19.- Tuvieron sus momentos de alegría. Lo fueron en sus elecciones anuales de los miembros del nuevo Cabildo, durante la llegada a la Ciudad de un nuevo Teniente a Gobernador, en las festividades religiosas, los días del santo de los Soberanos, en las funciones teatrales, que también las tuvieron y sobre las cuales expone el historiador holguinero don Diego de Ávila:
“El Coliseo. Este establecimiento fue creado en esta Ciudad por los aficionados al teatro con anuencia del Gobierno, en el año de 1833, cuando gobernaba el Teniente Coronel Don Francisco Uribarri Pérez del Camino. Fue su primer director el señor don Miguel Lorenzo Serrano, estableciéndolo en un solar de doña Micaela Jaime Vázquez, sito en la calle recta de San Miguel, en la manzana que forman las traviesas San Pedro y Santa Magdalena, y fue mejorado bajo el Gobierno del Señor Coronel, Primer Comandante del regimiento de “La Unión”, don Ángel Loño y Martínez en el año 1839, con el objeto de que las funciones hechas por los aficionados de su Regimiento fuera aplicado su producto a la construcción del Paseo y Alameda de Isabel II, de cuya obra se ocupaba; sin embargo en el día de hoy no existe, pero sí es el lugar más céntrico y a propósito de la población que pueda dedicarse a este objeto…”
En su Teatro no solo hacían su debut los aficionados de la ciudad de Holguín, sino, también, las Compañías que visitaban la ciudad en sus giras teatrales, constando en Acta una petición de un tal Bruno Martínez, como Director de una Compañía Dramática, solicitando permiso para dar funciones en la ciudad; licencia que aparece concedida el 22 de abril de 1839, bajo la condición de que las obras serían previamente estudiadas por un Censor designado por el Cabildo, que lo fue don Rafael Ignacio Curbelo.
También se cuentan entre sus diversiones las fiestas bailables, previo permiso de las autoridades, y motivadas por un Santo o por la celebración de algún Altar de la Cruz; y sobre todo en las festividades religiosas como eran las que se celebraban los días de los Santos Patronos declarados de la Ciudad, con procesiones y correspondientes Te Deum, al que estaba obligado a concurrir el Cabildo en pleno.
Eran motivo de fiestas, además, la llegada de la Noche Buena, con su Misa del Gallo, celebración que todos los años daba motivo a nuevos Bandos, unos indicando la hora en que debían de cerrar sus puertas las pulquerías, vinaterías, café y fondas en la Noche Buena y que lo era al toque de la oración, procurando que pasada esa hora no se despachara el licor y aclarando el costo de la multa que se pondría a los infractores. Todos los bailes tenían que estar autorizados y sobre la compostura y recogimiento que los fieles debían mantener en el templo durante la celebración.
Se cuentan entre las fiestas religiosas locales la del Corpus Cristo, la de San Juan, San Pedro, Santiago, Santa Cristina y Santa Ana, la primera con su procesión y las restantes con sus carnavales, y todos con sus respectivos Bandos, (en esas oportunidades aprovechaba el Cabildo para pedir el blanqueo de las casas y el adorno de las calles por las que pasaría la Procesión), e igual dictaminaban por Bando sobre los paseos y carreras de caballo que se celebraban en los terrenos de “El Llano”, y en cuanto a los carnavales, si eran autorizados, dictaban que los blancos podían usar caretas y trajes de disfraces si iban a pie, pero eso mismo queda absolutamente prohibido a los de color, que tampoco podían llevar tintes o pinturas que les desfigurasen el rostro y menos llevar palos o garrotes, o armas blancas o de fuego. Y después de pasada la oración quedaba a todos prohibido el uso de caretas a los blancos ni a nadie que concurriera a uno de los bailes autorizados por el Cabildo. En los documentos antiguos sobre el tema encontramos que se prohibía asistir a los bailes vestidos de brujas o ensabanado (envueltos en una sábana), no se permitía a las comparsas el introducirse en las moradas.
Encontramos, asimismo, que hubo años en los que se prohibió la celebración de carnavales, entre ellos en el 1837.
Consta en el Bando de Buen Gobierno de 1820 y también en el de 1836 el siguiente artículo:
“La buena ilustración y principios de que se hayan adornados los habitantes de esta Ciudad, debe convencerlos de cuan perjudicial es al buen orden el arraigado abuso de los paseos y carreras de a caballo y mamarrachos en las festividades de San Juan Bautista, Santiago, San Pedro y santa Ana, sobre los que hay innumerables ejemplos de desgracias con los frecuentes insultos. Se recuerda y prohíbe que ninguno de tales días se ande a caballo, ni se disfrace, ni se vista en clase de mamarracho, bajo la multa de ocho ducados, aplicados a las partidas que destina el Gobierno para hacer cumplir lo que va prohibido. Permítense las diversiones honestas de bailes con conocimiento del Gobierno y con la decencia correspondiente”.
Se prohibía siempre el uso de disfraces indecentes y que no correspondiesen al seco del que lo llevaba y se prohibían los bailes que repugnaban a las buenas costumbres.
En 1839 prohibieron las carnestolendas por haberse propasado mucha gente en la del año anterior y se dispuso las siguientes multas sin ninguna distinción, a quien las celebrara: 15 a los blancos de estado llano, 10 a los libres de color y 4 pesos a los esclavos. En el caso de los esclavos la multa sería abonada por el amo.
En la época que comentamos la Semana Santa era semana de recogimiento, por tanto se recomendaba al pueblo de Holguín por Bando del Gobierno que desde la mañana del Jueves Santo se mantuvieran las calles limpias y regadas (no debe olvidarse que estas eran de tierra) y que desde las diez de la mañana del Jueves Santo hasta el toque de Aleluya del Sábado de Gloria, no salieran los carruajes a las calles, ni se abrieran los café, vinaterías, tiendas ni fondas donde se expendieran bebidas, y que tampoco se abrieran los billares y menos las Casas de Juego, aclarando que sería una fuerte multa la que se aplicaría a los infractores. Se dictaminaba igualmente que el citado Sábado de Gloria no se podía disparar armas de fuego ni ninguna clase de fuegos artificiales. Incluso, en el año 1849 se prohibieron las quemas de judas por considerarlo ridículo y contrario a la cultura del siglo.
Celebraron los holguineros el nacimiento de la Infanta María Isabel Luisa, nacida en 10 de octubre de 1830 y a la que las Cortes dieron el título de Princesa de Asturias y heredera del Trono de España al fallecer su padre Fernando VII. En 23 de enero de 1831 fue la fecha en que en Holguín se celebró el citado nacimiento con un solemne Te Deum en la iglesia San Isidoro y a ese siguieron tres días de fiestas populares. Y en septiembre 1833 los holguineros le rindieron fidelidad a la dicha Princesa, otra vez con fiestas. Y otra vez en 1844 al ser declarada mayor de edad. Consta en acta que
“Reunido el Ilustre Ayuntamiento en la Sala Capitular a las diez de la mañana del 6 de abril del citado año (1844), se dirigió el Cuerpo con su Presidente, el Sr. Teniente Coronel y Gobernador Político y Militar de la Ciudad y su Jurisdicción, Don Francisco Moreno, Primer Comandante del Regimiento de Infantería de Galicia, a la Iglesia Parroquial Mayor con el plausible objeto que motivara la reunión. Como en la Plaza de la propia Iglesia se encontraba la Casa de Gobierno, donde previamente se había depositado el retrato de S. M., fue conducido por el Cuerpo Capitular al Templo y colocado en el regio dosel dispuesto al efecto. La Escuadra de Cazadores del Regimiento de Galicia custodió la Real persona durante la ceremonia que se verificó estrictamente con arreglo a las fórmulas prevenidas dando conclusión a tan grandioso acto en que brillara la obediencia y entusiasmo de las autoridades que prestaron juramento y de este fiel vecindario que lo presenció con un solemne Te Deum, tres veces interrumpido por las uniformes descargas de la brillante Compañía de Granaderos del Regimiento de Galicia y todo acompañado por la marcial armonía de la música de dicho Cuerpo que amenizó la escena con el compás guerrero de las piezas escogidas que tocara. En la propia forma se trasladó el retrato de S.M., al punto de su salida donde se le colocó en un dosel adornado con todo primor y que formaba el testero de su espacioso y lúcido salón donde debieran de celebrarse las festividades que dispensas las reales Resoluciones. Los Granaderos de Galicia a la voz de su digno y entusiasta Primer Jefe, vitorearon a S.M., con el mayor fervor cuando su columna de honor pasó por delante del Real retrato para retirarse a su Cuartel, y el pueblo todo participó en la alegría, repitiendo sus vivas del modo más elocuente. Todo lo que hago constar en la presente Acta en once de abril de mil ochocientos cuarenta y cuatro. Miguel de Aguilera. Escribano Público y de Cabildo del Ilustre Ayuntamiento de Holguín”
El día 8 de diciembre de 1846, y con motivo del enlace de la Infanta con el Serenísimo Infante don Francisco de Asís, fue celebrado en la Ciudad tan regio suceso con un Te Deum, y se declararon tres días de fiestas populares con iluminación de todas las casas en esas noches de fiesta. Todos los años, año por año, fueron recordando (y lo recordaba el pueblo al Cabildo) y este al Gobernador de la Provincia, que a su vez se lo decía al Capitán General de la Isla, el cumpleaños y el santo de la Infanta, el de la Reina Madre, etc., oportunidad que aprovechaba el Cabildo para hacer pintar los frenes de las casas “de cualquier color, menos el negro”. Ésta pintada era obligatoria para las casas que estaban ubicadas en las calles de San Isidoro, San Miguel, Real Cárcel, Santiago y sus traviesas de San José a Santa Ana, y, unas veces, por los innumerables beneficios que su glorioso reinado prodigaba a sus súbditos, y otras veces en señal de gracia y obediencia a su Augusta Persona, y aun con mayor alegría al conocer el Cabildo del enlace de María Cristina de Borbón, hija de los muy celosos y poderosos Reyes de las Dos Sicilia con don Fernando VII, vendiéndose en la ciudad, (y más en la de Santiago de Cuba), la venta del Drama Nupcial “La Alianza de Fernando y de Cristina”, y que motivó la felicitación del Gobernador de la Provincia al pueblo de Holguín al ver de qué modo inequívoco probaba su amor y fidelidad a su Augusto Soberano.
Antes en el tiempo, cuando quedaron los holguineros enterados de la vuelta a España de Fernando VII, en 14 de junio de 1814, declaran tres días de fiesta y acuerdan celebrar por el mismo motivo en todos los años, por haber llegado “El Deseado” tal como dicen en algunos documentos y “El Aclamado” según dicen en otros. Y así siguen los holguineros la que ya era una costumbre de celebrar el hecho sin importar que fue declarado ese, el Monarca más absolutista y que anuló las disposiciones liberales de las Cortes de Cádiz.
En Holguín también fue celebrado con regocijo popular la promulgación de la Constitución de 1812 y celebraron también la creación, por primera vez en la historia holguinera, de un Ayuntamiento Constitucional.
Y con mayor entusiasmo Holguín celebró la proclamación de la Constitución de 1820 que obligó al Rey a jurarla y a transformar su gobierno absolutista en uno constitucional. Amparados en esa susodicha constitución los holguineros creamos el pueblo de Gibara con su Ayuntamiento, desprendiéndonos de nuestras capitanías de Auras y de Gibara. Pero luego anulamos tanto el pueblo como el Ayuntamiento cuando recibimos comunicación del Gobernador Provincial de que el Monarca se había vuelto a declarar Absoluto. Y por el mismo motivo destruimos la pirámide constitucional que habíamos colocado en la Plaza Constitucional (ahora Parque Calixto García, plaza Isabel II después que dejó de llamarse Constitucional), y ya el Cura Párroco de la Iglesia Mayor no tuvo más la obligación que tenía de celebrar cada año un solemne Te Deum el día de la promulgación.
En Holguín guardaron la Pirámide Constitucional que habían colocado en la Plaza en el día del Rosario de 1820, obra de don Diego Garayalde (y que un día, mucho antes de eliminarla, amaneció profana con golpes de machete) (para investigar quién o quiénes habían profanado el monumento, en 3 de agosto de 1821, el Cabildo Constitucional nombró una Comisión formada por José Soberanes, José María Delgado y Diego Manuel Garayalde, y anunció que quien diera información podía ganar doscientos pesos).
Se descubre una conspiración de independencia denunciada el 25 de septiembre de 1823. Detienen a varios holguineros, no así a José Rafael Castellanos que logra escapar.
A los holguineros les hace guardar luto el triste y lamentable fallecimiento de S. M. Fernando VII, ocurrida el día 29 de septiembre de 1833, noticia esta que la comunica a Holguín el Gobernador de la Provincia el 4 de noviembre, al conocerla ese mismo día por el capitán del bergantín “Numa”, llegado al puerto de Santiago de Cuba; el Cabildo holguinero guarda luto por seis meses, los tres primeros fueron de un luto riguroso y los últimos tres, de “alivio”. Y lo mismo hacen cuando verifican el fallecimiento de la Reina Madre María Cristina de Borbón. Esos fueron acontecimiento que aprovecharon los mandantes de Holguín para lucir sus trajes de lana oscura, sin importar si estaban en invierno o en verano, y que estaban reservados para los “lutos rigurosos”.
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