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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

26 de enero de 2015

El más espectacular suceso de aviación acontecido en la bahía de Nipe, (Antilla, Holguín, Cuba)



El día 21 de agosto de 1931 amariza en la bahía de Nipe el hidroavión Dornier X (10) que hacía su primer vuelo de prueba. El gran tamaño y profundidad de Nipe venció a las otras bahías que disputaban el lugar de llegada y salida de las mercancías.


Aquel, el más grande e importante de los hidroaviones que hasta entonces se había construido, el Dornier 10, descendió con suavidad sobre las aguas de Nipe y amarizó. Era aquella una operación nunca antes acontecida en Cuba y en casi ningún otro lugar del mundo. El hidroavión venía de Río de Janeiro.

Como es obvio, los antillanos y forasteros que habían llegado al pueblo, atraídos por la curiosidad, invadieron los litorales para recibir al avión que entonces era llamado el Rey del Aire.

Después que la nave gigantesca estuvo tranquila en el agua, innumerables embarcaciones, todas menores, minúsculas la inmensa mayoría, fueron hasta el Dornier 10 para, de cerca, observarlo y admirarlo.

El Dornier 10 era la más audaz de las construcciones de su clase: un verdadero buque con alas que medía 42 metros de eslora y 48 desde la punta de un ala hasta la otra, y tres pisos de altura donde podían viajar en camarotes independientes, 170 pasajeros. Sus tanques para el combustible eran tan amplios que su peso equivalía a 800 personas, pero valía la pena ochocientos pasajeros menos, porque con aquel combustible el hidroavión podía mantenerse en el aire, sin escalas, por 2 mil 500 kilómetros.

Otros datos del hidroavión gigantesco son los siguientes: Estaba equipado por 12 motores que desarrollaban un total de 7 mil 500 caballo de fuerza y alcanzaba 220 kilómetros por hora. En la proa estaba la caseta de mando y el control de la máquina. A lo largo del tercer piso se extendían los camarotes del pasaje.

La tripulación que lo trajo hasta Antilla estaba compuesta, entre otros, por el experto en mecánica y representante de la fábrica Dornier, Moretz Dornier y el teniente de aviación norteamericano Schildhauer. Este último se encargaba de las exploraciones de los puertos del mundo para determinar en cuáles de ellos podía amarizar el inmenso avión. En Cuba solamente la amplitud de la bahía de Nipe era la que podía albergarlo.

Otros pasajeros, ocho en total durante aquel viaje de prueba, venían en el Dornier 10, entre ellos el célebre periodista brasileño Robert Galt Aspinal y la notable escritora norteamericana Clara Adams, única mujer que pudo hacer, luego, el primer viaje del dirigible Graff Zeppelin, que partió de Nueva York y bajó a tierra otra vez en Alemania.

El Rey del Aire estuvo estacionado en la bahía de Nipe 20 horas. Durante ese tiempo fue visitado incesantemente por numerosas familias procedentes de diversos pueblos de la Isla, y no llegaron más porque los ferrocarrileros estaban en huelga.

El Alcalde del pueblo ofreció una recepción a los oficiales, tripulantes y pasajeros del Dornier 10. Fue durante ésta cuando el representante de la compañía anunció que esperaba que Antilla estuviera en el itinerario permanente del hidroavión. Luego el representante en Antilla de la Standard Oil Company entregó gratis 2 mil 500 galones de gasolina y la correspondiente proporción de aceite.

Al amanecer del día siguiente a su llegada, el 22 de agosto de 1931 comenzó el despegue de la nave. Los 12 motores se pusieron en marcha. Con furia las hélices cortaban el aire. Luego, con una carrera nunca vista, la gigantesca nave comenzó a desplazarse por la superficie del agua. La bahía se revolvió, sorprendida, y de pronto el Dornier alzó sus alas de forma imponente. Pocos minutos después se perdió de vista. Iba rumbo a Miami y de allí a Nueva York.


El Dornier 10 nunca más volvió a amarizar en Antilla, pero abrió los ojos a los empresarios de la Pan American, línea principal de aviación de los Estados Unidos, quienes seis años después fabricaron en Antilla el primer Aeródromo de Cuba.



Visitar: Antilla, Holguín, Cuba (espectaculares fotografías del lugar)

E igual, se fabricó en Antilla un aeropuerto nacional que transportaba al país los pasajeros, correspondencia y otros objetos que llegaban por la línea de hidroaviones.

Fueron estas bases aéreas las que en parte resolvieron el decaimiento que en el municipio causó la reducción de los embarques de azúcar.

Los aviones de la Pan American, en combinación con los de la compañía nacional, prestaron servicios regulares y frecuentes a todas las provincias de la Isla y conectaron al País con el mundo entero. Desde la terminal nacional la compañía de aviación enlazaba a Antilla con Baracoa, Santiago de Cuba, Manzanillo, Guantánamo, Camaguey, Ciego de Avila, Santa Clara, Cienfuegos y La Habana. Los pasajeros de esas ciudades viajaban en aviones nacionales hasta Antilla y allí continuaban viaje en los hidroaviones de la Pan American.

La Pan American tenía en ejercicio siete aviones semanales de los tipos más modernos, esto es, Super Clipper, que llegaban al Aeródromo de Antilla en combinación con la llegada y salida de los vuelos nacionales. Los de la Pan American rendían la ruta de Miami – Antilla y viceversa. Igual los de la Pan American hacían enlace con las salidas desde el aeropuerto de Antilla rumbo a Haití, San Pedro de Macorís en Santo Domingo, San Juan en Puerto Rico, Islas Vírgenes, Trinidad y Tobago, Río de Janeiro, Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay y otros países de América.

Los sábados el hidroavión que salía desde Miami hacia Antilla llegaba primero a Port Aux Prince y Maracaibo.


La salida de los hidroaviones desde Antilla era los martes, jueves, sábados y domingo.


Visitar: La bahía de Nipe vista de Nicaro. (Fotorreportaje)

Realmente durante estos años Antilla se convirtió en un centro de conexiones aéreas para gran parte de las rutas del mundo.

A principios de los años 50 el servicio aéreo de Antilla es amenazado por el grave problema del mantenimiento de los aeropuertos, debido a que los ingresos que se obtenían no respondían a los enormes gastos, por ende se adoptan medidas urgentes y drásticas, entre ellas, la reducción del personal y la cantidad de viajes. Y en mayo de 1952 se suspenden los vuelos definitivamente.

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