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3 de abril de 2019

Etimologías propuestas para la palabra Cuba.



Por: José Juan Arrom

Si notable ha sido la vitalidad de la voz indígena ante los intentos por eliminarla, no lo ha sido menos la resistencia que ha presentado ante los numerosos esfuerzos por despejar su primitivo significado.
De esos esfuerzos, el primero que he podido encontrar lo realizó, en1681, un oidor de la audiencia de Lima, el Dr. Diego Andrés Rocha, en su “Tratado único y singular del origen de los indios”. Y no cabe duda de que fue única y singular la tesis que allí propuso. Según el Dr. Rocha, los indígenas americanos descienden de Túbal, hijo de Jafet. Y uno de los argumentos que aduce en defensa de su tesis es que La Habana “parece tomó el nombre de Javán, hermano de Túbal”, y Cuba se deriva de cuba, voz castellana, o de Acuba, uno de los descendientes de Annón,hijo de Esdras[1]. De este género de derivaciones, basado en la simple homofonía, ya se burlaba Las Casas, más de un siglo antes, en la “Apologética historia de las Indias”. Comentaba Las Casas:
“En esta isla Española hubo una reina gran señora que se llamóAnacaona, de que se hizo mención hablando de los reyes della, y porque Ana en lengua hebrea quiere decir 'graciosa o misericordiosa o que canta o que responde', y otras significaciones que pone San Hierónimo, pareció al dicho doctor que de judíos venían estas naciones. Otro vocablo tenían en su lengua, y es ita por 'no sé', luego pues ita es vocablo latino, digamos que descendieron de latinoso italianos o de gente que hablaba latín [...] Item en la lengua general de la Española decían batea por 'dornajo', y en Cataluña hay una villa que se llama Batea; luego de catalanes podemos decir que vinieron [...]”[2].
Pues bien, no obstante lo insatisfactorio —e irrisorio— de tal método, en 1885 vuelve a emplearlo José Miguel Macías en su Diccionario cubano, etimológico, crítico, razonado y comprensivo. Aunque la erudición lingüística es ahora más espesa, los resultados vuelven a bordear en lo humorístico. Dice Macías:
“Pudiera creerse que Cuba era una adulteración de Cora, voz derivada del perdido vocablo 'cova' (cuya existencia hemos justificado con su derivación 'covacha'); pero bien estudiada la dicción, nos hemos decidido por afirmar que Cuba se derivó de 'cuba' (en el sentido de 'barrigón'), procedente del ablat. sing. de cupa, oe, 'cubao tonel', vocablo origin. del gr. kúpê, ês, 'cavidad'. Nuestra creencia la viene a confirmar el nombre burlesco probablemente de cibuneyes o 'cebados'[3].
 Lo que Macías no nos dice, desde luego, es cómo se las arreglaría el indígena que primero nombró a Cuba para aprender de antemano idiomas europeos, o en qué se funda Macías para creer que a los frugales ciboneyes se les hubiese llamado alguna vez “cebados”. Ahora bien, no todo es divertido desatino en ese párrafo. Es patente que ni Cuba, voz taína, tiene que ver etimológicamente con las españolas “cueva” y “cuba”,ni cibuney con “barrigón” o “cebado”. Pero Macías apunta aquí una relación entre Cuba y ciboney que ha de reaparecer más tarde.
En 1920 Leo Wiener, profesor de lenguas y literaturas eslavas de la Universidad de Harvard, propuso otra etimología en su obra “África and theDiscovery of América”. El profesor Wiener comienza por asumir que el Diario de viaje y la carta en que Colón da cuenta del descubrimiento son falsificaciones parciales o totales, y después de una laboriosa comprobación de las distintas formas registradas de la palabra Cipango, concluye lo que fielmente traducido, se lee de este modo:
“Vimos que Cipango dio origen a una forma algo así como Cupago, que llevó a Cubanacán. Alguien enseguida sugirió que ésta habíade ser Cublaycán, 'el Gran Khan', pero pronto hallaron que la etimología realmente significaba 'dentro de Cuba', sugiriendo Herrera la división Cuba-nacán. En realidad la división es Cubana+can, en donde can está en lugar del mandinga Cono, 'dentro'.
“Aquí obviamente el embajador de Guinea [el marinero Rodrigo deJerez] sugirió la etimología. Colón al principio aceptó el primer veredicto, y así escribió Colba, por Cobla, como el nombre de la isla, el cual inmediatamente cambió a Cuba”[4].
La tesis de Wiener no parece más acertada que las anteriores. En ella trastrueca la cronología, asume hechos sin base histórica, confunde los idiomas y divide arbitrariamente las palabras. Con el agravante, además,de que para darle cierto aire de validez a sus conjeturas, se ve obligadoa convertir al Almirante y su tripulación en un atajo de impostores. Y la verdad es que no valía la pena incurrir en tan serias acusaciones para llegar a resultados tan contraproducentes. Cuba, palabra taína, tampoco tiene relación etimológica ni con la asiática Cipango, ni con la africana konno.
Otro grupo de investigadores, éstos mejor orientados, han enfilado sus indagaciones hacia las lenguas indígenas. Así, en 1891, el lingüista Leon Douay, en sus Études étymologiques sur l’antiquitéaméricaine, se enfrenta con nuestro topónimo y consigna: “Cuba. Nou signoronssa signification dans la langue indigène”. Y por no quedarse sin sugerir algo, a continuación agrega: “En Maya: cuba, ‘coude’?[5].


En 1907 Cayetano Coll y Toste, aprovechando los escasos conocimientos que entonces logró reunir de la primitiva lengua de las Antillas,da la siguiente explicación:
“Cuba. Nombre de la mayor de las islas del archipiélago antillano.Bachiller y Morales (Cuba primitiva, 2ª ed., La Habana, 1883,pág. 255) manifiesta que la significación de la palabra no está determinada.
“Opinamos que significa 'sitio grande'. El vocablo tiene dos raíces indoantillanas: coa, 'lugar o sitio' y bana, 'grande'. Aglutinadas estas dos raíces resulta coabana. La fermentación del vocablo trae cuabana, como tenemos en Puerto Rico: coamo y cuamo, designando un río y un lugar de la isla. El polisintetismo trae la contracción de la palabra y tenemos entonces cuaba y cuba finalmente”[6].
Si bien esta explicación va mejor encaminada que las anteriores, tampoco es del todo satisfactoria. Por de pronto, coa no significa “sitio olugar”. Usada como sustantivo, Las Casas registra la voz con el siguiente sentido: “Coas [...] son unos palos tostados que usan por azadas”,sentido que ha sobrevivido en el habla campesina de América al continuarse empleando la coa como apero de labranza[7].  Pero es más probable que cuando coa aparece en la composición de numerosos topónimos antillanos (Baracoa, Cacibacoa, Jibacoa y otros), tenga valor de sufijo locativo con el significado de “ahí está”[8]. En cuanto a que bana haya equivalido a “grande”, esa suposición no concuerda con los datos que nos son conocidos: bana o banna está ampliamente registrada en varias lenguas arahuacas con el sentido de “hoja”[9]. Y precisamente la palabra que según los cronistas significó “sitio grande” es Quisqueya. A ese respecto Pedro Mártir de Anglería consigna:
“Los nombres que los primeros habitantes pusieron a la Española fueron, primero, Quizquella, después, Haití [...] Llaman quizquella a alguna cosa grande que no la haya mayor”[10].
La hipótesis de Coll y Toste es, pues, totalmente insostenible.

Próximo texto: Probablemente el nombre de Cuba tiene el mismo origen que ciboney.


[1]Diego Andrés Rocha: Tratado único y singular del origen de los indios [s. e.] Madrid, 1891,cap. II, especialmente p. 93 (1ra. ed. Lima, 1681).
[2]Bartolomé de Las Casas: “Apologética historia de las Indias”, en M. Serrano y Sanz, comp.:Historiadores de Indias, Madrid, BaillyBailière, 1909, cap. 241, p. 633. Cito por la edición de
Madrid, 1909, p. 633. De paso, donde dice “no sé”, acaso debió ser “yo sé”.
[3]José Miguel Macías: Diccionario cubano, etimológico, crítico, razonado y comprensivo, 2da.ed., Coatepec, tip. de A. M. Rebolledo, 1888, p. 395.
[4]Leo Wiener: Africa and theDiscovery of America, vol. I, Filadelfia, Innes&Sons, 1920,
pp. 12-13. El texto original dice así: “Wesawthat Cipango producedsomesuchform as Cupango,
whichledtoCubanacan. Somebody at once suggestedthatthismust be Cublaycan, ‘The Great
Khan’, buttheysoonfoundoutthattheetymologyreallymeant ‘inside of Cuba’, Herrera
suggestingthedivision Cuba + nacán. In realitythedivisionis Cubana + can, where can stands
forMandingskonno ‘inside’. Hereobviouslythe Guinea Ambassador [el marinero Rodrigo de
Jerez], suggestedtheetymology: Columbus at firstacceptedthefirstverdict and so wroteColba,
for Cobla, as thename of theisland, which he at once changedto Cuba”.
[5]LeonDouay: Étudesétymologiques sur l’antiquitéaméricaine, París, J. Maisonneuve, 1891,
p. 26.
[6]Cayetano Coll y Toste: Prehistoria de Puerto Rico, San Juan, Tip. Boletín Mercantil, 1907,
p. 235.
[7]Bartolomé de Las Casas: Historia de las Indias, estudio preliminar de Lewis Hanke y edición
de Agustín Millares Carlo, vol. I, lib. I, cap. CXXI, México, D. F., Fondo de Cultura Económica, p. 464. En cuanto a su empleo actual, véase, por ejemplo, Esteban Rodríguez Herrera:
Léxico mayor de Cuba, t. I, La Habana, Lex, 1958, p. 342.
[8]Daniel G. Brinton, “TheArawackLanguage of Guiana in itsLinguistic and Ethnological
Relations”, en Transactions of the American PhilosophicalSociety, nueva serie, vol. XIV,
Filadelfia, 1871, p. 440.
[9]C. H. de Goeje: TheArawackLanguage of Guiana, Amsterdam, KoninklijkeAkademie van
Werenschappen, 1928, p. 16.
[10]Pedro Mártir de Anglería: Décadas del Nuevo Mundo, Colección de fuentes para la historia de
América, déc. III, lib. VII, Buenos Aires, Bajel, p. 261. Brinton anota al registrar la voz Quisqueia:
“Theorthographyisevidentlyvery false” (op. cit., p. 439). Me imagino que queia en realidad
fuera keirankairi “isla”, o sea “la mayor de las islas”, lo cual era muy cierto hasta que los
taínos descubrieron a Cuba.

Cuando a Cuba la intentaron llamar “Fernandina” (y casi lo logran)



Por: José Juan Arrom
¿Fernandina?

Por real cédula del 28 defebrero de 1515 se mandó que “de aquí en adelante esa isla, que hasta aquí se llamaba de Cuba, se llame Fernandina[1]. Este nombre, según se ha visto, se lo había puesto Colón a una de las Bahamas. Pero ahora, al dárselo a Cuba, el cambio contaba a su favor con dos fuerzas poderosas.

Fernando II de Aragón y V de Castilla
Por una parte, esta vez se designaba así a la isla en honor y por orden del rey mismo: el uso del término tenía, por consiguiente, carácter de real mandato. Por otra parte, Fernandina es indudablemente una voz eufónica,atractiva, sugeridora. La terminación femenina le añade un tono melodioso y poético. El ritmo binario la hace flexible, cimbreante. Repetidaconstituye un verso octosílabo digno del mejor romance caballeresco.

Nombre, por tanto, apropiadísimo para una bella dama. O para una bella isla. La palabra Cuba entraba ahora en lucha con una fuerte competidora.

Los documentos de los años siguientes que he revisado revelan cuán reñida fue la pugna. Una ojeada a los tres tomos de la Colección de documentos inéditos de ultramar concernientes a Cuba[2] demuestra queFernandina, al principio, llevó las de ganar. De 1515 a 1518 la fórmula usual era: “La isla Fernandina, que antes se llamaba Cuba”, o “La isla Fernandina, que antes se solía llamar de Cuba”, y al referirse de nuevo a ella en un mismo documento, simplemente se repetía “dicha isla Fernandina”.

De 1519 a 1526, consumado el total desplazamiento, únicamente se escribía “isla Fernandina”.

En 1527, si bien en la mayor parte de las veces se dice “isla Fernandina”, se desliza un caso de “isla Fernandina, que antes se llamaba Cuba” y otro de “isla de Cuba”. 
En1528 sólo se usa “isla Fernandina”, y en una ocasión se le llama, para mayor pompa, “esta isla Fernandina de las Indias del Mar Océano”. El triunfo parecía definitivo. Pero de 1529 a 1555 vuelve a emplearse indistintamente uno u otro nombre. El término Cuba unas veces avanza,otras retrocede, y en aquellas escaramuzas poco a poco va recobrando su antiguo dominio.

En los documentos suscritos en los años 1555 y 1556 el nombre que asiduamente se emplea es ya el de Cuba.

En el tomo primero de las Actas Capitulares del Ayuntamiento de LaHabana (1550-1565) se repite la contienda con el mismo resultado[3]. De1550 a 1554 aparece siempre Fernandina, y las fórmulas van desde la sencilla “isla Fernandina” hasta la engolada “isla Fernandina de las Indias del Mar Océano”.

En 1555 —año en que Jacques de Sores saquea la ciudad— las actas omiten toda referencia al nombre de la isla. Pero apartir del cabildo del 3 de enero de 1556, con sólo dos excepciones en diez años, se dice siempre Cuba. Y los dos tomos de documentos del Archivo de Protocolos de La Habana, que datan de 1578 a 1587, confirman el hecho: por esas fechas no hay ya ni siquiera una sola mención a Fernandina[4].

Ahora bien, si Fernandina pierde hacia 1555 su ascendiente oficial entre funcionarios y escribanos, medio siglo después, todavía sobrevive,con función suntuosa y musical, para deleite de un poeta criollo. En1608 Lorenzo Laso de la Vega, el sonetista de mayor vuelo de los que elogian al autor del Espejo de paciencia, escribe:“Dorada isla de Cuba o Fernandina, de cuyas altas cumbres eminentes bajan a los arroyos, ríos y fuentes el acendrado oro y plata fina[5].

Y con la misma función vuelve a usarse, hacia fines del siglo XVIII, en el título de una de las dos historias [se refiere a libros de historia] que se escriben en Cuba en aquella época. Ignacio José Urrutia y Montoya llama a su obra, concluida en1791, Teatro histórico, jurídico y político militar de la isla Fernandina de Cuba y principalmente de su capital La Habana. En el texto, empero,se dice siempre Cuba, o la isla de Cuba[6]. Fernandina, constituida en término pintoresco y decorativo, ya no logra penetrar más allá del título.

Queda reducida, pues, a puro adorno. Y termina ahí la lucha con la victoria definitiva de la palabra autóctona sobre la advenediza.





[1] Real cédula, 28 de febrero de 1515. En Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones españolas de ultramar [sic] 2da. serie, t. 1, Isla de Cuba, Madrid, 1885, pp. 58-59.
[2] Ibíd., t.1, Isla de Cuba (Madrid, 1885); t. 4, II de La Isla de Cuba (Madrid, 1888); t. 6, III de La
Isla de Cuba (Madrid, 1891).
[3]Actas Capitulares del Ayuntamiento de La Habana, t. I, 1550-1565, La Habana, 1937.
[4] María Teresa de Rojas: Índice y extractos del Archivo de Protocolos de La Habana, t. I, 1578-
1585 [s. e.] La Habana, 1947; t. II, 1586-1587 [s. e.] La Habana, 1950.
[5] Es uno de los sonetos que encabezan el poema de Silvestre de Balboa: Espejo de paciencia,
edición facsimilar y crítica a cargo de CintioVitier, La Habana, Comisión Nacional Cubana de
la Unesco, 1960, p. 51.
[6] Ignacio José Urrutia: Teatro histórico, jurídico y político militar de la isla Fernandina de Cuba
y principalmente de su capital La Habana [s. e.] La Habana, 1876.

Cuando a Cuba la llamaron Isabela

Por: José Juan Arrom



¿Isabela?


De esa misma carta de Colón [escrita alta mar, cerca de las Azores, cuando inicia el regreso a España, después del descubrimiento] surgió otro nombre para Cuba. El nuevo bautizo no obedeció a un propósito deliberado sino a una simple confusión. Algún lerdo cartógrafo, confundiendo a la cuarta isla con la quinta, estampó sobre el no menos confuso contorno de Cuba la palabra Isabela.

Y de allí el error pasó a otras cartas geográficas.

Sin proponerme agotar la búsqueda, sé de varios mapas, hechos entre1502 y 1522, en los cuales se nombra Isabela a nuestra isla. Tales son el conocido por Mapa de Cantino, el llamado Mapa del Almirante, los que aparecen en la Geografía de Tolomeo, ediciones de 1513 y 1522, y el deCosta[1]. Pero, por otra parte, en los mapas españoles hechos por esos mismos años (Juan de la Cosa, 1500; Pedro Mártir de Anglería, 1511),se le siguió llamando como de costumbre: Cuba. 
Frustrado el propósitode Colón, y salvada la equivocación de los referidos cartógrafos, surge otro intento de eliminación, aún más peligroso.






[1] Varios de estos mapas están reproducidos en Justin Winsor: Christopher Columbus and How
He Received and ImpartedtheSpirit of Discovery, Boston/New York, Houghton Mifflin, 1891,
pp. 419, 534, 552, 571. En cuanto a otros mapas hechos en estos años, puede consultarse, en el
mismo Winsor, las pp. 424-426 y, sobre todo, R. A. Skelton: “TheCartography of Columbus’s
FirstVoyage”, en TheJournal of Christopher Columbus, traducido por Cecil Jane y con apéndice de R. A. Skelton, Londres, HakluytSociety, 1960, pp. 217-227 (ilustraciones fuera de texto).

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