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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

1 de mayo de 2014

Sal en Cuba colonial. Las salinas de Nipe


Síntesis hecha por César Hidalgo Torres con datos tomados de La Virgen Cubana en Nipe y Barajagua
Autores: Angela C. Peña Obregón
             Roberto Valcárcel Rojas
             Miguel Angel Urbina Herrán


Los cueros de res, la carne salda y ahumada, las velas de sebo y jabón, eran mercancías primordiales para el comercio ilícito, que entonces se nombraba de rescate, pero no eran esas las únicas, sino, también, la sal.

La sal.

Aunque en el siglo XVI las salinas constituían una de las regalías de la corona, esto es, que pagando un por ciento a los reyes, los vecinos de esta parte del mundo podían comerciar con el producto, generalmente traído desde la lejana España, pero asimismo hay noticias de la exoneración de los vecinos de Cuba a pagar impuestos sobre el producto.

Después es que los conquistadores comienzan a explotar salinas naturales y a producir sal en forma elemental mediante la evaporación.

Esta siguiente es una de las noticias más antigua sobre la explotación de sal en Cuba, dice que en 10 de marzo de 1572 Lorenzo Martín pidió autorización al cabildo habanero para utilizar unas ciénagas litorales próximas, inútiles y sin provecho ninguno y en ellas hacer salinas, pues es cosa necesaria para esta República, lo que le fue concedido (Leví Marrero, t. 2, 1974, 338)

Pero en los primeros años del siglo XVII, buscando ingresos para la Corona, se sugirió a Felipe III estancar la sal en las Indias, lo que quiere decir que la Corona monopolizaba toda la producción y desde las salinas de Araya, en Venezuela, suministrar la sal que la América necesitaba. El rey aprobó la sugerencia y desde entonces el comercio de contrabando de la sal se incrementó aún más. (Leví Marrero, t 4, 1976:271)

A la misma vez que estaba ocurriendo lo anteriormente narrado, en Cuba se conocía de la existencia de salinas en Bayamo, Remedios, Trinidad, Cayo Romano, Santa Marcelina en Puerto Príncipe, Punta de Hicacos y Bacunayaguas en Matanzas, en Sancti Spíritus, Juraguá en Cienfuegos, en Sagua la Grande y en Puerto Padre, pero ninguna de dichas salinas se explotaba industrialmente a pesar de lo necesaria que era la sal para el curtido de los cueros y la salazón de carnes y otros alimentos como el pescado, única forma de conservar dichos productos de primerísima necesidad.

Aunque como quedó dicho las salinas no eran explotadas industrialmente, pero cuando cuajaban, los vecinos iban hasta ellas para obtener el producto de grano grueso y transparente que era el que se conseguía en ellas.

Y como las salinas de Cuba cuajaban unas de febrero a marzo y otras de julio a agosto, la Isla se abastecía casi todo el año.

En 1749 don Bernardo Joseph de Urrutia y matos propone un plan para el desarrollo industrial y comercial de la sal en Cuba, pues, dice: la escasez provoca que se alzara el precio (…) a veces con un alza de 30 pesos por no haber quien vaya a las islas de Barlovento, (y que solo provea) el comercio de Campeche con grano inferior. (Leví Marrero, t. 6: 133. 1976). Sobre el particular no tenemos otra información.

Sal en el oriente de Cuba. Las salinas de la Bahia de Nipe

En la región oriental había varios puntos costeros con salinas e, incluso, algunas lagunas saladas y ríos, como El Salado, sin embargo fue esta la zona cubana que más tardíamente explotó sus salinas

Una de las salinas más importante de la costa norte oriental de Cuba eran las de Manatí, en tierras de la hacienda Malagueta, jurisdicción de Las Tunas. (Pezuela, t IV, 1863:390).

Salinas de la Península de El Ramón. Foto actual

Otras salinas de la región eran las de Corojal, lugar que después se llamó península El Ramón, al norte de la bahía de Nipe, explotadas desde muy temprano como lo prueba la historia del hallazgo de la imagen de la Virgen. Fue a esas salinas adonde fueron los hermanos Hoyos y el negrito Juan Moreno a buscar sal que debían llevar a las propiedades de las minas de cobre en terrenos de la antigua provincia india de Barajagua para salar las carnes que los mineros iban a consumir o, posiblemente, la sal debía ser trasladada hasta las minas. Según la doctora Olga Portuondo, los hermanos Hoyos debían ser monteros de las minas con la tarea de todo montero, que era pastar, cazar y tasajear el ganado mayor. (Lo que hace creer aún más en la necesidad que estos tenían de buscar sal, siempre escasa entonces). Asimismo la doctora Portuondo dice que en la relación de los gastos de las minas de cobre de Santiago de Cuba aparecen los nombres de los indios Simón de Hoyos, Rodrigo de Hoyos, Diego de Hoyos y Domingo Hernández, el primero de ellos, jefe de la cuadrilla. Eran estos indios, dice el ermitaño Joseph Bravo, que fue uno de los primeros en cuidar la imagen de la Virgen en el Cobre, los que se ocupaban, entre otras muchas tareas, a buscar sal, de la que siempre padecían carestías.

Salinas de la península de El Ramón. Foto actual

Sobre las salinas en las costas de la bahía de Nipe dice un documento que se conserva en el Archivo Nacional de Cuba:
   (…) dos salinas, la una que nombran la chiza cuaja indefiniblemente todos los años. La grande es contingente y de ínfima condición la sal, por su poca consistencia. Podrán acarrearles hasta 8 mil arrobas en años apropósito, según informes de los inteligentes. (Sic) (ANC. Gobierno Superior Civil, legajo 630, No. 19886, Folio 37)
No obstante la información anterior, las salinas de Nipe apenas eran conocidas documentalmente por la causa tantas veces dicha: el poco conocimiento de la Corona sobre la zona Nipe-Barajagua. Fue en la segunda mitad del siglo XIX cuando las salinas de Nipe fueron mencionadas en el Diccionario del historiador y estadista Jacobo de la Pezuela quien describió el paisaje y resaltó la importancia de las salinas en la península El Ramón, dice: “La península que separa Banes de Nipe y que podría tener ½ legua, contornea el puerto de Nipe por el Norte, aprovechándose sus charcos salados para la explotación de salinas”. (Pezuela t. 1, 1863:380)

Salina de la península de El Ramón. Foto actual

La producción de las salinas de El Ramón la desconoce la Aldea, pero no debió ser suficiente para satisfacer a la Villa de Santiago de Cuba y los otros pueblos y asentamientos cercanos. Dice Juan Moreno que en el viaje durante el que hallaron la imagen de la Virgen, después de dos días en Cayo Obispo, esperando que amainara una tormenta, fueron y solo consiguieron tres tercios, porque no hubo para más.

A la vez que las salinas de Nipe, existía otro sitio, este más cercano a Santiago y al que se podía llegar por mar para obtener sal, las salinas de Guantánamo. Por lo que parece las de Guantánamo comenzaron a explotarse en el siglo XVII, pues en el año 1664 se aprobó un Bando prohibiendo que las salinas de Guantánamo vendan sal al menudeo y sí, solo, por partidas de fanegas y medias fanegas, (Bacardí, 1924:111). Pero a pesar de esas extracciones y bandos, las salinas de Guantánamo no se dan por descubiertas hasta el año 1773 (Ibídem, 135). Seis años más tarde se reportaba que las salinas están perdidas porque cuando crece el río les entra agua. (Ibídem, 135).

Siempre hubo escasez de sal en Santiago, incluso explotando las salinas de El Ramón y las de Guantánamo. Dejó dicho Emilio Bacardí que en el año 1742, en Santiago de Cuba la sal se vende por el Capitán Barreda, á razón de dos reales la arroba, (Sic). Y el primero de junio de 1795 a las 8 de la mañana esta cerrada aún la puerta del expendio de la sal, con aglomeración de gente del campo y menestrales, con grave prejuicio del público, y se corrige dicho abuso. (Ibídem).

En el año 1759 se hizo público un Auto en virtud de una Real Cédula para que se ponga en arrendamiento o administración la sal en esta Isla (Archivo Nacional de Cuba, Intendencia, Legajo 940, No. 62). La situación era debida entre otras razones por no cuajar las salinas de Guantánamo, ante lo cual desde el año 1741 la Superior Intendencia aprobó el aprovecho de las salinas situadas en las costas norte-sur de aquella jurisdicción (la del Departamento Oriental) (Archivo Nacional de Cuba, Intendencia, Legajo 394, No. 50) y para evitar el contrabando se ordenó que se traiga toda la (sal) que haya en los cayos vecinos y se venda por cuenta de la Real hacienda. (Ibídem)

Tan grave situación obligaba a los vecinos del Departamento Oriental a obtener la sal por comercio de contrabando traída, comúnmente,  desde Providencia, Bugged Island y los cayos cercanos, pero también se vendía de forma ilícita la poca sal que producían las salinas de la isla.

Para el comercio de rescate o contrabando de sal se usaban las playas y costas despobladas y las desembocaduras de los ríos, entre ellos los que desembocan en la bahía de Nipe y las costas extensas de dicha bahía.

En la dicha zona comerciaban ilícitamente la sal que llegaba en embarcaciones los vegueros de Mayarí y los propietarios y vecinos de los hatos y corrales de la zona. Todavía en la primera mitad del siglo XIX la sal era motivo de contrabando, e incluso, existen varios reportes de la época sobre el dicho contrabando.

Balandra Amalia cargada de sal. Salió para Cuba, (Santiago de Cuba) y de ahí la cogió un mal tiempo y una avería por lo que se detuvo en Cayo Sal y al no poder con lo demás que llevaba sus navegantes se vieron obligados a cambalachearlo por sal con el objeto de llevarla a Mayarí, pero en eso apareció el Comandante en una canoa y los apresó, año 1832 (Archivo Nacional de Cuba, Intendencia, Legajo 394, No. 22)

Se apresó un balandrito inglés procedente de dicha nación cargado de sal que se introdujo seis días en la bahía (de Nipe) sin dar aviso de su llegada a ninguna autoridad, encontrándolo muy internado en el río Tacajó. Traía 25 fanegas de sal. Mayarí 3 de noviembre de 1837. las autoridades ordenan que se traslade para su decomiso. (Archivo Nacional de Cuba, Intendencia, Legajo 394, No. 51)

Aprisionamiento de balandra en la costa de Mayarí con cargamento de sal. Balandra inglesa Margaret, procedente de Bugged island en las Bahamas con destino a Baracoa arribó a Mayarí para hacerse de víveres de los que estaba escasa. Allí obtuvo arroz por valor de un peso y otros artículos en una hacienda y luego dieron vela y ya estaban cerca del río mayarí cuando fueron apresados por las autoridades locales. La Margaret y el cargamento fueron vendidos (Archivo Nacional de Cuba, Intendencia, Legajo 394, No. 62)

No fue hasta el año 1835 que la Junta Superior Directiva en Santiago de Cuba acordó suspender el estanco de sal en esta provincia (Archivo Nacional de Cuba, Gobierno General, Legajo 329, No. 15791). En 1856 se aprobó la libre explotación de las sales marinas en la isla de Cuba. (Ibídem, legajo 185, No. 10396

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