En la segunda mitad del siglo XVII, en las Tierras Altas del Norte de Bayamo o Tierras Altas de Maniabón, se presenta una lenta pero sostenida colonización, incrementada en el XVIII, con predominio de la inmigración criolla; a la vez que se manifiesta tímidamente la inmigración hispánica y no es notoria la inmigración forzada africana.
El poblado de San Isidoro de Holguín constituido oficialmente en el 4 de abril de 1720, tenía en 1726 unas sesenta casas que debieron aposentar unas 300 personas [García Castañeda, José A. La Municipalidad Holguinera, p. 51]. Es de destacar que reunía las principales familias hateras.
Cuando se crea la jurisdicción en 1752, de acuerdo con informes suministrados por el historiador Diego de Ávila y Del Monte, la población era de 1 426 personas; de ellas 135 esclavos, lo que representa un 9,47% de las almas que poblaban la villa [Ávila y del Monte, Diego de. Memorias del hato de San Isidoro de Holguín, p. 34].
Holguín, grabado antiguo
Según el obispo Pedro A. Morell de Santa Cruz, en 1756, Holguín albergaba un total de 1 751 habitantes [García del Pino, César. Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, p. 87]. El censo de 1774 le atribuye a esta jurisdicción una población de 2 446 [Comité Estatal de Estadística: El Primer Censo de Población de Cuba Colonial, La Habana , 1990, p. 41], mientras que en 1792 residían 5 837 personas, con un incremento en dieciocho años de 3 391 habitantes [García Castañeda, José A. La Municipalidad Holguinera, p. 203]. La esclavitud no fue la causa fundamental de este crecimiento poblacional, pues nunca superó en el siglo XVIII el 10 %.
Los vecinos de Bayamo tuvieron un rol protagónico en dicho proceso; aunque con el paso del tiempo, la nueva aristocracia hatera empezó a desarrollar intereses propios. El informe de la visita eclesiástica realizada por el obispo Morell de Santa Cruz, confirma la raíz bayamesa del holguinero: “(...) siete de junio (1756) después de caminadas sesenta y quatro leguas arrivé a la Ciudad de Holguín. Esta debe sus principios a algunos Vezinos del Bayamo, que tenian sus Haziendas en aquel Partido (...)” [César García del Pino, César. Pedro Agustín Morell de Santa Cruz, p. 85.].
Los documentos del siglo XVIII, clasifican los habitantes de la Isla en blancos españoles, libres de color, esclavos y extranjeros. Esta situación presente en los censos de la época impide conocer el por ciento de criollos, pues se encuentran confundidos entre las cifras de blancos españoles, libres de color y esclavos.
En búsqueda de una solución al complicado problema del origen étnico de la población holguinera en el siglo XVIII, se procedió a analizar los testamentos, porque señalan el lugar de nacimiento del testador, e incluso de sus padres. Como es lógico, los testadores eran propietarios, pertenecientes en su mayoría a la población blanca; esto obligó a encontrar otras soluciones para los clasificados como “de color”. Los propios testamentos, que recogían a los esclavos entre los bienes del testador y señalaban casi siempre si eran criollos o africanos, también muchas veces la etnia del africano, contribuyeron a la solución del problema.
Otra vía fueron las ventas de esclavos, que contemplaban con frecuencia si el vendido era criollo o africano; de ser criollo, si era mulato o negro, y en el caso de los africanos, muchas veces, el origen étnico. La posibilidad de conocer la composición étnica de los libres “de color” fue menor. Solo se contó con una vía: las cartas de horros o cartas de libertad, que indican el porcentaje de criollos que obtenían la libertad.
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