario García Menocal. Murió en Santiago de Cuba, el 15.7.1924.
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Desde tierras holguineras, José Martí le escribe a Carmen Miyares: 
Altagracia, Holguín, 9 de mayo de 1895.
A reserva de más larga carta, que pronto podré escribirles desde Manzanillo, ansioso ya, con más premura que las de las leguas continuas y los sucesos, de poder guiarlos conforme a un plan rápido y general, les pongo estas líneas ya en tierras de Holguín, tan nuestras como cuanto he visto, y con 500 hombres armados, oyendo hablar al fervoroso Miró y al abnegado Rafael Manduley, brillante e impetuoso en Holguín.

16 de noviembre de 2011

Evolución histórica de la Plaza de la Parroquial y los inmuebles que la conforman desde sus orígenes hasta nuestros días


Por:  Angela C. Peña Obregón / Hirám Pérez Concepción / Yadira Rojas Espinosa

A unos 270 metros aproximadamente del río Jigue, y a unos 380 metros del Marañón, así de cerca, supongo que para tener cercano el abastecimiento de agua, y así de lejos, supongo que para protegerse del desbordamiento de los ríos cuando la lluvia era intensa, se fundó el pueblo de San Isidoro de Holguín a partir del trazado de dos plazas y unas diez calles de unas cuatro cuadras cada una de ellas. En la planta, de factura regular debido a que las vías se delinearon bastante rectas, (aunque las manzanas no guardaban las mismas dimensiones), se destaca la Plaza de la Parroquial, sobre todo porque la parcela que ocupó, era de mayor extensión que las del resto de la estructura urbana, incluso de la Plaza de Armas.


El esquema de la plaza donde estaba la parroquia respondía, como es obvio, a las funciones puramente religiosas que tendría, (y de ahí el tamaño!): en el interior de esa plaza  de construyó la Iglesia Parroquial, tal como lo estipulaban las Leyes de Indias para la fundación de ciudades mediterráneas, y exactamente a como fue costumbre en todos los lugares donde así ocurrió, la plaza fue nombrada de la Parroquial y sirvió de antesala y lugar de celebración de las fiestas religiosas de entonces, y cuando la iglesia era clausurada por algún motivo la plaza fue sede de los ritos católicos. 


Más y a pesar de la importancia de esta plaza presidida por la iglesia, su génesis, aún está un poco oscura e indocumentada, exactamente como casi todas las historias tempranas de los pueblos cubanos.

Solamente el primer historiador de la ciudad, Don Diego de Ávila y Delmonte (1865) nos dejó algunas referencias de ese primer momento fundacional, trasmitidas a él por su padre, Rosalía de Ávila, Regidor del Ayuntamiento de la ciudad en los inicios del siglo XIX. Y éste, a su vez, debe haberlo recibido de la escasa documentación de la época y por lo que contaron sus ancestros.

Felizmente nuevas fuentes han ampliado el panorama acerca de este proceso inicial de la historia del pueblo de Holguín y en específico de esta área que, hasta el año 1869, se convirtió en la de mayor interés político y social. Una de las fuentes a la que nos referimos fueron los trabajos histórico-arqueológicos realizados en 1996 en la Catedral de San Isidoro por especialistas del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, CITMA y del Equipo Técnico de Monumentos del Centro Provincial de Patrimonio Cultural, y en 2009 esos trabajos se extendieron a tres viviendas cercanas al perímetro de la plaza, entre ellas, la Casa del Teniente Gobernador, sita en Morales Lemus entre Aricochea y Cables. La otra fuente, apenas conocida, fue el estudio del plano alzado por el Ingeniero Ordinario Joseph de Mesa en 1737, documento cuyo original se encuentra en el Archivo de Indias.

Los antecedentes del sitio donde fue delineada la Plaza de la Parroquial quedaron referenciados por Ávila Delmonte, cuando explicó que el lugar seleccionado para construir la iglesia era el mismo donde en el siglo XVI había estado el bramadero o lugar donde bebían las reses del hato San Isidoro de García Holguín.

Porque servía para aquellos fines era ese el punto más alto del valle Cayo Llano, como se llamó el sitio donde hoy se erige la ciudad. En 1716 fue trasladada desde Las Guazumas hasta allí una pequeña iglesia en el año 1716, según el obispo Morell de Santa Cruz. O sea solamente se conocía que la historia urbana de Holguín iniciaba en el siglo XVIII pero las investigaciones arqueológicas evidenciaron la existencia de un núcleo poblacional de mediados del siglo XVII, aproximadamente cincuenta años atrás, nuevo fechado que no es absoluto pues consideramos que el sitio fue habitado a partir de servir de centro del hato ganadero.

Por su parte el plano de Joseph de Mesa nos trasladaba al primer esquema del poblado, desconocido por los historiadores que nos antecedieron, los que consideraban que la iglesia siempre había sido la de hoy, con la salvedad que el área más antigua de ella era la correspondiente con la capilla de la Virgen del Rosario, actualmente del Santísimo (hacia la derecha entrando).

Se puede afirmar hoy que la plaza ocupó una gran parcela en forma de rectángulo que se extendía unas dos cuadras hacia el centro del primitivo poblado, entre las calles San Miguel, San Ildefonso, San Diego y María Magdalena (actuales Maceo, Aricochea, Miró y Luz Caballero). La calle San Isidoro (Libertad) que, corría entre las de Maceo y San Diego quedaba interrumpida por la plaza pues la extensión mayor de la misma era de este a oeste, hacia las calles transversales María Magdalena y San Ildefonso. 

Tempranamente a la fundación del poblado, además de servir de sede religiosa, la plaza adquirió las funciones administrativas y políticas hasta 1869. 

Al recibir el pueblo la condición de Ciudad, el 18 de enero de 1752, su Teniente a Gobernador, Dr. José Antonio de Silva y Ramírez de Arellano, compró una casa con frente a la plaza, exactamente en la calle San Ildefonso entre San Isidoro y San Miguel. Era esa de materiales endebles y cubierta de guano, pero aún así hasta 1787 se convirtió, en la residencia de los Teniente Gobernadores y albergó las instituciones políticas y administrativas como la Casa de Gobierno, la cárcel y el cuartel . 

Esta vivienda anteriormente reseñada fue vendida al Teniente Gobernador Silva y Arellano, posteriormente Marqués de Guisa, por Don Diego Batista. Y como era esta la residencia de la máxima autoridad de la comarca el resto de los vecinos quiso vivir cerca y por tanto las casas se fueron alineando a las mencionadas calles. Entonces esas no poseían portales (o corredor como decimos los holguineros), y en su mayoría eran de embarrado sobre horcones y cubierta de guano, separadas entre si por una ancha faja de terreno y replanteadas en un gran solar que se extendía generalmente hasta la calle del fondo. 

Eran esos primeros vecinos de Holguín que hicieron sus viviendas alrededor de la Plaza de la Parroquial, hacendados, sacerdotes, militares, funcionarios del cabildo y comerciantes. Algunas de estas familias habían llegado desde Bayamo, Santiago de Cuba, Baracoa y Jamaica, cuando aquella isla pasó a manos de los ingleses en 1655.

Ya para 1730 la iglesia, que había sido bendecida en 1720 y trasladada hasta este punto en 1716, fue sustituida por un pequeño edificio de embarrado y cubierta de tejas de una nave y pisos de tierra apisonada. En  1751 la ampliaron a otras dos naves, sacristía y cuarto para el cura. En 1765 se le agregó otro cuarto, fecha a la que ya se le había colocado en las naves piso de losas de barro, según dice el Obispo Morell de Santa Cruz. En 1760 la plaza fue iluminada con cuatro farolas. 

Preciso es hablar de otra de las funciones citadinas que caracterizaba a las poblaciones cubanas de entonces, heredada del cristianismo, y que completan la imagen de la Plaza holguinera: Desde la fecha de construcción del templo en 1730, la iglesia y su plaza funcionaban como cementerio de la población. También por costumbre, los difuntos se sepultaban dentro y fuera de la iglesia en un camposanto aledaño. Dicho camposanto estubo  rodeado de una palizada de jiquí, por unos 80 años, según consta en los Libros de Entierro de la propia parroquial.

Estas ya narradas funciones políticas, religiosas y sociales que tenía la plaza la convirtieron en el área más importante y animada de la ciudad dieciochesca. Y cuando llegó la  primera mitad del siglo XIX el uso de ese espacio se incrementó por el aumento de la población y a la vez su  aspecto fue variando y enriqueciéndose cuando, por ejemplo, en sus alrededores las casas comenzaron a ser una veintena de ellas con techo de tejas. Posteriormente el Teniente Gobernador Francisco Zayas y Armijo remodeló viejas instalaciones, entre ella la iglesia y construyó otras nuevas como el primer edificio de dos plantas para cárcel y cabildo en la cuadra de la calle Cárcel con el fondo hacia esta plaza. Fue por ese mismo tiempo cuando  fue clausurado el cementerio que afectaba la salud de la vecindad y descalificaba el ornato de la nueva Iglesia Parroquial.

Veamos cuáles fueron esas obras de Zayas y Armijo:


Ha quedado dicho que la vieja parroquia holguinera estaba construida en el centro de la plaza, pero cuando a esta la remodelaron fue retirada unos metros hacia el fondo y hacia el lateral izquierdo, lo que permitió que quedara abierta la cuadra de la calle San Isidoro a cuya fachada se enfrentó la nueva obra. Con ello se producía la primera transformación urbana relevante que ocurría en la ciudad, pues además de rectificarse la calle San Isidoro, la parroquia ya no estuvo más dentro de la Plaza. Asimismo, al correrse la Iglesia hacia atrás y hacia su costado izquierdo, quedó una faja de terreno más amplio hacia el lateral de da a la calle Aricochea, y desapareció la plazoleta o patio hacia el fondo (Calle Miró), donde estaba el pozo. 

Y mientras se remodelaba la Iglesia, las casas de los vecinos más influyentes política y económicamente en la ciudad, se construían para entonces con bellos techos de influencia mudéjar, elaborados con maderas preciosas decoradas y muros de mampuesto ordinario hacia el exterior con la finalidad de hacerlos más sólidos. Claro como el desenvolvimiento económico no daba más que para la fachada, la mayoría de los vecinos de las inmediaciones de la Plaza mantuvieron los viejos muros interiores que fueron levantados con la técnica del embarrado.

Todavía quedan en pie algunos de los viejos portones
Pero eso sí, eran bellísimos los grandes portones. Su carpintería tenía elementos del estilo barroco y el arco o los arcos de la sala, pues llegaron a construirse hasta tres, eran los elementos que le daban el toque de belleza y la representación social o cierto abolengo a los que las poseían. Para entonces, excepto en la cuadra de la calle Miró, las casas fueron adquiriendo la portalería, de pies derechos de madera en un principio, que caracterizaron esa época histórica y de los cuales se conserva actualmente uno de ellos en el antiguo perímetro de la plaza. 

A pesar de que ya para entonces la Plaza de Armas (Actual Parque Calixto García), se había convertido en el hábitat de familias del más alto rango social, la de la Parroquial era significativa al punto de que todo lo que acontecía en la pequeña ciudad, fuera político o religioso, se celebraba en ella, como por ejemplo la bendición del templo y la primera misa, efectuados el 3 y 4 de abril de 1720. Y desde esa fecha en lo adelante (hasta hoy), se comenzó a celebrarse la fiesta del patrono San Isidoro, y también la festividad de la Virgen del Rosario, patrona de muchas de las familias fundadoras. Y claro está, los holguineros celebraban en la Plaza de la Parroquial el extenso programa de fiestas que marcaba el santoral católico, Santa Ana, Santiago, etc. 

Y cada vez los acontecimientos debieron crecer en majestuosidad. El de ellos que quedó con mayor fijeza en la memoria colectiva de Holguín fue el recibimiento al Gobernador de Cuba (Gobernador de Oriente), que en 1752 vino hasta aquí a oficializar a la población y crear la jurisdicción. Cuenta el primer historiador de Holguín, Ávila del Monte que esperaron los vecinos al Gobernador con una pequeña banda de músicos y que luego la población residente vino hasta la Parroquia donde hubo Misa especialísima. 

Además, el hecho de que permaneciera el Ayuntamiento en esa Plaza y que allí mismo estuviera la cárcel, el Cuartel de Caballería, pequeños comercios, y que en la Parroquial funcionara la Junta de Vacunas y el registro de la población por medio de los libros de bautismos, matrimonios y defunciones, y que en el templo se repartieran las papeletas para los entierros a los pobres de solemnidad, la Plaza continuó siendo centro de Holguín, adonde iban todos los días la mayoría de los vecinos que eran entonces, españoles, canarios, esclavos e indios. (De todos ellos se habla en los viejos libros de la antigua parroquia, y en la documentación del Ayuntamiento). Esas valiosas escrituras son testimonios de los protagonistas de ese periodo y de la evolución histórica, urbana y arquitectónica de la Plaza de la Parroquial a lo largo de su devenir histórico. 

En 1819 se inauguró una nueva iglesia, la de San José, hacia el norte. Hasta entonces la Iglesia Parroquial había sido la única por más de un siglo en todo el territorio jurisdiccional. Para esa fecha la ciudad fue dividida en dos barrios. La línea límite entre ambos era la calle del Rosario (Frexes). Entonces el control de la vecindad fue repartido entre las dos iglesias, pero la participación del Consistorio en las actividades político y religiosas continuaron realizándose en la Parroquial. 

Hacía 1800 las calles holguineras habían cambiado de nombres. Las antiguas de San Isidoro, María Magdalena, San Miguel y San Ildefonso, que son las que circunvalan la Parroquial Mayor, comenzaron a llamarse Comercio, Luz, Barcelona y Espartero. (Esas son las que los holguineros contemporáneos llamamos Libertad, Luz y Caballero, Maceo y Aricochea).

En distintos momentos del siglo XIX se continuaron realizando obras en la iglesia, como la construcción de las capillas laterales.


En la década de 1860 se produjo un temblor de tierra que provocó cambios sustanciales en la imagen de la Iglesia, sobre todo porque la torre, situada al centro de la fachada, fue afectada. Entonces se construyó una nueva fachada con la torre hacia el lateral derecho entrando y con terminación en espadaña. (Todavía para 1868, fecha en que se inicia la guerra de independencia en Cuba, la torre de la San Isidoro estaba en proceso de construcción). Para octubre de ese año, cuando el sitio a la ciudad por parte del Ejército Libertador, la Plaza de la Parroquial y varios de sus inmuebles participaron de los hechos. La casa de la familia Nogales, sita en San Miguel y María Magdalena (Maceo y Luz Caballero, actual Restaurante 1545) alquilada para Casa de Gobierno, fue uno de los puntos por donde comenzó el ataque mambi. La Iglesia Parroquial fue tomada por Julio Grave de Peralta, uno de los jefes que dirigía el ataque, quien la ocupó como cuartel. El 17 de noviembre, Peralta mandó a izar la bandera de Céspedes en la Torre. Y por su parte, el Cuartel de Caballería, localizado detrás de la Iglesia también fue tomado. Pero a pesar de estos hechos el punto principal de la acción revolucionaria fue la Plaza de Armas donde estaba la casa de Francisco Rondán (La Periquera), que fue donde se acuartelaron el Cuerpo de Voluntarios, el Teniente Gobernador y las familias influyentes a favor de España.


Treinta y ocho días después concluye el sitio y ataque a la ciudad, pero, por las excelentes condiciones de la casa de Rondán y ante el peligro de un nuevo ataque, las fuerzas españolas no lo abandonan y ya en 1869, en calidad de arrendamiento, el Ayuntamiento se traslada definitivamente a esa casa. De esta forma la Plaza de la Parroquial dejaba de ser el centro administrativo y político de Holguín, función que junto al religioso la había caracterizado por más de un siglo.

Durante la segunda mitad del siglo XIX, sin que se conozca exactamente el año, la plaza de la Parroquial fue pavimentada con losas cuadradas de barro y esa imagen la tuvo por unos cuantos años, tantos que con ese piso llegó hasta la primera mitad del siglo XX. Mientras algunos de los viejos corredores de madera y tejas fueron sustituidos por columnas en su mayoría toscanas y cubiertos con los de azotea. Hasta hoy en día existen allí algunas de las primitivas viviendas del siglo XVIII. Igualmente en las primeras décadas del XX  algunos  corredores (excepto el ya referido en Luz Caballero y Miró) son totalmente sustituidos por nuevos diseños, para entonces al estilo ecléctico, pero todos mantienen los diseños del siglo XIX. (Pero como es claro suponer algunos fueron repuestos totalmente, como sucedió con la casa de don Luis de Fuentes, edificada a ese nuevo estilo, para la sociedad La Unión Holguinera, actual escuela de música José María Ochoa).


El siglo XX también marcó significativas transformaciones en la Plaza que evolucionó hacia otras importantes funciones, entre ellas la más importante fue esa área perdió la condición de espacio religioso y se abrió como espacio público citadino, en condición de un nuevo concepto, el de parque, al que en 1900 nombraron José Martí. Pero pocos años después, el 10 de abril de 1916, lo rebautizan con el nombre de Mayor General holguinero Julio Grave de Peralta, (exactamente en esa fecha se develó la estatua del Mayor General Peralta al centro del parque). Pero a pesar de esa transformación importante, las calles que rodean al parque,  que recién había recibido otros nombres diferentes a las que por siglos habían tenido, Libertad (posteriormente Rafael Manduley), Luz Caballero, Maceo y Aricochea, seguían siendo los espacios de las procesiones para las Fiestas de San Isidoro o Fiestas de Abril y los carnavales, la de las Romerías a los cerros de la Cruz y María Ruiz, y el espacio del parque era utilizado para situar un carrusel y para actos cívicos y patrióticos realizados en el interior de la Iglesia Parroquial, entre ellos, las honras fúnebres al Mayor General Calixto García Iñiguez cuando se conoció de su fallecimiento en 1898, en Washington y u otros actos como la recordación de cada 7 de diciembre, fecha de la caída de Antonio Maceo.


Pero además el parque se convirtió en un foco cultural. En 1922 la construcción de la glorieta Ángel Díaz, (que después de su reciente reconstrucción pasó a llamarse glorieta Albanés), añadió una imagen singular a ese lugar al poder escucharse allí la música interpretada por la banda del ejército o la del los Caballeros de San Isidoro. (Hasta ese momento públicamente solamente se escuchaba música en las retretas que se realizaban en la Plaza de Armas o en ocasiones en otras plazas). También en esta área existió la primera biblioteca que se fundara en Holguín, la San Isidoro, cuya sede en la Iglesia Parroquia, era de uso público y con una colección variada, formada por distintas materias, no solo la religiosa.

General Julio Grave de Peralta y Zayas
Luego las construcciones que enmarcaban la Plaza fueron perdiendo el uso habitacional para adquirir el comercial: bomba de gasolina y venta de carros, funeraria, estaciones de ómnibus, fábrica de bastidores, carpintería y mueblería, bodegas, carnicerías, depósito de cerveza, además de fondas y hoteles fueron ocuparon los espacios paulatinamente. También debe destacarse que en la cuadra de Aricochea funcionó el colegio-convento Lestonnac, y en la de Luz y Caballero instituciones como la Colonia China y la Unión Holguinera. Pero estas funciones que ahora animaban la antigua plaza, no incidieron agresivamente en su imagen urbana, aunque llevaban cambios en el interior de los inmuebles.


En verdad las transformaciones irreversibles sucedieron a partir de 1939, fecha en que se produce otro temblor de tierra. Desde entonces la Plaza de la Parroquial no es igual aquella de siglos anteriores. Por ejemplo, entonces varía el diseño de la Parroquial a la que se le construyen dos torres, una a cada lado de su fachada principal. Pero, incluso, desde antes la iglesia se fue transformando, en 1922 el atrio del lateral izquierdo había sido cercado con un barandaje de estilo ecléctico al concebir allí los Caballeros de San Isidoro, la Plaza Fernández Lestón.


Otro cambio agresivo e irreversible, a pesar de ser un proyecto moderno de estilo racionalista, ocurrió en la década de 1950: en la cuadra de la calle Aricochea fue demolida una vieja construcción neoclásica, caracterizada por un gran corredor de columnas toscanas, para edificar la Estación Crespi, que propiciaba el tránsito por ómnibus a los principales poblados y sitios rurales cercanos a Holguín. A la plaza le eliminaron el pavimento de barro que le daba genuinidad y cierto sabor de añejamiento y le colocaron el que todavía posee que es de  hormigón, y también en esa fecha le cambiaron los bancos una, otra y otra vez… cada vez que los cambian los bancos cambian de estilo. 

Otra idea que, gracias a Dios, no llegó a materializarse nunca, consistía en demoler la vieja casa de los Fuentes y Nogales (Restaurante 1545) y junto a la parcela de la antigua cárcel, clausurada en 1951, edificar el Palacio de Gobierno. 

A partir del triunfo de la Revolución las funciones citadinas en la Plaza, la mayoría de ellas comerciales, tomaron nuevos vuelos. Los comercios fueron nacionalizados y ocupados por nuevas funciones sociales, incluida escuela de música y canal de televisión.  

Para la celebración del 460 aniversario del Hato San Isidoro, antecedente histórico de la ciudad de hoy, la plaza fue remozada en parte: se le reconstruyó la vieja glorieta, demolida en 1947. Por su parte los inmuebles que la rodean fueron pintados, se le incorporó al sitio donde había estado la fachada posterior de la vieja cárcel, desde 1983 arena de boxeo Henry García, un mural histórico, titulado Orígenes, se clausuró el comercio Komodidad para incorporarlo a la heladería Guamá (antiguo Grocery Holguín), se reabrió, después de una rehabilitación la Colonia China, y actualmente, en el espacio de la mueblería Le Varón, convertida en almacén después de su intervención, se proyecta para la ampliación de la escuela de música.

En 1979 la vieja parroquia de San Isidoro fue ascendida a la categoría de Catedral.


Popularmente el espacio ha ido tomando un nuevo nombre, el de Parque de las Flores, reconocimiento valedero pues en él, ya por haber sido el cementerio del siglo XVIII o por haber existido una funeraria en la esquina de Maceo y Luz Caballero o por su cercanía al Cementerio General, ha sido el lugar donde históricamente se han vendido flores.  Y en inmuebles cercanos (cuadra de Maceo entre Luz Caballero y Martí) existieron los llamados Jardines y existe aún una de las dos floristerías  de la ciudad.

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Bibliografía
  • Ávila del Monte, Diego. Memoria sobre el origen del hato de San Isidoro de Holguín. Segunda edición, Imprenta El Arte de José María Heredia, Holguín, 1926.
  • García Castañeda, José Agustín. ¿Dónde se encuentra el centro de Holguín? En Boletín Histórico, Año 2, No. 2, del 15 de abril de 1971, Aguilera 102, entre Libertad y Maceo, Holguín, Oriente P. 13
  • Morell de Santa Cruz, Pedro Agustín. La visita eclesiástica. Selección e introducción de César García del Pino. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1985.
  • Informes de las excavaciones realizadas en la Catedral de San Isidoro y en los inmuebles, Casa del Teniente Gobernador, Liberta entre Aricochea y Cables y en Maceo entre Luz caballero y Martí. Departamento de Arqueología, CITMA, Holguín.

9 de agosto de 2011

Introducción


No es usual encontrar en la historiografía cubana dedicada a las guerras de independencia textos que traten sobre el desempeño de las fuerzas hispanas en las mismas. Por otra parte (que quizás no es otra, sino la misma) en muy pocos casos se mencionan las obras defensivas construidas en ese período por el estado español con el propósito de no perder sus últimas posesiones coloniales en América. Lo anterior hace muy interesante dar a conocer las particularidades de éstas obras en el territorio que llegó a ser conocido como la España Chiquita, (Gibara, Holguín), y sus alrededores inmediatos.

Caso sui generis este debido al desarrollo económico y social que alcanzó Gibara, a lo que se suma la composición étnica de sus habitantes. Es lo anterior lo que permitió realizar construcciones militares apreciables aún hoy, a pesar del paso de los años y al maltrato a que han sido sometidas, por las inclemencias del tiempo y por la irrespetuosa acción humana sobre ellas.

Este estudio está enmarcado en un extenso espacio geográfico de la provincia Holguín, el cual se extiende parcialmente sobre los actuales municipios de Holguín, Gibara y Rafael Freyre. El territorio estudiado tiene por límite norte las aguas del Océano Atlántico, incluye en su extremo sur a la ciudad de Holguín, capital provincial y se extiende al este por casi toda la superficie del municipio Rafael Freyre (en tiempos coloniales parte de la jurisdicción giabreña). Su límite al oeste coincide en gran medida con parte de la línea divisoria entre las provincias de Holguín y Las Tunas. Incluye también a la villa de Gibara y las poblaciones de Fray Benito, Santa Lucía, Bocas, Floro Pérez y otras.

Históricamente esta comarca contiene el sitio de arribo de Cristóbal Colón a Cuba y el lugar de la Isla donde permanecieron por más tiempo las naves y los hombres que participaron en aquel primer viaje de los españoles a América. Desde 1513 y hasta 1752 el territorio estuvo comprendido en la jurisdicción de la villa de San Salvador de Bayamo. A partir de esa última fecha fue segregado e incluido en la nueva jurisdicción y tenencia de gobierno de Holguín creada en ese año

Este espacio geográfico posee un bello paisaje compuesto por una zona montañosa, la Sierra de Gibara, y un terreno ondulado en el cual sobresalen las características formas de los mogotes del Grupo Orográfico Maniabón que han devenido en símbolo del lugar de descubrimiento mutuo de dos culturas.

A unos 30 kilómetros al norte la ciudad de Holguín se encuentra la bahía de Gibara, donde estuvo ubicado el puerto comercial de la jurisdicción holguinera durante los siglos XVIII y XIX. Fue en el siglo XIX, a partir de la habilitación oficial del puerto(1) cuando ambas poblaciones, las fértiles tierras agrícolas situadas entre ellas y terrenos aledaños, alcanzaron un desarrollo económico superior al de muchas otras regiones del oriente del país.

Las primeras obras militares que existieron en Holguín fueron simples cuarteles situados en casas particulares de vecinos quienes las alquilaban al estado español con esos fines, sin embargo la primera obra arquitectónica de importancia que se construyó en el puerto de Gibara fue militar: la Batería Fernando VII, concluida en 1818.

A partir del inicio de la Guerra de los Diez Años, en 1868, esta tipología arquitectónica de carácter militar se incrementó. En el territorio, que incluía la ciudad de Holguín, la villa de Gibara y los poblados y caseríos existentes en las áreas rurales cercanas, se edificó un conjunto de obras defensivas con diseños medievales, entre las que se encontraban: torres, muralla, fortines, trincheras y cuarteles.

Estas defensas se adaptaron a las condiciones del terreno y a los objetivos para los cuales fueron construidas y se integraron al paisaje, llegando a formar parte de la imagen cultural del territorio. Las viejas y ruinosas construcciones todavía en pie algunas de ellas, son testimonio de una importante etapa histórica del país. Hoy constituyen ellas  un preciado legado cultural. De ahí que el estudio de las mismas haya sido interés de varios investigadores en diferentes épocas.

Entre los primeros en tratar el tema se encuentra Herminio Leyva (2), en el libro Gibara y su jurisdicción, en que abordó la construcción de la Batería Fernando VII y la muralla de Gibara. El Dr. José A. García Castañeda (3) publicó La Batería de Fernando VII, y dejó otros estudios inéditos sobre las Guerras de Independencia, todos de una gran importancia. El tercero, fue Gerardo Castellanos (4), en el libro "Hacia Gibara", donde se describen las fortificaciones más otros detalles que apreció el autor en su recorrido desde Holguín a la Villa en 1932.

Los historiadores gibareños Antonio Lemus Nicolau y Enrique Doimeadiós Cuenca han conservado un valioso material gráfico, y han recogido testimonios de personas que conocieron en mejores condiciones estas obras defensivas e información sobre lo acontecido en ellas. Una larga lista de historiadores y arquitectos de Holguín, Gibara y del CENCREM (5) trataron el tema (6).

A pesar de la existencia de esos trabajos, no se había realizado un estudio integrador de toda la obra defensiva del Ejército Español en el territorio, pues cada autor trató parcialmente el aspecto que le interesó del mismo y sobre todo se investigaron las que se conservan a lo largo de la carretera que une a las poblaciones de Holguín y Gibara. De ahí que, haya sido el propósito de este hacer un estudio general del conjunto militar defensivo construido por el Ejército Español durante las guerras de independencia en este territorio en relación con la riqueza económica del mismo, y demostrar que lo que tradicionalmente fue conocido como Línea Defensiva o trocha militar aunque es más conocido como sistema defensivo (Ver plano) que le dio a Gibara y a su comarca el peculiar nombre de La España Chiquita y que posibilitó que, después de La Habana, la Villa Blanca se convirtiera en la segunda población amurallada de Cuba.

Una órden dada por el Mayor General independentista  Calixto García Iñiguez provocó que se incendiaran todas construcciones del sistema defensivo Holguín - Gibara que estaban entre Auras y Gibara para que el enemigo no pudiera volver a utilizarlas (7). Desde entonces y por más de una centuria este sistema militar ha estado abandonado. Las que llegaron al siglo XX tomó a muchas de estas obras ya sin techo ni plataformas.

Por otra parte la mayoría de ellas que existieron entre Holguín y Auras fueron destruidas o seriamente dañadas por la artillería española durante su avance hasta este último poblado el 16 de agosto de 1898 (8). Y también, lamentablemente, en tiempos de la República, los ayuntamientos de Holguín y Gibara aprobaron las demoliciones de algunas de estas construcciones militares, entre ellas los grandes lienzos de la muralla que rodeaba a la Villa Blanca, para utilizar sus materiales en arreglos de calles y caminos; todo esto a pesar de la existencia de inventarios previos de los propios órganos consistoriales, donde las valoraban y consideraban como propiedad estatal.

A lo anterior súmese lo que es obvio: la acción de los elementos naturales actuó en detrimento de estas obras defensivas, y lo sigue haciendo. A los efectos del sol y las lluvias regulares se ha sumado el paso de decenas de huracanes, de más de un terremoto y el daño que causan las raíces de algunos árboles que crecen cerca de sus paredes o sobre los mismos muros de éstas. Por otro lado la acción depredadora del propio hombre que las destruye cuando toma sus materiales para construir obras nuevas o perfora sus muros en busca de supuestos e inexistentes tesoros.

Con este trabajo, finalmente, se pretende contribuir a salvaguardar este valioso conjunto de la arquitectura militar, (de ahí los levantamientos planimétricos de las obras); y dar a conocer los valores patrimoniales que las conforman. Más insistir sobre la importancia de la conservación de las mismas, pues, con tristeza se ve como cada día se pierde irreversiblemente este legado patrimonial sin que se trace una política tendiente a su mantenimiento y restauración.

La mayor dificultad para hacer la investigación fue la casi inexistencia de fuentes documentales y gráficas que traten el tema. Aparecieron algunas referencias en los Protocolos de las Notarías Públicas de Holguín y Gibara; en los cuales se consiguieron unos someros datos sobre algunas fortificaciones (9). Y asimismo en legajos o documentos sueltos de archivo, y en la papelería aún sin catalogar científicamente del ayuntamiento colonial gibareño donde existe alguna información sobre estas fortificaciones, así como en el fondo Tenencia de Gobierno y Ayuntamiento del Archivo Provincial de Holguín y el Fondo 1868-1878 del Museo Provincial La Periquera. En todos los casos la cantidad de datos aportados por los documentos es parcial y exigua.

Nos fueron de mucha utilidad los Diarios de Campaña tanto de patriotas cubanos como los escritos por miembros del Ejército Español. Lamentablemente no existe en los archivos que se han trabajado (Gibara, Holguín, Santiago de Cuba y La Habana) una relación completa de las obras, ni siquiera en los de la Delegación del Real Cuerpo de Ingenieros. En INTERNET se ha localizado alguna información del Archivo Militar de Madrid que refiere sobre todo la existencia de planos de algunas de las fortificaciones, por lo que consideramos que el tema no queda agotado, sino que está en espera de la posibilidad de que algún investigador realice la revisión en ese archivo. También la pesquisa arqueológica puede enriquecer y esclarecer parte de la información y recuperar vestigios de las obras desaparecidas y la reconstrucción histórica de las acciones ocurridas en ellas.

La investigación se complementó con un intenso trabajo de campo que incluyó reiteradas visitas a numerosos fortines de este sistema defensivo y el levantamiento de planos detallados de los mismos. Se tomaron fotografías de los fortines y su entorno. Se analizó en el terreno en distintas ocasiones mediante el empleo de prismáticos y otros equipos ópticos para comprobar la posibilidad de comunicación visual entre dos o más de estas obras defensivas, lo que corroboró los datos que nos aportaron algunos de nuestros .entrevistados en el área sobre sistemas de señales mediante luces, espejos y banderas empleados para transmitir mensajes entre los poblados de la zona de cultivos, cuyos resultados mostramos en uno de los planos.

El trabajo de campo más intenso se realizó durante dos semanas en 1993, pero tuvo su antecedente en uno anterior desarrollado en 1968, cuyos resultados fue posible consultar. Desde 1993 hasta la fecha cada fortín de los que se conservan entre la ciudad de Holguín y la villa de Gibara se ha visitado en varias ocasiones, para actualizar los datos sobre su estado de conservación.

Entre 1968 y 2000 se realizaron numerosas entrevistas a personas que tenían información sobre los fortines, generalmente por haber nacido en el área y conservar datos transmitidos por tradición oral sobre los hechos desarrollados en los mismos durante las guerras de independencia. Varios de los entrevistados eran hijos o nietos de personas que participaron en aquella contienda desde el campo español y obtuvieron la información directamente de sus antepasados. Uno de los entrevistados había servido personalmente en el cuerpo de voluntarios españoles de La Jandinga y otro estuvo preso en la Batería Fernando VII de Gibara por haber acompañado a su mamá a llevar medicinas a los mambises a las lomas de Cupeycillos en 1896, cuando él solo tenía once años.

En fin, que durante varios años se ha reunido un voluminoso material de alto valor informativo que constituye uno de los pilares de la presente investigación.

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(1)  La habilitación oficial del puerto de Gibara para el comercio internacional fue un hecho consumado  a partir del 11 de julio de 1822.
 
(2) Herminio Leyva Aguilera: ingeniero, periodista, político e historiador. Nació en Gibara el 6 de abril de 1836 y murió en La Habana el 5 de nov. de 1897.Su obra cumbre como historiador fue el libro Gibara y su jurisdicción. Como ingeniero, edificio el teatro La Ciudad de Santa Clara, hoy Monumento Nacional. .

(3) José Agustín García Castañeda, Holguín 1902:1982. Arqueólogo e historiador. Realizó numerosos estudios históricos y arqueológicos sobre la región, gran parte de los mismos aún inéditos.

(4) Gerardo Castellanos García: periodista e historiador. Publicó varios libros sobre las Guerras de Independencia y libros de viajes por regiones de Cuba.

(5) CENCREM: Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología

(6) Licenciada Tamara Blanes, del CENCREM, publicado en un artículo, por esta última, con el título: La Línea Defensiva de Gibara a Holguín en su libro Las fortificaciones del Caribe.

(7) Ver: Muecke Bertel, Carlos: Patria y Libertad: (Anotaciones del Diario de Carlos Muecke correspondientes al 17 de agosto de 1898)

(8) En ese día una columna española de 6000 hombres partió de Holguín con 24 cañones y avanzó desalojando a los mambises que ocupaban todos los sitios estratégicos entre Aguas Claras y Auras. En su marcha iban cañoneando los fortines para impedir que los cubanos pudieran dispararle desde ellos. (Ver: Moure Saco, José: 1102 días en el Ejército Español. Página 72 )

(9) Ocasionalmente, al producirse la venta de algunos terrenos se mencionan los fortines que incluyen. También existen referencias a estos en las descripciones de propiedades que recogen algunos testamentos y particiones de bienes. Las referencias en ambos casos pocas veces van más allá de una simple mención para incluir los fortines en las propiedades, o  para delimitar a estas últimas tomándolos como punto de referencia.

11 de junio de 2010

Paisajes de Holguín



Por ahí, por esas, nuestras inmensidades, se presentan hermosos espectáculos. Esta, dijo el Almirante don Cristoforo Colombo, y muchos lo sabeis por experiencia, "es la tierra...etc" Confieso que me da "una poca" de verguenza por lo tremendo y contundente de la frase, y más porque he ido a muy pocos lugares. Pero me encanta este lugar.


Amanecer en Guardalavaca, famoso y muy visitado balneario de Holguín. Guardalavaca porque la playa está guarecida por unabarrera coralina que impedía la llegada de los corsarios y piratas hasta la orilla, por tanto, ese el más seguro lugar donde guardar las vacas.


Bahía de Gibara




Las anteriores son imagenes de la Silla de Gibara. Fue Cristóbal Colón quien llamo a esa loma nuestra así por parecerle una silla de montar (montura dicen los campesinos de la comarca)

Carretera hacia Antilla. Si siguen la ruta podrán llegar a la bahía de Nipe, el lugar donde la tradición hizo aparecer la imagen de la Virgen de la Caridad, patrona de Cuba

Presa de Limoncito, en Camazán. La vista fue tomada desde la carretera hacia Mayarí, antes de llegar al Manguito, que es donde se bifurcala carretera, una sigue hacia Moa, Sagua de Tánamo, Mayarí y Cueto.

31 de mayo de 2010

Holguín desde las alturas.

Por: Amaury Betancourt.

En un helicóptero subió Amaury Betancourt y desde esa altura, que es mínima y no colosal, muestra este Holguín nuestro de cada minuto, al que sin embargo, no conociamos hasta su "heroicidad".

Intercepción dela carretera hacia Cacocum y Bayamo con la Circunvalación.

Edificios de 18 plantas (nuestras Torres Gemelas)


Terminal de Ferrocarril Central.

El Teatro Suñol (antiguo Infante) desde el cielo cercano.

Allá abajo el Parque de Las Flores. (Con claridad se distingue la Catedral San Isidoro y la Glorieta Albanés)

Reparto La Quinta

Rotonda Gonzalez Valdés en la cima de la Loma de la Cruz


Plaza donde descanzan los restos del Mayor General de las tres guerras deindependencia y Lugarteniente General en1895, Calixto García Iñiguez




 Estadio Calixto García

13 de julio de 2009

La loma de la Cruz: reino contemporáneo de una tradición

Por: César Hidalgo Torres




La loma y su escalinata de cuatrocientos y pico de escalones, es el primer personaje de la ciudad. Los demás, consciente o inconcientemente, somos los otros y sin que haya otra opción, vivimos prendidos a ella. De ella adquirimos su calidad natural, su fragancia y su tristeza, su esplendidez y su mansedumbre. Los holguineros u holguinenses como se decía antes, somos fruto del cerro silencioso y fruto al fin y al cabo, nos nutrimos de su savia y nos prendemos de sus ramas.



Sus laderas, pobladas de árboles algunas veces y otras sin ninguno, sirve de escenario para que las acaloradas mentes fantasiosas de los vecinos ubiquen mentirosos hechos de sangre. Y lo otro es la escalinata agobiante cuando de subirla se trata, en ella se han iniciado al sexo muchos adolescentes (quien escribe estas letras entre ellos, aunque hayan pasado varios años de aquella inolvidable vez…) Sola y larga escalera por donde subimos insistentemente para desde arriba ver la ciudad, allá abajo, dormidita en el valle, como mar casi verde. Desde “La Loma” Holguín es mapa en relieve y mientras, el viento alto besa y limpia. 
Holguín creció geométrica dentro del hueco llano que conforman las lomas protectoras y maternales que nos rodean. La ciudad es recta y horizontal. Una ciudad plana y durmiente sobre la tierra madre. Una ciudad que fue mediterránea y que no lo es desde el asesinato de los dos riítos que murieron para liberar a Holguín de las fronteras que ellos imponían. No intente buscar sus cadáveres, sus aguas se fueron arrinconando, amontonándose y murieron de evaporación y con ellas se fueron al cielo y todavía no regresan como aguaceros ni los jigües que los poblaban, ni los guajacones infelices.



Después de la muerte de los ríos y cuando ya sobrepasamos sus límites, la ciudad envalentonada creció prepotente pero ahora no tiene aguas donde reflejarse. Entonces fue la era absoluta del cerro cómodo que no es varón sino hembra, loma, muchacha coqueta, que gusta que miren y la admiren su belleza, que la monten, la suban y desde la cima entrega el regocijo de la ciudad vieja geométricamente recta con sus esquina de 90º aprisionada en el caos de los barrios posteriores nacidos sin líneas. 
El cerro es nuestro destino perpetuo por ser el holguinero un ser de tierra adentro en esta isla estrecha que habitamos. Es en la cima de “La Loma” adonde con mayor calidad llega el olor del mar que desde Gibara trae el viento. 
Se sube al cerro-loma para adquirir la ciudad entera sin sus palabras usuales, para poseerla acostada sobre su geografía, para cerca del cielo fabricarle un alma que cubra los tejados, que arrope los nidos que los gorriones colocaron en los viejos techos, que pula los fondos pedregosos de los aljibes y las piedras incrustadas en los patios…



Es obligatorio el ascenso, por el llamado perenne del reino de la tradición. Se sube a la loma, lo acabo de descubrir aquí, en lo altísimo de Holguín, para ser el autor de la ciudad por un instante. Porque es imposible negarse al viaje maravilloso de las posibilidades más impredecibles. Solo en la cima del cerro es posible fabricar fábulas para los vecinos por encima de sus hombros.

Holguín de noche vista desde la Loma
El viejo fortín español construido en la cima de la Loma.


La loma vista desde el centro de la ciudad
Vista de la ciudad desde la Loma


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