22.- El General Tacón, deseando pacificar la Provincia de Oriente, sin comprometer el éxito de sus tropas, y deseando antes que ello, lograr la salida del General Manuel Lorenzo de la Provincia de Oriente sin necesidad del empleo de la fuerza, envía a Santiago de Cuba al Comandante de la Fragata de Guerra inglesa “la Vestal”, que se encontraba en la Habana, a conseguir que el General Manuel Lorenzo abandonara la Isla en dicha fragata. Lo anterior lo hizo Tacón con el visto bueno de la Reina Gobernadora que enterada por su Secretario de Estado, informó al Capitán General de la Isla que estaba conforme con lo acordado con el Comandante de la Fragata inglesa, Mr. Guillermo Jones. Pero el inglés fracasó en su primera entrevista.
Mientras tanto, y deseando que sus tropas entren en la provincia de Oriente sin necesidad de pelear, Tacón intenta conseguir un pronunciamiento contra el General Manuel Lorenzo en la Ciudad de Holguín y otro en el Jiguaní, de forma tal que el Bayamo también se viera obligado a secundarlos; y así tenemos en el Archivo Municipal de Holguín una carta firmada por el Coronel “D.I.G.” a Máximo Tamayo, de Holguín, recomendándole se pronuncie Holguín contra el General Manuel Lorenzo. En el mismo documento se da cuentas de que en 30 de noviembre de 1836 Tamayo se lo comunica en carta muy reservada, a sus hermanos Jorge y Francisco Tamayo. Dice la dicha carta que “su amigo común, el Coronel D.I.G. de V. le había escrito a él, con encargo de decírselo a ellos, al objeto de que estos se entrevisten con un tal Barragán, y que todos, unos en Holguín y otros en el Jiguaní lograsen un pronunciamiento contra el General Manuel Lorenzo con lo que no harían otra cosa que obedecer a la Reina y al Capitán General de la Isla”, y que los pronunciamientos se verían apoyados por las tropas de la División Pacificadora. Dice también que si el Holguín y el Jiguaní se pronunciaban con decisión y entusiasmo, el Bayamo tendría que secundarlos, “aunque el Jefe que los manda se hubiera comprometido con el vecindario”. La carta termina diciendo “no creo que haya nadie tan bobo que quiera hacerse instrumento de la ambición de un hombre que muy pronto cesará de ser nada y donde vaya llevará la (deteriorado) nacional por sus imprudencias, cuando no sean miras ambiciosas de elevación y de fortuna”, y en cuanto a los hermanos Tamayo “que si no estuviera convencido del modo de pensar juicioso de ustedes no me atrevería a pedirles esta delicada misión, pero he pensado que en todo obrarán de acuerdo con las ideas que dejo copiadas. Esa es la voluntad soberana y en ella también consiste la felicidad de la Isla”.
Más la antes citada no es la única carta de la que tenemos noticia. Mármol, de Holguín, también escribe al Licenciado Jorge Tamayo Cisneros, al objeto de que procure un pronunciamiento en el Bayamo, y que este envíe a su hermano Pancho con la misma finalidad al Jiguaní, y, dice, escribe la carta después de recibir una firmada por el Coronel “J.S.” en la que, según descubrimos, también lleva la coletilla de que si Holguín y el Jiguaní se pronunciasen contra el General Manuel Lorenzo, el Bayamo estaría obligado a hacerlo.
Por ¿¡cobardía!? de los holguineros, el Bayamo se les adelanta y se pronuncia contra el General Manuel Lorenzo el día 19 de diciembre de 1836. El tal pronunciamiento bayamés sorprende al General Manuel Lorenzo, por lo inesperado y por encontrase en el Bayamo los más firmes partidarios del Régimen Constitucional.
Acto seguido de hacer pública su posición contraria al Gobernador de Oriente, el Capitán del Real Cuerpo de Ingenieros, don José Manuel Ortega, autor del pronunciamiento en el Bayamo, comunica al Gobernador de Holguín al objeto de ser secundado, en comunicación que literalmente les expresa:
“Habiéndose pronunciado en el día de hoy esta respetable, heroica y fiel guarnición y vecindario por el sistema del Estatuto Real que regía a toda la Provincia antes del aciago día veinte y nueve de septiembre último, en virtud de los Reales Decretos de la Reina, Nuestra Señora (que Dios Guarde), comunicado por nuestro digno y nunca bien ponderado Excelentísimo Señor Capitán General de la Isla para su más exacto cumplimiento y recayendo en mí, por la graduación y antigüedad, que obtenga el mando Político y Militar de esta Villa y su Jurisdicción, hasta tanto entren las tropas pacificadoras puestas ya en movimiento hacia esta Villa, cuyas avanzadas ya se hayan bien cercanas, espero de su celo y amor al Real Servicio y tranquilidad de esta preciosa Isla, reponga las cosas al estado y ser que tenían antes del citado día veinte y nueve de septiembre anterior, poniéndose de acuerdo conmigo y repeliendo cualquiera agresión o asechanza que intente Cuba (Santiago de), para lo que se valdrá de todos los medios que le dice su prudencia y actividad, sirviéndose contestarme para dar el debido conocimiento al referido Excelentísimo Señor Capitán General para los fines que sean consiguientes. Dios guarde a Ud., muchos años.
Bayamo, diez y nueve de diciembre de mil ochocientos treinta y seis años”.
Recibida la comunicación anterior por parte del Teniente Gobernador de Holguín, don Ramón Sánchez, esta autoridad cita para esa misma noche a los principales vecinos de la Ciudad para una reunión que se verificó como a las dos y media de la madrugada, pero justo es hacer notar, antes de dar cuenta de lo tratado en la reunión, que el Teniente Gobernador de Holguín, acobardado y desconfiado como estaba, ello muy a pesar de llevar en su pecho la condecoración otorgada a los Vencedores de Cartagena de Indias, como a las once de la noche envió al Sub Teniente de Infantería retirado, don Francisco Mármol con un oficio dirigido al Comandante de la División Pacificadora en el que le manifiesta que seguirá el ejemplo del Bayamo y que estará secundado por el vecindario de Holguín, pero solo siempre y cuando, y sin perder ni un instante, envíe a la Ciudad tropas suficientes para conservar el orden y la tranquilidad pública y poder, con ellas, acallar cualquier intentona y en contra del pronunciamiento. Dice, asimismo, que hace la petición por no contar con tropas veteranas suficientes y asegura que la dicha petición la hace por medio de un hombre de toda confianza, como lo era el Sub Teniente de infantería don Francisco Mármol.
Mármol llega a su destino y desde allá escribe la siguiente comunicación muy secreta al Gobernador de Holguín, que como la anterior, se encuentra en el Archivo Municipal:
Guáimaro, 21 de diciembre de 1836
Sr. Don Ramón Sánchez
Muy señor mío.
Anoche a las diez llegué a este punto, donde encontré al Sr. Coronel Brodet, Comandante de la Columna que en secciones se dirige al Bayamo y Jiguaní. Además de entregarle el Oficio que Ud., manda, tuve una larga conferencia con dicho señor para pintarle el estado crítico de esa jurisdicción holguinera, sin apoyo de amigos que puedan inspirar confianza. Después de discutirlo todo se determinó que permaneciese aquí hasta mañana, que es cuando debe llegar de Puerto Príncipe (Camagüey) un Escuadrón de Lanceros del Rey y la Compañía Cazadores de Tarragona.
Marchó el Coronel Brodet y el Teniente Gobernador Castro hoy a las cuatro de la madrugada para Bayamo con solo ochenta y cuatro Lanceros, y yo espero la tropa de Puerto Príncipe para dirigirme a esa Ciudad con un Escuadrón de Lanceros de Línea al mando del Teniente Coronel Don Benito Bermúdez. Dicho Escuadrón, cuando haga su movimiento para esa Ciudad, para inspirar confianza, se reunirá enseguida con las demás tropas en Bayamo, y con esa medida se dará lugar a que pueda ir Infantería a guarnecer ese punto. El Ejército Pacificador se compone de tres Columnas de Infantería al mando, la primera de Granaderos, de don José Garcerán; la segunda de Cazadores bajo el mando del Coronel Vázquez y la tercera, conformada a partir de Milicias Provinciales no recuerdo el Jefe que la manda inmediatamente. La Caballería, compuesta de quinientos hombres, está bajo el mando del Coronel Brodet. El todo lo viene mandando el General Gazcué.
Según me dijo el Sr. Coronel Brodet, ayer debieron desembarcar en Manzanillo toda esta gente, excepto la Caballería y fuerzas de Tarragona. Todos deberán reunirse en Bayamo para dar principio a las operaciones militares, tomando el pueblo de Jiguaní para interceptar comunicaciones y todas las medidas que exijan las circunstancias.
Al salir el Sr. Brodet me entregó la orden para el Comandante Bermúdez y me autorizó para que a su nombre contestara a Ud., el Oficio, toda vez que de palabra no acababa de exponer de todo y ser el tiempo muy corto. Creo que esta larga explicación habrá llenado ese objeto.
Como a media noche pasó un extraordinario que lleva la noticia (después de haber dejado aquí pliegos), de que en Cuba (Santiago de) ya se había retrocedido y puesto a Lorenzo en prisión. Me figuro que el lunes podrán estar en esa y mientras no dude de mi particular afección hacia un amigo., q.b.s.m.
(f) Francisco Mármol.
PD.
Sírvase enseñar ésta a mi hermano, que no hay lugar para más.
Y con fecha de 23 de diciembre de 1836 encontramos otra carta en el Archivo, redactada en los siguientes extremos.
Comisión del Real Servicio:
Anoche, como a las doce de ella llegó al Partido de Guáimaro don Benito Bermúdez con el Escuadrón de Milicias de la Habana y cien Lanceros del Rey. Inmediatamente le impuse de las instrucciones verbales y Oficio que me dejó el Sr. Coronel Brodet y dicho Sr. Comandante determinó dirigir en el acto dos expresos con la citada comunicación por el Camino Real del Príncipe por donde viene el Sr. Coronel Acosta, Comandante General de toda la Caballería pacificadora de la Provincia de (Santiago de) Cuba y el segundo por el de Sibanicú a donde se encuentra el Sr. Coronel Vázquez, que por su antigüedad es el que manda en ese momento toda las fuerzas de la Expedición. El Coronel Bermúdez pidió a ambos Jefes la ratificación de la orden para seguir con el Escuadrón de Milicias de la Habana a esa Ciudad. Al mismo tiempo me ordenó el dicho Sr. Comandante me adelantara a esa población y dirigiera a Ud., por expreso a toda velocidad esta comunicación y la pregunta oficial de si es necesidad urgente en ese punto alguna fuerza respetable, pues además del Escuadrón, en tal caso irían también a marcha doble las dos Compañías de Tarragona que deben seguir su marcha al Bayamo; pero que si después del cambio político en esa Ciudad se hubiese restablecido el orden y no sea de temerse reacción alguna, se sirva Ud., franca y detalladamente manifestárselo, porque en ese caso toda la fuerza seguiría su marcha recta, y desde Bayamo se podría mandar a ese punto el destacamento que deba guarnecerla. Es de suma importancia, aprovechando los movimientos, que tenga Ud., la bondad de contestar por otro expreso con cabalgadura descansada, pues todas las fuerzas que dejo mencionadas estarán mañana reunidas en este pueblo y serán detenidas hasta la contestación de Ud. Esta debe Ud., dirigirla al Sr. Coronel Vázquez a este punto, con especial encargo al portador se presente al Comandante de Armas de esta población don Diego padilla, que él le indicará el punto a donde debe continuar para llenar el encargo. Y mientras llega guarnición a esa Ciudad, me añadió el Sr. Comandante Bermúdez que se espera de su prudencia y tino militar, haciéndose rodear de los vecinos honrados, y que atienda Ud., sobre todo, a la conservación de la tranquilidad y el orden en el Distrito de su mando.
Dios Guarde a Ud., muchos años.
Las Tunas, 23 de diciembre de 1836
(f) Francisco Mármol.
El día 21 de diciembre de 1836 es que el Teniente a Gobernador de Holguín, don Ramón Sánchez se reúne con los vecinos “honrados” de la Ciudad para decidir si secundaban o no a la Villa del Bayamo en su pronunciamiento contra el General Manuel Lorenzo. Esa reunión se celebró a las dos y media de la madrugada en la morada de la máxima autoridad política y militar de Holguín, y a ella asistieron don Manuel Reynaldos, que era el Primer Alcalde Constitucional de Holguín; don Miguel de los Reyes, don José Luciano Borrego, don José Manuel Peña, don Demetrio Pittaluga, que figuraba en el Cabildo como Síndico Procurador; don Miguel de Aguilera, don José Rosalía de Ávila, que actuaba como Secretario; el Sacristán Mayor don José Ángel de Fuentes, el Vicario interino Presbítero Miguel García Ibarra, el Teniente Cura don Francisco Rodríguez, el Administrador de las Rentas Reales don Juan Hernández Caballero, el Capitán de Infantería retirado don Raymundo Mármol, don Lorenzo Hernández, que también era Capitán de Infantería retirado, el Teniente don Cirilo de Alcalá, don Juan de Aguilera, el Comandante de las Milicias don José Agustín García, el Delegado de Marina don José Santos Durán y el Teniente de Caballería don Luis Proenza. Después de discutido ampliamente con prudencia y meditación el oficio recibido desde la Villa del Bayamo, no obstante encontrarse en el mayor de los conflictos por no tener información oficial del Gobernador Manuel Lorenzo sobre el punto de haberse abolido el sistema constitucional e implantado el Estado Real retrotrayendo los hechos al día 28 d septiembre de 1836, y ante la amenaza del Capitán General de la Isla con el envío de las tropas para imponerlo, y que de hacerlo sufrirían horribles perjuicios tanto sus bienes como sus personas, deciden, movidos por el imperio de las circunstancias, a seguir el ejemplo al que los invita la Villa del Bayamo y con la seguridad que tienen de que también lo hará la Capital de la Provincia, al saber que tanto los propietarios como el comercio santiaguero han pedido al Excelentísimo Comandante General y Jefe Supremo en lo político de la Plaza de Cuba que se digne deponer las armas que tiene preparadas para enfrentar la agresión de la Comisión Pacificadora, y llamándole a sostener la paz imperturbable que siempre han disfrutado, conservando con ella sus personas e intereses, que de otra suerte se confundirían en un horroroso abismo de desgracias; y que en caso de emplearse la fuerza lo harían contra el Pabellón Real y contra sus mismos hermanos, y contra la terminante voluntad de Su Majestad la Reina. Y que aboliendo el Sistema Constitucional que habían proclamado, no se les podría tachar de desleales ni podría decirse en buen sentido de justicia, que eran desobedientes a la Autoridad Superior de la Provincia, ya que las razones que exponían para realizarlo los exoneran y ponen a cubierto de toda nota, cesando la angustia y la confusión en que yacen de hora en hora, y de día en día.
La reunión se dio por terminada a las seis de la mañana, participándoles de inmediato al Auditor de Guerra honorario y Juez de Letras, don José Justo de Aguilera el acuerdo que han tomado de adherirse a la Villa del Bayamo en su pronunciamiento, mostrando su conformidad esta autoridad.
Copia certificada del acuerdo tomado es enviada urgentemente al Comandante de la Expedición Pacificadora, ahora por mediación del Licenciado José Fermín Álvarez, con nota de no ser necesario ya el envío de fuerzas respetables a la Ciudad de Holguín, pero, y siempre el “pero” de los holguineros de 1836, de que pudiendo el Gobernador de la Provincia, General Manuel Lorenzo, tomar represalias contra el Cabildo y el vecindario, se necesitaba el envío a la Ciudad de algunas tropas veteranas, ya que para defenderse solo contaban con algunas Milicias de Infantería y de Caballería.
También en el Archivo de Holguín nos encontramos con una carta del expresado Licenciado José Fermín Álvarez, fechada en Majibacoa en 24 de diciembre de 1836, redactada en los siguientes términos:
“Llevado del deseo de corresponder a la confianza del Gobierno por bien del mayor servicio de la Reina, Nuestra Señora (Q.D.G.), digo a Ud., he llegado a este punto al parecer como a la una de la noche y de continuar la marcha en el acto para el pueblo de Las Tunas, donde, según informe verbal del correo y con Oficio que en sobre vi a la escasa luz de un tabaco enviado al Sub Teniente don Francisco Mármol , supe que allí debe llegar hoy el resto de la Caballería de Lanceros que se hallaba en el Hato de Guáimaro, concibiendo esperanza de que dentro de pocas horas entregaré al Señor Jefe de la Columna Pacificadora el pliego que Ud., me consignó para él y de recomendarle a la palabra la determinada urgencia del socorro de fuerzas militares que necesita la plaza para sostener el noble pronunciamiento que ha hecho a imitación de la Villa del Bayamo, debiendo añadir sobre todo, que Las Tunas se halla en el mismo sentido.
Dios Guarde a Ud.”
Como también encontramos en el Archivo de Holguín copia del Oficio enviado por el Teniente a Gobernador de Holguín al Comandante Antonio Vázquez, en el sentido de haber llegado a la Ciudad de Holguín don Francisco de Zayas, procedente de la Ciudad de (Santiago de) Cuba, en cuya ciudad desempeñaba el cargo de Miembro de la Diputación Provincial, con la noticia de que en la noche del 21 de diciembre y en una Fragata de Guerra inglesa, se había embarcado el General Manuel Lorenzo con sus familiares, habiéndose restablecido en esa Ciudad de (Santiago de) Cuba el régimen del Estatuto Real, y abolido el Sistema Constitucional, habiendo escuchado, además, cuando estaba a ocho leguas de la ciudad de (Santiago de) Cuba, los veintiún cañonazos disparados por la indicada Fragata de Guerra a modo de despedida. En dicho Oficio se añade que “tenía sobre las armas las tres Compañías de las Milicias de Infantería de Blancos, Pardos y Morenos y como sesenta de Caballería, todos bien armados y dispuestos a sostener la abolición del Sistema Constitucional en la ciudad de Holguín”.
Y lo dicho era cierto, el General Manuel Lorenzo, de ideas liberales y defensor de sistemas que igualaran al español nacido en Cuba con el nacido en la Península, al verse sin el respaldo de sus compañeros de armas, los que habían jurado estar a su lado y verter su sangre sosteniendo el Sistema Constitucional que habían jurado en la Provincia de Oriente, tuvo que aceptar el ofrecimiento del Comandante de la Fragata de Guerra inglesa, Guillermo Jones, de llevarle hasta la isla de Jamaica y de allí a España en la goleta de bandera española “Ana María”. Cuando el General Manuel Lorenzo se hubo marchado, entraron pacíficamente en la ciudad de Santiago de Cuba las tropas de la División Pacificadora al mando del Brigadier don Joaquín Gazcué, acompañado también de Voluntarios del Bayamo.
En nuestro Holguín sustituyeron al Teniente a Gobernador don Ramón Sánchez de Soto, no concretándose sus esperanzas de mantenerse en el cargo a virtud de su pronunciamiento. En su lugar nombraron al Teniente Coronel don Juan Margalló. Por su parte el Cabildo, en enero de 1837, toma el acuerdo de felicitar a Bayamo por la gloria que había adquirido llevando la iniciativa de la abolición de la Constitución. Así, igual, el Cabildo de Holguín felicita al Capitán General de la isla, don Miguel Tacón por las medidas tan beneficiosas y acertadas que había tomado, logrando con ellas la pacificación de la Provincia de Oriente y quitan la lápida constitucional de la Plaza que antes se llamó de la Constitución y ahora Plaza Isabel II y destruyen la Pirámide Constitucional con el objeto de acallar las esperanzas de algunos ilusos.
Y luego, pero pronto, llegaron las recompensas:
La Reina Gobernadora, deseando dar un público y perpetuo testimonio de lo grato que le había sido los sentimientos de amor a su muy Augusta Hija y de adhesión a la causa nacional, expresados por los habitantes de la Isla durante los fatales acontecimientos ocurridos en la Provincia de Oriente y de los servicios prestados en esa ocasión por algunos de sus pueblos, acordó que la Isla de Cuba, en lo sucesivo, llevaría la denominación de Siempre Fiel y leal Isla, que la Villa del Bayamo llevase en lo adelante el timbre de Leal Ciudad de Bayamo, que los pueblos de Manzanillo, Jiguaní, Las Tunas y Guisa tendrían en lo sucesivo el Timbre de Fiel Pueblo, todo lo anterior por su Real Orden de 23 de junio. Por su parte el Capitán General de la Isla, don Miguel Tacón y Rosique, a sus numerosos títulos de nobleza, pudo añadir dos más, el de Duque de la Unión de Cuba y el de Vizconde del Bayamo, el mismo Bayamo en que los hombres iban a los zapateros a quitarle los tacones a sus zapatos “al no querer tener cosa alguna del mismo nombre del Tirano” y para que no se les diera el apelativo de “taconistas” y en el que para algunos historiadores, su pronunciamiento no se debió a su obediencia a la Reina Gobernadora ni al Capitán General de la Isla, sino a su descontento como militares, enumerándose como sus razones: 1) la separación del Capitán don Martín Vizcay de su Compañía de Cataluña; 2) el haber sacado del Bayamo a dos Compañías de Milicias al objeto de formar Cuartel General en el Jiguaní; 3) la salida hacia Jiguaní de la Artillería, fusiles y municiones depositados en el Bayamo; 4) el haber puesto sobre las armas y a sueldo, la Cuarta Compañía Urbana de Morenos; 6) el haber puesto sobre las armas las Compañías Urbanas del Jiguaní, dos de Infantería y una de Caballería de Guisa; y 7) el rumor circulante en el Bayamo que quererse asesinar a los Jefes de las Compañías de León y de Cataluña.
Como se ha visto hasta aquí, Holguín fue olvidado en el reparto de las recompensas. Lo que sucedió, más bien, fue que se tomaron represalias contra los componentes de las fuerzas regulares que más se habían destacado en la defensa del General Manuel Lorenzo y de su Sistema Constitucional durante “su criminal intentona”, “durante su criminal conducta”, y por ello fueron llevados a Consejo de Guerra, no sin antes haber tenido que ir los componentes del Tribunal Juzgador a oír misa del Espíritu Santo, que les haría ser justos en sus sentencia contra los acusados que eran, no debe olvidarse, sus compañeros y miembros del Regimiento de Cataluña. Incluso al dicho Regimiento le cambiaron el nombre por el de Regimiento Ligero Provisional, siendo embarcados por el Puerto de Gibara los que en Holguín habían defendido el Régimen Constitucional. Ordenaron, igual, recoger en Holguín las armas que el General Manuel Lorenzo había enviado, que resultó ser sesenta lanzas que no fueron repartidas sino hasta que Holguín se pronunció por el Estatuto Real. A la vez se informa sobre la conducta de todos y cada uno de los miembros de las Milicias de la Ciudad y se persigue a los vagos por ser, generalmente, rateros y tener otras faltas y por saberse que la ociosidad engendra todos los vicios, y más al recibirse la Circular del Comandante General de la Expedición Pacifista, don Joaquín Gazcué de 6 de febrero de 1837, en la que informa haberse hecho cargo del Tribunal juzgador de los vagos y de los Picapleitos.
Las autoridades se habían propuesto exterminar a los vagos y a los picapleitos, ya que el hombre que carezca de una ocupación honesta para subvenir a las necesidades de su familia, como aquellos que se entrometen en los negocios del foro sin poseer título que le ampare, deshonran esa noble profesión y llevan en sí el germen de todos los vicios y arruinan a su familia. Y a ese Tribunal van llegando informes sobre los vagos, malentretenidos y picapleitos de Holguín.
Al tribunal le sigue en turno los anónimos, y así el indicado Comandante General de la Expedición Pacificadora de la Provincia de Oriente los recibe de nuestro Holguín por uno que se dice ser “Amante de la reina, Nuestra Señora Isabel II, de las Leyes que rigen la Nación, del Excelentísimo Señor Capitán General de la isla, del orden y de la Tranquilidad”, denunciando anónimamente, como es obvio, la conducta de innumerables vecinos de la Ciudad y hasta de unos que vivían en el Puerto de Gibara, algunos de cuyos nombres y condiciones morales y políticas tomamos de esos dichos anónimos:
Don Manuel Reynaldo. Natural de Holguín, como de setenta años de edad, Alcalde Constitucional de la Ciudad de Holguín bajo el régimen constitucional; era enemigo del Trono y dado al desorden.
Don Juan José García. Era natural de Santo Domingo, como de cuarenta y cinco años de edad, casado, pobre, inclinado a la independencia bajo la voz de Constitución; carácter revolucionario. En 1827 había sido procesado por introducir en Holguín ejemplares de la Constitución Colombiana. Bullaguista, insultante, escandaloso en su conducta política.
Don Demetrio Pittaluga. Natural de Holguín, como de cincuenta años de edad, con pocos bienes de fortuna, inclinado a la independencia a la sombra de la Constitución. En 1820, en una sola noche había regado más de 400 proclamas incendiarias, y en las que Colombia nos invitaba a la Independencia. Era tenido como un apasionado de Colombia.
Don Manuel Inza. Natural de Málaga, como de treinta años de edad, casado en Holguín, con bienes de fortuna, de carácter revolucionario. Al proclamarse la constitución salió a la calle con música. Invitando a la gente de color, diciéndoles que ya todos éramos uno. Turbulento, exaltado con locura, era en extremo perjudicial.
Don Antonio Fuentes. Natural de Holguín, como de treinta años. Casado. Escribano Público. De carácter revolucionario, habiendo acompañado al anterior en su escandalosa nota.
Don Rafael del Monte. Natural de Holguín, como de treinta años, casado, pobre, perturbador de la tranquilidad pública, picapleito, inclinado a la independencia. Exaltado y hablador.
Don Juan del Castillo. Natural de Islas Canarias, como de sesenta años de edad, casado, pobre, de ideas de independencia; este individuo ejerció en la piratería en 1820.
Don José Caridad Rubio. Natural de Holguín. Abogado. Decidido por la independencia. Insultó a las Autoridades el día de la proclamación de la Constitución, convocando a voces la igualdad a la gente de color. Independiente de corazón y azote de la Ciudad. Fue un escandaloso en el tiempo del desorden.
Don Calixto García. Europeo, como de setenta años, con tres hijos varones, habiendo venido todos de Costa Firme (Venezuela), tiene bienes de fortuna, siendo el padre y los tres hijos unos revolucionarios en término de que por poco causan la ruina de Holguín el día en que se publicó la Constitución arrollando a las Autoridades y dando Vivas y animando a los de color en unión de los de su pandilla. Locamente exaltado, amenazó continuamente con la mayor grosería, dio escandaloso baile a negros solamente, lisonjeándoles públicamente con que ya se acabó a esclavitud y que todos éramos iguales.
Don Fernando Montes de Oca. Como de treinta años, curandero romanticista, natural de Puerto Príncipe, soltero, pobre, inclinado a la Independencia. Curandero y charlatán, independiente por inclinación.
Don Francisco Javier Ochoa. Natural de (Santiago de) Cuba, como de cuarenta años, casado, inclinado a la Independencia. Poco afecto al trabajo. Sus inclinaciones son hacia la Independencia y a todo lo malo.
Don Pedro de la Cera. Natural de Holguín, edad: treinta años, soltero, pobre, inclinado a la Independencia, insultador a las Autoridades. De carácter bullanguista, compañero de los exaltaos. Animador de la gente de color.
Don Diego Jaime. Natural de Holguín, como de cuarenta y cuatro años de edad, soltero, pobre, inclinado a la Independencia. No tiene trabajo, reside frecuentemente en Gibara.
Don Raymundo Mármol. Natural de Costa Firme (Venezuela), como de treinta y seis años de edad, con bienes de fortuna, Capitán graduado retirado, inclinado a la Independencia. En el mes de noviembre en una correría en Holguín, después de otros excesos, tiró por la espada en la Real Administración para agujerear el retrato del rey, Fernando VII.
Don Francisco Mármol. Hermano del anterior. Teniente retirado, como de treinta años, casado y con algunos bienes. Tiene los mismos sentimientos que su hermano. Ambos son enemigos del Trono.
Don Miguel Navarro. Natural de Cataluña, como de veinte cuatro años, inclinado a la independencia, enemigo del trono. Reside en Gibara.
Don Tomás Reynaldos. Teniente del Ejército. Comandante Militar de Gibara, europeo, casado, pobre, de ideas independentistas. Decidido en favor del General Manuel Lorenzo. Este hombre vive mal y no merece aquel destino.
Don Agustín Cardona. Natural de Santiago de Cuba, como de cuarenta años, casado, pobre, sin oficio, inclinado a la independencia. Fue interventor de la Real Hacienda en el Puerto de Gibara.
Don Pedro Téllez. Natural de Bayamo, como de cuarenta y nueve años, pobre. Es médico, de ideas independentistas. Ha escandalizado la población de Gibara donde reside, insultando a muchas personas, animando con música a los vecinos a que no obedeciesen a Tacón. Cometió muchos excesos escandalosos. Reside en Gibara.
Don Juan de Acosta. Natural de (Santiago de) Cuba, como de sesenta años, casado, pobre, Guardia Mayor, de ideas independentistas. Reside en Gibara.
Don Luis Rodríguez. Natural de Costa Firme (Venezuela), como de veinte y ocho años, casado, pobre, de ideas independentistas. Es oficial de la Real Aduana en el Puerto de Gibara.
Don Francisco Vianello. Extranjero, como de cuarenta y cuatro años, casado en Puerto Rico, con casa de comercio, donde se celebran reuniones secretas, es inclinado a la Independencia. De 1820 a 1827 ejerció la piratería. Es perjudicial a la población de Gibara donde reside.
Don Manuel de Paz. Natural del Ferrol, como de treinta años, casado, pobre, picapleitos, inclinado a la independencia.
Don Fermín Pedregal. Natural de Ferrol, como de treinta y cuatro años, casado, tiene algunos bienes de fortuna, es enemigo de la Reina. Reside en Gibara.
Don Juan de la Cruz Proenza. Oficial Urbano, natural de Holguín, casado, pobre, inclinado a la independencia. Reside en Gibara.
Don Salvador de la Peña. Es Cura en la población de Gibara, como de treinta y cuatro años, inclinado a la independencia; no conviene en esa población por su mal ejemplo.
Don José María Monete. Oficial Real honorario, natural de Cádiz, de cincuenta y cuatro años, ha sido Administrador de Rentas en Holguín y es ahora Interventor de Cuba. Este individuo fue de los que más animaron al Gobernador de (Santiago de) Cuba, Manuel Lorenzo. Vino a pasear a Holguín y fue recibido con música en su entrada. Gritaba por las calles “Gracias a Dios que somos libres”; es y ha sido siempre inclinado a la Independencia. Fue el causante de que el Virrey de Cartagena de Indias saliera huyendo. Es orgulloso y libertino. No se puede esperar nada bueno de este mal español.
De todos ellos, don Manuel Reynaldos, Alcalde Constitucional de Holguín, logró escapar de la Isla, siendo condenado a no volver a ella; también logró escapar a la Isla de Providencia el Licenciado José Caridad Rubio, quien era tenido como uno de los más decididos partidarios del General Manuel Lorenzo y protector de criminales y amante de los desórdenes, de acuerdo con sus acusadores. Poco después Reynaldos logra entrar a Cuba de nuevo por la zona de Holguín, exactamente “por uno de sus anchos puertos y surgideros de su dilatada y desamparadas costas”, pero vuelve a ser perseguido.
Don Calixto García, no obstante sus setenta años de edad, el faltarle uno de sus brazos y dañado un ojo, es internado en la fortaleza de La Cabaña, logrando su libertad por gestiones del comercio local y el de (Santiago de) Cuba, y, sobre todo, al saberse que era un ferviente admirador de la Reina, sin que ello fuera suficiente para que dejara de ser un hombre de ideas liberales y un decidido partidario de la Constitución. Una vez que lo liberan, queda bajo constante vigilancia de las autoridades por el término de dos años.
El Presbítero Salvador de Peña y también Juan de Castilla, Manuel Inza y Pedro Téllez sufrieron prisión unos, y otros sufrieron fuertes multas, que pagó don Calixto García.
Y vuelve en Holguín, como en el resto de la Isla, la tranquilidad. A nuestro Holguín no llegaron las recompensas por cobardía de muchos y la bajeza de otros.
Holguín, diciembre de 1972