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La aldea a la mano (Holguín, Cuba)

23 de mayo de 2017

Operaciones militares. IV Frente Oriental IV Frente Oriental "Simón Bolívar"



Hemos llegado a un momento culminante de toda historia militar, la descripción y análisis de las acciones militares.
Durante su corta existencia las tres columnas que integraron el Cuarto Frente Simón Bolívar llevaron a cabo decenas de operaciones militares. Y para satisfacción de quienes nos interesamos por la Historia, existe suficiente material para entregar al lector una larga aritmética de balazos y bombazos. Sin embargo este autor, en lugar de ir tras minuciosas descripciones de acciones, como se acostumbra en el tipo de obra escritas durante los últimos años sobre los frentes guerrilleros de la guerra de liberación, tratará de conseguir una síntesis general de ese proceso, haciendo énfasis, mas que en describir el detalle de cada combate, en entender el ritmo de estos y su papel real en el desarrollo de los acontecimientos políticos que precipitaron el fin de la dictadura.
 
EMBOSCADAS DE ANIQUILAMIENTO
Una  de  las operaciones realizadas por las columnas rebeldes fueron las emboscadas de aniquilamiento contra pequeños destacamentos enemigos. Pese a ello el enemigo continuó enviando pequeños destacamentos en labores de vigilancia, traslado de personal, etc. (Por lo menos ocurrió así en los primeros días de la presencia de las columnas en los llanos). 
Los revolucionarios aprovecharon ese descuido y lograron emboscar a algunas de  estas tropas, liquidarlas y apoderarse de armas y parque. Una relación de ellas debe anotar las realizadas por la Columna 14 en Yaguabo, los Guiros, Juan Cantares, en el camino de la presa a Holguín y en el de Mir a Buenaventura.
En  algunos de estos casos los revolucionarios aprovecharon la rutina de los militares batistianos que mantenían horarios más o menos fijos para realizar determinados  movimientos. Por tanto estamos ante un primer asunto a tomar en cuenta: la existencia de un  rudimentario pero eficiente servicio de inteligencia que le permite a  los revolucionarios tener información detallada sobre los movimientos de las fuerzas enemigas.
Otro tipo de emboscadas fueron posibles por el conocimiento que los guerrilleros tenían de que el enemigo estaría obligado por las circunstancias para lanzar sus fuerzas a los caminos y  carreteras. En ese caso están las emboscadas del 2 de  noviembre realizadas por las fuerzas del Pelotón 3 en el cerro de Los Guiros, en la carretera de Holguín a Velasco  y la de la Loma de la Vigía, en la carretera de Holguín a Gibara. En cada una de esas acciones los revolucionarios sabían al día siguiente se realizarían las elecciones convocadas por la dictadura, por lo que se esperaba un lógico movimiento de  fuerzas por las carreteras y caminos entre las principales poblaciones en apoyo a esa dicha maniobra de la dictadura.
Los resultados de las dos emboscadas fueron mortales para las fuerzas del ejército de la tiranía. En Juan Cantares la patrulla formada por una docena de soldados fue aniquilada e igual ocurrió en el cerro de Los  Guiros. En total murieron 29 militares, tres heridos y cinco fueron hechos prisioneros.
En todos los casos citados los rebeldes tenían absoluta ventaja sobre el enemigo que avanzaba por caminos descubiertos, sin protección de fuerzas blindadas y en número menor al de  los revolucionarios quienes, además, contaban con modernas armas de guerra.  O sea, estamos ante un buen aprovechamiento de las técnicas de la emboscada.
Estas  acciones obligaron al enemigo a suspender las salidas de pequeños destacamentos y solamente moverse en grandes columnas protegidas por  blindados,  aviación y numerosas fuerzas de infantería. Pero no siempre lo podían hacer, por lo que gradualmente el enemigo fue disminuyendo sus operaciones, y para evitar que las pequeñas guarniciones quedaran aisladas, las fue retirando. De esa forma se incrementó considerablemente el territorio liberado.
Un ejemplo de lo dicho anteriormente es que después de la derrota en Juan Cantares, en el camino entre  Fray  Benito  y Santa Lucía, que acaeció el 12 de noviembre de 1958. A partir de ese momento el enemigo no incursionó más en Fray Benito, por lo que esa extensa y rica región agrícola quedó en poder de  los rebeldes. Igual ocurrió después de la acción del cerro de Los Guiros: los  batistianos retiraron la guarnición de Velasco. Otros poblados abandonados por las fuerzas de la tiranía fueron San Andrés, Las Parras, Cruces de  Purnio, etc.
LA GUERRA EN LA CARRETERA CENTRAL.
El 13 de noviembre el comandante en jefe dio instrucciones precisas para que se interrumpieran las comunicaciones entre Oriente  y Camagüey. Textualmente la orden decía lo siguiente:           
“El tráfico en la provincia de Oriente debe quedar paralizado totalmente...Todas las vías de entrada y salida de las ciudades, así como la provincia de Oriente deben quedar cortadas. (...) Las tropas rebeldes que operan en el centro y el este guardando la entrada de la provincia de Oriente, deben combatir con tenacidad cuantos refuerzos enemigos pretendan enviar a la provincia”[1].         
En virtud de esa orden, uno de los objetivos del Cuarto Frente era impedir las comunicaciones entre Oriente y Camagüey, por lo que el tramo de la carretera que  unía a Holguín con Camagüey devino en centro fundamental de las operaciones. Dos fuerzas guerrilleras, la Columna 12 y el Pelotón 1 de la  Columna 14 tenían órdenes muy precisas de impedir este tráfico. La Columna 12 concentró sus operaciones en el tramo de la carretera central entre Las Tunas y Guáimaro y el Pelotón 1 de la Columna  14  situó se situó en la carretera central, en el tramo entre Buenaventura y Holguín, así cualquier caravana del ejército que saliera de Camagüey hacia Santiago de Cuba debía de enfrentar, primero, el hostigamiento de las fuerzas de la Columna 12 y si lograba  salvar este obstáculo y llegar a Las Tunas, al reemprender su marcha hacia, sería hostigada al transitar desde Buenaventura hasta muy cerca de la ciudad de Holguín por los guerrilleros del Pelotón 1 de la Columna 14.
Hasta el 30 de octubre de 1958 el tráfico por la carretera y caminos que conducían a la población de Las Tunas se realizaba sin grandes inconvenientes, a no ser el  hostigamiento más o menos esporádico de los grupos de escopeteros que operaban en la zona. Pero exactamente ese día la Columna 12 trasladó el grueso de sus operaciones a la carretera central para tratar de cortar todo tráfico.
Los batistianos hicieron un considerable esfuerzo para mantener en su poder la vía, situando a todo su largo emboscadas y manteniendo el patrullas que recorrían con diversos tipos de vehículos blindados, por eso debió sorprender a los conductores y choferes de tres rastras y dos ómnibus cuando aquel 30 de octubre vieron surgir frente a ellos un puñado de barbudos que los hicieron abandonar los vehículos sin hacer caso de las protestas que hacían los asustados pasajeros. Finalmente incendiaron los equipos.
La indignación y molestia los pasajeros y choferes pasó a ser terror cuando de pronto se acercó una patrulla batistiana y se vieron envueltos en un combate. Algunos de los soldados del ejército alcanzados por el fuego rebelde se desplomaron dejando sus armas entre sus cuerpos, lo que creó una verdadera excitación entre los rebeldes que, en su mayoría portaban viejas armas. Incapaces de resistir la tentación los guerrilleros se lanzaron a capturarlas. Pero su acción fue detenida bruscamente con la aparición de un refuerzo de casquitos apoyado por un blindado. Bajo el fuego de las ametralladoras pesadas, los jóvenes barbudos retrocedieron.
El 2 de noviembre los rebeldes avisan que estaba suspendido todo el tráfico por la carretera central. El 3 el ejército de Batista sustituye las pequeñas patrullas por una  poderosa caravana que una vez al día recorría la  carretera. Para detenerla los barbudos levantan grandes lomas de tierra utilizando para ello buldocers. De nuevo se producen combates.
No siempre los revolucionarios podían impedir el paso de las caravanas conformadas por gran cantidad de fuerzas de infanterías y protegidas por tanques y otros vehículos blindados, e incluso en ocasiones con cobertura aérea. A ello se suma que los batistianos comenzaron a desmontar toda la manigua de los alrededores de la carretera.  
Veamos seguidamente lo que se puede considerar un combate típico en la carretera central. 
El 6 de noviembre seis automóviles ocupados por oficiales del ejército  y paramilitares, seguidos por una patrulla integrada por fuerzas y protegidos por dos tanquetas y una avioneta artillada, comenzaron a avanzar desde Las Tunas hacia Camagüey. Al llegar a un lugar conocido por La Guanábana son interceptados por una fuerza guerrillera; se inicia un intenso combate que se prolonga por cuatro horas. Al final las fuerzas del ejército regresan a Las Tunas llevando algunas bajas. Ninguna sufre las fuerzas rebeldes que habían combatido desde posiciones escogidas por ellos de antemano. Incuestionablemente es para ellos una victoria brillante, pero en el informe del jefe de la guerrilla a Fidel hay una información que lo amarga: "el gasto de parque fue grande”[2], sin poderle arrebatar al enemigo ni armas ni municiones.
El 28 de noviembre el comandante Lalo Sardiñas le informa al Comandante en Jefe la desesperada situación de sus fuerzas: “nuestra necesidad de parque es grande. Podemos mantener indefinidamente nuestras posiciones, pero los guardias insisten en abrirse camino y todos los días hay bronca. Las patrullas del ejército son grandes y hay que detenerlas a tiros”[3].
Posteriormente los revolucionarios consiguieron derribar un puente de la carretera central y con ello, prácticamente acabaron cortando el paso, por lo menos el de los comerciantes y pasajeros civiles.
BUENAVENTURA-HOLGUIN
En la época en que ocurrieron los hechos que estamos narrando ese era uno de los típicos poblados de la carretera central entre Holguín y Tunas; todas sus casas estaban situadas sobre esa vía y prácticamente no había calles interiores. Para los viajeros el lugar era parte de la monotonía del trayecto; para los guerrilleros rebeldes del Cuarto Frente tenía una especial significación. A partir de allí y hasta Holguín le correspondía hostigar las caravanas enemigas a las fuerzas del  Pelotón número 1 de la Columna 14, dirigido por Arsenio García. Esta tropa no contaba con la cantidad de hombres y  armas suficientes para impedir el paso del enemigo protegido por  blindados y aviación, por lo que decidieron que su actuación sería hostigarlo a todo lo largo de la carretera. Es por eso que distribuyeron las cuatro escuadras que integraban el Pelotón a lo largo de más de 20 kilómetros de carretera  y así, igual, colocaron obstáculos y con un tractor construyeron una zanja profunda y derribaron un puente.
Por su parte las fuerzas del pelotón 2, que mandaba Cristino Naranjo, también llevaron a cabo labores de hostigamiento contra el transporte que se movía por la carretera de Holguín a Bayamo. Y el número 3, mandado por Eddy Suñol, actúo contra los caminos que comunicaban a la ciudad de Holguín con diferentes puntos de los municipios Gibara y Puerto Padre.
Las fuerzas de la dictadura insistieron en transitar por esos lugares y en ocasiones realizaron acciones desesperadas para evitar que el transporte por carretera colapsara y de hecho consiguieron un mínimo tráfico para abastecer las poblaciones que controlaban, a pesar de que los informes guerrilleros hablan del final definitivo del paso enemigo. Lo que en verdad quedó abolido desde finales de diciembre fue el trasiego comercial y de pasajeros.


EL BLOQUEO  LAS POBLACIONES
Simultáneamente con las acciones en la carretera central las fuerzas rebeldes sometieron a todas las poblaciones que estaban en poder del enemigo un intenso bloqueo, consiguiendo la interrupción del transporte por carretera, el suministro de vituallas y agua y el corte de la corriente eléctrica a Holguín, Las Tunas,  Gibara  y otros centros urbanos desde noviembre de 1958. Para conseguir esto último cortaron los cables conductores y crearon las condiciones para que el daño no pudiera ser reparado.
El gobierno instaló pequeñas plantas eléctricas en algunos establecimientos importantes. En Holguín se colocó una de ellas en el parque “Calixto García” que de esa forma consiguió mantenerse profusamente alumbrado, aunque completamente vacío de personas, en medio de la ciudad oscura y silenciosa; únicamente, de vez en cuando, pasaban las patrullas militares.  Un vecino de la ciudad; Joaquín González, dijo que la tétrica situación le recordaba el día de los difuntos cuando algunas familias pudientes iluminaban sus panteones en medio de la oscuridad del cementerio.
Menos éxito tuvieron los guerrilleros en su intento de cortarle el suministro de agua a la ciudad. Pese a que atacaron la presa que abastecía de agua a Holguín, el gobierno logró repararla y allí situaron una unidad para su protección.
Para impedir el suministro a la ciudad, se situaron en los caminos vecinales a los escopeteros y pequeñas unidades guerrilleras,  gente esa armada de escopetas, rifles deportivos, revólveres  o  simplemente desarmados. Pero no consiguieron impedir del todo que algunos campesinos, conocedores de las sabanas y potreros, pudieran eludir la vigilancia rebelde y entraran a Holguín de noche para vender sus mercancías a buen precio.



[1] Ricardo  Martínez Victores, “7 RR La Historia de Radio  Rebelde”. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1978, p 347 y 348.
[2] Carta de Manuel Fajardo a Celia Sánchez del 27 de octubre de 1958. Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado. La Habana.
[3] Carta del comandante Lalo Sardiñas al  Comandante en Jefe Fidel Castro con fecha de 28 de  noviembre de 1958. Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado. La Habana.
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