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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

15 de agosto de 2017

Faustino Orama, El Guayabero. Valoracion de otras personalidades de la cultura: Luis Angel Silva (Melon)



Luis Ángel Silva (Melón) Notable sonero mexicano
Cantar con El Guayabero ha sido la experiencia más difícil de mi vida [...] sentí calambres hasta en la ropa, porque ese es el son verdadero. Ahí tienes que hacer todo bien, como es el son [...] Todo salió bien, pero estaba yo tembloroso, con mariposas en el estómago, pero así como me puse nervioso, también así lo disfruté.
(Tomado de Internet)

12 de agosto de 2017

Faustino Orama, El Guayabero. Valoraciones de otras personalidades de la cultura cubana: Eduardo Sosa



Eduardo Sosa (Trovador. Presidente del Festival de la Trova Pepe Sánchez)
Faustino es un clásico. Mira que aquí hay buenos trovadores, artistas con una obra muy sólida y pese a ello, al menos yo, no les llamo clásicos. Faustino resume con su música la esencia cotidiana del cubano, el ser humano este que en medio de situaciones terribles resuelve con una sonrisa y que a pesar de los pesares, siempre da un mensaje de esperanza y alegría.
La importancia que tienen esas cosas para mí como ser humano, poder disfrutar la música de Faustino, poder escuchar lo que decía, lo que cantaba, lo que te permitía imaginar es todo un gozo [...] yo creo que su legado debe conservarse de la manera que lo están haciendo Los Guayaberos y en medio de tanta avalancha de grosería en muchas canciones, ojalá puedan las nuevas generaciones escuchar lo que decía Faustino, sin grosería, con esa picardía tan inherente al cubano y que él magistralmente supo canalizar con su talento.
(Entrevista con el autor. Santiago de Cuba, 17 de marzo de 2011)

Faustino Orama, El Guayabero. Valoraciones de otras personalidades de la cultura cubana: Pablo Milanés



 
Pablo Milanés (Trovador, Fundador del Movimiento de la Nueva trova)
El Guayabero es un genio popular cuyas características, muy especiales dentro de la música popular cubana, no pueden clasificarse en una tendencia determinada. Creo que, desgraciadamente, no habrá otro como él. Si nos remitimos a Ñico Saquito, también tenía su sello particular, y de los más contemporáneos, Pedro Luís Ferrer posee sus características por ser más letrado y calificado en la música.
Guayabero imprime una ternura especial como pocos, en tanto cultor de la picaresca. Él proyecta como nadie la cubanía de su verso y lo hace con bastante maestría.
(Revista Revolución y cultura, abril de 1990, p. 34,)

Faustino Orama, El Guayabero. Valoraciones de otras personalidades de la cultura cubana: Danilo Orozco



Danilo Orozco (doctor en Musicología)
El Guayabero (Faustino Orama), trovador/guajiro, con un estilo musical sencillo e ingenioso, basado en tumbaos treseros «atravesaos» de la cuenca del Cauto, Holguín, que de un modo u otro le vincula con las fuentes del Miguel (Matamoros). Todo un personaje de la psicología picaresca del doble sentido muy acentuado, lapidario y al mismo tiempo insinuante, y que, según el público y el caso, puede hacer reír mucho, sonrojar o molestar a otros, o incidir en una recepción variable e irónicamente oscilante.
(Tomado de "Matamoros y el entorno o lo integrador universal del modo son". Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 1994, pp. 21-23)

Faustino Orama, El Guayabero. Valoraciones de otras personalidades de la cultura cubana: María Teresa Linares



María Teresa Linares (musicóloga)
Faustino Oramas representa una fase del son, quizás inicial, quizás primaria; pero que él la mantiene con mucho vigor, con mucha calidad. Faustino utiliza las formas del son que se usaban antiguamente, los montunos, sobre los cuales se improvisaban cuartetas y décimas.
Él es un gran improvisador y sabe cómo decir el humor criollo, el humor que recoge la guaracha, en esos sones. Esa picardía, esa cosa casi erótica que plantea, es una tradición en la música cubana. Es tradición también su forma de tocar el tres, distinta a como se extendió por todas las zonas urbanas y como llegó a La Habana. Él toca un tumbao del tres que es muy antiguo y lo mantiene.
Yo creo que en estos setenta años en que nos ha estado impartiendo su arte, ha mantenido una tradición que posiblemente enriquece de nuevo todas las formas de son que se están elaborando.
Considero que Faustino Orama es la tradición viviente, es el son en vida, es el son en toda su historia.
(De entrevista telefónica concedida en marzo de l996)

Faustino Orama, El Guayabero. Valoraciones de otras personalidades de la cultura cubana: Leonardo Padura



Leonardo Padura (narrador y periodista)
 Casi nadie lo conoce por su verdadero nombre. Sin embargo, cuando se habla de El Guayabero viene a la mente de todos los cubanos su peculiar estampa y el criollísimo humor de sus canciones.
Cuando uno lo mira bien, descubre que Faustino Oramas parece un Quijote demasiado expuesto al sol. Como el inmortal caballero de Cervantes, Faustino es de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza (de la caza de amor/que/ es de altanería, como bien dijera Gil Vicente). Incluso, como todo caballero andante Faustino Oramas tiene su nombre de guerra: El Guayabero.
Sin embargo, su oficio no es deshacer entuertos, sino recorrer nuestra ínsula, de pueblo en pueblo, acompañado siempre de su tres, como los viejos juglares. Como los juglares, además, Faustino Orama va cantando la crónica de nuestra vida cotidiana. Para ello cuenta con su voz potente, unos octosílabos inmejorables y el criollísimo humor del doble sentido, atributos que lo hecho famoso y hasta imprescindible en la abultada memoria de la música popular cubana.
[...] de todas las cosas importantes que ha visto o le han sucedido en su larga vida, El Guayabero ha tomado la materia prima para sus más populares, y por eso en sus letras refleja, como pocos lo han hecho, el modo de ser del cubano, su picardía congénita y su humor corrosivo y vital.
Faustino Oramas es por ello, tal vez, el último representante de aquella generación de soneros que vivieron de la música y para la música, y supieron transmitir a su obra la idiosincrasia del cubano, que siempre se reconoce en las canciones de este juglar oriental. Y, como juglar al fin, El Guayabero vive y disfruta la bohemia. Con el tres debajo del brazo, siempre está dispuesto a cantar en escenarios o parques, en bares o bateyes, donde quiera que haga falta la alegría, porque Faustino Orama es la alegría de su música, y su público son todos los habitantes de esta, su ínsula querida y natal. [...]
(Revista Cuba Internacional, septiembre de 1988)

Faustino Orama, El Guayabero. Testimonios. Deivis Sánchez



 
Deivis Sánchez.
Tresero del grupo Los Guayaberos
Como tresero el trabajar a su lado fue una verdadera escuela. Aprendí mucho de sus tumbaos, de este instrumento y sus peculiaridades. Fue por eso que en noviembre del año 2001, cuando él andaba buscando un tresero para su grupo, en tono de broma pero muy seriamente en el fondo, yo mismo me brindé y no me arrepiento de ello porque a partir de entonces bajo su guía crecí en lo profesional y en lo humano, ya que fue muy buena persona y no solo nos dejó su música sino también el ejemplo de sus valores y de su carácter bromista.
Como instrumentista no gustaba del tres pequeño, prefería la guitarra adaptada a tres y lo encordaba muy diferente a los demás. Le ponía bordones para que sonara grave su tumbao, o macho como solía decir a los que preguntaban.
Normalmente en el tres se encuentran prima y tercera entorchadas arriba —que es el sol— luego dos terceras lisas en el medio —que es el do—, y finalmente dos segundas lisas o un cuarto y una segunda abajo —que es el mi—; sin embargo, El Guayabero le ponía un cuarto y una segunda gruesa abajo para el mí, un bordón quinto grueso con una tercera lisa en el medio, y arriba, una tercera entorchada con una prima, lo que lo hacía sonar muy, muy diferente al resto de este tipo de cordófono tan cubano.

Faustino Orama, El Guayabero. Testimonios. William Cordero Sera



Intérprete del bolero.
A finales de la década de 1950 trabajé mucho como cantante de boleros en orquestas de Holguín, las cuales, como era usual en el interior del país entonces, nutrían mucho su repertorio con piezas y arreglos que comercializaba la Peer Southern, la famosa editora de música norteamericana.
En esa época Faustino era dirigente sindical y viajaba con cierta frecuencia a La Habana; como eran tiempos muy difíciles, de allá traía muchas partituras de la Peer para vender, e iba personalmente a mi casa a proponerme, a precios muy baratos, ediciones de Preferí perderte, Qué emoción, Dolor y perdón, entre otros boleros que ya habían popularizado Benny Moré y cancioneros de moda.
Esa fue una de las vías por la que estreché una relación de amistad que perduró hasta su muerte. También coincidimos en el trabajo sindical e incluso en algunas ocasiones trabajé con su piquete. En esos años los músicos éramos semiprofesionales, yo, por ejemplo, trabajaba en una fábrica de calzado y no he olvidado el día cuando él llegó allí para proponerme cantar con su grupo en un contrato que había conseguido para amenizar una fiesta en el antiguo central Palomo.
Para mí Faustino impuso una forma de sonear singular, la cual fue incomprendida por algunos al inicio, pero poco a poco se fue ganando un lugar privilegiado. Recuerdo que aún a inicios de la década de 1980, no faltaban los que ponían reparos a su propuesta. Por ese entonces ambos participamos en una Jornada de la Cultura Holguinera en La Habana. En una de las galas realizadas en el Teatro Nacional, al empezar su actuación se notaba una reserva en una parte del público por sus textos de doble sentido, sin embargo parece que la música los fue contagiando y comenzaron a seguirle la rima y hasta corearon sus interpretaciones. Finalmente hizo bailar a muchos y resultó uno de los artistas más aplaudidos.

Faustino Orama, El Guayabero. Testimonios. Gilberto Morales Verdecia



 
Gilberto Morales Verdecia (1935-2011).
Guitarrista de Los Guayaberos entre 1981-1989
Cuando se fundó Los Guayaberos, el 6 de marzo de 1981, fue que por primera vez trabajé con un grupo profesional, yo procedía del movimiento de aficionados y tenía mis temores al abandonar mi puesto de trabajo de tantos años en un almacén, pero su sobrino Santana Orama me dio mucha seguridad y confianza y, en efecto, durante los ocho años que permanecí al lado de Faustino viví experiencias maravillosas a lo largo de Cuba ya que, excepto Pinar del Río, en ese tiempo recorrimos todas las demás provincias.
El grupo trabajaba intensamente, hasta en vacaciones él me mandaba a buscar para realizar actuaciones con todo el grupo o en un formato más reducido con tres, guitarra y percusión. Especialmente durante las fiestas del carnaval, la acogida era extraordinaria, pero recuerdo con mucho agrado las actuaciones en el Festival de Varadero de l984, en la hermosa cueva de Bellamar y la participación en homenajes muy emotivos como los brindados en Santiago de Cuba a Ñico Saquito, al primer cosmonauta de Latinoamérica, Arnaldo Tamayo Méndez, en su natal Guantánamo, y otro que recibió Andrés Pedroso en Ciego de Ávila.
Nunca imaginé que tendría el privilegio de ganar la amistad y la confianza de una figura de la talla de Faustino y menos de conocer tantos artistas valiosos y personalidades de Cuba y del mundo, entre ellas el Canciller de la Dignidad, Raúl Roa, Omara Portuondo y Raúl Castro. Raúl le tuvo un gran afecto, se divertía mucho con las ocurrencias suyas. Hasta en una ocasión nos ofreció un helicóptero para viajar a Ciego Ávila para trabajar en el carnaval de esa ciudad. Fue una de las mayores aventuras al lado de un maestro del humor y la picardía y que no olvidaré mientras viva.

Faustino Orama, El Guayabero. Testimonios. Roberto Báster



 
Roberto Báster.
Percusionista del grupo Los Guayaberos
Con El Guayabero viví momentos inolvidables, con él aprendí a defender lo más genuino de nuestras tradiciones musicales. Yo procedía de agrupaciones que interpretaban la timba y cuando pasé, en 2004, a formar parte de su grupo no dominaba las peculiaridades de su tumbao, por lo que él me insistía «hazme tres tapao y dos abiertos», y como ignoraba el significado de esa indicación, me preguntaba, ¿qué será eso? Con la ayuda de su sobrino Carmito Orama, que es un verdadero maestro de la percusión cubana, logré coger su ritmo, mezcla de son, changüí y pilón, y que es la razón que nos hace sonar distinto a todas las demás agrupaciones como nos han calificado en diversos lugares de Cuba y de Europa.

Faustino Orama, El Guayabero. Testimonios. Gustavo Márquez Bermúdez



Gustavo Márquez Bermúdez (1952).
Trompetista, compositor, orquestador y director

Mi padre Eduardo Márquez, trompetista de la Orquesta Avilés, trabajó ocasionalmente en el conjunto suyo, que en esa época era de los llamados «ven tú», o sea, se reunían músicos para cumplir determinados contratos. Muchas veces él personalmente iba a mi casa a buscarlo para ir a amenizar fiestas en bateyes y barrios.
Solía conversar mucho con mi papá, yo era entonces muy pequeño y me impresionaba aquel hombre tan alto que nunca soltaba el tres de la mano e inclusive me maravillaba cuando a veces lo tocaba en mi presencia.
Con el transcurso del tiempo, su trabajo fue creciendo y ganando en reconocimiento, lo que junto a aquellas vivencias de mi infancia, de alguna manera me estimularon a desarrollarme como compositor y músico, no en su estilo pero sí en la vertiente del son.
Con él tuve la posibilidad de alternar en varias oportunidades, la primera fue siendo yo muy joven cuando en sustitución de mi padre, participé, formando parte de la Avilés, en un carnaval de Santiago de Cuba. Coincidimos en el mismo hotel, y en una ocasión en que estábamos en el restaurante del hotel, el músico Tony Pérez tomó el tres que había dejado al lado de la puerta y empezó a tocar funky. El Guayabero se levantó como un bólido de su asiento, le quitó el instrumento y muy molesto le dijo: «Dame acá el tres que le estás enseñando malas palabras», el incidente hizo reír a todos los presentes y a muchos que luego conocieron la anécdota.

Faustino Orama, El Guayabero. Testimonios. Julio Bécker



 
Julio Bécker.
Contrabajista de Los Guayaberos
Entré a su grupo por 1987. Al inicio trataba de adornar las cosas, tocaba a mi manera y él me decía. «No me hagas muchos filigranas en el bajo, haz solo el tumbao». Me fui acostumbrando y pronto llegué a dominar su estilo, el cual seguimos cultivando y defendiendo.
Con El Guayabero viví momentos inolvidables y recorrí varios países, sobre todo durante la gira de 1998, que iniciamos en una bella playa de Tenerife, comparable a Varadero. Allí acuden anualmente turistas de toda Europa, y en el festival en el que nos insertamos había cerca de doscientas mil personas; empezó a las siete de la noche y concluyó a las siete de la mañana del día siguiente.
En Canarias actuamos en teatros, pistas de baile y otros lugares. En uno de ellos alternamos con Argelia Fragoso, y luego en Madrid y París se nos incorporaron otros cubanos como Livam y Gema y Pável. En la bella capital francesa, nos presentamos en el Elyseé Montmartre, una acogedora y amplísima instalación que estuvo abarrotada de público todo el tiempo. De allí el espectáculo regresó a Cuba, excepto cuatro músicos que acompañamos a El Guayabero a un festival en La Haya, Holanda, y en la grabación del disco El tren de la vida, pocos días después.
Para ese CD se agregaron dos cantantes del grupo Los Sabandeños que hicieron los coros conmigo, además de Murgan, excelente músico cubano que ejecutó la guitarra y el tres en esas grabaciones que fueron muy bien recibidas en España y otros países. Aunque hoy físicamente no esté su tumbao y su obra van a perdurar mientras el grupo exista.

Faustino Orama, El Guayabero. Testimonios. Ramón Avilés



 
Ramón Avilés. “El boxeador que canta”
Destacado intérprete de las composiciones de Faustino.
Yo empecé cantando boleros, pero la obra de grandes soneros como él me inclinaron por el son montuno. Lo conocí por 1968, cuando aún no tenía el grupo y con su tres bajo el brazo recorría Cuba. Entablamos una gran amistad y cuando iba a La Habana, junto a Acanda, lo buscaba en el hotel Lincoln donde siempre se hospedaba e intercambiaba mucho con él. Llegué a tener trece o catorce piezas suyas en mi repertorio y admiré al creador pero también al hombre simpático, humilde y generoso.
Creo que lo conocí profundamente y sin verlo o escucharlo cantar, podía reconocerlo con solo oírlo tocar su tres, ya que poseía una cuerda quinto en el centro que le daba una sonoridad personal e inconfundible.
Con sus sones obtuve importantes éxitos, uno de ellos fue durante mi primer viaje al extranjero en 1974, año en que junto a Ramón Veloz y otros artistas cubanos actué en Panamá y Costa Rica. En todas las presentaciones, Mañana me voy a Sibanicú, o Me vuelve a morder la perra, como algunos le decían, fue la pieza más aplaudida. Incluso un empresario insistió para que se incluyera en un disco que se realizó por una disquera de allá.
Posteriormente estuve cerca de diez años trabajando con el grupo Vieja Trova Santiaguera en España y otros países. Al regresar me casé y establecí en Matanzas, y él, deseoso de verme, se afanó en localizarme y un día se apareció en mi casa e insistió en obsequiarme 350 dólares para que me comprara un nuevo televisor. Siempre me demostró muchísimo afecto y en más de una oportunidad me envió su automóvil para que no faltara a los homenajes que le realizaban en Holguín.

Faustino Orama, El Guayabero. Testimonios. Saturno Bruqueta



 
Saturno Bruqueta.
Productor de espectáculos y autor musical
En la década de 1970 yo era administrador en Bayamo del Sectorial Municipal de Cultura y con frecuencia lo programaba y atendía. Lo queríamos mucho y él se sentía muy bien aquí, como si fuera un bayamés más. En ocasiones también discutíamos, tenía un carácter fuerte y a veces pensaba que los inconvenientes se le ponían a él y no que eran problemas que confrontaban todos, eso lo hacía sentir mal y discutía.
Han pasado unos cuarenta años y lo sigo recordando con mucho afecto, poseo muchas de sus grabaciones y cuando tengo el ánimo atrás es cuando prefiero escucharlas. Con ellas tengo que sonreír, levanto el ánimo y las ganas de vivir y de trabajar. Sin duda El Guayabero es un antídoto contra la tristeza y la energía negativa.

Faustino Orama, El Guayabero. Testimonios. José Julián Padilla Sánchez



 
José Julián Padilla Sánchez.
Productor discográfico
Cuando en 1980 se fundaron los estudios de grabación en Santiago de Cuba, yo tuve el placer de ser designado productor de una serie de discos de larga duración que se realizarían a figuras legendarias de la trova, entre ellos mi abuelo Pepe Sánchez, Ñico Saquito, Los Compadres y El Guayabero. En una reunión previa algunos estimaron que él no debía ser llevado al disco porque  sus piezas de doble sentido no tenían cabida en el mundo de las grabaciones, la radio y la televisión.
Finalmente rompimos ese mito o prejuicio, vino al estudio con sus músicos y se grabaron 14 piezas, aunque por sus improvisaciones y extensión solo se incluyeron seis en ese, su primer disco.
Al fin de año las mejores grabaciones se enviaron al Premio EGREM y, para sorpresa de algunos, el suyo fue el ganador en la categoría de música tradicional. Recuerdo que la musicóloga María Teresa Linares, integrante del jurado, luego me comentó que lo oyeron varias veces, y su gracejo y picardía no tuvieron rivales, siendo seleccionado su LD por voto unánime. La acogida popular también fue magnífica pues en muy poco tiempo fueron vendidos todos los ejemplares.
En 1985 y 1989 volvió a grabar otros dos discos de larga duración. De ellos se han hecho reediciones y se han incluido sus grabaciones en numerosas compilaciones y antologías, además de llevarse a CD y a casettes.
Aquí en Santiago siempre fue muy querido y aplaudido en los festivales de la trova, el son y otras celebraciones. En los carnavales de la década de 1980 en la calle Sueño se reunían miles de personas que cantaban junto a él sus sones.
Sin duda que entre tantos grandes de la música cubana, El Guayabero tiene un lugar privilegiado en el corazón de los cubanos.

Faustino Orama, El Guayabero. Testimonios. Jeús Téllez Carracedo



Jesús Téllez Carracedo.
Funcionario del sector cultural

Lo recuerdo desde hace cerca de cuarenta años atrás, cuando comencé a trabajar en el sector cultural atendiendo a personalidades. Además de su calidad artística, la tenía como persona, siempre muy solidario y simpático. Cuando llegaba a la oficina, luego de saludar cortésmente me decía: «Mira, Téllez, necesito hablar con el bodeguero». «Pero qué cosa es eso del bodeguero Faustino», le preguntaba sonriente, conocedor de sus ocurrencias. A lo que de inmediato agregaba: «Es que el director siempre está despachando y nunca puede atender a uno». Así eran los diálogos, inesperados y cargados de humor, con este músico al que siempre atendíamos con el mayor agrado.
En esas visitas solía contarnos anécdotas y vivencias que despertaban el interés y la risa de todos. Recuerdo cuando en una ocasión necesitaba viajar a Ciego de Ávila y nos narraba las peripecias para lograrlo. Pidió ayuda a la oficina del ministro de las FAR, de la cual le enviaron un helicóptero, y cuando llegó a esa ciudad, se armó tremendo alboroto, ya que en el aeropuerto se esperaba al general Raúl Castro u otras autoridades militares.
Él era pródigo en contar los detalles con su lenguaje pintoresco que alegraba a todos, tal como sucedía en los cumpleaños que le organizábamos y en el que se esmeraba en atenciones hasta la exquisitez, siempre muy perfumado y elegantemente vestido.
Así era Faustino, un caballero irreprochable.

Faustino Orama, El Guayabero. Testimonios. Andrés Aguilera Ricardo



Andrés A. Aguilera Ricardo.
Doctor en Ciencias Jurídicas, fundador del grupo musical Los Century.

De las conversaciones con él guardo recuerdos gratos, pues siempre se aprendía. Cuando se inauguró la Casa de la Trova, por ejemplo, invitamos a la legendaria Blanquita Becerra que por entonces residía en Las Tunas. Concluida la actividad se produjo una discusión, originada por la actitud de los choferes que exigían comer antes de llevar a los invitados de regreso, luego de resolverse el asunto se me acercó y me dijo: «Tú ves, mi tío tenía razón, él decía que en una discusión el que habla más alto es el que está perdiendo». Esas palabras no las he olvidado nunca, incluso ni en mi posterior vida profesional como jurista ¡qué razón tenía!
Siempre fue un tipo pacífico pero con el que no se podía jugar. Cuando la evaluación artística de 1980, cuya comisión provincial presidí, lo invité junto a Raúl Camayd, Koko Leyva y otras personalidades a una reunión sobre el tema, que se realizó en Santiago de Cuba. En el análisis de uno de los asuntos en debate, cierto funcionario lo pone de ejemplo, refiriéndose a que el juglar esto, el juglar lo otro, pero con cierta ironía. Él pidió la palabra y le respondió: «Yo soy un juglar para mis amigos y el pueblo que me admira, pero para los mal intencionados como tú, no soy un juglar sino un jaguar».
Así era ese hombre tan original, muy noctámbulo y dueño de un humor muy agudo, del que recuerdo muchas anécdotas, todas aparentemente simpáticas, pero siempre con una enseñanza. Fue una persona muy caballerosa, de un hablar rápido cuando comenzaba. Solía hacer un gesto al conversar, se viraba y parecía que se iba, pero siempre daba un giro y regresaba. Se mostraba muy sereno y siempre te miraba a los ojos cuando hablaba. Era muy amistoso, pero ser su amigo tenía un precio. Y eso lo sabemos quienes nos acercamos a él y cultivamos su amistad. Creo que el Centro Provincial de la Música tiene el nombre de un magnífico hombre y músico, y yo que resido al doblar de esta institución, me lo encuentro casi todos los días. Al pasar echo una mirada al local y le digo: “Hasta luego, mi amigo” (creo que puedo llamarlo así).

Faustino Orama, El Guayabero. testimonios. Angel Luis Reyes



Conjunto Los Guayaberos

Ángel Luis Reyes.
Trompetista del grupo Los Guayaberos
El Guayabero fue una persona extremadamente humilde que ayudó a muchas personas. Yo fui una de ellas. Cuando entré a su grupo por alguien insustituible, como era el maestro Manuel de Jesús Leyva (Koko), tenía muchas dificultades con el transporte, pues vivía en Mayarí. En una ocasión en que se hablaba del asunto dijo «eso se va a acabar, pues se irá a vivir a mi casa. Él es mi hijo». Así fue como durante largo tiempo tuve el honor de compartir mi vida junto a él.
Cuando entré al grupo pensé que sería fácil, pero el suyo no es como cualquier son que uno hace un floreo, un solo bonito y ya tienes un terreno ganado. Su base armónica está fundamentada por tónica y dominante, que son dos acordes, y se exige inventiva y a la vez ser fiel a su estilo, a su tumbao que representa una tradición que tenemos que preservar y que he comprobado que gusta lo mismo en Cuba que en el extranjero.
Con él aprendí mucho lo que es identidad y cubanía, pero también de valores humanos. Llegamos a ser como familia. Me hablaba mucho de Eliades Ochoa, de Pacho Alonso, de Ibrahím Ferrer y en ocasiones me tocaba el tres. Compartíamos de una forma muy fraterna y sana la vida hogareña. Cuando iba algún visitante a comer a la casa, le decía a la señora que nos atendía: «China, para los invitados cerveza, para el niño, refresco».
Después de su muerte yo iba semanalmente al cementerio a ponerles flores a él y a Koko Leyva, esa idea la voy a retomar en merecido acto de agradecimiento.

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