El contratista Giseppe Pecorelli se adjudicó la subasta para el nuevo edificio de la histórica sociedad Liceo de Holguín, según informó Orlando Almanza, a un costo de $ 118 902.
El edificio se construirá frente al parque Calixto García, en el mismo lugar donde se encuentra ubicada actualmente.
Para mí los únicos de Holguín lo fueron la Casa Maine, por la variedad de meriendas que ofrecía, y la Casa Viú, con sus acreditadas “alpargatas” (Viú tuvo tanto éxito en su negocio que era el único de Holguín que se podía dar el lujo de traer los pavos desde el Canadá y los quesos desde Holanda. En ambas no faltaba el Jamón Planchado.
Fuera de ellas, existían en la ciudad gran cantidad de lugares en que se podía desayunar y merendar, ofreciendo cada una de ellas su especialidad.
En unas conseguías Café con leche con empanadillas de harina de Castilla (ofrecido por Luis Felipe Ham), en otras empanadillas de maíz, y en otras bacalao frito; pero lo más corriente y consumido era el café con leche y un bollo de pan con mucha mantequilla. En otros se ofrecía un pescado frito con pan, o tamal con la macha roja de puré de tomate, y en otras un bistec grasiento con cebollas; en otras, croqueta con pan o un plato de ajiaco (Casa del Ajiaco). Igual estaba la Casa de la Tortilla donde obviamente se vendía tortilla con pan. Igual podías ir a otras y pedir una pizza (Pizzería) o en otras pedir tasajito enrollado en un casabe mojado. En aquella otra había sardinas fritas traídas directamente desde Gibara y en la otra las sardinas españolas, o pastel de guayaba con un vaso de jugo de caña (guarapo), col rellena o coctel de ostiones o de camarones, o un enchilado de jaibas en su carapacho con gotas de limón, o un enchilado de sierra, etc…
Y si nada de las delicias anteriores le apetecía al hambriento, entonces podía llegarse a los carros de fritas, con sus bocaditos de lechón, con croquetas, con albóndigas, papas rellenas, picadillo, masa de cangrejos de pescado, morcillas, longanizas, etc., y todo dentro de un pan al que se le ponía una hoja de lechuga y una rueda de pepino o de tomate y unas gotas de picante.
Se podía conseguir un bistec de Tiburón rebosado con mucho limón, o masa frita de puerco, carne de tortuga o de carey; bocaditos de jamón o de jamonada, o pollo frito, pan con queso amarillo.
Igual había carros de fritas más modestos a los que se les decía “policlínico de los pobres”, con sus productos que no sobrepasaban los diez o veinte centavos.
Nombres que se le daban de acuerdo con la época. En ellas se podía tomar algo y merendar.
Las Pulquerías eran propias de América, y en Holguín no abundaban.
Las Tabernas eran los oasis de los viajeros; estas abundaban en los campos.
Las Cantinas sustituyeron a las Tabernas. En las Cantinas se podía tomar y comer algo, pero su salón carecía de mesas. (Estas originaron a las fondas y estas a los restaurantes y Hoteles).
PULQUERIAS
La Esperanza, de Manuel Trinidad de la Peña y Juan Bautista González, fundado en 1862.
Otra era la de Avelino Betancourt, frente al Mercado.
El de Roque Jacinto Guerra, también frente al Mercado.
TABERNAS
Velasco:
La Caridad, de Don Nicolás Mariño, que estaba construido de tablas y tejas.
El Recreo, de Don Juan Camps, que era una casa construida con la técnica del embarrado.
La Esperanza, de Don Miguel Ramírez, que también era una casa de embarrado