21.- Juran los holguineros con gran entusiasmo la nueva promulgación de la Constitución de 1812, puesta en vigor en 1836. El Teniente Gobernador de Holguín, Teniente Coronel de Infantería, don Ramón Sánchez de Soto así lo ordena por Bando de 18 de noviembre de 1836, al recibir la orden de jurarla de parte del Gobernador de la Provincia de (Santiago de) Cuba, quien se había enterado por el bergantín “Guadalupe”, que procedía de Cádiz, que la Reina Gorbernadora, María Cristina de Borbón, a nombre de su menor hija, Isabel II, así lo había ordenado por Decreto de 13 de agosto de 1836.
Se realizó el juramento de la citada Constitución en la Ciudad de Holguín el día 19 de noviembre de 1836 “por ser el día de nuestra adorada e inocente Reina”, y en ese día es llevada por el pueblo de Holguín, de nuevo, la lápida Constitucional, que se encontraba depositada en el Cabildo hasta la Plaza Real que de nuevo pasó a llamarse Plaza de la Constitución. Acto seguido se declararon tres días de fiestas populares con adorno de las casas e iluminación por las noches, “siempre y cuando las diversiones lo fueran honestas y lícitas, y a pié”, quedando prohibidas las de a caballo, con la esperanza “de que el pueblo holguinero, como otras veces lo había hecho, daría muestras de buen juicio y comportamiento”.
Esta no era la primera vez que el pueblo de Holguín tenía que jurar la Constitución de 1812, antes lo había hecho y había confeccionado una Pirámide Constitucional, obra de don Diego Garayalde, y colocada en la Plaza Real que había sido nombrada por ese motivo, Plaza de la Constitución. La dicha Pirámide trajo dolores de cabeza al Cabildo holguinero por lo frecuente que se veía profanada por elementos reaccionarios, unas veces con golpe de machete y otras con excrementos.
Se destacó en la Promulgación de la Constitución en este acto de 1836, don Calixto García de Luna e Izquierdo, que a nuestra Ciudad de Holguín y acompañado de sus tres hijos varones había llegado, procedente de Venezuela, y el que, según el Acta de su prisión y remisión a la Fortaleza de La Cabaña el día 19 de noviembre de 1836, se había colocado al frente de la manifestación, obligando al vecindario a secundarlo y a demostrar su regocijo, gritando fuertemente que se había acabado el despotismo. Igual dice el acta que don Calixto contribuyó con su dinero a la mayor parte de los gastos para los festejos excesivos que casi le causa la ruina a la ciudad.
Don Calixto era el abuelo paterno de nuestro Mayor General Calixto García Iñiguez.
Tal pronunciamiento y juramento en la Provincia de Oriente, único lugar de la Isla donde se realizó, y ello por orden del General Manuel Lorenzo, trajo la ira del Capitán General de la Isla, don Miguel Tacón, quien estimaba que era él y no el General Manuel Lorenzo, Jefe de uno de los Departamentos de la Isla, el que tenía que ordenarlo. Ello provocó un episodio histórico y pintoresco como lo fue el envío a la Provincia de Oriente, por mar y por tierra, de un fuerte ejército bajo el nombre de División Pacificadora de la Provincia de Oriente, al saber que el General Manuel Lorenzo no anularía lo que había ordenado por las buenas.
El General Manuel Lorenzo trata de defenderse, apoyado por los militares a sus órdenes, y en Proclama de 20 de octubre de 1836, dirigida a todos, militares y civiles, pide su cooperación, que sabe “ya la tiene entre los integrantes del Batallón Cataluña, de ideas liberales, y entre los integrantes del Batallón de León” y más cuando él Capitán General tildó lo hecho por Oriente a tener alto sabor a Independencia.
En 5 de noviembre de 1836 el General Manuel Lorenzo pide al Cabildo holguinero que le remitan y que no obedezcan las órdenes que habían recibido del Capitán General y a la misma vez el Gobernador de la provincia ordenó a don José Agustín García, como Jefe que era del Batallón de las Milicias Disciplinadas de Holguín, el aumentar a cien el número de sus plazos y que el mismo número tuvieran las milicias pardas y que todos estuvieran bien armados.
La Reina Gobernadora, María Cristina, al ser informada de lo realizado por el General Manuel Lorenzo sin recibir orden de hacerlo del Capitán General de la Isla, y con conocimiento por informes del General Tacón de las fatales consecuencias que tal proclamación traería a esta Isla, ultima posesión española en las Américas, estimando como lo estimaban que cada uno de los habitantes de Cuba tenían ansias de Independencia, y que esta sería proclamada a la menor debilidad de sus Gobernantes, expide su Real orden en 19 de agosto de 1836 aclarando que los beneficios de la Constitución promulgada por el Rey no se aplicasen por ahora a la Isla de Cuba. Y obviamente que el General Tacón se apresuró más que nunca a dar a conocer a todos los habitantes de la isla la dicha Real disposición y a la vez ordena al General Manuel Lorenzo que anule lo realizado y que vuelva su provincia al estado en que se encontraba antes del 29 de septiembre de 1836. Pero el General Manuel Lorenzo no estaba dispuesto a cumplir lo ordenado por Tacón hasta recibir respuesta de la carta firmada por todos los integrantes de la Diputación Provincial de Oriente y enviada a la Reina Gobernadora en 7 de noviembre de 1836.
Convencido Tacón que Manuel Lorenzo no obedecería sus órdenes por las buenas, y procurando intimidarlo por las fuerzas, es que envía a la Provincia de Oriente la ya mencionada División Pacificadora, a cuyo frente coloca al Brigadier don Joaquín Gazcué. La dicha División se compuso de diez y seis Compañías, escogidos sus componentes de los ocho Regimientos que guarnecían la Ciudad de la Habana, entre ellos del Regimiento “España”, del Regimiento “Galicia”, Artillería de Montaña, de Ingenieros y un Escuadrón de Caballería; aislando la Provincia por mar con las fragatas “Restauración”, la Corbeta “Cautiva” y los Bergantines “Habanero” y “Cubano”. (Por cierto este envío de tropas fue aprobado por la Reina Gobernadora, pero más para intimidar que para atacar, y con ello dar fin “al escandaloso alzamiento del exGobernador General Lorenzo, viendo con desagrado su criminal resistencia y la no obediencia de sus Reales Ordenes”). Pidió la Reina, además, que se colocara al frente de la División Pacificadora a un Jefe inteligente y de prestigio conocido, que garantizase la propiedad y la seguridad individual de los habitantes que permanecieron tranquilos en sus casas y que alentase a los militares a separarse de las filas revolucionarias, y que supiese conseguir el apoyo de las personas influyentes de la Provincia de Oriente.
El General Lorenzo no se intimida y pensando la entrada de esas tropas pacificadoras sería por la región de Holguín, muy posiblemente, piensa, por el Puerto de Gibara, ordena al Gobernador de Holguín que vigile sus costas, y el de Holguín ordena a su vez para que lo hagan a los Capitanes de Partido de San Cristóbal, Tacajó, Banes, Bariay y Gibara, designando en 9 de diciembre de 1836 al Comandante Pedro de Rojas, Comandante General de las tropas que cubrían la línea Manzanillo-Gibara, y con ello Jefe Superior de las Secciones Dos y Tres, que lo eran el Bayamo y el Holguín, con órdenes expresas de pelear en el caso de que la División Pacificadora tratase de entrar en la Provincia por las zonas de su mando, y designa Comandante de Caballería de la zona de Holguín a don Francisco Carreras, “en atención a sus conocimientos en las armas de Caballería, su celo en el mejor servicio y su decidido amor en favor de las instituciones liberales que rigen en la Provincia y que todos hemos jurado defender”, y al informarse en 13 de diciembre de 1836 que las tropas pacificadoras que venían por mar estaban por llegar a la provincia de Oriente, se refuerza el Puerto de Gibara con veinticinco hombres de las Milicias Blancas de Holguín.
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