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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

28 de septiembre de 2016

Síntomas precursores de la gestad 1895.- “La Doctrina”.- Cuestión personal del Licenciado Frexes y el teniente coronel Elías.


Tomado de: José María Heredia (Ampliación del libro de don Diego de Ávila y del Monte)

Después de la algarada que los hermanos Manuel y Ricardo Sartorio promovieron en el poblado de Purnio en 1893 (…) ya el país se veía alterado en su orden interior.

Las suspicacias estaban en la mente de cuantos dependían del Gobierno y de sus simpatizadores, insulares y peninsulares, que mostraban vivo interés en tener al corriente de los más pequeños incidentes a las autoridades, que si bien es cierto que éstas comprendían los peligros que sobre el gobierno de la colonia se cernían, no les era dado evitarlos.

Las excitaciones del Partido Conservador, eminentemente anticubano y en el que, sin embargo, figuraban no pocos hijos del país, las anomalías y atropellos llevados a cabo por la Guardia Civil, había saturado la atmósfera del espíritu revolucionario, produciendo las desconfianzas, las irritaciones en el elemento más tolerante, para quienes la paciencia se había agotado.

Un escándalo ruidoso vino por entonces a preocupar de tal modo a la ciudad holguinera, que fue, digámoslo, el primer síntoma precursor de hechos más importantes y de los que se presentían movimientos revolucionarios.

Mandaba las fuerzas de la Guardia Civil en esta Comandancia, Emilio Elías y Ortega, Teniente Coronel del Cuerpo, hombre ese de escasa cultura y con la fama de haber sido quien destruyó en Andalucía “La Mano Negra”, (hechos esos que no le honraban gran cosa por los medios empleados en hacer desaparecer aquella).

Emilio Elías era de elevada estatura, de constitución fuerte y musculatura desarrollada, y poseía trato de gente pero había sido educado más en el Cuartel que en las aulas.
 
 


Por entonces dirigía “La Doctrina”, periódico local autonomista, el joven licenciado (abogado), Francisco Frexes Mercadé, quien vino a sustituir en aquel importante puesto al señor José Miró y Argenter. Argenter con gallarda y templada pluma había sostenido enhiesto el pabellón automático y el derecho de gentes, hasta su traslado a Manzanillo, desde donde se le llamaba para encargarle de empresas más importantes.

Bajo buenos auspicios e inspirado en la más noble de las causas y con el aplauso unánime del pueblo holguinero, siguió “La Doctrina” la senda que le señalara su fundador y Director Miró, Frexes tuvo la ocasión de sacar a la expectación pública, como mismo lo hizo “El Holguinero”, la torcida que observaba la curia envalentonada por la ineptitud del Juez del Término, don Manuel García Salgado y del desorden que se había entronizado en la Guardia Civil, cuyo Jefe, (Emilio Elías y Ortega), se ocupaba más de trapicheos amorosos que de los sagrados deberes de su cargo. Precisamente esto último lo hubo de tocar Frexes, aunque someramente, en “La Doctrina”, pero con un estilo jocoso, haciendo figurar a Elías como San Polizontes. Y obviamente que el Jefe de la Guardia juzgó que aquella broma no debía quedar sin correctivo. Pero en lugar de resolver la diferencia como lo hacen los caballeros, Elías tendió una celada a Frexes auxiliándose del Capitán Dionisio Muñiz Zapatero y un veterinario de apellido Moreno.

A los efectos que los tres se proponían, el Capitán Muñiz y Moreno salieron al encuentro de Frexes en el ángulo Norte de la Plaza de Armas. Estos le dijeron a Frexes que debía entrevistarse con Elías, quien desde uno de los balcones de la Comandancia General atisbaba la operación. Estuvo de acuerdo Frexes y entonces Elías bajó y pusose al habla con el periodista. Mediaron frases gruesas y entonces los otros dos sujetaron a Frexes mientras el Teniente Coronel Jefe de la Guardia Civil le pegaba.

Al día siguiente Frexes envió donde Elías a dos caballeros, el Licenciado Alfredo Betancourt y el Notario Emiliano Espinosa, para que le hicieran saber que lo retaba a duelo. El Jefe de la Guardia civil también nombró a sus dos paniaguados, Muñiz y Moreno. Frexes impuso que el duelo sería a pistola a quince pasos y que no terminaría hasta que uno de los dos combatientes estuviera fuera de combate.

Enterado Elías de las condiciones del duelo, no lo aceptó manifestando que “eso es un asesinato y yo no me dejo matar por asunto tan baladí”. Eso anteriormente dicho se hizo constar en el acta que se levantó y que suscribieron los cuatro testigos.

El 7 del mes de febrero el periódico que dirigía Frexes publicó los acontecimientos con sus detalles, acentuando la cobardía del Teniente Coronel Elías. Y poco después aconteció que los sucesos ocurridos en Holguín se supieron en La Habana y entonces el Capitán General Callejas le escribió por telégrafo a Elías conminándole a que aceptara el duelo a que le retaba el Director del periódico “La Doctrina” y, de no cumplir con ese deber de hombres de honor, le decía Callejas a Elías que quedaría sujeto al dictado de un Tribunal de Honor.

Busto del Coronel Panchito Frexes en el Cementerio Municipal de Holguín


Ante tal disyuntiva, que puso la carne de gallina a Elías, el Jefe de la Guardia Civil de Holguín optó por dejar bien puesto su nombre y a pesar de que ya habían transcurrido 93 horas de que se había negado a batirse con Frexes, dirigió a su oponente por conducto de Ramón Farrán, un cartel de desafío que literalmente copiamos para que nuestros lectores juzguen el concepto que se hace merecedor el autor de tan asqueroso documento:

“AL PUBLICO IMPARCIAL: Por consecuencia de haber extraviado maliciosamente la opinión, tanto el suplemento de “La Doctrina” del número 7 del actual, como el escrito que firma Francisco Frexes Mercadé en el número 594 de dicho periódico, circulado en el día de ayer, desvirtuando los hechos y evidenciando en forma que pudiérase tomar por algún lector mal intencionado de rehusar un lance de honor que me propuso el tal Frexes y el cual acepté públicamente en el Casino a los señores Don Alfredo Betancourt y Don Emiliano Espinosa, y con el fin de que no se crea por nadie que su mis padrinos Don Dionisio Muñiz y León Moreno no creyeran procedía el lance propuesto por ser yo el ofendido y considerarme suficientemente vengado por el garrotazo que di al Frexes y en atención a que en los escritos de “La Doctrina” referidos se pretende que la opinión juzgue a Frexes un Cid o un Zuavo, siendo completamente inexacto puesto que no ha hecho otra cosa que hacer mal uso de un partido político y de la noble profesión del periodista y para que se vea no ha hecho nada de lo que cumple a un caballero en vindicación de su honor que estima más que su vida, publicó una carta que entre 7 y 8 de la noche del día de ayer, en mi nombre le entregaron mis nuevos padrinos el Excmo. Señor Don Manuel Nates y Don Manuel Farrán, a la que contesto hoy como entre las 10 y 11 de la mañana, la que también abajo copio literalmente.

“Sr. Francisco Frexes, Director de “La Doctrina”. Habiendo quedado sin resolver la cuestión pendiente entre Ud. y el que suscribe, según el acta que firmaron los señores comisionados por una y otra parte y no quedando yo satisfecho con ella por creer en pie el insulto que Ud. me dirigió tan cobardemente en el periódico que con tanta torpeza dirige, así como por todas las rufianerías que después ha procurado propalar para manchar mi nombre de una manera canallezca, como usted solo es capaz de hacer, conducta propia de hombres mal nacidos como Ud. que desconoce las leyes del honor, y que ha entrado por accidente en la sociedad de los hombres bien portados, le exijo reparación de ella en el terreno de las armas al que nunca me pude negar a acudir, antes bien, la deseé para aplastar la soberbia de un ente canallada y sin vergüenza como le dije en su asquerosa faz la noche que le pedí explicación y le di un garrotazo; despreciando por mi parte añejas creencias de clase y condición para hacerle el honor de medir con usted mis armas. Espero que sus nuevos padrinos o los que antes designó, me es igual, se entiendan con el Excmo. D. Manuel Nates y D. Ramón Farrán, encargados de representarme, y le advierto que de no verificarse el lance por una nueva sutiliza de Ud. o de sus Representantes, daré al presente cartel toda la publicidad que me sea posible, sin que me detenga para esta resolución el carácter que Ud., para encubrir su cobardía, quiere dar al asunto.

Holguín, 10 de febrero de 1892.

E. Elías”.

Ante esta asquerosa provocación, que solo desprecio merece, el Licenciado Frexes se disponía a responder afirmativamente al duelo, pero sus amigos, conocedores de que le preparaban otra celada en que sin celebrar duelo alguno, él resultaría la víctima, esta que sigue es la respuesta que se le dio al papel enviado por Elías:

“Muy señores míos. Aunque las prácticas generales en materia de duelo me autorizan a no dar ningún valor a la pretensión de la que ustedes han sido mensajeros, recibida anoche a las ocho de la misma, por ser cortés con ustedes voy a contestar por su mismo conducto a la persona que representan.

El Código del Honor no admite dudas; y a las veinte y cuatro horas de ser firmada y leída un acta por los padrinos y el ahijado, éste no ha hecho manifestación alguna de protesta, se entiende que admite aquella y no ha derecho a proseguir una cuestión juzgada y concluida. El sábado seis de los corrientes a las diez y media de la noche habían suscrito los señores Muñiz, Moreno, espinosa y Betancourt en representación respectiva del que ustedes apadrinan ahora y el que suscribe, un documento formal que debe respetarse, y como nadie rechazó en tiempo oportuno el escrito que cito, de ningún modo procede reclamar acerca del acta cuando han transcurrido noventa y tres horas. Llegan ustedes, por tanto, demasiado tarde; y suponiendo que yo estuviera dispuesto a acudir con su representado al terreno sin fundamento de honor, me guardaría bien de invitar a quien según opinión general y confesión propia, violó las prácticas establecidas y pretende seguir quebrantando.

Sobre la desdichada carta que ustedes tal vez no conocen y de la que han sido portadores, solo debo manifestarles que su autor me inspira profunda lástima y el escrito a que me refiero, inflexible desprecio. Sepan, pues, mi determinación, que consiste, por ahora, en resguardar mi honor, siempre inmaculado, de las salpicaduras del fango, reservándome el contestar las injurias que alguien ha pretendido inferirme, en la forma que tengo por conveniente.

Soy de Ustedes, con la mayor consideración S.S.S.q.b.s.m.

Francisco Frexes”






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