Síntesis hecha por César Hidalgo Torres con datos tomados de La Virgen Cubana en Nipe y Barajagua
Autores: Angela C. Peña Obregón
Roberto Valcárcel Rojas
Miguel Angel Urbina Herrán
Croquis de la Bahía de Nipe. Año: 1827 |
Viendo pasar a los que hacían el tránsito, una variopinta población vivía en los alrededores de Nipe-Barajagua, asentados en los muy pequeñísimos y rurales sitios que servían de centro a los Hatos, Corrales y Haciendas. Población que tenía necesidades perentorias que la Corona española no satisfacía. De ahí que no les quedara otra opción que no fuera el comercio ilegal, que entonces se llamaba de rescate.
Casi despoblada como
estaba la zona, abandonada por las autoridades coloniales y siendo, como era,
(y es), una bahía profunda y con la entrada resguardada, rica en recursos
naturales, las aguas y las costas de Nipe se convirtieron en guarida de
filibusteros y sitio parta el comercio de rescate.
Entonces los alrededores
de la Bahía de
Nipe se convirtieron en lugar de asiento para extranjeros de distintas naciones
como “(…)las colonias inglesas, americanas y aun el mismo Londres y Ámsterdam,
etc. (Saco, 1938:221)
El comercio de rescate se
realizaba por las costas con ingleses, franceses y holandeses, pero principalmente
con Jamaica y las otras islas del Caribe y con las Canarias.
Se comerciaba en la
desembocadura de los ríos, en las costas y en la misma bahía, aportando los
residentes cueros de reses, carne salada y ahumada, velas de sebo y jabón, que
eran las mercancías primordiales pero no las únicas que salían por dicha bahía.
A cambio, todo lo otro imprescindible para el buen vivir en un lugar distante y
olvidado.
Obviamente las autoridades
se oponían al comercio de rescate, aunque es justo por cierto que se diga que
estas prácticas prohibidas contribuyeron a enriquecer a determinados personajes
de la oligarquía santiaguera y del resto de la región oriental de Cuba.
Tan prohibido era
comerciar con los buques que se acercaban, (que no siempre eran conducidos por
corsarios), que ya en la segunda mitad del siglo XVII el gobernador de
Santiago, Francisco Guerra de la
Vega (1678-1683) “condenó a Felipe del Prado, vecino de
Baracoa, a diez años de destierro en el castillo de Changres, a ración y sin
sueldo y sus bienes aplicados a la
Cámara de S.M., por rescatar en la Bahía de Nipe. (Marrero,
1975, t. 4:148).
Y como el anterior, otros
documentos refieren la participación de importantes personajes residentes en
las proximidades vinculados a este tipo de comercio. Por ejemplo, uno de ellos
es un Padrón de rescatadores el oidor Manso de Contreras relaciona a Diego de Ávila
y Andrés de Estrada, dueños de los Hatos de Barajagua en distintas épocas. (Ibídem,
1975:134).
Lo anteriormente narrado
ya sucedía en el mismo tiempo en que hallaron la imagen de la Virgen sobre las aguas de la
Bahía. Y cuando ya habían transcurrido casi
un siglo, la población del lugar no acababa de ser estable a pesar del interés
de algunas personalidades influyentes de poblarla, sin embargo, pasaron siglos
y nunca se hizo mientras España dominó en Cuba.
Según la Dra. Olga Portuondo, “el proyecto colonizador de la Bahía de Nipe se vincula a la búsqueda de un monopolio mercantil por la oligarquía criolla oriental para el control de las regiones septentrionales del Caribe. (La virgen de la Caridad del Cobre: símbolo de cubanía. Olga Portuondo Zúñiga. Editorial Oriente, 1995).
que en toda la costa norte no hay un pueblo ni un fuerte ni un cañón desde Jibara a Baracoa.
(…) pero como el sistema de aquellos tiempos era no dar fomento ni hermosura a esta parte preciosa oriental de la isla y que siempre hayaban las autoridades señores de La Habana obstáculo que oponer cuanto negocio u establecimientos utiles se proyectaban (…) su famosa Bahía y demás cualidades que alaban aquel punto al mas alto grado de aprecio y coincidentemente estas mismas razones parece que influyeron para sepultarla en sus desgracias bajo el pretexto capcioso de mansión de enemigos y otras que han tenido. (Sic) (Archivo Nacional de Cuba, Gobierno Superior Civil, legajo 630, No. 19886, Folio 46)
En el siglo XVIII, como
había ocurrido en los siglos anteriores distintas personalidades influyentes
quisieron crear un pueblo a la vera de la bahía de Nipe y convertirla en el
nodo comercial que pudo ser, pero para ello era necesario proteger esa inmensa
república líquida y sus alrededores de los enemigos de España, esto es,
fortificarla y luego poblarla de manera estable.
Uno de los primeros en
tener tal intensión fue Carlos de Sucre, gobernador de Santiago de Cuba entre 1723 a 1728. Este personaje elevó
una solicitud al Consejo de Indias desde La Habana en 1733. En dicho documento pide:
Se le concedan las tierras realengas de la Bahía de Nipe, todas
despobladas, y que nadie ha querido avistarlas, esperando fundar en dicha bahía
una ciudad para hacer una población grande que será muy importante, por los
frutos que se sacan, en particular de Tabaco, que es el mejor por la calidad de
las tierras. (Novoa, 2001:19)
En el año 1734 se presentó
a la Corona un
proyecto defensivo por el Capitán don José Ordoñez Carreño, vecino y regidor de
Santiago de Cuba, quien proponía construir:
un fuerte o reducto con 6 cañones para su resguardo y hacer en ella una regular población con fábricas que podrán servir para el real servicio con diferentes calidades. (Fondos Cubanos de Archivo General de Indias, t. II, 1935, cita 652-14)
Pocos años después (en
1776), con el mismo interés, el bayamés, Marqués de Guisa, Dr. José Antonio de
Silva y Ramírez Arellano, don Diego Noble y don Francisco López Gamarza y
Compañía presentaron a la
Corona de España un nuevo proyecto de que se les concedan terrenos realengos e
incultos al norte de las cercanías de la Bahía de Nipe y Bayamito al sudeste, etc.
En el argumento que estos
dan resalta la ventajosa posición geográfica del lugar:
estando el mismo de Nipe situado al extremo nordeste de la Isla, de los más cercanos a España, de los mejores y más importantes de la Isla y el más cómodo y breve que se puede establecer por la comunicación entre ella y España, pues además de evitar el riesgo que se tiene en la ida a la habana, ya sea dando la vuelta a la Isla de la banda del sur o bien yéndose por la canal vieja abajo, es constante que desde dicha Bahía de Nipe se tiene la comodidad de embocarse en derechura por entre los Caiques etc., y ahorrar de este modo centenares de leguas en el viaje a la Europa (…) Pero por ser la Bahía de Nipe uno de los puertos mejores del mundo y el más importante de la Isla de Cuba por su situación a barlovento de toda la Isla, que le hace la llave desde donde puede dominarse la importante canal Vieja y el nombrado pasaje de Barlovento. (Saco, 1938:220-227)
El Marqués de Guisa,
fundador de pueblos en Cuba, entre ellos Guisa y por cuyo servicio a la Corona le otorgaron el título
y también su padre, que fundó el pueblo de Holguín, por lo que José Antonio de
Silva y Ramírez Arellano fue el primer Teniente Gobernador y Capitán a Guerra
de Holguín, de 1752 a
1758, inició el pueblo que proyectó en las costas de la Bahía de Nipe, exactamente
en el sitio conocido por Cajimaya, pero la construcción no fue aprobada y se
abandonó.
Plano de la "Batería proyectada de orden del Sr. Comandante General del departamento, brigadier don Francisco Narváez | para la punta de la saetía en la bahía de Nipe." |
El 8 de marzo de 1799 se
aprobó un presupuesto para la construcción de un fuerte en La Setía y dos baterías para
defender la boca de la Bahía
de Nipe, todo lo anterior según proyecto del teniente de fragata de la
Real Armada don Agustín Blando y Zavala y por
orden del Rey. (Archivo Nacional de Cuba. Fondo Donativos y Remisiones, Legajo
457, No. 57).
A finales del siglo XVIII la Comisión Gubernamental
dirigida por el Conde de Mopox (1777-1803) hacía de nuevo la propuesta de
poblar la zona de Nipe. (Relativo al
fomento de Cuba y su jurisdicción. Archivo Nacional de Cuba, Realengos,
legajo 76, No. 13)
A esta anterior le
continuaron otras propuestas, entre ellas la del año 1779, para fortificar la Bahía de Nipe con un fuerte
en La Saetía y
dos baterías en la boca.
A pesar de tantos y
variados intentos, no fue hasta mediados del siglo XVIII que comenzó a
fomentarse una población permanente en las inmediaciones de la Bahía, aunque tierra
adentro. Ocurrió cuando acudieron al sitio El Cocal, indios y mestizos que
promovieron un rústico poblado, hablamos de Mayarí Abajo. En 1777 se erigió allí
una ermita bajo la advocación de San Gregorio Nacianceno. En 1786 la ermita fue
elevada a la categoría de parroquia.
Y a principios del siglo
XIX, exactamente en 1820, don José Leyte Vidal, vecino y propietario de San
Gregorio de Mayarí, hizo una propuesta en la que argumentaba que (…) las
naciones enemigas nos asechan y los disidentes de costa firme donde con
frecuencia se abrigan en la zona (…) (expediente sobre erigir en Mayarí Abajo
un curato y que se reuna en población formal aquellos habitantes, Archivo
nacional de Cuba. Gobierno Superior Civil, legajo 630, No. 19886).
La necesidad de poblar oficialmente la zona de Nipe resultaba una estrategia inminente. En el año 1826 la Junta Económica de Amigos del País eleva un documento sobre la urgencia de hacerlo, que se publicó el viernes 29 de abril en el Papel Periódico del Gobierno de Santiago de Cuba. Abogando a favor de dicho asunto en el periódico se expuso que en toda la costa norte no hay un pueblo ni un fuerte ni un cañón desde Jibara a Baracoa.
Finalmente la población
marina tantas veces propuesta no se conformó hasta 1905 cuando se fomenta en
Punta de Corojal la ciudad portuaria de Antilla.