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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

27 de noviembre de 2017

Germán Piferrer Rodríguez



Cancionero, trompetista y director de orquesta. (Gibara, 11 de octubre de 1937/Miami el 17 de enero de 2009). Muy joven se trasladó a Holguín donde integró el conjunto Orbe, la orquesta Avilés y otras agrupaciones. A partir de 1954, año en que es considerado el cantante revelación en la ciudad, mantuvo espacios en CMKF  y otras emisoras locales. En 1961 se trasladó a La Habana donde por espacios de 7 años grabó discos e integró espectáculos en centros nocturnos. A inicios de los años 70 se convirtió en arreglista destacado y pasó a dirigir la Orquesta Cubana de Música Moderna. En la década del 80 emigró a Estados Unidos, país donde continuó su labor musical. Ha compuesto algunas piezas, entre ellas “Ser cubano”, “Fea la jicotea” y “Ahora qué  voy a hacer”, éxitos de Los Latinos, Pacho Alonso y Rolo Martínez.
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Germán Pifferrer in memoriam
Por: Luis G. Ruisánchez 
Lo conocí hace un par de año, tomamos vino en una taberna rústica de la avenida Flagler y llenó la tarde de anécdotas y simpatías. Mantenía la viveza acostumbrada de que me contaban los amigos comunes que nos presentaron.

Pero de Germán Pifferrer sabía desde mucho antes.
En La Habana escuché hasta el deterioro un long-play de la Orquesta Cubana de Música Moderna; "Pastilla de Menta" y "Room 43" se rayaron de tanto girar en mi viejo tocadiscos.

Después entré, por esas virtudes que te aguardan en la vida, en una familia de artistas cubanos unidos por una larga amistad con Germán Pifferrer. Por ellos, acabo de saber de su muerte. Explicable e insólita, porque hay cosas que suelen suceder así.

El pasado 17 de enero, un cáncer mató a esta leyenda de la música cubana. Hace poco tenía en planes un CD de latin-jazz al estilo de Loquibambia, aquel grupo que dirigió en los 50, el pianista Frank Emilio. Pifferrer era un creador incansable. Escuchaba las conversaciones como música y armonizaba hablando.

Comenzó su carrera musical en Holguín, su ciudad natal, como cantante de la orquesta Hermanos Avilés y ya en La Habana, se destacó como arreglista y director. Fue significándose por su talento y su identificable manera de arreglar y de conducir la orquesta.

Un email que acabo de recibir del saxofonista Paquito D’Rivera, recuerda que “El Pife - como lo llamábamos sus amigos y admiradores- debería ser un ejemplo que contradice a aquellos que aun pretenden hacernos creer que negando el academicismo y teniendo menos conocimientos se ayuda a preservar la espontaneidad y la frescura creativa, cuando la realidad es que, en absolutamente ninguna actividad humana, nadie puede ser considerado superior por saber menos. Germán fue una prueba de ello”.




El DVD del año 2004, titulado "Tropicana All Star recuerda a Benny Moré", lo reproduce como fue, llamativo, intranquilo, lleno de energía frente a la orquesta en la que Israel Kantor rememoró los éxitos del Benny. En el Town Hall de New York, dirigió y grabó “50 Years of Mambo", un álbum doble en vivo, en homenaje a Dámaso Pérez Prado. Sus largos años de exilio nunca lo distanciaron del ejercicio y la honra que le profesaba a la música de su patria, a las figuras que brillan para siempre en la historia musical de Cuba.

Él mismo ha de ser honrado así. Y por las mismas razones.
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Toquen mambo que murió el Piffe

Tributo a Germán Pifferrer, uno de los mejores arreglistas y directores de orquesta que ha dado Cuba.
Por: Armando López, Nueva York

Cuba, país de la ausencia. Por medio siglo, tres generaciones de músicos, bailarines, pintores, escritores han creado, fundado y envejecido en tierra ajena. Son miles regados por el mundo, con la nostalgia clavada, haciendo su obra en Miami, Nueva York, México, Madrid…

Uno de ellos, Germán Pifferrer, el flaco de Gibara, que de cantante de la Orquesta Avilés, la más antigua del país, llegó a ser (se dice fácil en tierra de Somavilla y Chico O'Farril) uno de los mejores arreglistas y directores de orquesta que ha dado Cuba; acaba de morir.

En julio pasado, Vivian María López, locutora y directora de la emisora WTNA 88,9 FM, radio pública de Miami, organizó un concierto-homenaje a Pifferrer, un homenaje de esos que los hacen cuando la muerte acecha: el Piffe tenía un cáncer de hígado.


Por el escenario pasaron Malena Burke, Carlos Oliva, Gema Corredera, Marisela Verena, Roberto Torres, Hansel y Raúl, The Cachao All Start, Luis Bofill. El maestro Pifferrer sacaría fuerzas para dirigir su última creación, el Miami Latin Jazz Nonet, y presentar su disco con los temas Dancing, Cascareando, The Friend, The Trumpet y Happy Morning. Y otros del legendario Juanito Márquez, autor de Alma con alma, su entrañable amigo, paisano, mentor y maestro.

"Conocí a Pifferrer casi un niño en Gibara, donde nacimos y seguimos juntos en Holguín, en la Orquesta de los Hermanos Avilés. Yo hacía los arreglos y el Piffe cantaba (desde los 15 años) y copiaba mis partituras. Cuando me trasladé a La Habana, lo embullé a venir. Copiaba para Rafael Somavilla, para Adolfo Guzmán y para mí. Observando partituras fue aprendiendo lo básico de la orquestación, luego estudiaría armonía con Somavilla y Duchesne. Fue un buen cantante", dice Juanito Márquez.

Cuando la furia del ritmo pacá de Márquez (1965), Silvano Suárez produjo un show en el Habana Libre que llamó Madame Pacá. Juanito dirigía la orquesta y tocaba tres solos de guitarra, Piffe se lucía cantando Alma con alma. Iba gente de todo el país.

"Me fui de Cuba en 1970. El Piffe, a quien habían nombrado director de la Orquesta de Música Moderna, se vino por el Mariel. Y fue como si cuarenta años después nada hubiera cambiado. Sólo que esta vez hacíamos los arreglos juntos", precisa Juanito.

Memoria de elefante.

"Despedir a un amigo le hace un hueco a uno, despedirlo dos veces es del carajo —dice Nelson El flaco Padrón, baterista—. Yo era como hermano del Piffe. Desde que vivía en la casa verde de la calle Infanta, no salíamos de Radio Progreso. Lo dejé de ver en 1962, cuando me vine a Miami. Cuando el Piffe salió por el Mariel, se radicó en Nueva York. No nos volvimos a ver, hasta que bajó a Miami en 1994. Ya tenía su barriguita, pero el carácter era el mismo, tímido; pero cuando se sentía cómodo con la gente, no paraba de hablar. Al rato de reencontrarnos en Miami, no nos separamos más. Me levantaba, pasaba por su casa, donde tenía su estudio, a ver si caía algo. Si no grabábamos, charlábamos, porque tenía memoria de elefante, a contar anécdotas de artistas no había quien le ganara". 

Sobre la llegada de Pifferrer a Nueva York, el cineasta Iván Acosta recuerda: "Lo conocí por Felipe Pipo Martínez, vicepresidente de Kim Record y productor de la popular Charanga 76. Pipo se apareció con que Juanito Márquez recomendaba a Pifferrer como tremendo músico. ¡Y sí que lo era! Realizamos juntos unos 30 comerciales de radio y televisión. Piffe componía la música, la orquestaba y la grababa en el estudio que tenía en su casa de Brooklyn. En Kim Records fue la tabla de salvación para cantantes y músicos exiliados. Hasta Paquito D'Rivera, cuando llegó, grabó para la disquera". 

En 2001, Pifferrer hizo los arreglos y dirigió la orquesta en el show de Acosta 50 años de Mambo. Fue un tributo a Dámaso Pérez Prado que Juanito Wust grabó en vivo en el Town Hall de Nueva York. El disco del concierto estuvo nominado al Grammy. 

"Pifferrer no sólo era un gran arreglista, compositor y director, tenía una rara cualidad: todos lo querían", reconoce Acosta.

Conocimiento y espontaneidad.

El grabador Juanito Wust conoció al Piffe en Cuba: "A fines de los ochenta nos volvimos a ver en Nueva York, grabamos un disco de son en un estudio del viejo Raúl Alarcón. Allí Piffe me embulló a montar mi estudio, como el de su casa de Brooklyn. En Nueva York le iba muy bien. Hizo mal en mudarse para la Florida. Acá hacía los comerciales de Mac Donald, Burger King, Goya. Por huirle al frío se fue para Miami y perdió los contactos con las publicitarias". 

Según Wust, cuando Germán Pifferrer trató de regresar a Nueva York, se alojó unos meses en su casa. "Trabajamos juntos varios discos, tenía una manera amable de reprocharle a un músico que sonaba a rayos. Y era tremendo cocinero, hacía unos camarones enchilados para chuparse los dedos", anota.

En las notas del disco Miami Latin Jazz Nonet, Paquito D'Rivera relata su primer encuentro con Germán Pifferrer en el show Madame Pacá: "Fue entonces que iluminado por un seguidor de tenue luz, apareció en escena un joven delgado, vestido con un elegante y modernísimo traje de 'shark skin' color acero… Han pasado cuatro décadas desde aquella noche habanera… y después de escuchar por enésima vez esta grabación, todo parece indicar que el Piffe se las ha arreglado para demostrar que si aquellos tiempos pasados fueron buenos para la música, los de hoy son aún mejores". 

Y agrega Paquito: "El Piffe, como lo llamábamos sus amigos y admiradores, contradice a aquellos que aún pretenden hacernos creer que negar el academicismo y tener menos conocimientos ayuda a preservar la espontaneidad y la frescura creativa, cuando la realidad es que, en absolutamente ninguna actividad humana, nadie puede ser considerado superior por saber menos. Germán fue una prueba de ello". 

Pifferrer hizo los arreglos para Hot House, disco de Arturo Sandoval que ganó el Grammy 98, del Tributo a Benny Moré (Tropicana All Stars Orchestra, nominado para el Grammy) y de “60 Años de Exuberancia Musical Cubana” (Tributo a Cándido Camero). Dirigió en el Carnegie Hall, en el Radio City Music Hall, y realizó la banda sonora de los filmes “Azúcar amarga” y “Just the Ticket”. Hace apenas dos años, dirigió la gran orquesta del Festival de la OTI, en Puerto Rico.

Germán Pifferrer murió en Miami el 17 de enero de 2009.

 

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