Leer además: El viejo Cacocum. Una mirada
Cacocum. Hato y Corral.
Don Fernando Ortiz llegó a preguntarse si el origen del topónimo era
de origen africano, “¿De Macocu, nombre que se dio al reino de Angola? Antaño, Macocu fue reino poderoso (…) La eme
puede haberse trocado en ce, entre otras razones por influjo del vocablo
toponímico CACONGO, inmediato a Macocu”.
Sin embargo el notable lingüista holguinero José Juan Arrom, graduado
y por muchos años profesor en la
Universidad norteamericana de Harvard, no cree en lo dicho
por el gran Ortiz, “en realidad Cacocum es más que un lugar en la provincia de
Oriente, es un poblado, un ingenio azucarero, una laguna y un río. El nombre
verdadero del barrio y del poblado es San Pedro de Cacocum, y ese es el primer
indicio para ponernos en guardia en cuanto a su africanismo. Al ir fundando
pueblos los españoles, muy a menudo anteponían un nombre religioso al del
topónimo aborigen. En Cuba hay dos topónimos de origen aborigen que son
parecidos a Cacocum, son estos Baganacún y Banacocun, ubicados ambos en el
municipio Nueva Paz en La
Habana. Banna significa hoja. Akkokún es palabra de la que
desconocemos su sentido y ka es prefijo atributivo que significa presente. Por
ese debe andar el rumbo del significado aborigen de Cacocum. Verdad que es una
hipótesis, pero de todos modos resulta más plausible que la de acudir al
antiguo reino de Angola y someterlo a cambios fonéticos de índole muy dudosa”.
El hecho de que el Hato se haya mercedado en fecha tan temprana de la historia
de Cuba, cuando la cultura africana solo había hecho muy escasos aportes, hace
que le creamos más a Arrom y menos a Ortiz.
Según Diego de Ávila y Delmonte el Hato de Cacocum fue fundado en
algún instante del último tercio del siglo XVI, por los medios hermanos Gabriel
de Salina y Alonso Cepeda, pero en 9 de julio de 1599, los dueños se dividieron
la posesión, correspondiéndole a Salina el asiento del Cauto y sus saos “hasta
la mitad del monte que está entre los dos saos y la sabanilla de Cauto” (de esa
forma surgió el Hato de Cauto) y, a Cepeda, el asiento de los saos y Cacocum,
con las vegas desde la boca del arroyo para arriba de una y otra banda, (Hato
de Cacocum).
La posterior historia, como mismo la de todas las haciendas de la
comarca, es el traspaso de las tierras a unas y otras manos en sucesión que da
mareos.
A la muerte de Alonso de Cepeda el hato de Cacocum fue heredado por su
hija Catalina de Cepeda, la que al parecer tuvo entre sus descendientes a una hija
natural (o nacida fuera del matrimonio católico) llamada Paula y otro hijo,
este legítimo tenido dentro del matrimonio con un hatero de apellido Solano,
llamado Juan.
El 1 de noviembre de 1694, los medios hermanos Juan Solano y Paula de
Cepeda, le vendieron cada uno por separado a Dionisio de Verdecía, 50 pesos de
posesión, bajo los linderos: “en el sur, por la parte del Cauto, en un cedro
que está en el camino real que divide los dos hatos, y de ahí cortando por
derecho al arroyo del Guanabito, y de allí a la Sabanilla de
Contramaestre, y por la parte del norte con el hato de Yareyal que los divide
la unión del camino viejo que venía de Holguín y el de la costa”. Antes de esa
fecha o antes de 1698, la madre de ambos, Catalina de Cepeda le había vendido al
mismo Dionisio de Verdecia, otros 50 pesos de posesión, y lo sabemos porque Verdecia
lo declaró al vender en 3 de agosto de 1698, a Ambrosio del Corral y Reynaldos y a Francisco Vázquez de Coronado,
150 pesos de posesión bajo los mismos linderos, lo que quiere decir que eran
los dueños de la mitad del hato.
Aprovechando la visita que hizo el 3 de octubre de 1703 el Alcalde
ordinario de la Villa
de Bayamo que se llamó Juan Infante Hidalgo, Ambrosio del Corral solicitó
trasladar su asiento dentro del Hato de Cacocum al paraje denominado la Vega de Gerónimo Paneque,
junto al río Cauto, y Lorenzo Batista, pidió hacer su asiento en el paraje llamado
Sabanilla de Cacocum.
Para entonces, la otra mitad del hato de Cacocum, que colindaba con el
hato de Cauto, pertenecía a Lorenzo Batista Báez.
Leer además: Cacocum, tradiciones, remembranzas, y el tren.
Para ampliar la información ofrecida, véase a:
Diego de Ávila y Delmonte. Memoria sobre el origen del hato de San Isidoro de Holguín, pp. 100 – 102, 108.
César García del Pino. Baltasar Díaz de Priego: un matemático
santiaguero del siglo XVIII, p. 145.
Archivo Provincial de Historia Fondo Tenencia y Ayuntamiento. Legajo
63, Expediente 1926, ff. 52v – 55v.
Fondo Protocolos Notariales. Escribanía de Lorenzo Castellanos. Año 1757, f. 48. Año 1760, ff.
80, 82. Año 1762, 29. Año 1763, ff. 15, 19, 39, 45. Año 1767, f. 74v. Año 1768, f. 50v. Año 1770,
ff. 41, 90. Año 1771, ff. 3v, 21v. Año
1772, ff. 85, 93v. Año 1773, ff. 102v, 123. Año 1775, ff. 8, 24v, 45. Año 1776,
ff. 6, 89. Año 1777, f.
122. Año 1780, ff. 121v, 139v. Año 1783, f.
42v.
Escribanía de Lorenzo Castellanos. Año 1783, f. 40v.
Escribanía de Salvador de Fuentes. Año 1783, ff. 8, 58v. Año 1786, ff.
127v, 167, 169 – 172. Año 1795,
f. 40. Año 1804, f. 102.
Escribanía de Andrés Antonio Rodríguez. Año 1789, f. 193. Año 1807, f. 138.
Escribanía de Andrés Antonio Rodríguez y Miguel de Aguilera. Año 1834, f. 118v.
Fondo Tenencia y Ayuntamiento. Legajo 63, Expediente 1926, ff. 52v –
55v.
Fondo Juzgado de Primera Instancia. Legajo 46, Expediente 555.
Fondo Juzgado de Primera Instancia. Legajo 46, Expediente 555.
Archivo Nacional de Cuba. Intendencia General de Hacienda, Legajo 41.
Fondo Correspondencia de los Capitanes Generales, Legajo 17, Número 7. Fondo
Gobierno General. Legajo 76, Número 13; Legajo 489, Número 25118, Legajo 490,
Número 25132.
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