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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

7 de octubre de 2016

El catolicismo en Holguín, Cuba





Dibujo de la primera ermita inaugurada en Managuaco y bendecida el 5 de octubre de 1692
Se habla constantemente que la primera ermita católica en la Costa Norte del Bayamo fue la que se erigió en Managuaco a petición de don Juan Francisco González de Rivera y de su esposa María del Rosario de Ávila y Batista Bello y bendecida en 5 de octubre de 1692, pero no es verdad.

Antes que esa existió otra en la Costa Norte del Bayamo, o por lo menos situada en el lado de acá del Río Cauto, en el camino que conducía a aquella villa. Dicha ermita fue construida por un indio natural de Caneyes Arriba en honor del “Señor Crucificado” y conocida más tarde por la “Ermita del Santo Cristo”.

Pasó el tiempo y aquella ermita no tuvo Cura Párroco que la atendiera a pesar de que estaba rodeada de vecindario (aunque muy escaso), por lo que se desvaneció en esas llanuras de inmensas soledades.

Es la dicha ermita la que dio nombre al pueblo surgido a su alrededor y que fue en aumento: “Cauto Cristo”. (Cauto porque el pueblo está en una de las márgenes de ese río, y Cristo por estar la iglesia bajo su advocación).
Matías de Olivera
Se dice que fue el primer ermitaño que cuidó la ermita de Santiago del Prado de las Reales minas del Cobre donde se comenzó a venerar la imagen de la Virgen de la Caridad.
Combatió en Lepanto en 1571.
Murió a una edad centenaria.
Dice la tradición que también cuidó la iglesia de Nuestra Señora del Rosario en Managuaco
Tomado de Diego de Ávila y Delmonte: Memoria o apuntes históricos sobre el origen y fundación del Hato de San Isidoro de Holguín. Imprenta La Fraternidad, Calle del Comercio No. 83, Holguín. 1888 (Segunda edición del libro).
CAPITULO OCTAVO

Toca a este capítulo la narración del origen de la Iglesia San Isidoro de Holguín, primera institución religiosa con la cual se acudió a satisfacer las necesidades espirituales de los habitantes de esta comarca, así como de las ceremonias que tuvieron lugar con motivo de la operación de echar sus cimientos materiales o colocación de su primera piedra, así como de las variaciones y cambios de lugares sufridos para su definitiva erección.

Corría el año de 1689 cuando surgió el proyecto de crear un Curato y adquirir un buen Pastor que velase por el desarrollo de la religión cristiana y administrase los santos sacramentos de ella, celebrando el santo sacrificio de la misa.

A este efecto, pues, las personas más acomodadas y entusiastas por el culto de nuestra religión, convinieron elevar una solicitud al Muy Reverendo Obispo Diocesano Doctor don Diego Evelino de Compostela para que les concediese el permiso para la construcción del templo, así como la provisión del Sacerdote que hubiera de servirlo. Para tal solicitud usaron el conducto de don Juan González de Rivera y Obeda.

Concedida por el Prelado Compostela la gracia pedida por estos habitantes, nombrando como Cura Párroco al Presbítero don Gonzalo de Lagos y mejía, convinieron los agraciados y contribuyentes en construir dicha Iglesia a sus expensas en la hacienda de Manguaco, sirviendo con tal situación a todos los vecinos de la comarca.

Tal Iglesia o casa del Señor, se levantó en efecto en dicha hacienda con diez varas de largo y cinco de ancho, dedicando dos varas de ella para la Sacristía. Sus materiales consistieron en madera con cobija de yarey y el portal cubierto de tejas que trajeron los vecinos desde la Villa de Bayamo.

El campanario, dada la pobre forma arquitectónica de dicha Iglesia, consistía en una horca formada por dos postes de bastante elevación, cubiertos por un cobertizo o caballete de teja maní. Y como las ideas religiosas de aquellos tiempos y la necesidad pedían de consumo la satisfacción de otra exigencia, perentoria por su naturaleza, careciéndose e riqueza y otros elementos adecuados, surgió y se realizó el pensamiento de un cementerio adherido al templo, cuya sencilla construcción se llevó a cabo por medio de una estacada o cerca de madera de corazón a manera de muralla del cuadrado, en un espacio de cien varas en cuadro con sus correspondientes portadas para dar entrada y sepultura a los cadáveres de la vasta demarcación del caserío del Hato Cercado de Holguín.

Construida, pues, dicha Iglesia a costa de todos los vecinos y en particular por las especiales gestiones y erogaciones del referido Sr. González de Rivera y de su esposa Dña María del Rosario de Ávila, y ayudados estos con las limosnas y donaciones voluntarias de las personas avecindadas en las haciendas colindantes, cuyas agrupaciones se movían bajo la advocación y distintivo de María Santísima del Rosario, conmemorando así el nombre de la fundadora, celebrose en ella la primera misa de su bendición el mismo día de la Patrona advocada, o sea, el 5 de octubre de 1692. Esta fecha ha permanecido grabada, hasta hace pocos años, en el tronco de una palma que se hallaba al frente de dicha Iglesia, a pesar de estar sus signos poco perceptibles a la simple vista.


Entre los vestigios de la Iglesia descrita aparecen y pueden verse aún una gran parte de la teja que cubría sus colgadizos, el más costoso de todos sus materiales, la cual cubre hoy los corredores de una casa particular de la referida hacienda.

El aumento del número de vecinos o feligreses de la referida hacienda (Managuaco), los consiguientes enlaces de las familias y la buena armonía que entre todos mediaba, produjeron el nuevo proyecto de trasladar dicha Iglesia al hato de las Guásumas, (Guásimas) (ubicada) frente a los sitios de Purnio y Naranjo, para cuya realización se puso a la cabeza de los aspirantes, como su primera gestora, la nunca bien ponderada señora Dña María de las Nieves Leytte Rodríguez, viuda del Alférez don Juan Manuel de la Torre y Fuentes que, de su propio peculio en primer ligar y, auxiliada con las limosnas y donaciones voluntarias de todos, y aprovechando en lo posible los fragmentos de la primera Iglesia, reunió los elementos necesarios y fundó la segunda Iglesia.

No hay para qué decir que la tal nueva erección del templo dio motivo para procurar y obtener el nuevo permiso correspondiente, recabado entonces del Ilustrísimo Diocesano Don Fray Gerónimo Valdés, interviniendo en todo ello el Vice Patrono Regio Gobernador de la Provincia Capitán don Juan Varón de Chavez y resultando nombrado como Cura Párroco de la nueva iglesia el Presbítero don Francisco González Millán.

Al procederse a las vías de hecho para que fuera una realidad la construcción de la nueva iglesia en la hacienda de las Guásumas ocurrió el descubrimiento en dicho lugar de una plaga asombrosa de hormigas bravas, bibijaguas y otros insectos y, (además), debido a la constitución fofa y ahuecada de tales terrenos, (ocurrió) que los feligreses y el mismo Párroco nombrado no hallaron otra solución al conflicto que la de cambiar de sitio para la iglesia con tal de que estuviera libre de aquella insoportable plaga. A este efecto, pues, se consultó la opinión de todos los fundadores el templo y muy particular la de las tantas veces citada señora Dña María de las Nieves Leytte Rodrígez, que tenía voto principalísimo e indispensable en tal asunto, y unos y otros fueron de parecer que mediante el consentimiento de los dueños y proveedores del Hato y Cercado de San Isidoro de Holguín, se trasladara dicha iglesia, o mejor dicho, se construyera en este último expresado Hato de Holguín.

Con tal nuevo acuerdo, y a pesar de los permisos ya otorgados, concurrieron de nuevo al Prelado por nuevo permiso para el referido cambio de lugar cuya traslación vio con gran complacencia el Vice Patrono Regio, Gobernador Capitán a Guerra de la ciudad de Santiago de Cuba y su partido, Coronel don Mateo López de Cangas.

Viendo los promoventes las conveniencias del nuevo lugar elegido, en el cual por de pronto se estaba libre de las plagas que determinaron el cambio, convirtieron dicho templo en Parroquia, siempre bajo las advocaciones de Nuestra Señora del Rosario y también San Isidoro, Arzobispo de Sevilla, que era el patrono de este último partido o localidad rústica en que quedó situada aquella.

Celebrada en dicho nuevo templo su primera misa, la cual fue cantada con víspera y sermón y sacada en procesión por el nuevo Párroco don Juan González de Herrera y López, las dos imágenes, de Nuestra Señora del Rosario la una y de San Isidoro la otra, bien sea por el entusiasmo producido en el vecindario con las solemnidades de tales fiestas, bien sea por los mayores  grados de vitalidad de los habitantes de este Hato de Holguín comparados con los de pobreza que respiraban la de los puntos en que anteriormente fue situado dicho templo, el caso es que (antes) en enero de 1719 se celebró una junta de vecinos, presidida por el referido nuevo Párroco para erigir una nueva iglesia de cuya importancia, situación y ornamentación vamos a ocuparnos.

Entre los distintos puntos del hato de Holguín llamó la atención y mereció ser elegido el entonces denominado Cayo Llano o Castilla, situado en un extremo de la parte del caserío conocido con el nombre del Bramadero o sea, el asiento principal del Sur, entre los ríos o arroyos Isabela y Fernandino, conocidos hoy con los nombres del Jigue y el Marañón. En la construcción o nueva erección de dicha Iglesia se distinguió por las larguezas de su propio peculio y por su dirección personal hasta dejarla ornamentada con sus adminículos más indispensables, el Señor don Diego de Ávila y de la Torre, quien obtuvo por dicho servicio, con el doble carácter de fundador y poblador de esta ciudad el nombramiento o gracia del oficio de Regidor Alcalde Mayor provincial de la Santa Hermandad de su Ilustre Ayuntamiento, y todo en calidad de posesión perpetua y vinculación de hecho en su persona y las de sus sucesores y descendientes para el desempeño de dicho oficio, según Real Orden fechada en el Buen retiro a 25 de diciembre de 1756. 

En dicha Real Orden, no considerándose bastantes las gracias concedidas al citado don Diego de Ávila y de la Torre por su espíritu religioso y patriotismo adecuado a aquellos tiempos, se le concedió además la mercedación de los terrenos realengos de Tacajó y Vijarú (Sic), que ya poseía, cuya área de Hato y Corral se estimó en 100 pesos de posesión primitiva.

Al propio señor Ávila se debe, con la ayuda personal de varios vecinos, la traslación de las campanas y otros objetos anexos a la nueva Iglesia. Esta se bendijo el 3 de abril de 1720 y al siguiente día, señalado por la Iglesia como el del referido Santo Patrono, se dijo la primera misa.

Transcurridos unos cuantos años, ya por reparos de algún Gobernador y (otras) causas difíciles de apreciar en su conjunto, las paredes (de la Iglesia), unas de tablas de madera dura y otras de barro con paja, o sea, de embarrado con su correspondiente torta de tierra, fueron sustituyéndose y se ostentan hoy (1888) sino con elegancia arquitectónica alguna, con el aspecto de solidez que acusa el material de ladrillo o piedra con que han venido reconstruyéndose todos los muros departamentales, debiéndose consignar como generoso y activo benefactor de estas reformas el nombre del Mayordomo de fábrica de dicha Iglesia, don José Romero y Francia.


Tomado de Oriente Contemporáneo:
1944
Dr. Oscar Albanés Carballo, fundador de la Orden de los Caballeros de San Isidoro en Holguín.

 Leer además: Crónica de cuando en Holguín intentaron asesinar a un santo.


El doctor Oscar Albanés Carballo, brillante escritor y fundador de la Orden de los Caballeros de San Isidoro, nos ha proporcionado un magnifico trabajo sobre el desarrollo del catolicismo en Holguín. Comienza refiriéndose a los tiempos de la fundación del Hato de Holguín y después de una amplia reseña cronológica sobre la creación de la primera ermita, y a lo cual hacemos referencia al principio de esta reseña histórica, llega el año 1815 y dice:

Desde este punto cronológico, en que el progreso exigió una reconstrucción al edificio, existe un templo católico enclavado en el mismo lugar, hoy en el corazón urbano de la ciudad, donde se asienta perdurablemente la fe y donde se consagran por medio del bautismo y restantes sacramentos, los verdaderos católicos holguineros.

Iglesia San Isidoro de Holguín

La Iglesia de San Isidoro es una estampa sagrada por su intrínseco valor espiritual, por su magna historia en pro de la incrementación del catolicismo holguinero y de la cual dijera un sonetista local:

“Allí con devoción, nuestro mayores
Con la mística fe del buen creyente,
En plegaria dulcísima, inocente,
Se acercaban al Dios de sus amores”.

Esta estampa ya del pasado que como legado del pretérito siempre fue mejor, hace recalcar con luminaria de inmenso cariño y fraternal recuerdo, a una legión de virtuosos sacerdotes que fueron curas párrocos de la Iglesia de San Isidoro y entre ellos los padres Ángel Fuentes, Calderín, Baltasar, Llavero, Correeras, Peipó, Luances y Monseñor Fernández Lestón.

Se significa que este último practicó santa y virtuosamente en la Iglesia de san Isidoro durante 37 años consecutivos, habiendo fallecido en la aldea nativa que fue Aballeira, Muros, España, el día 3 de enero de 1941.

Monseñor Fernández Lestón

Monseñor Fernández Lestón no solo llenó con suma rectitud y devoción profunda sus funciones como párroco, sino que llevó la acción social y católica al máximo esplendor en Holguín, habiéndose fundado y como hecho sobresaliente durante su curato, la Respetable Orden de los Caballeros de San Isidoro, que fue el modelo extra por su estructura reglamentaria y espiritual, para que más tarde tomase vida y calor los “Caballeros Católicos de Cuba”, honra y prez de la Crus de Cristo y una de cuyas delegaciones existe actualmente en Holguín, por iniciativa del reverendo Padre Pensionista Constantino Ugalde y Muro.

El progreso, que no tiene límites en su acción, ha hecho posible la reconstrucción de la Iglesia Mayor de San Isidoro, distinguiéndose en esa iniciativa la señorita Lola Albanés. Monseñor Fernández Lestón fue máximo cooperador de esta obra de progreso urbano y religioso, y en estos días acaba de dedicarse en Cacocum una pequeña Iglesia con el nombre de San Pedro.

También en San Germán se ha construido un bonito templo y en Mir está al terminarse otra Casa del Señor, lo que prueba la intensificación del espíritu religioso en Holguín y su Término.

Los holguineros no querían a Fernández Lestón cuando el sacerdote llegó la ciudad, tal como lo demuestra la siguiente nota publicada en “El Eco de Holguín”, el miércoles 18 de mayo de 1907 con el título:

UN CURA GROSERO

Varias veces nos hemos ocupado a la ligera del disgusto que muestra una gran parte del pueblo de Holguín ante el proceder del Sr. Arzobispo de Santiago de Cuba de imponer al cura, señor Fernández Lestón en el cargo de Vicario de esta ciudad, cargo que con muy buen sentido se pidió para el ilustrado, querido y virtuoso sacerdote dominicano, Ldo. Rafael C. Castellanos.

Como se ve la resolución del prelado a que nos referimos no ha dado los resultados que esperábamos, pues a pesar de conocer el proceder incorrecto, irrespetuoso y grosero de Fernández Lestón y de ser este un cubanófilo furibundo, lo nombró vicario en propiedad de Holguín y su jurisdicción para vengarse así de las señoras y señoritas que le devolvieron las credenciales de profesoras de Doctrina cuando le dirigieron una petición a favor del Padre Castellanos y aquel, el Arzobispo, ni siquiera por cortesía se dignó a contestar a tan razonado cuanto respetuoso escrito.

Hemos dicho que el nombramiento de Fernández Lestón ha dado los resultados que eran de esperarse, porque el referido cura jamás se ha portado con la corrección que le impone su misión, pues aparte de sus ademanes y actos groseros, según se dice, ha dado patadas a varios niños y dicho palabras desde la sagrada cátedra que, a la verdad, si hubiéramos estado presentes no se habría quedado eso sin el correctivo que merece todo aquel que falta al respeto y consideración de un pueblo culto.

Por eso la noche del jueves último y en momentos de celebrarse las Flores de Mayo ocurrió el choque entre Fernández Lestón y nuestro Director, de cuyo acto haremos historia. 

Sabido es que desde que nuestro Director emprendió la campaña para que Lestón no fuera nombrado vicario, este se mostró su enemigo personal, como también de los 103 padres de familia que firmaron la instancia contra su nombramiento y a favor del Padre Castellanos. Ese ha sido el motivo del choque, y por eso el tantas veces citado Lestón se creyó con derecho a expulsar del templo a nuestro Director y a pedir que se le prendiera bajo su responsabilidad como si estuviéramos en la época de Don Felipe II.
Y a la verdad que no nos ha chocado tanto lo del cubanófago cura, como el proceder de su mandadero Luís Fuentes y Fuentes, hijo de Holguín y fanático, al extremo de creer que  los sacerdotes no se les puede llamar al orden como a otro ciudadano que olvide sus deberes para con la sociedad.

Dicho mandadero pretendió, como su amo y señor, que nuestro Director fuera detenido por la Policía, y tanto alteró el orden hasta que hizo que los concurrentes abandonaran el local, no sin la protesta de una juventud digna que allí se encontraba y que no está dispuesta a tolerar que nuestras vírgenes sigan presenciando ademanes groseros, ni oyendo palabras descompuestas, pronunciadas por pecadores que van cubiertos bajo el traje de ministros de Jesucristo.
Despedida del Padre Castellanos

Periódico “El Eco de Holguín”, 05 de mayo de 1907

Desde la mañana del miércoles que llegó a esta ciudad el muy querido Padre Rafael C. Castellanos, hasta la tarde de ayer que partió para Santiago de Cuba, no ha cesado tan virtuoso sacerdote de recibir manifestaciones de simpatía y de respeto de todos los elementos sociales de Holguín.

A las ocho de la noche del jueves se vio invadido el hospedaje del P. Castellanos por infinidad de señoras, señoritas, caballeros y niñois que fueron a demostrarle una vez más el cariño que Holguín le profesa. En esos momentos llegó la orquesta que dirige el Sr. José María Ochoa, entonando el himno dominicano, La Bayamesa y algunas otras piezas de su repertorio.

La numerosa concurrencia fue galantemente obsequiada con finos dulces y licores, recibiendo todo género de atenciones así del P. Castellanos como de la apreciable familia Hechavarría.

En el momento de despedirse los concurrentes, el P. Castellanos, con frases galanas, dio las gracias a todos y dijo, entre otras cosas, que su cuerpo partía para Santo Domingo y su corazón se quedaba en este Holguín para él tan querido y del que tantas muestras de afecto había recibido.

A las once de la noche se llevó a cabo otro acto no menos simpático: la serena por la popular orquesta del Sr. Manuel Avilés, la cual, por haber tenido el compromiso de tocar en la función que se celebraba en el teatro, no pudo concurrir a las primeras horas con la del Sr. Ochoa.

Los actos realizados por el pueblo de Holguín en pro del P. Castellanos demuestran la popularidad que goza el referido sacerdote, puesto que jamás se han visto demostraciones como estas a ningún ministro de la iglesia.

Ayer a las cinco de la tarde abandonó el ilustre dominicano la ciudad del Marañón, partiendo para Santiago, desde donde seguirá rumbo a la hospitalaria República, su patria. Allí le espera el cariño de su amantísima madre y demás familiares.

El P. Castellanos ocupará bien la secretaría del Arzobispado o el curato y vicaría de Puerto Plata, puestos importantes que le tiene ofrecido el Prelado que rige los destinos de la iglesia católica de Santo Domingo.


La iglesia San José de Holguín todavía conserva su torre original
 
De otra iglesia católica de Holguín tenemos que hacer mención: una mentira o exageración que nunca fue estimada como pecado motivó la autorización en el año 1803 del templo de San José en la parte norte de la ciudad. El vecino Pablo María Alberteris, para conseguir del entonces Obispo de la Diócesis, Ilustrísimo don Joaquín Osés y Ozúa, la licencia para una nueva casa de Dios, utilizó los siguientes subterfugios: Que la población con una crecida suma de vecinos, (que le hizo ascender a 11 000 habitantes, cifra que todavía no había alcanzado Holguín en esa época), y con la dificultad de ser socorridos los católicos con el pasto espiritual, por encantarse la única iglesia parroquial muy reducida y deteriorada y a una distancia significativa del grupo principal de moradores, se suplica al Mitrado, sin necesidad de pensionar a nadie por tener caudal económico suficiente para poner la obra en construcción, la correspondiente licencia para una nueva Casa del Señor, que lleve el consuelo espiritual a los fieles.

Y en efecto, en la fecha del 1ro de septiembre de 1803 se autorizó por el obispo “la fabricación de una capilla o ermita en la entonces denominada Plaza de San Francisco, cubierta y cerrada con su puerta y llave, con la decencia y el aseo que corresponde, poniendo en ella altar en que se colocará la imagen de San José, dándonos aviso al concluirla para la bendición y para que se pueda comenzar a celebrar el Santo sacrificio de la Misa”.

La actual Iglesia de San José es elegante y esbelta; su elevada torre, el punto más cimérico de Holguín, como si fuera atalaya inquebrantable de la fe cristiana, imprime con su aspecto general un sumo interés para la parte urbana y para el amplio y hermoso parque público que hoy lleva el nombre del Pare de la Patria Carlos Manuel de Céspedes.


Dr. Germán Lence González, párroco de San Isidoro, y su señora madre.

La iglesia San José está hoy a cargo de los Padres Pensionistas que despliegan, como es característica primordial en ellos, una activísima propaganda de acción católica y de efectivos resultados de fe. De la Parroquia San José es su actual párroco el Reverendo Padre José Redondo y de la San Isidoro el sacerdote cubano Dr. Germán Lence González, quienes conducen con sus virtudes acrisoladas y su amor inmarcesible a Dios, por el derrotero del éxito y del triunfo, a la religión y el catolicismo holguineros.
 
Gran Cruz de la Orden de los Caballeros de San Isidoro en Holguin

Holguín es católico, no se le pude negar su historia y las constantes pruebas de progreso que brinda a diario en ese sentido, cooperando con singular nobleza de ánimo y espíritu elocuente de amor a Cristo, al más airoso desenvolvimiento de las parroquias actuales en su acción maravillosa de captar prosélitos y engrandecer los intereses eclesiásticos y mantener airosamente la ínclita Orden de los Caballeros de San Isidoro, fundada el 26 de marzo de 1922.

El Reverendo Padre Dr. Germán Lence González es natural de Mayarí, Oriente y tiene el grado de Doctor en Filosofía y el de Licenciado en teología. Su actuación al frente de la Parroquia de San Isidoro es sumamente importante ya que debido a ella se conduce a la grey católica holguinera por el derrotero del éxito.

Reverendo Padre Pensionista José Redondo Mediavilla


El reverendo Padre José Redondo Mediavilla tiene a su cargo la Parroquia de San José. Es natural de Palencia, (España), teniendo cuatro años de residencia en Cuba y habiendo ejercido antes en Aguada de Pasajeros y Caibarién y en las capillas de Mir y Sao Piedra. Tomó los hábitos en el Convento de Coveila, Navarra, España e hizo sus estudios en La Mancha, siendo alumno del eminente Colegio Internacional de Pensionistas de Roma, a cuya Orden pertenece. El Padre Redondo propicia las actividades de distintas asociaciones religiosas, como las de los Caballeros de Colón, Caballeros Católicos, Caballeros de la Pasión, Damas Josefinas, Damas Pensionistas, Pajes del Santísimo, Niños de Praga y otras que actúan en torno a las sabias orientaciones de este culto y prestigioso sacerdote que goza de generales simpatías y de muy buena estimación en la sociedad.

Reverendo Padre Pensionista José Lence González

La capilla de San Germán se encuentra a cargo del joven sacerdote Reverendo Padre José Lence González, hermano del cura párroco de la Iglesia Mayor de San Isidoro de Holguín. Este fervoroso y entusiasta hijo de la fe de Cristo realiza una importante labor benéfica y de alivio espiritual entre sus feligreses y lleva a cabo obras de mejoramiento social y acercamiento entre las almas devotas.
En el barrio de San Andrés ejerce el curato Monseñor Dr. Sebastián Folgar y Cedeira, natural de Cuba y quien se ordenó de sacerdote en Roma en el año 1929, siendo investido de Monseñor el 24 de noviembre de 1938 y cura párroco de San Andrés desde el 25 de febrero de 1940, desde cuya fecha se encuentra ejerciendo allí su sagrado ministerio. Anteriormente tuvo a su cargo el rectorado del Seminario del Cobre, donde inició sus grandes dotes de educador y supo captarse la confianza y estimación de cuantos de él recibieron santas y valiosas enseñanzas.

Dr. Luís R. Fuentes Obregón. 2da Mitra de la Orden Caballeros de San Isidoro, Holguín.
Rogelio Aguilera Torres. Secretario de la Directiva de los Caballeros de San Isidoro en Holguín.

La ínclita Orden de los Caballeros de San Isidoro fue fundada en Holguín el 26 de marzo de 1922. Fue la primera en dar la clarinada gloriosa de “¡Viva Cristo Rey!” en Cuba. Su ideal, mantenido a través de 22 años no puede ser más hermoso y más cubano: fomentar el espíritu religioso, establecer una sociedad de miras verdaderamente fraternales, socorrerse mutuamente, cultivar la moral, difundir la instrucción, ejercer la caridad sin distingos étnicos.

Fueron los primeros legionarios de tan bellos postulados y que aún viven entregados a tan fructífera labor, las siguientes personas: Dr. Oscar Albanés Carballo, progenitor y nervio de acción de todos sus principales triunfos en los sectores sociales y religiosos. Fue el doctor Albanés el primer Presidente que tuvo la Orden (1922-1923), ocupando distintos puestos directivos en otros años el Dr. Pedro Pérez Morgado, Rogelio Aguilera Torres, (otro de los adalides principales de la Orden), Isidoro Blázquez Gómez, Francisco Díaz Serafín, Jesús Ochoa, Luís Báster, Juan Camayd, Manuel cadalso y Alfredo García Cedeño.

Han rendido su tributo a la madre tierra los siguientes socios fundadores: Monseñor José Fernández Lestón, antiguo párroco de Holguín; don Luís G. de Fuentes y Fuentes, don José Pérez Acosta, don Juan González de la Rosa, Tristán Caissés Barzaga, don Domingo Martínez, José Rubio Ochoa y José María Fernández, cura coadjutor.

Entre las obras realizadas se encuentran: creación de una biblioteca e carácter público, fundada el 8 de julio de 1922, construcción de la plazoleta “Padre Fernández”, el 8 de septiembre del mismo año, construcción del cementerio de “Las Biajacas” en ese mismo año en 20 de octubre, construcción de la glorieta “Ángel Díaz”, de un edificio social en el barrio de San Antonio, fundación del Capítulo de San Rafael y del de San Antonio y del “Boletín Isidoriano” bajo la dirección de Pedro Pérez Morgado.

La Orden celebra con entusiasmo las fiestas nacionales, especialmente las del 10 de octubre, (inicio de las guerras de independencia en Cuba en 1868), 20 de mayo, (día de la instauración de la República en 1902) y la luctuosa del 7 de diciembre, (caída en combate del Mayor General Antonio Maceo en 1896), lo mismo que la festividad del Santo patrono de Holguín, San Isidoro, cada 4 de abril y la Semana Santa. (Posterior a este escrito los Caballeros de San Isidoro construyeron la Escalinata y Rotonda la loma de la Cruz).

Base de la escalinata de la Loma de la Cruz. Imagen del célebre fotógrafo Sueiro (La casa que se ve al fondo todavía se conserva tal y como se ve en la fotografía)

Otra imagen de la base de la escalinata de la Loma de la Cruz


La famosa escalinata de la Loma de la Cruz en Holguín


Rotonda en la cima de la Loma de la Cruz
El viejo fuerte español de la cima de la Loma de la Cruz fue restaurado. Al parecer los constructores no conocían nada de edificaciones militares de tiempos de la colonia, por lo que dejaron el fuerte que lo que parece es un palomar.

 
Biografía de una Loma
Tomado de: Historia de mi ciudad
Por: Pedro García Suárez y William Gálvez

Desde 1790 es tradicional que el pueblo acuda a la vieja Loma de la Cruz el 3 de mayo de cada año. En la cima del cerro los españoles edificaron durante las guerras por la Emancipación un fortín desde el cual avisoraban la presencia de fuerzas “mambisas” en las cercanías de la ciudad.

Ese fortín fue ocupado por las fuerzas norteamericanas durante la primera y segunda Intervención y también fue utilizado por las fuerzas gubernamentales que establecieron allí una pequeña guarnición durante la guerrita civil conocida popularmente como “La Chambelona”.

Casi destruido el viejo fortín por la acción del tiempo y el abandono en que se le tuvo por muchos años, en 1928, a iniciativa del Dr. Oscar Albanés Carballo, quien formó un Comité presidido por el Dr. Gilberto Pardo Machado, por aquel entonces Jefe de Sanidad de Holguín,. Se dio comienzo a las obras de reconstrucción del histórico fuerte y también la célebre rotonda que lleva el nombre de “Coronel González Valdés” en honor a la memoria del prestigioso militar que fuera por muchos años Jefe Militar de Oriente.

UN INCIDENTE QUE PUDO SER TRÁGICO

Existía en lo alto del Cerro una tosca cruz de madera ya carcomida por el tiempo que llevaba expuesta a las inclemencias del tiempo. Y allá por el año 1923 esa dicha cruz fue sustituida por una nueva, colocada allí por los “Caballeros de San Isidoro”, agrupación católica fundada también por el Dr. Oscar Albanés Carballo. Pero eran esos días de gran tensión social y religiosa en Holguín, sobre todo porque distintos incidentes desdichados habían escindido a los holguineros en “clericales” y “anticlericales”. Entre sí cada bando libraba fieras batallas.

Y resultó que la nueva cruz colocada en lo alto del cerro fue arrancada de su sitio por manos impías que, además, le rompieron sus brazos. La indignación popular fue enorme, por lo que se temían violencias de todo tipo.

Los “Caballeros Católicos” construyeron una nueva Cruz, hecha de madera dura y sobre sus hombros pasearon la pesada pero gloriosa carga por las calles de la ciudad y después la subieron al Cerro. Aquel día hasta la propia naturaleza parecía cooperar extrañamente a hacer más imponente el acto: llovía copiosamente y los rayos surcaban el espacio. Temían los “Caballeros” que algún bárbaro profanara la sagrada cruz… pero no ocurrió nada.

Y allá en lo alto de la vieja loma todavía está la cruz vigilante como símbolo de la fe de nuestro pueblo.

(Verdaderamente la cruz actual no es esa de la crónica. A esa la partió un rayo en 2003)


En la fotografía la vieja Cruz de madera colocada por los “Caballeros de San Isidoro”
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