Por: Sandra Guerra Rodriguez .
Henry García originalmente era un muchacho endeble, nadie sospechaba potencial en él, de hecho empezó a pelear para poder defenderse y sentirse menos expuesto ante su relación con el mundo. Luego comenzó a ganar y a ganar, a gozarse como púgil y llegó a representar a Cuba en un campeonato internacional.
En algún momento -pudo haber sido antes o después- comenzó a hacer poesía. Su muerte, un 25 de abril de 1958, se vincula con sus acciones como conspirador contra la tiranía de Fulgencio Batista. El cadáver se encontró, entre moscas, en las afueras de la base naval de Guantánamo.
Lo vi pelear contra Castellanos, Lilo Sera, y otros boxeadores de aquí. Era limpio, nunca daba golpes bajos o de remate, tenía un estilo bastante preciso, sin faltas, por eso quizá le decían el caballero del ring. A su madre la conocí en casa de unas amistades, hable con ella sin saber que era poeta, ni que era Marilola X. Cuando él ganó algún renombre fue que supe que los dos tenían un vínculo de sangre.
Los testimonios fragmentados del maestro Flor Silvestre, interesaron al poeta Luis Delfín, que no estaba de tan buen humor como en otros días, de un mutismo sombrío pasó a una iluminación: ¡Henry, de pronto, era un hombre de carne y hueso!
Todos los años en la casa de la Cultura Manuel Dositeo Aguilera se recuerda el 14 de Mayo, día del nacimiento de Henry García, el boxeador poeta hijo de la también poeta María Dolores Suárez, Marilola X.
La madre del púgil ideó una manera de recordarlo que ha llegado hasta estos días. Hasta su muerte con 85 años, no dejó de ir al hospital de maternidad cada 14 de mayo, donde donaba una canastilla a un bebé de padres insolventes.
Incluso cuando se mudó a la Ciudad de la Habana no dejó de viajar a Holguín. Los ropones, jabones, gorritos, eran comprados, reunidos o elaborados por ella durante doce meses, y el destino final era un chico que no conocía pero que debería llamarse Henry, esa era su única condición.
Marilola X publicaba poemas de amor y de diversos temas en los periódicos locales. Sostuvo correspondencia con Gabriela Mistral, Nicolás Guillén, y Alfonsina Storni. Con tres hijos decidió romper su matrimonio, dejarlo caer como un búcaro, y ponerse a escribir. El asesinato de su hijo, según dijo en algunos poemas la dejaron “muerta en vida”.
Aunque la muerte de la poeta fue en agosto de 1990, el último paquete elaborado por ella llegó hasta un chico al que nombraron Henry.
Según los instructores de literatura de la Casa de la cultura, en el 2006 lograron reunir a unos 15 niños beneficiados por la escritora. Pero hay más. Según la cuenta, desde 1958 al 1990, hay 34 mayos.
La última canastilla se entregó en el 2005 gracias a la voluntad de los miembros del taller literario Marilola X.