Por: Evelyn Hernández Cobas
Don
Miguel José Íñiguez y León, (1787-1847), primogénito
del matrimonio de don Ignacio Iñiguez Gil y doña Ana Luisa de León y
López, y abuelo materno del Mayor General Calixto García Iñiguez, heredó las tradiciones comerciales de sus
padres, pero no la mayor fortuna.
En los documentos
notariales de Holguín, Cuba, su nombre aparece constantemente relacionado con
litigios que le dan mala fama.
En el año de 1812,
con sólo 25 años de su edad, se le encuentra involucrado en la compra-venta de
solares y colgadizos que le aportaron grandes ganancias. Pero en ese mismo año
realiza una "protesta" con el objeto de conservar su crédito y honorabilidad.
El asunto fue que no pudo pagar a don
José García la suma de 200.00 pesos, exponiendo el deudor que la causa
fue que lo apresó en alta mar un corsario francés y, obviamente, le había
robado la mercancía.
Dos años después,
exactamente el 30 de septiembre de 1814, se le encuentra vinculado al negocio
de venta de ropas que traía desde Santiago de Cuba. Al parecer destinaba las
ganancias que obtenía a saldar sus numerosas deudas.[1]
En 1815 aparece nuevamente
acusado, esta vez por don Isidro Leyva, de no pagarle la suma de 270.00 pesos.
Miguel José dijo que no lo había hecho porque había perdido el dinero[2].
Sin embargo lo
anterior, fue considerado uno de los comerciantes de más renombre en la
jurisdicción de Holguín, junto a José G. Cubero, Antonio Fernández,
Demetrio Pitaluga y José M. Delgado, que formaban la élite en la
comercialización del tabaco. Miguel José se mantuvo en el negocio hasta después
de 1836.
La investigación
documental hecha a su figura sirvió, además, para comprobar que don Miguel José
llevó a cabo protestas contra las autoridades competentes y contra sus socios
de la Palma,
Vionello y Compañía por daños y perjuicios de la mercancía, causada por la
demora en la venta de 200 quintales del producto al Comisario de Guerra don Rafael
García[3]y
de 100 quintales a don Jaime Santi[4].
Miguel José, como
mismo su padre, sostenía negocios y tenía una casa de vivienda en la Villa de
Santiago de Cuba, adonde viajaba desde Holguín constantemente. Suponemos que en
una de esas estancias en Santiago fue cuando conoció a María Mercedes, hija legítima de don Luis Landín y doña
Gertrudis Moreno, matrimonio dominicano establecido en Santiago de Cuba[5].
El 13 de Mayo de
1815 don Ignacio Íñiguez Gil firmó el documento en que aprobaba el matrimonio
de su hijo con María Mercedes. El casamiento se celebró en Santiago de Cuba,
pero el novio no pudo asistir alegando que se lo impedían sus muchas
ocupaciones. Para que lo representara en la ceremonia que se celebró el 21 de
junio de 1815 en la parroquia La Santísima Trinidad de Santiago de Cuba, Miguel
José dio poder en 16 de mayo de ese año al
escribano público de Santiago de Cuba,don Antonio Aguilera. El acto de
casamiento lo celebró el Presbítero don José María de Herrera y Moya
ante los testigos don Manuel Hernández, doña María Josefa Asencio
y don Luis del Valle.[6]
Casado y con su
esposa residiendo en Holguín, Miguel José continúo con sus negocios; el 10 de
Marzo de 1819 adquirió un colgadizo en la calle Santa Bárbara de 25 varas de
frente por 20 de fondo. Esa información nos permite asegurar que continuaba sus
gestiones mercantiles entre ambas villas (Holguín-Santiago de Cuba).
Con dinero
suficiente en sus bolsillos, y con su acostumbrada astucia y experiencia
comercial, Miguel José vislumbró que la expansión urbana de la ciudad de
Holguín iba a tomar fuerza, por lo que compró propiedades y terrenos con
situación geográfica ventajosa a bajos precios.
Una de sus compras
de entonces (1828), fue un solar y colgadizo, con veinticinco varas de frente y
treinta de fondo, que lindaba por ambos lados con las fábricas de don Manuel
Moner y don Miguel Fernández en un precio de 1000 pesos[7].
Antes realizó dos
escrituras de compras y una de venta. Una fue la adquisición en 182.00 pesos del
colgadizo de madera y tejascon cuarto de embarrado y pozo de trece varas y
media de frente y treintaidós tres cuartos de fondo con sus entradas y salidas,
situado en la calle San Miguel[8].
(Esa propiedad la vendió en 18 de marzo de 1828, sin que conozcamos el valor de
dicha venta). Y así, igual, compró una casa que poseía diecisiete cuartas de
frente con treintaidós y medio de fondo, situada en la calle San Basilio, villa
de Santiago de Cuba, que lindaba por el norte con calle en medio y casa de don
Alfonso Gómez, por el sur con el solar del Presbítero Pío Plano, por el este
con colgadizo de doña Dolores Céspedes y por el oeste con casa de doña Luisa
Ferrer.[9]
Incursionó,
también, en actividades relacionadas con la explotación minera invirtiendo
capital en sociedad con don Felipe
Quintana; pero la empresa no fructificó y, se conoce, que para el año
de 1831 nada más había podido pagar 107 pesos y 3 ½ reales y no los 50.00 pesos
establecidos por cada barra; por ese motivo Miguel José se vio en la obligación
de suspender los trabajos hasta tanto no se cancelara la deuda[10].
Participó, como era
costumbre de su época, en la compra-venta de esclavos: el 10 de Junio de 1836
vendió un mulato criollo de 11 años llamado Domingo a don José Grave
de Peralta en un valor de 200 pesos[11]y
posteriormente vendió dos esclavos criollos llamados José Martín y Manuel
en 350 pesos y 400 pesos respectivamente[12].
Mientras ocurría lo
antes narrado, en 1836 se produjo en España el nombrado por la historia como Motín
de la Granja,
un alzamiento militar que obligó a la Regente María Cristina a proclamar la Constitución
de 1812, dándole el poder al Partido Progresista. En Cuba, esa revuelta
encontró un rápido apoyo en el General
Manuel Lorenzo, Gobernador de Santiago de Cuba. Este puso en vigor
medidas como: libertad de prensa, elecciones municipales y formación de
milicias.
En la villa de San
Isidoro de Holguín se juró la Constitución el 19 de Noviembre de 1836,
celebrándose el acontecimiento con fiestas populares de tres días, según dejó
dicho el historiador José A. García Castañeda.
Hasta la villa de
Jiguaní llegaron, también, los festejos Constitucionales, involucrándose en
ellos el Teniente Gobernador. Posteriormente, cuando los monárquicos regresaron
al poder, el Teniente Gobernador de Jiguaní fue depuesto, sustituyéndole el
vecino de San Isidoro de Holguín, don
Raimundo Mármol. Este llevó a aquel pueblo a varios amigos suyos de
Holguín, a quienes nombró en cargos públicos; uno de ellos fue don Miguel José Íñiguez,
que ocupó el cargo de Escribano Público para atender cuestiones judiciales y
extrajudiciales. También Miguel José se desempeñó entre 1844 y 1845como Alcalde
Ordinario de Jiguaní en Primera Elección[13].
(Era ese un cargo que se otorgaba a vecinos honrados y capacitados, ello le
propició altas potestades dentro del Cabildo que presidía, y obviamente,
también posibilidades para hacer negocios, entre ellos adquirir grandes y
buenas extensiones de tierra entre los años 1836-1837).
Sin embargo, una
persona que se dedicaba a tales actividades comerciales y financieras, estaban
expuestas a confrontar dificultades podían generar causa judicial; en el caso
de don Miguel José Íñiguez esos litigios se reiteraron más de lo común, por lo
que cabe preguntarse hasta qué punto eso afectó su prestigio.
Uno de los sucesos
ocurrió en 1836 en la villa de San Isidoro. Un grupo de personas, encabezadas
por don Rafael de la
Cruz Becerra y doña María de los Santos Proenzainiciaron
una "Protesta" contra don Miguel José alegando que este nada más les había
pagado 111.00 y 7 reales de la suma de 3162.00 que les debía. (Por cierto, la
notificación se le hizo llegar a la única hija de Miguel José, doña Lucía Íñiguez, que se
encontraba en Jiguaní. Ella declaró que su padre no se encontraba en aquella
Villa por una causa criminal que le seguían y que en la casa vivienda de la
familia nada más estaba la hija y su madre, doña María Mercedes Landín[14].
Situación similar ocurrió
en 25 de Agosto del año 1837; el comerciante don Manuel Aramendi estableció
otra "Protesta" contra don Miguel José por otro endose de vale,
comunicándoselo a su hija, quien atestiguó por la "ley de verbo" que
su padre se hallaba ausente, que ella desconocía donde residía y que su señora
madre estaba en la Villa
de Cuba[15].
Entre uno y otro
litigio, don Miguel José continuó en sus varios negocios, uno de ellos la venta
de esclavos. El 24 de septiembre de 1838 vendió a don Miguel de Aguilera
un negro bozal ladino (natural de África y sin conocer el idioma castellano), llamado
Lorenzo, de 30 años de edad, en un precio de 300 pesos. Y en 1839 dio
carta de libertad a una negrita de 5 años después que la madre de ella le dio
100 pesos[16].
Y en un caso
semejante al anterior, en 1841 dio carta de libertad a un negrito esclavo de 15
años de edad, después que aquel le entregó 400 pesos.
Las ventas de
esclavos le reportaron a Miguel José la cifra total de 1750.00 pesos[17].
Alternandosus
negocios en Holguín, Jiguaní y Santiago de Cuba continuó don Miguel José
Iñiguez hasta el fin de sus días, hecho sucedido en San Isidoro de Holguín el
24 de junio de 1847, cuando había cumplido 60 años de su edad, (la causa fue
una afección cardiaca).
En el momento de su
muerte, Miguel José no había dejado testamento, lo que es un detalle inusual en
su tiempo, más cuando poseía suficientes conocimientos por los cargos que
desempeñó y en el medio en que desarrolló gran parte de su vida; por eso los
que lo estudian se preguntan si es que él no esperaba morir a tan temprana
edad.
Al desaparecer
físicamente dejó un capital ascendente a 21 187.00 pesos, y también solares,
colgadizos, haciendas, tejares, esclavos, casas y animales. (Ello nos permite
asegurar que se trató de exitoso comerciante que creo un nivel de riqueza
bastante elevado para el contexto de la región oriental de Cuba).
[1]Archivo
Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1814; Tomo 1,
Folios 95 y 96.
[2]Archivo
Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1836; Tomo 1,
Folios 211 y 211 vuelta.
[3]Archivo
Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1836; Tomo 1, Folios
212 y 212 vuelta.
[4]Archivo
Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1836; Tomo 1, Folios 211 y 211 vuelta.
[5]Archivo
Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1815; Tomo 1, Folios
49 y 49 vuelta.
[6]Archivo
Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1815; Tomo 1, Folios 51 y 51 vuelta.
[7]Archivo
Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1828; Tomo 1, Folios 36 y 37.
[10]Archivo
Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Años 1836-1837, Tomo 1,
Folio 113 y 113 vuelta.
[11]Archivo
Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Años 1836-1837, Tomo 1,
Folio 106.
[12]Archivo
Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Años 1836-1837, Tomo 1,
Folio 113 y 113 vuelta.
[13]Archivo
Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Año 1854; Tomo 1, Folio 213.
[14]Archivo
Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Años 1836-1837; Tomo 1,
Folios 135 vuelta y 136.
[15]Archivo
Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Años 1837; Tomo 1, Folio 139.
[16]Archivo
Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Años 1838-1839; Tomo 1,
Folio 138.
[17]Archivo
Provincial de Historia, Holguín. Protocolos Notariales. Años 1844-1845, Tomo 1,
Folio 76.