Por
Calixto González.
(Tomado
del libro: “Y los cachorros mordieron” de Ventura Carballido)
Cuando
Frederick cepeda hizo el último e infructuoso swing los aficionados no pudieron
contenerse a pesar de la solicitud reiterada de que no invadieran el terreno, era
lo que estaba sobre el césped del Calixto un enjambre de pueblo feliz. Yo
también quería festejar pero no podía porque en la Redacción de “¡Ahora!” me
esperaban impacientes para que terminara de preparar las dos páginas que el semanario
le dedicaba al colosal acontecimiento.
Entonces
escribí la crónica por el triunfo: “El grito por la victoria estremeció los más
recónditos lugares de Holguín y también de Cuba: Eran exactamente las 11:45 PM,
de ese viernes cuando la exclamación de ¡Holguín Campeón! sacudió hasta el
delirio a miles y miles de corazones. Se cumplía un sueño lejano, que dejaba de
serlo para convertirse en una cierta y grandiosa realidad.
Aturdido
y extremadamente feliz miraba atónito a mí alrededor y ¡de verdad! temí que las
gradas y los palcos se derrumbaran. Entonces regresaron a mi memoria el
supuesto monólogo del estadio holguinero que yo mismo había escrito y publicado
el 13 de febrero de 1999: “Y falta por cumplirse mi gran sueño que algún día
llegará: Agitarme hasta los cimientos con el furor de una afición frenética por
el acabado de ganar Título Nacional. ¡Así será señor Estadio, contestaba yo
mismo y ojalá que me corresponda mi escribir la crónica de esa victoria!”.
Cuando
ese escrito veía muy distante esa posibilidad, y míreme ahora, después de un
poco más de tres años, pasada la una de la madrugada, e intentando escribir esa
crónica tan soñada y sin embargo tan difícil así embargado por un intenso
huracán de emociones que me aprieta el pecho y me embota la mente. ¡Cómo
reflejar en pocas líneas la proeza de este equipo Holguín de béisbol, el
pionero del deporte de esta provincia en adjudicarse un Campeonato Nacional de
primera categoría!, ¡Cómo mostrarles a los lectores la combatividad y entrega
sin límite de estos peloteros que supieron saltar obstáculos, salir como fieras
al terreno para recuperarse de un revés, y exprimir las debilidades o descuidos
del contrario para anotarse increíbles triunfos!, para derrumbar mitos, para
acallar a los escépticos, para dejar en el camino a los considerados fuertes y
favoritos. ¡Y, cómo reconocer a la altura que se merecen el protagonismo de
Rondón, Pacheco, Denis, Quintana, Rojas, Varona, Martínez, Orelvis,
Luis Miguel, Juan Enrique, Gil y demás jugadores,
miembros
de la dirección y otros integrantes de ese victorioso colectivo!
El
tiempo apremia, pero queda el consuelo de que luego podré, con calma y con más
espacio, ponderar como debo el desempeño de nuestros Campeones. ¡Qué recompensa
para ese pueblo holguinero, que por tantos años esperó el triunfo y convirtió
en ídolos a sus peloteros que no lo defraudaron!.
Veamos
ahora la introducción que escribí a la entrevista por la victoria al director
Héctor “Tico” Hernández: “Momentos excepcionales en la vida de un manager: Ha
conducido victoriosamente a su nave al mejor de los puertos. Héctor Hernández
Martín es el hombre más feliz del mundo, como el mismo me expresó pocos minutos
después de concretarse el colosal triunfo.
En
estos instantes de indescriptible alegría vale la pena recordar: Tenía Héctor
poco más de 30 años de edad cuando dirigió a Holguín por primera vez: Luego lo
ha hecho en otras 13 ocasiones, ya peina canas. En ese lapso de tiempo lo
entrevisté muchas veces, conversamos, analizamos, polemizamos. Buenos, regulares,
y malos tiempos transcurrieron para las diferentes ediciones del equipo
Holguín: ¡Cuántos episodios se aglomeran en la memoria! Ahora lo tengo
nuevamente frente a mí. Calmadas,
aparentemente, las emociones en uno y otro, intento la más grata de las
entrevistas con el director del equipo Holguín, Campeón Nacional.
Las
fiestas de los holguineros por el gran triunfo duraron varios días, unas fueron
espontáneas, otras organizadas por las autoridades y el Movimiento de las Peñas
Deportivas. Los integrantes del equipo Campeón fueron reconocidos y homenajeados
como se merecían, pero un aspecto molestó, justamente, a la afición holguinera:
la prensa escrita nacional no reflejó el éxito de Holguín como debía y
acostumbra con otros equipos. Aunque algunos me insistieron no me referí al enojoso
asunto en “¡Ahora!”, para no violar los preceptos éticos y por respeto a mis
colegas de La Habana,
con los que mantengo cordiales relaciones, pero ahora que plasmo mis vivencias
y reflexiones, debo hacerlo: Es cierto que los órganos de prensa escrita
siguieron las incidencias de la
XLI (41) Serie y destacaron el andar protagónico de Holguín, unos
con más fuerza que otros, sin embargo, prácticamente enmudecieron cuando se
concretó el triunfo de la selección de esta provincia.
Es
verdad que los aficionados algunas veces pecan de fanatismo y exagerado regionalismo,
pero en un significativo por ciento de ellos tuvo la razón en la ocasión a la
que nos referimos. Esos tienen amplios conocimientos de béisbol y saben
comparar. Veamos:
Al
comenzar el Campeonato el redactor de la pelota del Semanario Trabajadores le
dedicó una apología a Industriales
en toda una página, sin embargo, luego no escribió ni una sola línea sobre el
triunfo de Holguín. Igual que el comentarista y el narrador (radio y televisión),
el periodista que escribe para todo el país debe ser sumamente cuidadoso, especialmente,
si se trata de deporte y todavía más si ese deporte es la pelota. Toca a la
prensa ser objetiva, imparcial y justa, por lo que el periodista de un medio
con circulación nacional tiene que evitar que se vean sus preferencias porque
lo van a leer, ver u oír los parciales de equipos contrarios que no tienen la
posibilidad de que los publiquen como al periodista.
No
obstante el silencio aquel, el triunfo de Holguín caló hondamente en su pueblo
y en lo adelante el que escriba sobre la historia del deporte en esta provincia
no podrá ni olvidar ni dejar de escribir sobre aquel, uno de los hechos de
mayor connotación de todos los tiempos del deporte de esta comarca.
Y
al final, vale la pena intentar una respuesta a la interrogante, ¿por qué ganó
Holguín?
Desde
que se concretó el desenlace de la
XLI (41) Serie Nacional de Béisbol hasta hoy he escuchado
criterios y juicios en distintas partes de Cuba del por qué del triunfo
holguinero. No son pocos los que hacen análisis justos, pero también abundan
los que le achacan el hecho, en lo fundamental, a coincidencias, a la casualidad
y a la suerte.
Las
casualidades, coincidencias y a eso que llaman suerte están siempre presentes
en los acontecimientos humanos, pero resulta injusto y errado limitar el
triunfo holguinero en el béisbol a esas causas solamente.
En
la competencia deportiva suceden resultados imprevisibles, y máxime si las
justas son breves, sin embargo, para triunfar en un campeonato cubano de
béisbol, que consta de un calendario resulta esencial jugar bien, mostrar y
tener calidad deportiva, con adecuada dirección, táctica y estrategia.
Holguín
fue ejemplo de disciplina, combatividad y entrega, factores importantes en el
triunfo, pero esos elementos no hubieran bastado para la extraordinaria
exhibición de buen béisbol que el equipo mostró ni para obtener tan altos
resultados.
Independientemente
de lo que suceda en el inmediato futuro, Holguín mostró calidad deportiva en la XLI (41) Serie Nacional. Hay que aplaudir el pitcheo de
Orelvis, de Luis Miguel, de Juan Enrique (a pesar de la operación quirúrgica
que lo limitó), de Silva, Gil y otros. Tenemos que calificar con los mejores adjetivos
la defensa del antesalista Juan Rondón, del jardinero central Yoanis Quintana,
del inicialista Gabriel Rojas y el segunda base Juan Pacheco Masó, para solo
destacar los más sobresalientes en ese importante renglón. Y si tratamos del
bateo tenemos que señalar a Waldo Denis, Luís Rodríguez, Rondón, Varona,
Pacheco.
Los
numeritos indican que Holguín fue el segundo equipo que más victorias obtuvo en
el calendario regular y fue capaz en su grupo y zona sobrepasar a equipos de la
categoría de Santiago de Cuba, Villa Clara, y Camagüey, y estar por encima de
otros mejor ubicados en la edición anterior como Granma y Guantánamo.
Asimismo
estuvo entre los primeros en pitcheo (segundo con 3,51) y robo de bases;
apareció en el reducido grupo de equipos que batearon 300 o más.
Son
los números frios, eso es verdad, pero en el caso de Holguín,
las estadísticas son más que elocuentes para argumentar el extraordinario
desempeño de este conjunto, que mejoró en doce ocasiones el total histórico de
victorias, llegando a 55.
Lo
ocurrido fue una lluvia de récords para el historial del equipo: 300 en el average
ofensivo (el mejor era de 296 con bate de aluminio), carreras anotadas (446),
carreras impulsadas (409), hits conectados (923), bases robadas (74), dobles
(153), juegos salvados (22). Y la defensa fue de 972.
Pero
volvamos a los récords: Uno de los principales baluartes individuales, Waldo
Denis, impuso marca para un pelotero holguinero en carreras impulsadas (55) y
en hits (121). Orelvis Ávila elevó la cifra de más victorias de un pitcher de
esta comarca a 14, y entre él y otro baguanense, Luis Miguel Rodríguez, sumaron
27.
Cuando
revisamos, por ejemplo, el average ofensivo y las carreras impulsadas de los
holguineros que más jugaron, resalta lo repartido del aporte: Varona, 314 (3 ipulsadas), Rondón
332 (43), Denis, 366 (55), Luis 341 (37), Pacheco, 300 (47), Maikel, 297 (34),
Martínez, 284 (41), Lamarque, 268 (27), Rojas, 260 (25) y Quintana, 313 (33).
Obsérvese que en esa alineación, cinco batearon 300 o más, con bate de madera.
Por
otra parte y en el campo de los lanzadores: Orelvis, 14 victorias y 7 derrotas
(2,87); Juan Enrique Pérez: 6-2 (3,36); Duboys, 4-2 (3,44) y Silva, 7-7 (341).
En
resumen, Holguín ganó por la calidad de su pitcheo y bateo, este segundo especialmente
oportuno, por la velocidad sobre las bases bien aprovechada, lo repartido de la
contribución de todos los integrantes de la alineación, por la eficaz
dirección, la combatividad y disciplina, por el excelente entrenamiento y
porque supo reaccionar ante los reveses.
Holguín
ganó, también, porque en muchos momentos cruciales apareció, por lo menos, un héroe
del juego. Y ganó por el apoyo de las instituciones de la provincia, sus
autoridades, las impetuosas Peñas Deportivas y todo
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