Por: Zenovio Hernández Pavón y Ana Luisa Tamayo
En Holguín, las
guarachas habían calado profundo en la sensibilidad de los vecinos. Ese tipo de
composición era muy bien recibida desde la década de 1860, durante las
presentaciones de las compañías de Miguel
Salas y de Bartolomé José
Crespo, según refiere un interesante estudio sobre la guaracha en este
territorio escrito por el historiador Juan Albanés[1].
Pueblo pequeño como
era Holguín, donde las habladurías y chismes sentaban cátedra, es comprensible
que más de un músico se inspirara y creara una pícara guaracha. Entre ellas alcanzaron
mucha popularidad “La Nigua
pare en diciembre” de José A. Esponceda
(El chino)[2],
“La Botijuela
de Pepe”, de Manuel Avilés, y
otras creadas por Luís Zúñiga,
Antonio Caissés, Manuel Barrillo, José Gregorio Hechavarría y Juan Mendoza (Juan el ciego).
[1] Juan Albanés. “Guarachas y guaracheros del
viejo Holguín”, periódico “Ahora”, 5 de agosto de 1977, pág 3.
[2]
José Antonio Esponceda (El Chino),
fue uno de los más importantes músicos de Holguín colonial. Alrededor de 1860
fundó una de las primeras orquestas de la ciudad con la que amenizó bailes,
actos litúrgicos y otras celebraciones. En 1868 se fue a la manigua
independentista y cayó en una acción bélica.
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