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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

20 de febrero de 2017

Museo Indocubano Baní, meca de las colecciones de objetos aborigenes en Cuba



Por Alexis Rojas Aguilera
   
 

El Museo Indocubano Baní, del municipio de Banes en la provincia de Holguín, es único de su tipo en Cuba y en el área del Caribe.

Esa institución guarda la colección de restos materiales aborígenes más completa de esta región geográfica, incluyéndose en ella 16 piezas de valor excepcional por su representatividad simbólica y acabado artístico.

El ídolo de oro es una de las piezas más valiosas del Museo
 
El total de la colección del museo suma unos 22 mil objetos confeccionados en oro, huesos de animales, madera, conchas o cerámicas que fueron creados y usados por los primitivos habitantes de Cuba para el uso doméstico, de trabajo o en ceremoniales.

 

En todos esos objetos se puede descubrir las formas de vida de los diferentes grupos humanos precolombinos que poblaron la Isla; de ellos los más antiguos llegaron hace unos seis mil años atrás.

Su ubicación en la llamada Capital arqueológica de Cuba posibilita el crecimiento sistemático de los fondos del museo, que tradicionalmente recibe piezas o fragmentos de ellas aparecidas mientras labraban la tierra o pescaban en las costas.

 

Con categoría de Centro Nacional de Referencia para el estudio de las comunidades aborígenes en el país, el Museo Indocubano Baní recibe a miles de visitantes anuales.

Enorme riqueza arqueológica la de Holguín



Por Alexis Rojas Aguilera
Publicado en el Periódico ¡Ahora!, el Sábado, 11 Julio 2015

La provincia de Holguín, territorio de más de 9 mil kilómetros cuadrados, atesora 228 sitios arqueológicos de los 3 mil 180 reportados en Cuba hasta el año 2012, algunos de ellos categorizados como monumentos locales e incluso como monumentos nacionales, entre estos últimos destacan, El Chorro de Maíta, Farallones de Seboruco, Barajagua y Cayo Bariay, los cuales forman parte de conjuntos con este estatus.

Adisney Campos Suárez
Adisney Campos Suárez, del departamento de Arqueología del Centro de Investigaciones y Servicios Ambientales y Tecnológicos (CISAT) de la ciudad de Holguín, añadió que este patrimonio resulta particularmente notable por su diversidad tipológica y de filiaciones culturales.
El joven especialista, de 28 años, agregó que 18 de esos sitios confirman su condición de Protoagricultores, 62 son de Cazadores, 67 de Pescadores Recolectores y 82 de Agricultores Ceramistas, (ese grupo humano era el más avanzado culturalmente).
Por ello la provincia ocupa un lugar privilegiado en el entorno arqueológico de la Isla y además porque sus testimonios del pasado se ubican en zonas de gran diversidad paisajística, hidrográfica y climatológica, entre ellas, las alturas de Maniabón y las de Nipe-Sagua-Baracoa, y las llanuras del Cauto y Nipe.
Espacios esos donde hay una poderosa red de ríos (Mayarí, Gibara, Sagua de Tánamo, Tacajó), ricas costas con singulares bahías adosadas (Gibara, Banes y Nipe, entre otras), suelos útiles para la agricultura y clima tropical húmedo con periodos definidos de mayores y menores precipitaciones.
Adisney junto a uno de los más importante expertos del Departamento Centro Oriental de Arqueología, Juan Guarch Rodríguez
Estas características, razonó Adisney, influyeron para que el hombre habitara la región milenios antes de la llegada de Cristóbal Colón y se mantuvieran en ella hasta su arribo en 1492 e incluso una parte resistiera el encontronazo cultural y se asimilara y fusionara para llegar sus vestigios a nivel cultural y genético hasta el presente.
En el caso de Holguín, apuntó, la mayor presencia de aborígenes se vincula con los grupos dedicados a la agricultura y la alfarería, principalmente en los municipios de Holguín, Báguano, Antilla y Banes, mientras los cazadores se situaron sobre todo en el municipio de Mayarí y los de tipo Protoagricultores en los municipios de Mayarí y Gibara, justo los más antiguos pobladores, quizás de hasta ocho mil años Antes del Presente.
Indicó asimismo que los lugares con evidencias son diversos, por ejemplo, existen siete cuevas ceremoniales, 11 cuevas funerarias, dos cuevas ceremoniales y funerarias, 14 cuevas habitacionales, cuatro cuevas habitacionales y ceremoniales, 110 paraderos y 80 sitios de habitación.
De mayor importancia resulta la presencia de los sitios habitacionales, ubicados en su mayoría en el municipio Banes (una razón para ser la Capital Arqueológica de Cuba), los cuales por su función, extensión y riqueza de evidencias resultan claves para entender las formas de vida de estas sociedades, señaló.
Graduado de Licenciado en Historia, en la Universidad Oscar Lucero Moya, en 2011, Campos Suárez resaltó que “gran parte de la visión que sostiene la arqueología cubana actual, se levanta desde el estudio de sitios ubicados en Holguín”.
También ponderó en tal sentido la excepcionalidad de muchos de los objetos encontrados en la provincia, entre ellos, la gran colección de ídolos y objetos de adorno personal y uso ritual que cuida el museo Baní (en Banes), o de piezas de carácter único, como el hacha ceremonial antropomorfa (Hacha de Holguín, símbolo del territorio) aparecida cerca de la Ciudad.
Este patrimonio admirable, aseveró, guarda aun muchas sorpresas, como indica el reciente hallazgo de las pictografías de la Cueva de Los Panaderos en Gibara y un espectacular mural pictográfico en el cerro de Yabazón.
También llamó la atención sobre la existencia de 26 sitios arqueológicos aborígenes que poseen material europeo, la mayor cantidad en todo el país; esto habla de transculturación, asimilación, inserción aborigen en los espacios coloniales. “De hecho, convierte a Holguín en un espacio clave para el abordaje de este tema ampliamente expuesto por el Dr. Roberto Valcárcel”.
Igualmente dijo que, desde la arqueología, el hombre aborigen proyecta tradiciones culturales y otros elementos esenciales para entender la identidad del cubano en aspectos que la historiografía nacional hasta ahora no fue capaz de resolver.
A modo de ejemplo, Adisney señaló que el universo aborigen subsiste en la toponimia holguinera a pesar de las interferencias lingüísticas y la transculturación, algo evidente en un legado patrimonial intangible que muestra 234 vocablos de filiación aruaca, entre otros aspectos culturales.

El legado arqueológico de Ramón Alonso Cruz



Por Alexis Rojas Aguilera
Publicado por el periódico ¡Ahora! El 20 Junio 2013

 

La sorpresa fue mayúscula. Ante mis ojos, el ginecobstetra Ramón Cruz Villar, desplegó sobre la mesa de su hogar en el reparto Pedro Díaz Coello de la ciudad de Holguín, un número importante de piezas arqueológicas celosamente guardadas a lo largo de décadas.

“Esto es parte del fruto de las investigaciones que, empíricamente realizaba mi padre, Ramón Cruz Alonso, en el campo de la espeleoarqueología”, dijo, “junto a otros interesados, como José Antonio Riverón, residente en Cañadón, Banes, hombre con conocimientos profundos en esta disciplina científica”.

Ramón Cruz Alonso, foto del entrevistado

El médico, que actualmente labora en el hospital clínico quirúrgico Lucía Íñiguez Landín de la ciudad de Holguín, dijo a este reportero que esa actividad como arqueólogo la practicó su padre con mucho entusiasmo en los años finales de la década de 1930, cuando laboraba como contador-pagador de la bananera (United Fruit Company) que operaba por entonces, antes de la II Guerra Mundial, en la Bahía de Samá.

“A veces, en la tranquilidad de la casa, papá contaba que recorrió muchas veces la zona que es hoy famosa porque allí apareció el cementerio de Chorro de Maíta, muy cerca del poblado de Boca de Samá, la cual por entonces, gozaba de una relativa bonanza económica por la exportación del guineo (banano)”.

“Eso hace evidente que para fecha tan temprana mi padre ya conocía de la importancia arqueológica de Chorro de Maíta, y así lo dejó por escrito en un artículo que publicó en la revista Bohemia en 1938, titulado Samá, cuna de la más perfecta organización indo-cubana, que está dedicado a las investigaciones de su amigo José Antonio Riverón.

“En el texto y también en una nota manuscrita dice mi padre refiriéndose a las piezas arqueológicas todavía conservadas: Estos objetos arqueológicos fueron encontrados en residuarios en la zona de Samá, exactamente en El Molino, Yaguajay y Chorro de Maíta, año de 1937 durante exploraciones realizadas durante años por el infatigable cubano señor José A. Riverón. Ellas prueban que, indiscutiblemente, la zona de Samá, en Oriente, fue habitada hace cientos de años por una raza de indios de superior cultura a las otras hasta ahora conocidas o estudiadas en Cuba.”

El médico Ramón Cruz Villar, hijo de Ramón Cruz Alonso y albacea de su legado.

Y más adelante dice Cruz Alonso en la misma nota: “los objetos encontrados en las incesantes correrías de Riverón por los asientos indios de Samá, creemos que son únicos en Cuba, ya que no tenemos noticias de descubrimientos similares. Entre esos hay más de 100 idolillos de una a cuatro pulgadas de altura, perforados la mayoría de ellos en la parte superior, lo que es señal de haber sido usados como adornos colgantes. Algunas de estas perforaciones son de un diámetro tan estrecho que solo un cabello pasa por ellas y hace pensar en la clase de “herramientas” que usaban para taladrar las pequeñitas cabezas de sus idolitos. Unos semejan humanos con las manos cruzadas sobre el vientre o el pecho, casi todos en cuclillas y sobre un rectángulo a manera de pedestal. Los hay con el cráneo largo y aplastado, y otros casi redondos. También infinidad de figuritas, todas de piedra y pequeñísimos, miniaturas más bien, para usar como colgantes, cuentas para collares de redondez casi perfecta, miniaturas de hachas, de pájaros, cabezas de perro y otras semejando monos, con salientes en la parte posterior".

Más adelante y después de referirse a otros numerosos hallazgos de Riverón, agrega Cruz Alonso, que en la falda de un montículo y a un pie de profundidad, él encontró un ídolo que es la parte superior de una cabeza que puede considerarse joya real de su colección. Los ojos son de nácar de concha, incrustados en el hueso, los dientes, formados en una sola pieza, también de concha, se encuentran incrustados en la boca, completando la armonía de esta maravillosa obra las orejas y nariz perfectamente delineadas.
Y amplía la descripción: “La parte posterior de la cabeza, del cráneo al cuello, tiene una talla delicada, en forma oblonga y a rayas y más abajo del cuello, también en la parte posterior, a imitación de unas manecillas...y en la parte inferior tiene una hendidura que le da forma de espátula en la punta. Un taladrado bajo la talla posterior hace pensar que se usó como ídolo colgante. Los rasgos que presenta en la parte posterior de la cabeza son semejantes a los descubiertos por Harrintong en una cueva de Baracoa...que figura en la portada de su libro Cuba before Columbus”.

Lamentablemente en la colección de piezas que su hijo guarda no se encuentra el tal ídolo.

 

“Mi padre también fue un empedernido a la espeleología. En esta foto se le ve en la boca de una cueva, próxima a la ciudad de Gibara”

Finaliza la nota refiriendo la lectura de obras de Fernando Ortíz, al que califica de muy ilustre arqueólogo, y luego comenta los descubrimientos hechos en distintas exploraciones de Montané, Harrintong, del mismo Ortíz y de otros distinguidos especialistas, para asegurar rotundo que “ninguno de ellos ha descubierto en Cuba, ídolos del tipo y perfección que muestran los que tiene coleccionados Riverón”.

 

"El viejo era un gran admirador de Don Fernando Ortíz, afirma su hijo, el médico Cruz Villar y como prueba irrefutable muestra un artículo del sabio publicó también la revista Bohemia en 1966, bajo el epígrafe de Cuba Primitiva y con el título Las razas indias. Este extraordinario texto lo guardó Cruz Alonso junto a sus cosas más queridas, cuando todavía faltaba mucho para su muerte".

¿Quién fue Ramón Cruz Alonso?

Nació el 13 de diciembre de 1909, en Bocas, barrio de Gibara y sus padres lo nombraron Ramón Mariano Antonio Enrique Orestes Leocadio. Durante toda su vida y hasta el día de su muerte, ocurrida el 3 de diciembre de 1986, fue un hombre de causas justas.

Residente en la calle Donato Mármol número 27, hoy 5, en Gibara, trabajó como Contador, Tenedor de Libros, Agente de Aduanas, Mecanógrafo, Taquígrafo, Explorador y sobre todo Pedagogo. Estuvo vinculado a esfuerzos revolucionarios contra las tiranías de Gerardo Machado y Fulgencio Batista y a otros empeños relevantes, como el logro de la enseñanza laica en todas las escuelas públicas cubanas. Estudió y trabajó en los Estados Unidos, y dominaba perfectamente el inglés. Era un lector nato.

Después del triunfo de la Revolución cubana en 1959, fue alfabetizador y jefe de la unidad zona sur de Gibara durante la dicha Campaña de Alfabetización, profesor de la escuela Primaria Superior (fundada con su empeño personal, junto a otros abnegados gibareños) y profesor de la Secundaria Básica Atanagildo Cajigal de Gibara. Asimismo se desempeñó como director de Educación en el municipio, subdirector de Administración y Enseñanza Técnico Profesional de la otrora Región Holguín-Gibara. Igualmente responsable del Archivo Histórico de Gibara. 

Eventualmente ejerció el periodismo y fundó el grupo de aficionados a la espeleología de Gibara.

“El viejo, comentó cariñoso el hijo, era un hombre singular para su tiempo, un hombre con una elevada cultura y amplia visión”.

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