Tomado de Tesis de Grado, Carrera Historia, Universidad de Holguín, Cuba Oscar Lucero Moya.
Autora: Patricia García Concepción
Tronco de la familia
Castellanos, en Holguín, lo fue quien ocupó el cargo de primer Escribano
Público que tuvo el Cabildo, don Lorenzo Castellanos y Cisneros “(…) Natural de
la Villa de la Mota del Cuerbo en los reinos
de España Castilla la
Nueva. Arzobispado de Toledo Priorato de Veler y partido de
Ocaña (…)”, tal como él mismo lo refiere en su
testamento de 1783.
Con respecto a los nombres
de sus padres, la documentación no permite determinarlo con certeza. El primer
documento que se tiene de don Lorenzo es su acta de matrimonio certificada el
30 de septiembre de 1743 por el cura Iptobal Rodríguez quien lo asienta como
hijo de Pedro Castellanos y María Pardo, pero cuando se consultan otros
documentos, entre ellos los dos testamentos que dictó, en el primero, de 1771,
dice que era “(…) hijo lexitimo del Capitán Don Francisco Castellanos de Vitado de Mendoza y de
Doña Isabel de Cisneros Rodríguez y Cano (…)” y en el segundo, de 1783 dice que
era “(…) hijo lexitimo de Capitán Don
Francisco Castellanos Urtado de Mendoza y de doña Isabel de Cisneros Rodríguez
de Campo”. Verdad que en los
testamentos las diferencias son sencillas, esto es, algún cambio de letra o
apellido. Donde se nota la diferencia es al comparar los testamentos y el acta
de matrimonio: en uno y otros documentos los nombres de los padres son
completamente diferentes.
Y en el libro manuscrito
del siglo XIX que se conserva en el Archivo Provincial de Historia titulado
“Familias holguineras”, dice su supuesto autor don Diego de Ávila que la
madre de don Lorenzo Castellanos se nombraba María Cisneros Rodríguez y Cano. En
ese mismo libro dice que don Lorenzo llegó a esta ciudad de Holguín después de
haber naufragado el barco “San Vicente” en
el que venía de España. De ser cierta la anterior información, ¿el
inmigrante traía como destino final Cuba o se encaminaba hacia otra región de
América?. Es difícil dar una respuesta, entre otras razones porque no hay nada que asegure que don
Lorenzo vino en el dicho barco y tampoco que el “San Vicente” haya naufragado
en las inmediaciones de las costas nororientales.
Sin ninguna respuesta a
las incógnitas anteriores, sigamos el hilo de la vida conocida del primer
Escribano Público que tuvo Holguín. No es que se convirtió en un notable
inmigrante cuando lo eligieron Escribano, es al revés, tan notable era don
Lorenzo que en la segunda mitad del XVIII, cuando Holguín tiene Gobierno propio,
lo eligen escribano. [En 1752 se funda la ciudad de San Isidoro de Holguín. A don
Lorenzo Castellanos lo eligen para desempeñar el cargo de Escribano Público, porque,
dice el Acta de creación del ayuntamiento: ”(…) y por ser persona hábil, capaz y
suficiente para dichos oficios como lo ha demostrado en el examen que se le ha
hecho por su señoría [el Gobernador Provincial](…)”. El historiador holguinero
Juan Albanés aseguró que Castellanos fue el primer Bachiller en Derecho que
tuvo Holguín]. Poco antes, el lunes 30 de septiembre de 1743, Lorenzo
Castellanos se había casado “(…) con Cecilia Guevara hija de don Juan Guevara y
Doña Maria del Prado. Fueron sus padrinos don Francisco de Peña y doña Ángela
Guevara, y los testigos lo fueron don Juan Bautista, don Manuel de Parra y don Joseph
Sierra (…)” (La familia de doña Cecilia era de origen bayamés).
El aporte que hizo Lorenzo
Castellanos al matrimonio fue nulo, y se sabe porque él mismo lo dice en sus
testamentos, que “(…)no taxe nada (…)” y como si quisiera decirlo de nuevo,
insiste “(…) yo por mi parte no meti bienes algunos al matrimonio(…)”. Por el
contrario su esposa “(…) trajo por bienes suyos los que ella dixere (…) y capitales
como sesenta pesos (…)”. Posteriormente, dice don Lorenzo que su esposa heredó
de la madre la cantidad de cien pesos, aunque luego se desdice y declara que la
herencia nada más consistió en noventa y cinco pesos. Como se lee don Lorenzo
no aportó nada al matrimonio, parece que nada tenía al momento de su
asentamiento en la ciudad, ¿sería porque perdió todos sus bienes en el
naufragio del que se habla?.
La información documental conservada
en los Archivos holguineros permite conocer a la amplia prole de hijos
procreados por don Lorenzo y doña Cecilia. De ellos alcanzaron la edad adulta María
Mercedes, Francisco Antonio, Isabel Antonia, Lorenzo José, Juan José y Rita Castellanos. Esta última es la única de
la que no aparece su bautismo en la parroquial de Holguín. Igual se pueden
tener noticias de los desgraciados hijos del Escribano que no consiguieron
alcanzar la edad adulta; una de ellas fue Isabel Antonia Josefa quien nació el
20 de mayo de 1753 y al parecer debió morir antes de 1758, (la hipótesis se
basa en que en ese último año nació otra hija a la que pusieron el mismo
nombre). El otro hijo se llamó Alfonso José Castellanos y nació el 10 de enero
de 1760, murió casi cuatro años después, el 21 de abril de 1764.
En el Archivo de
Provincial de Historia de Holguín se conservan los dos mencionados testamentos
hechos por don Lorenzo. El primero de 1771 lo redactó él mismo en sus funciones de Escribano; el segundo, 1783,
lo dictó ante el Escribano Público Salvador Jesús de Fuentes.
Parece que ambos
testamentos se redactaron en momentos cuando la salud de don Lorenzo parecía
quebrar. En el primero dice que lo escribía “(…) estando gravemente enfermo de
enfermedad corporal (…)” y en el segundo que su salud se rendía
definitivamente, lo que era cierto, don Lorenzo falleció en ese mismo año.
El hecho de que don
Lorenzo redactara dos testamentos, cosa que no es rara pero sí poco frecuente
en su época, y por la corta diferencia temporal entre uno y otro, hace creer que
la salud del Escribano Público, no fue la mejor y que padeció enfermedades que
a estas alturas no podemos determinar. Siguiendo la información de los dos
testamentos pasamos a reconstruir la posición económica del que no tuvo nada
que aportar al matrimonio como antes quedó dicho.
En el primero de sus
testamentos dice don Lorenzo que estaban entre sus bienes la casa, su morada,
hecha de madera y paja, con dos colgadizos de madera y teja, uno de ellos daba
a la calle de Santa María Magdalena. [Actualmente esa es Luz y Caballero](Es
esa casa la que en la actualidad es el Restaurante 1545). Declara, además,
tener cien pesos de posesión en la hacienda comunera de los Cocos con la casa
allí levantada, las estancias o tierras sembradas, los corrales con ganado mayor y menor y un caballo
viejo. Igualmente tenía entregado en arrendamiento el corral de Rosario a don
Baltasar Jiménez, con animales, entre ellos vacas y puercos; y el Corral de San
Agustín se lo había arrendado a Gabriel García, vecino de Bayamo, con una
estancita que había comprado a Pedro Rodríguez y su hermano, que le había costado quince pesos y algún ganado
vacuno y porcino. Por lo que declara
don Lorenzo, este individuo, García, se “(…) ausentó dejándolo todo yelmo y
despoblado (…)”, lo que quiere decir que el arrendatario no cumplió lo que
habían acordado, por lo que era la voluntad de don Lorenzo “(…) que mis
albaceas le soliciten la cantidad que me debe en dependencia de lo que se
decida en el juicio(…)” Y más adelante dice en el testamento que “(…) declaro
que yo tengo arrendado el hato de Bariay sus anexos al Doctor Don Joseph Antonio de [ilegible]
por el termino de nueve años en cantidad de cuatrocientos pesos anuales. Por
escritura el arrendamiento no podrá ser menor de dos años y quiero que se
observe y guarde lo acordado(…)”. Aunque en el original es ilegible el apellido
del arrendatario, se atreve la
Aldea a conjeturar que se trata del Dr. don José Antonio de Ochoa, doctor
en medicina contemporáneo a don Lorenzo.
En este mismo testamento dice
el testador que le debían mil doscientos treinta y cinco pesos y sesenta y siete
reales, y aclara que es Chino Rodríguez Muños uno de sus mayores deudores, ochocientos
pesos, por el ingenio que le había quemado, aunque, parece, lo que el tal Chino
Rodríguez Muñoz le había quemado era la caña de azúcar sembrada en dicho
ingenio que, dice don Lorenzo en el testamento, es de su propiedad (la caña,
digo) y también “(…) una yunta de bueyes, una paila de alambique y una refriadera de plomo y una canaria, un remillon
y dos espumaderas (…)”
Dice el Escribano en su
testamento que es dueño de seis bestias caballares que tiene en el Hato de
Aguará, y que en ese lugar le había entregado a Cipriano de Estrada le había entregado
once marranas a la mitad (se trata de seis cerdas). Luego menciona una deuda
que tiene contraída, diez pesos a una negra criolla, su esclava, nombrada
Prudencia. Otra deuda, dice, consiste treinta pesos que le pertenecen a su hija
María Mercedes obtenidos por la herencia que le dejó su abuela materna. Otra de las propiedades
de don Lorenzo Castellanos, y que él refiere en los dos testamentos que hizo,
es el oficio de Escribano Público de Cabildo.
En el primer testamento
don Lorenzo nombra como su albaceas a su esposa doña Cecilia de Guevara y a su hijo Francisco
Antonio Castellanos; en el segundo nombra a la referida, su esposa y a sus yernos
Bernardo Reinaldo y Manuel Ruiz de Toranzo.
Al parecer entre un
testamento y otro, don Lorenzo, adquirió la propiedad sobre los terrenos del Corral de
Banes, con dos mil pesos de posesión, con sus casas, estancias, vacas y
puercos, pero en el testamento de doña Cecilia de Guevara, fechado el 4 de
enero de 1798, es decir, varios años después de la muerte de don Lorenzo
Castellanos, se asegura que todavía no tenían el título de propiedad. Igual en
el segundo testamento don Lorenzo agrega otras propiedades, entre ellas una
estancia en las inmediaciones de la ciudad de Holguín, sembrada de yucas y
donde estaba levantada una casa. Tenía ahí cinco caballos capados, una yegua y
dos vacas paridas con crías de un año.
En este segundo testamento
menciona a una negrita, su esclava, llamada Concepción y tres yeguas que
estaban en poder de su hijo Francisco Antonio, al que le había entregado, dice,
cien pesos de posesión en el Hato de Bariay y además ciento doce pesos, con los
cuales se importaron doce vacas relegas. A su hijo le dio, asimismo, un espadín
de plata que le costó diez pesos. A cada una de sus tres hijas recién casadas
les entregó doscientos pesos y algunas cosas más, por ejemplo a doña María Mercedes, una vaca y a doña
Isabel el solar donde aquella construyó una casa.