Es
estudió toda la cerámica encontrada en El Chorro de Maíta y usando las
referencias especializadas sobre los materiales que se usaban en Europa para la
confección de esas piezas durante el mismo tiempo en que se produjo la llegada
de los europeos a Cuba y asimismo en tiempos posteriores cercanos, se comprobó
que 600 fragmentos eran eso, europea o indígena no cubana.
Luego
esos fragmentos se compararon con los materiales de la que están hechas las
piezas de la colección de Arqueología Histórica del Museo de Historia Natural
de la Universidad
de la Florida,
y las de la colección del Museo de Arqueología del Gabinete de la Arqueología de la Oficina del Historiador de
la Ciudad de La Habana.
Y
todavía más: para la identificación de algunas piezas de las que aún se tenía
dudas, se consultó el criterio de los especialistas Roger Arrazcaeta y Lisette
Roura, del Gabinete de la
Arqueología de la
Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, la Dra. Kathleen Deagan
y el Dr. Gifford J. Watters, del Museo de Historia Natural de la Universidad de la Florida, el Dr. Vernon
James Knight, Universidad de Alabama, y la Dra. Gilda Hernández,
Universidad de Leiden.
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Jarras de Aceite
La
mayor cantidad de fragmentos de cerámica europea encontrados en El Chorro de
Maíta provienen de Jarras de Aceite, (en total 424, lo que constituye el 70.6 %
de toda la colección de cerámica europea conseguida en el sitio).
Esas
Jarras generalmente recipientes con forma de globos que se usaban para
almacenar mercancías, especialmente líquidos, y para transportarlos por tierra.
De manera secundaria servían también como contenedores para agua.
Las
más antiguas comenzaron a fabricarse en Europa entre 1490 y 1570, aunque
estudios de material encontrado en Sevilla sugieren una fecha de origen que se
remonta a mediados del siglo XV y una fecha final en torno a la mitad del siglo
XVI.
Por
la forma de la boca y el tipo de asas que presentan, las encontradas en El
Chorro de Maíta concuerdan con las más antiguas.
Fragmentos de
Jarras de Aceite no vidriados. El Chorro de Maíta.
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Aún cuando en El Chorro de Maíta aparecieron fragmentos de Jarras de Aceite hechos de cerámica no vidriada, la mayor parte de los fragmentos, 244 en total, lo que significa el 57.5 %, presentan una capa de vidriado, especialmente en el área de la boca.
Fragmentos de Jarras de Aceite vidriados. El Chorro de Maíta. |
Los
fragmentos encontrados informan también que la mayoría de las Jarras usadas en
El Chorro de Maíta tenían una superficie exterior coloreadas con un engobe blanco,
otras tenían áreas vidriadas en diferentes tonos de color verde; aunque también
aparecieron fragmentos de color marrón, gris y rojizo.
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Fragmento color naranja con mica
En
El Chorro de Maíta se encontró un único fragmento de cerámica con el exterior
coloreado por una fina capa de engobe color crema naranja casi traslúcido, y el
interior igualmente coloreado con un color naranja ligeramente más oscuro que
la pasta.
Fragmento cerámica Naranja Micáceo. El Chorro de Maíta. |
La
pasta de la que fue hecha es compacta, homogénea, muy fina, dura, de color
anaranjado claro y, lo más singular, que en la superficie se observan
partículas brillantes, aparentemente de mica.
Según
los expertos en cerámica el fragmento debió pertenecer a alguna vasija pequeña,
una taza probablemente, o un pocillo o plato.
La
cronología de ese fragmento ha sido establecida para el período comprendido
entre 1550 y 1650 y su origen parece estar vinculado con cerámicas fabricadas
en el sudoeste de España.
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Cerámica Bizcocho
En diversas
áreas de El Chorro de Maíta se encontraron 9 fragmentos de ese tipo de
cerámica, que entre sus características tiene: poca dureza, fina y compacta.
Uno de esos fragmentos parece que perteneció al borde de una jarra o vasija de
boca estrecha. En ninguno de los dichos fragmentos se aprecia elemento
decorativo alguno.
Los
expertos le adjudican un rango cronológico que se extiende de 1500 a 1550
aproximadamente, y lo asocian a picheles, jarras, copones, platos modelados,
vasos y vasijas de mesa en general. Su origen lo creen posiblemente ibérico.
En La Habana Vieja se han encontrado
contenedores de cerámica Bizcocho fechados para los siglos XVII, XVIII y XIX.
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Cerámica ordinaria con vidriado plomizo (plúmbeo)
Como
parte de ese tipo de cerámica, pero sin poder atribuirlos a tipos en particular,
se localizaron 16 fragmentos. Estos se caracterizan por mostrar en ambas superficies
un vidriado del mismo color que puede ser verde esmeralda, amarillo verdoso o
blanco amarillento. En varias piezas se observan indicios de torneado.
Cerámica ordinaria con vidriado plomizo
Carmelita-Verde
Se
encontraron unos pocos fragmentos que parece formaron parte de un recipiente de
paredes muy gruesas (23 mm), en forma de cono, que pudiera ser parte del fondo
de un mortero o una tinaja.
Se
trata de cuatro fragmentos vidriados con color verde en la superficie exterior
y el resto de color carmelita. Esos debieron ser parte de una vasija de forma
no identificada que, se supone, fue fabricada en Europa en algún momento entre 1490-1550.
Melado
Se
localizaron 19 fragmentos con un vidriado plomizo de color carmelita opaco. Se
observan huellas de torneado en varias superficies interiores. Algunos de esos
fragmentos provenían de la base de una jarra o algún otro tipo de vasija alta;
otro de los fragmentos era la base de un plato o de una escudilla. Los expertos
fijan su cronología entre 1490 y 1550 y le dan un origen europeo.
Lebrillo Verde
Se
identificaron 6 fragmentos dispersos en distintas áreas que por su estructura
aplanada y la forma de los bordes hace creer a los arqueólogos que eran parte
de lebrillos, esto es, recipientes de poca altura, más anchos en la boca o
borde que en la base, que se usaban para lavar la ropa o bañarse.
Fragmentos cerámica Lebrillo Verde. El Chorro de Maíta. |
Estos
son fragmentos mucho más grandes que todos los otros de cerámica. Uno de los
fragmentos, por su forma y tamaño pudo pertenecer a un lebrillo de más de 30 cm.
de diámetro. Las superficies exteriores en ocasiones presentan engobe blanco.
Las superficies interiores muestran vidriado plomizo verde esmeralda opaco. Hay
huellas de torneado en algunas superficies interiores. Los expertos consideran
que fueron fabricadas en Europa en algún momento entre 1490 y 1600.
El Morro
Solo
se encontró un fragmento de esta cerámica, de 9 mm. de grosor y con la superficie
exterior de color grisáceo, con manchas de vidriado carmelita verdoso. La superficie
interior presenta vidriado carmelita verdoso, de textura granulosa, y huellas
de torno. No se pudo establecer a que tipo de recipiente perteneció. Los
expertos hicieron ver que con ese mismo tipo de cerámica se hicieron escudillas,
bacines sin asas, tazas, platos y picheles durante una cronología bastante
dilatada que va de 1550 hasta 1770. el origen del fragmento no está precisado.
Morisco Verde
En
las piezas halladas en el sitio la pasta de esta cerámica recuerda la textura
de mayólica, o sea, loza común con esmalte metálico, pero más dura y gruesa con
vidriado verde esmeralda, oscuro. Entre los 8 fragmentos colectados uno
corresponde a una base, posiblemente de escudilla. Otro de los fragmentos fue
recortado en forma de disco y perforado, como si fuera usado como un adorno
personal. Los fragmentos fueron encontrados estaban, todos, en las zonas
próximas al cementerio. Según la colección digital del Museo de Historia
Natural de la Florida,
otras cerámicas semejantes fueron producidas en España y entre los años 1490 y 1550.
Mayólica (piezas
de loza común con esmalte metálico)
Mayólica Española Morisca Azul sobre Blanco
Se
encontraron 11 fragmentos que coinciden con las características de pasta y de
tratamiento de superficie reconocidas para este tipo de material: pasta de color
crema claro o amarillo, arcilla esponjosa, cubierta por un esmalte fino y
opaco, sujeto al desgaste, grietas y otras irregularidades. Muestran sobre el
esmalte blanco, elementos en azul, parte de líneas, restos de pintura y en un
fragmento, un ligero y pequeño moteado.
Dos
fragmentos de una misma pieza, pero procedentes de distintos grupos de
material, muestran líneas incisas paralelas al borde. No se pudieron
identificar tipos de vasijas. Se concentran en las zonas próximas al cementerio.
Columbia Simple
Es
el tipo de mayólica más abundante y ampliamente distribuido en el sitio, con un
total de 78 piezas; de ellas 58 muestran por ambas caras esmalte blanco.
Fragmentos de cerámica Mayólica Columbia Simple. El Chorro de Maíta. |
En
las 20 restantes, sobre el esmalte blanco se ve un vidriado verde claro,
esmeralda, que generalmente aparece en la superficie exterior aunque puede
hallarse también por ambos lados.
Una
de las piezas muestra sobre el vidriado exterior una línea verde oscura, de 3
mm de ancho.
Las
partes de asas encontradas de esa misma mayólica, reportan vidriado; dos son de
perfil algo cilíndrico y ligeramente achatadas, una tercera es una tira plana.
Un caso singular se relaciona con una de estas asas, conectada a una pared con
vidriado verde en el exterior pero con vidriado carmelita en el interior.
Los
restos de bases parecen pertenecer a platos, escudillas y a una vasija alta,
aparentemente una jarra con vidriado verde. Hay parte de un plato de
aproximadamente 22 cm de diámetro, con estructura llana y fondo cóncavo. Una
escudilla muestra un anillo en la base.
Se
reporta además un fragmento de lo que pudiera ser un apéndice o quizás parte de
un asa, en forma de tira plana con lados comprimidos, aplicada cerca del borde
de una pieza con áreas verdes.
Según
Deagan (1987) la cronología común de la cerámica Columbia Simple en el Caribe
es de 1492 a 1550 para las formas tempranas y entre 1550 y 1650 para las
tardías, aunque Marken (1994) extiende la vigencia del tipo hasta la mitad del
siglo XVIII. La muestra de El Chorro de Maíta presenta atributos que la
relacionan definidamente con los caracteres de las formas tempranas
establecidos por Goggin (1968): abundante presencia de vidriado verde,
estructura abierta del plato, existencia de un posible apéndice y escasa
presencia de anillos en las bases. El único detalle de posible carácter tardío
es el anillo en la base de una escudilla sin embargo, esto también puede
ocurrir, aunque de modo poco frecuente, en las formas tempranas (Goggin 1968).
Isabela Polícromo
Se
encontraron 3 fragmentos, dos de ellos pertenecientes a la misma pieza: parte de
un plato con esmalte blanco, decorado con bandas curvas paralelas, de color
azul y púrpura.
Fragmentos de cerámica Mayólica Isabela Polícromo. El Chorro de Maíta. |
A
este tipo de cerámica se le atribuye una cronología que va de 1490 a 1580 (Deagan
1987).
Santo Domingo Azul sobre Blanco
Solo
se localizó un fragmento de este tipo de cerámica que perteneció a una base de
escudilla con anillo y protuberancia central.
Fragmento de cerámica Mayólica Santo Domingo Azul sobre Blanco. El Chorro de Maíta. |
Hecha
de esmalte blanco, el fragmento está decorado con un diseño en azul de líneas
curvas, rectas y punto. A esa cerámica se le atribuye una cronología que va de 1550 a 1630
(Dragan 1987).
Mayólica con influencia italiana
Caparra Azul
De
ese tipo de cerámica solo se hallaron 2 fragmentos. Uno de ellos es un borde,
quizás parte de un albarelo o jarra farmacéutica española.
Fragmentos de cerámica Mayólica Caparra Azul. El Chorro de Maíta. |
Los
fragmentos muestran esmalte exterior uniforme, de color azul oscuro, y esmalte
blanco interior. En uno de los casos la parte interior tiene también restos de
azul.
Para
esta cerámica se considera una cronología que va de 1490 a 1600. Se plantea que
posiblemente la Caparra
Azul de contextos previos a 1550, es realmente cerámica
italiana (Deagan 1987).
Cerámicas indígenas no cubanas encontradas en El
Chorro de Maíta
México Pintado de Rojo
De
las 6 piezas fragmentos existentes, solo uno se acerca a la descripción de
Deagan (1987).
Fragmentos de cerámica México Pintado de Rojo. El Chorro de Maíta. |
Los
fragmentos muestran pintura o engobe rojo por ambas caras, con un suave
bruñido. También reportan bandas blancas irregulares, algo difusas, que
pudieran ser parte de una decoración aunque no excluimos que se trate de restos
de sedimentos. En algunos se observa una película blanquecina interior, quizás
generada por las sustancias que contuvo el recipiente.
Los
fragmentos que forman parte de una vasija alta, sugieren que esa era de boca de
entre 16 y 18 cm de diámetro, quizás una tinaja pequeña.
En
excavaciones arqueológicas hechas en La Habana Vieja se encontraron vasijas clasificadas
como México Pintado de Rojo hechas en los siglos XVI, XVII e incluso en fechas
posteriores que se consideran evidencias de las conexiones que hubo entre La Habana y México. Según
Deagan esas cerámicas fueron producidas en México y quizás en otros lugares,
proponiendo una cronología que va del 1550 al 1750.
Azteca IV
Entre
los fragmentos de cerámica excavados en 1986 se halla uno de solo 24 mm de largo
y 6 mm de grosor, con pasta de color crema oscuro en el lado exterior y gris
oscuro interior, quizás debido a una cocción incompleta.
El
tipo de pasta con que fue fabricado recuerda elementos indígenas, pero la
pintura usada no es un material de las Antillas.
Para
el experto Roger Arrazcaeta se trata de una pieza muy parecida a otras
clasificadas como Azteca IV halladas en contextos del siglo XVI en La Habana Vieja. La
arqueóloga Dra. Gilda Hernández (Universidad de Leiden), también lo considera
similar a Azteca IV.
Ese
tipo de piezas se hacía en México entre los años 1502 y 1521 aunque algunos autores
lo extienden a mediados del siglo XVI (González Rul 1988), e incluso al siglo
XVII (Charlton 1979).
Cerámica ordinaria pintada
Se
trata en este caso de la vasija clasificada por Guarch Delmonte como del tipo
Concepción de la Vega.
La
vasija apareció en fragmentos, pero se pudo reconstruir. Alto: 30 cm. Diámetro
en la parte más ancha: 33 cm. El cuello tiene 8.3 cm. de diámetro. Tiene forma de
cántaro con cuello recto. El fondo tiene una depresión circular que forma una
base cóncava.
La
superficie externa es regular, lisa, y ha perdido el engobe blanco que
aparentemente la cubría totalmente, pero en los lugares donde se conserva el
dicho engobe o pintura es posible observar elementos lineales y curvos,
pintados en negro sobre el engobe blanco. El diseño se compone de círculos
blancos con puntos centrales en negro. El espacio entre los círculos se rellenó
de negro y conforma elementos de apariencia triangular. Se distingue una línea
zigzagueante y otras curvas, cuya integración con los círculos no se puede
observar.
La
pasta de la que está hecha la vasija es de color rojizo claro, bien quemada y con
abundantes inclusiones de granos de roca, no muy grandes pero observables a
simple vista. Recuerda las pastas indígenas aunque no se ha estudiado su
origen.
Por
su forma y decoración, el recipiente es muy diferente a otros hechos por los
indígenas cubanos.
Guarch
Delmonte dijo que la vasija debió ser hecha en Concepción de la Vega, República Dominicana.
Se sabe que la cerámica hecha en este lugar comenzó en 1494 y hasta 1562. Se
usaba para su elaboración acordelado y, en menor medida, torno. Generalmente
las vasijas que allá se hicieron se decoraban con engobe rojo sobre blanco y con
líneas, esgrafiado y raspado en zona, relleno de rojo.
Las
vasijas de La Vega
las hacían alfareros indígenas que copiaban formas y técnicas decorativas hispanas con influencia
morisca, aunque también motivos decorativos indígenas locales.
La
pieza que se encontró en El Chorro de Maíta se diferencia de la cerámica de
Concepción de la Vega
en los colores, (no hay referencia de que los ceramistas de aquella ciudad
utilizaran pintura negra sobre engobe blanco).
También
la de El Chorro es más alta y amplia que
la mayoría de las documentadas en La
Vega (Ortega y Fondeur 1978). Sin embargo, y obviando lo
anterior, es verdad que en términos generales se asemeja mucho por su forma y
por las peculiaridades del motivo decorativo y su disposición.
Cerámica ordinaria sin vidriar, gris fina
Se
usa esa denominación para nombrar fragmentos encontrados en El Chorro de Maíta que
no se ajusta a los tipos reportados en contextos coloniales hispanos del
Caribe.
Se
trata de 32 fragmentos que pudieran provenir de una misma vasija o de un grupo
pequeño de ellas de poco grosor y de una muy peculiar manufactura.
Cerámica ordinaria sin vidriar, gris fina. El Chorro de Maíta. |
Las
piezas están muy fragmentadas en segmentos de 2.5 a 4 cm de largo, pero fue
posible reconstruir áreas del cuerpo de una vasija de unos 30 cm de diámetro.
Fue elaborada por acordelado y, en opinión de Roger Arrazcaeta, usando un torno
alfarero.
Uno
de los fragmentos es parte del cuello recto de una vasija de boca pequeña. De
ahí que se crea que la vasija en cuestión era un cántaro o, probablemente, una
jarra.
Las
superficies internas y externas son bien lisas con áreas en su parte interna que
llegan a ser suaves al tacto, pero sin pulido. El color es gris claro, con
cierto matiz pardo en el interior. Restos de sedimento blanco, quizás del suelo
del lugar, se notan incrustados en ambos lados. La pasta es fina, bien escogida
y decantada. No se parece a las pastas de la cerámica indígena del lugar en su
coloración y composición. La cocción es buena, pareja y oxidante. No se
observaron elementos decorativos.
La sencillez
general de la forma y la combinación de acordelado y torno, abre la posibilidad
de un trabajo alfarero no realizado en Europa, quizás con componente indígena.
Cerámica indígena posiblemente local que copia
formas europeas
Se
trata de cerámica ordinaria de evidente tecnología indígena tanto en la
selección y tratamiento de las pastas como en el manejo de las superficies. Sin
embargo, se diferencia de las piezas aborígenes en la forma, que es de evidente
inspiración europea: En un caso, que solo conserva parte del cuerpo, la boca y
un asa, parece tratarse de la copia de una jarra de mayólica. La superficie es
alisada y de color pardo rojizo, con huellas ligeras de exposición al fuego. Se
desconoce en que parte del sitio fue encontrada y actualmente se conserva en
los fondos del Museo El Chorro de Maíta.
En
otro caso se trata de una vasija, en forma de pequeño vaso o jarra de 5 cm de
diámetro y 4 cm de alto, con dos asas, y decorada con líneas incisas que forman
cuadrados. Recuerda los morteros de
bronce
del siglo XVI aunque pudiera ser una interpretación indígena de formas de
cerámica hispanas y no una copia exacta. Guarch Delmonte aseguró que para su
confección se usaron técnicas indígenas.
Asimismo
aparecieron tres bases planas de vasijas, con un largo que oscila entre 4.5 y
3.5 cm, las cuales, aparentemente, tienen formas de platos o escudillas, aunque
esto es imposible de establecer de modo seguro por su reducido tamaño. (Los
fondos planos son inusuales en alfarería indígena cubana). El color de las
superficies internas y externas de estas bases planas es pardo rojizo y su
textura áspera. Una de ellas presenta un pequeño reborde bien delimitado donde
termina el respaldo, al que continua una concavidad en el fondo.
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