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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

9 de septiembre de 2016

Crónica feliz de cuando Holguín se coronó campeón de la pelota cubana (Décima parte)



Por Calixto González.

(Tomado del libro: “Y los cachorros mordieron” de Ventura Carballido)


Cuando Frederick cepeda hizo el último e infructuoso swing los aficionados no pudieron contenerse a pesar de la solicitud reiterada de que no invadieran el terreno, era lo que estaba sobre el césped del Calixto un enjambre de pueblo feliz. Yo también quería festejar pero no podía porque en la Redacción de “¡Ahora!” me esperaban impacientes para que terminara de preparar las dos páginas que el semanario le dedicaba al colosal acontecimiento.

Entonces escribí la crónica por el triunfo: “El grito por la victoria estremeció los más recónditos lugares de Holguín y también de Cuba: Eran exactamente las 11:45 PM, de ese viernes cuando la exclamación de ¡Holguín Campeón! sacudió hasta el delirio a miles y miles de corazones. Se cumplía un sueño lejano, que dejaba de serlo para convertirse en una cierta y grandiosa realidad.


Aturdido y extremadamente feliz miraba atónito a mí alrededor y ¡de verdad! temí que las gradas y los palcos se derrumbaran. Entonces regresaron a mi memoria el supuesto monólogo del estadio holguinero que yo mismo había escrito y publicado el 13 de febrero de 1999: “Y falta por cumplirse mi gran sueño que algún día llegará: Agitarme hasta los cimientos con el furor de una afición frenética por el acabado de ganar Título Nacional. ¡Así será señor Estadio, contestaba yo mismo y ojalá que me corresponda mi escribir la crónica de esa victoria!”.

Cuando ese escrito veía muy distante esa posibilidad, y míreme ahora, después de un poco más de tres años, pasada la una de la madrugada, e intentando escribir esa crónica tan soñada y sin embargo tan difícil así embargado por un intenso huracán de emociones que me aprieta el pecho y me embota la mente. ¡Cómo reflejar en pocas líneas la proeza de este equipo Holguín de béisbol, el pionero del deporte de esta provincia en adjudicarse un Campeonato Nacional de primera categoría!, ¡Cómo mostrarles a los lectores la combatividad y entrega sin límite de estos peloteros que supieron saltar obstáculos, salir como fieras al terreno para recuperarse de un revés, y exprimir las debilidades o descuidos del contrario para anotarse increíbles triunfos!, para derrumbar mitos, para acallar a los escépticos, para dejar en el camino a los considerados fuertes y favoritos. ¡Y, cómo reconocer a la altura que se merecen el protagonismo de Rondón, Pacheco, Denis, Quintana, Rojas, Varona, Martínez, Orelvis, Luis Miguel, Juan Enrique, Gil y demás jugadores,

miembros de la dirección y otros integrantes de ese victorioso colectivo!

El tiempo apremia, pero queda el consuelo de que luego podré, con calma y con más espacio, ponderar como debo el desempeño de nuestros Campeones. ¡Qué recompensa para ese pueblo holguinero, que por tantos años esperó el triunfo y convirtió en ídolos a sus peloteros que no lo defraudaron!.

Veamos ahora la introducción que escribí a la entrevista por la victoria al director Héctor “Tico” Hernández: “Momentos excepcionales en la vida de un manager: Ha conducido victoriosamente a su nave al mejor de los puertos. Héctor Hernández Martín es el hombre más feliz del mundo, como el mismo me expresó pocos minutos después de concretarse el colosal triunfo.

En estos instantes de indescriptible alegría vale la pena recordar: Tenía Héctor poco más de 30 años de edad cuando dirigió a Holguín por primera vez: Luego lo ha hecho en otras 13 ocasiones, ya peina canas. En ese lapso de tiempo lo entrevisté muchas veces, conversamos, analizamos, polemizamos. Buenos, regulares, y malos tiempos transcurrieron para las diferentes ediciones del equipo Holguín: ¡Cuántos episodios se aglomeran en la memoria! Ahora lo tengo nuevamente frente a mí. Calmadas, aparentemente, las emociones en uno y otro, intento la más grata de las entrevistas con el director del equipo Holguín, Campeón Nacional.

Las fiestas de los holguineros por el gran triunfo duraron varios días, unas fueron espontáneas, otras organizadas por las autoridades y el Movimiento de las Peñas Deportivas. Los integrantes del equipo Campeón fueron reconocidos y homenajeados como se merecían, pero un aspecto molestó, justamente, a la afición holguinera: la prensa escrita nacional no reflejó el éxito de Holguín como debía y acostumbra con otros equipos. Aunque algunos me insistieron no me referí al enojoso asunto en “¡Ahora!”, para no violar los preceptos éticos y por respeto a mis colegas de La Habana, con los que mantengo cordiales relaciones, pero ahora que plasmo mis vivencias y reflexiones, debo hacerlo: Es cierto que los órganos de prensa escrita siguieron las incidencias de la XLI (41) Serie y destacaron el andar protagónico de Holguín, unos con más fuerza que otros, sin embargo, prácticamente enmudecieron cuando se concretó el triunfo de la selección de esta provincia.

Es verdad que los aficionados algunas veces pecan de fanatismo y exagerado regionalismo, pero en un significativo por ciento de ellos tuvo la razón en la ocasión a la que nos referimos. Esos tienen amplios conocimientos de béisbol y saben comparar. Veamos:

Al comenzar el Campeonato el redactor de la pelota del Semanario Trabajadores le dedicó una apología a Industriales en toda una página, sin embargo, luego no escribió ni una sola línea sobre el triunfo de Holguín. Igual que el comentarista y el narrador (radio y televisión), el periodista que escribe para todo el país debe ser sumamente cuidadoso, especialmente, si se trata de deporte y todavía más si ese deporte es la pelota. Toca a la prensa ser objetiva, imparcial y justa, por lo que el periodista de un medio con circulación nacional tiene que evitar que se vean sus preferencias porque lo van a leer, ver u oír los parciales de equipos contrarios que no tienen la posibilidad de que los publiquen como al periodista.

No obstante el silencio aquel, el triunfo de Holguín caló hondamente en su pueblo y en lo adelante el que escriba sobre la historia del deporte en esta provincia no podrá ni olvidar ni dejar de escribir sobre aquel, uno de los hechos de mayor connotación de todos los tiempos del deporte de esta comarca.

Y al final, vale la pena intentar una respuesta a la interrogante, ¿por qué ganó Holguín?

Desde que se concretó el desenlace de la XLI (41) Serie Nacional de Béisbol hasta hoy he escuchado criterios y juicios en distintas partes de Cuba del por qué del triunfo holguinero. No son pocos los que hacen análisis justos, pero también abundan los que le achacan el hecho, en lo fundamental, a coincidencias, a la casualidad y a la suerte.

Las casualidades, coincidencias y a eso que llaman suerte están siempre presentes en los acontecimientos humanos, pero resulta injusto y errado limitar el triunfo holguinero en el béisbol a esas causas solamente.

En la competencia deportiva suceden resultados imprevisibles, y máxime si las justas son breves, sin embargo, para triunfar en un campeonato cubano de béisbol, que consta de un calendario resulta esencial jugar bien, mostrar y tener calidad deportiva, con adecuada dirección, táctica y estrategia.

Holguín fue ejemplo de disciplina, combatividad y entrega, factores importantes en el triunfo, pero esos elementos no hubieran bastado para la extraordinaria exhibición de buen béisbol que el equipo mostró ni para obtener tan altos resultados.

Independientemente de lo que suceda en el inmediato futuro, Holguín mostró calidad deportiva en la XLI (41)  Serie Nacional. Hay que aplaudir el pitcheo de Orelvis, de Luis Miguel, de Juan Enrique (a pesar de la operación quirúrgica que lo limitó), de Silva, Gil y otros. Tenemos que calificar con los mejores adjetivos la defensa del antesalista Juan Rondón, del jardinero central Yoanis Quintana, del inicialista Gabriel Rojas y el segunda base Juan Pacheco Masó, para solo destacar los más sobresalientes en ese importante renglón. Y si tratamos del bateo tenemos que señalar a Waldo Denis, Luís Rodríguez, Rondón, Varona, Pacheco.

Los numeritos indican que Holguín fue el segundo equipo que más victorias obtuvo en el calendario regular y fue capaz en su grupo y zona sobrepasar a equipos de la categoría de Santiago de Cuba, Villa Clara, y Camagüey, y estar por encima de otros mejor ubicados en la edición anterior como Granma y Guantánamo.

Asimismo estuvo entre los primeros en pitcheo (segundo con 3,51) y robo de bases; apareció en el reducido grupo de equipos que batearon 300 o más.

Son los números frios, eso es verdad, pero en el caso de Holguín, las estadísticas son más que elocuentes para argumentar el extraordinario desempeño de este conjunto, que mejoró en doce ocasiones el total histórico de victorias, llegando a 55.

Lo ocurrido fue una lluvia de récords para el historial del equipo: 300 en el average ofensivo (el mejor era de 296 con bate de aluminio), carreras anotadas (446), carreras impulsadas (409), hits conectados (923), bases robadas (74), dobles (153), juegos salvados (22). Y la defensa fue de 972.

Pero volvamos a los récords: Uno de los principales baluartes individuales, Waldo Denis, impuso marca para un pelotero holguinero en carreras impulsadas (55) y en hits (121). Orelvis Ávila elevó la cifra de más victorias de un pitcher de esta comarca a 14, y entre él y otro baguanense, Luis Miguel Rodríguez, sumaron 27.

Cuando revisamos, por ejemplo, el average ofensivo y las carreras impulsadas de los holguineros que más jugaron, resalta lo repartido del aporte: Varona, 314 (3 ipulsadas), Rondón 332 (43), Denis, 366 (55), Luis 341 (37), Pacheco, 300 (47), Maikel, 297 (34), Martínez, 284 (41), Lamarque, 268 (27), Rojas, 260 (25) y Quintana, 313 (33). Obsérvese que en esa alineación, cinco batearon 300 o más, con bate de madera.

Por otra parte y en el campo de los lanzadores: Orelvis, 14 victorias y 7 derrotas (2,87); Juan Enrique Pérez: 6-2 (3,36); Duboys, 4-2 (3,44) y Silva, 7-7 (341).

En resumen, Holguín ganó por la calidad de su pitcheo y bateo, este segundo especialmente oportuno, por la velocidad sobre las bases bien aprovechada, lo repartido de la contribución de todos los integrantes de la alineación, por la eficaz dirección, la combatividad y disciplina, por el excelente entrenamiento y porque supo reaccionar ante los reveses.

Holguín ganó, también, porque en muchos momentos cruciales apareció, por lo menos, un héroe del juego. Y ganó por el apoyo de las instituciones de la provincia, sus autoridades, las impetuosas Peñas Deportivas y todo

el pueblo. 



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